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Clase I. Cuentos realistas y no realistas

Por 30 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Jorge Eduardo Benavides

Ya desde el principio se plantea la arbitrariedad de la propuesta: ¿qué cosa es real y qué cosa no lo es? Como explica Anderson Imbert en su Teoría y técnica del cuento, una cosa es la realidad que advertimos a través de nuestros órganos sensoriales y otra, muy distinta, aquella a la que accedemos gracias a la imaginación de un narrador. El narrador filtra esa realidad digamos «real» que observa y de la que nutre su texto a través de las palabras para devolvernos una versión cargada de subjetividad o en todo caso matizada por su observación, pero sobre todo por las palabras que usa (y por cómo las usa). Quiere decir entonces que el escritor, desde el momento en que se apodera de la realidad cotidiana para componer su historia está adulterándola con su participación. A esto, como es de conocimiento de muchos, Mario Vargas Llosa le llama «el elemento añadido».

Pero por lo pronto, y al margen de estas disquisiciones, lo que nos interesa es saber a qué llamamos cuentos realistas y cuentos no realistas, puesto que obviamente la pregunta inicial nos llevaría a planteamientos filosóficos sobre la cualidad primera de lo real y no queremos meternos en tamañas honduras. Digamos que la diferencia entre uno y otro está en el carácter natural o sobrenatural de la historia. Un cuento de gnomos y elfos puede resultar estupendo como alegoría de las relaciones humanas, por ejemplo, pero mal haríamos en interpretarlo al pie de la letra. En cambio un cuento como Algo de comer de Manuel Rivas, encaja bastante bien en las coordenadas de lo real, aún cuando la historia nos resulte algo rara, casi al borde mismo de lo fantástico.

Y es que a veces la frontera entre lo que consideramos literatura realista y aquello que consideramos literatura fantástica puede parecer bastante difusa y a menudo esa sutilidad fronteriza ha ocasionado verdaderas pugnas entre los estudiosos de la literatura. Por ejemplo, ¿han leído Otra vuelta de tuerca, de Henry James? O El ramo azul, De Octavio Paz? Por todo ello, creemos necesario que un escritor advierta dónde se mete, porque para lograr el efecto deseado en un cuento, es imprescindible calibrar muy bien nuestras intenciones…

La Propuesta:

Pero como muchos de ustedes conocen ya esa diferencia – a veces no tan obvia…- entre cuentos realistas y cuentos no realistas, no sería mala idea proponernos establecer dicho contraste en un texto que se quede un poco en la frontera entre lo real y lo fantástico, no decididamente ni lo uno ni lo otro. Además lo escribiremos a partir de las siguientes palabras: "taladro", "mueble", "pañuelo", "bocado", "seda", "portátil" , "fantasmal", "rutilante" y "camino". Estas palabras tendrán que ser usadas rigurosamente en el orden en que se han dado, respetando además género y número, y procurando que entre una y otra haya por lo menos un par de líneas de distancia. Así por ejemplo, puedo empezar diciendo: "Recuerdo que en casa de mi tío Pepe había un taladro…" y continuaremos contando esa improvisada historia hasta la siguiente palabra, que es mueble.

Importante: Los textos no deben exceder dos páginas en interlineado sencillo y se aceptarán sólo hasta el próximo jueves, pues de lo contrario, como ya saben muchos, nos vemos desbordados para revisarlos todos de la mejor manera posible, tal y como queremos. Que tengan un fructífero fin de semana…

El elemento añadido

La verdad de las mentirasVargas Llosa ha planteado una ambiciosa teoría literaria para explicar el proceso del creador, utilizada en sus estudios sobre Flaubert Madame Bovary y la orgía perpetua y sobre Gabriel García Márquez, Gabriel García Márquez, historia de un deicidio, en los que explica mejor y más profundamente lo que él considera «el elemento añadido» «Al traducirse en palabras, los hechos sufren una modificación. El hecho real -la sangrienta batalla en la que tomé parte, el perfil gótico de la muchacha que amé- es uno, en tanto que los signos que podrían describirlos son innumerables. Al elegir unos y descartar otros, el novelista privilegia una y asesina otras mil posibilidades o versiones de aquello que describe…» (La verdad de las mentiras, Seix Barral, 1990)

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Jorge Eduardo Benavides

Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Garcilaso de la Vega, en Lima. Trabajó como periodista radiofónico en la capital y en 1987 fue finalista en la bienal de relatos COPE (Lima); un año más tarde ganó el Premio de Cuentos José María Arguedas de la Federación Peruana de Escritores. En 1991 se trasladó a Tenerife, donde puso en marcha talleres literarios para diversas instituciones. Ha sido finalista del concurso de cuentos NH Hoteles del año 2000. Desde 2002 vive en Madrid donde continúa impartiendo sus talleres literarios. Su más reciente novela es La paz de los vencidos, galardonada con el XII Premio Novela Corta "Julio Ramón Ribeyro". Cursos presenciales en MadridJorge Eduardo Benavides imparte cursos presenciales en Madrid y ofrece un servicio de lectura y asesoría literaria y editorial. Más información en www.jorgeeduardobenavides.com http://www.cfnovelistas.com/ 

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