Sergio Ramírez
Para que la imaginación no quede mal, la realidad viene en su ayuda. La empresa VeriChip de Palm Beach, Florida, fabricante de equipos electrónicos de seguridad, ha empezado a ofrecer a sus clientes un chip de silicón, del tamaño de un grano de arroz, que se coloca debajo de la piel y contiene información relacionada con la persona del portador.
Hasta ahora sirve para entrar a espacios reservados donde se manejan documentos o materiales sensitivos, de manera que al pasar frente a un escáner colocado a la entrada de esos espacios, la persona que ha sido objeto de la implantación recibe el visto bueno, y la puerta se abre. Se ha empezado a usar, así mismo, para controlar las entradas y salidas de los empleados en una oficina o en una empresa, tarea que antes hacían los viejos relojes marcadores de tarjeta, y para identificar clientes VIP y socios de clubes de acceso exclusivo.
Los pacientes podrán cargar en el grano de arroz toda la información que el médico necesita conocer a la hora de una consulta, o de una emergencia, es decir, su epicrisis, esa larga lista de datos que hasta ahora hay que anotar a mano en un formulario; y además de la historia familiar, el tipo de sangre, alergias que sufrimos, enfermedades que hemos padecido, medicamentos que tomamos, asuntos que generalmente sabemos de memoria, el grano de arroz sabrá el record de nuestros exámenes de laboratorio, y guardará tomografías y estudios de resonancia magnética, y por supuesto, nuestro ADN.
Pero hay muchas otras aplicaciones para el grano de arroz.