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Del artista como pavo real

Por 3 de diciembre de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Me divirtió mucho un fragmento del reportaje a Andrés Calamaro que le realizó Oscar Jalil para la última Rolling Stone. Hablando del programa de Peter Capusotto -un disparatado VJ que interpreta en TV el comediante Diego Capusotto-, Calamaro dice: "Reírse de los músicos no es difícil, porque nos morimos ahogados en nuestro propio vómito, nos deprimimos incluso siendo ricos y famosos, nos creemos más importantes de lo que somos… o menos importantes". 

Se me ocurrió que harían falta variantes de Peter Capusotto para reírse asimismo de los actores, directores y escritores, toda gente a la que le (nos) vendría bien un baño de humildad. Por lo general estamos convencidos de haber salido del cerebro de Zeus junto con Venus. Y aunque a alguno le pueda parecer que los escritores conservamos la dignidad mejor que los rockeros (después de todo no solemos salir a la calle con calzas ni noviamos con Britney Spears), es tan sólo porque no nos da el cuero para solventar ciertos excesos. Si hubiera más dinero en danza en el mundo de los escritores -lo cual equivale a más difusión masiva, y por ende a mayor glamour- no tardaríamos en caernos por las fiestas con los ojos delineados, collares de oro y starlets colgadas de los brazos.

Ah, si se pudiese medir el grado de egolatría y de envidia que existe en el gremio… Créanme, más de una vez he sentido que dos escritores estaban a punto de agarrarse de los pelos en público como Kid Rock y Tommy Lee, y por razones mucho menos valederas que Pamela Anderson.

Andamos por la vida dándonos más humos que Botnia, aun cuando ninguno ha escrito Moby Dick o cosa que se le compare. ¡No me digan que no haríamos un magnífico personaje cómico, digno de Dickens o de Rostand! (Ya me estoy poniendo pretencioso otra vez: creo que con suerte daríamos para personaje de Adam Sandler.) 

Pretendemos ser juzgados por parámetros distintos, que muchas veces pasan por intenciones nunca concretadas o por obras ‘incomprendidas’. Pero a fin de cuentas merecemos ser juzgados por la misma vara que mide al resto de la humanidad. Ya lo dijo el evangelista: Por sus frutos los conoceréis. 

No hay nada más agotador que la vanidad.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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