Rafael Argullol
Delfín Agudelo: ¿De qué manera veremos este cambio en tradiciones de creación? ¿Estaremos ante una complicidad entre ciencia y arte?
R.A.: Me atrevo a hacer dos pronósticos en dos terrenos muy claros, uno que tiene que ver con lo que hemos llamado cinematografía y otro con el que hemos llamado literatura, En ambos casos nosotros vamos a construir ficciones que siempre tendrán que ver con las viejas preguntas del hombre, de esto no hay ninguna duda, las viejas preguntas y angustias y genes del hombre. Ahora bien, las construcciones que vamos a hacer van a ser construcciones mucho más pluridimensionales, más cuánticas, más relativistas. Por ejemplo cuando digo cuánticas quiero decir que vamos a aplicar a nuestros propios experimentos literarios los avances que hemos realizado en el terreno de la memoria, y es un campo que me interesa mucho, y desde hace años vengo escribiendo un libro centrado en esta función. Pero a la memoria ya no es solo aquello que habían intuido los viejos literatos, que la poesía y literatura era la maestra de la memoria, sino que la literatura deberá convertirse en discípula de la memoria y en aquello que iremos averiguando acerca de la memoria. Es como el sueño; quizá en un momento determinado deberemos decir que estamos más poseídos por el sueño en lugar de estar soñando. En otro sentido igual nosotros debemos decir que estamos poseídos por la memoria en vez de decir que recordamos. Estamos poseídos por las imágenes que no vemos en lugar de solo por la punta del iceberg que es lo que vemos. Y en ese sentido, en cierto modo, las nuevas construcciones ficcionales incorporarán aquello que no veíamos. Y probablemente ahí también nos va a llevar a replanteamientos radicales de la vieja cuestión maravillosa pero siempre oscura entre lo que hemos llamado cuerpo y alma. Porque el alma, que era el radical extramuros del cuerpo, quizás ya no será comprendida así, porque en la medida en que seamos capaces de entrar en una especie de lo que antes considerábamos tierras movedizas o tierra de nadie, en la que incorporamos en nuestras ficciones lo que no vemos en nuestra realidad cotidiana pero que somos capaces de extenderlo a través de nuestros propios descubrimientos, en esa misma medida iremos avanzando en terrenos que antes cortábamos radicalmente. No digo que vayamos a descubrir lo que es el alma. Tengo formación porque estudié medicina aunque no la he ejercido, y cuando uno llega al último recoveco no encuentra el alma, y el médico dice "Aquí no está". Pero cuado llegamos al último recoveco no es que no encontremos el alma, pero estamos llegando al otro lado de nosotros mismos que es lo que hemos llamado "alma". En la medida en que seamos capaces de establecer puentes con nosotros mismos, mucho más poderosos que los que teníamos sensorialmente, en esa medida también la relación cuerpo/alma o cuerpo/espíritu o materia/espíritu sufrirá una poderosa transformación.