Sergio Ramírez
Lolichka: podemos ver el desarrollo de la humanidad como si nos asomáramos a un corte geológico, donde quedan expuestos diversos estratos. Pero estamos de cara a estratos simultáneos. Mientras en las selvas del Amazonas hay aún tribus que viven de la caza y de la pesca, y se valen del arco y la flecha, la cerbatana y el arpón para sobrevivir, encima de sus cabezas surcan los cielos los grandes trasatlánticos a reacción, verdaderos buques con alas. Y uno de esos indígenas que pesca con arpón, bien podría disponer de un teléfono celular, si le fuera útil para algo. En Nicaragua aún se utiliza el espeque, la herramienta maya que consiste en una vara puntiaguda para roturar la tierra y echar la semilla, mientras, adelanto mayor, también se usa el arado egipcio de bueyes para sembrar, que tiene cinco mil años de existencia; y a poca distancia de ese campo roturado, se alzan las antenas parabólicas que dominan el ciberespacio. De modo que, por muchos años, sino décadas, los viejos libros manoseados van a convivir con las pantallas de cuarzo, como conviven en Rusia las calculadoras electrónicas con los ábacos, que aún se usan para hacer las cuentas en las tiendas de Moscú.
¿Has oído del ábaco? Yo lo usé en la escuela primaria, un marco de madera con sartas de bolitas de colores enhebradas en cuerdas, para hacer las operaciones de aritmética. Ahora los niños llevan su calculadora Casio a la escuela en unos sitios del mundo, pero en otros, todavía ábacos.