Jean-François Fogel
El 23 de abril es el día perfecto para hablar de libros en España. San Jordi en Cataluña (una compra general de libros y rosas). Fiesta de libros en Madrid. Parece que todo el país busca libros. Y además, a lo largo del año, según lo que se ha dicho la semana pasada en Londres, España es un paraíso para los lectores.
Por lo menos es lo que leí en Critical Mass, el blog colectivo del National Books Critics Circle, una institución norteamericana que se dedica a cuidar sobre todo los premios literarios. John Freeman es el autor del post que tiene un maravilloso título: “En España hace sol cada día y todos los suplementos de libros tienen 204 páginas”. Lo que se anuncia así es un relato de la mesa redonda que tuvo lugar la semana pasada en Londres, durante la feria de los libros, para debatir "cómo influyen los suplementos literarios en la edición y en los lectores en España y en el Reino Unido".
Presentes: María Luisa Blanco (Babelia/El País), Manuel Rodríguez Rivero (ABC), Sergio Vila-Sanjuán (La Vanguardia) y Blanca Berasátegui (El Cultural/El Mundo). Por la parte inglesa estaba Rupert Shortt, editor de los libros del mundo hispánico en el Times Literary Supplement. El dato fundamental del encuentro me dejó boquiabierto: según los panelistas, como dicen en Miami, habría en los diarios de toda España más de 25 suplementos literarios.
Por su parte, John Freeman también quedó muy sorprendido por la declaración de María Luisa Blanco: un periodista cultural tiene que atender tres tareas, “ayudar al lector a escoger de manera libre e independiente, no confundir la fama o la popularidad con los valores, ofrecer valores culturales reales en lugar de los valores producidos por el mercado”. Sin reconocer una dictadura del mercado sobre los críticos norteamericanos, John Freeman opina que sería imposible pronunciar una frase como la de María Luisa Blanco en su país.
Según Manuel Rodríguez Rivero, se publican 164 libros cada día en España y más de 60 por ciento del contenido de los suplementos literarios habla de la misma muestra de libros cantados por todos. Blanca Berasátegui por su parte (aunque no estoy seguro que se trate de ella) propuso cinco reglas para determinar la política de un suplemento:
– Diálogo transparente con los lectores con la voluntad de ser entendido por todos;
– Nunca desanimar a los lectores (muerte de los “happy few” de Stendhal);
– Vínculo con la “cultura de la libertad”;
– Objetividad (ausencia de conflictos de interés para los autores de reseñas);
– Respeto de los principios elementales del periodismo: precisión, reactividad, independencia
Bueno, me queda comprobar cómo 25 suplementos de 204 páginas aplican aquellas cinco reglas en sus 5.100 páginas. Sol y suplementos literarios; sí, “Spain is different” Mr. Freeman.