Rafael Argullol
Rafael Argullol: Todas estas capas provocan algo en Estados Unidos muy evidente, y es que la narración americana es a pesar de todo una narración de gente que hace poco ha colonizado esta tierra.
Delfín Agudelo: El caso de Latinoamérica es distinto, porque la imagen del colono es distinta— jamás tuvo los asentamientos que ocurrieron en Estados Unidos. Sin embargo, aún así el imaginario ha estado en un constante diálogo con los antepasados europeos, que es evidente tanto en la tradición oral como en la literatura. Hay cierta migración narrativa que es absorbida y amparada por ese imaginario en constante creación.
Rafael Argullol: En la vida latinoamericana me llamó mucho la atención esa gran migración de los relatos, ese juego muy abierto de la imaginación y, comparándolo con mi caso, yo consideraba con envidia que cualquiera en mis condiciones en cualquier ciudad latinoamericana —Buenos Aires, Bogotá o Lima— en su familia, si se remontaba ya no a cuatro sino a dos generaciones, seguramente encontraría mezclas. Es muy difícil encontrar esa estabilidad sedentaria en la sangre y por tanto en las historias que transporta la sangre. Evidentemente eso hace que haya una fluidez en la imaginación literaria que a veces se disuelve demasiado en lo que podríamos llamar una retórica de la imaginación. El peligro de la narración europea es o era la escasa materia prima de la migración imaginativa. Quizás el peligro americano es que el exceso, la sobrecarga, el barroquismo de esa migración pueda llevar a una cierta retórica. Por eso lo que se llamó Realismo Mágico en literatura acabó de una manera degeneradamente retórica.