Skip to main content
Blogs de autor

El arte y su longevidad

Por 9 de abril de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

La entrevista que se publicó hace poco con el director de orquesta, Lorin Maazel, pletórico a sus 78 años, hace pensar en el efecto de la música sobre la longevidad o de la pintura sobre la resistencia de los ancianos. Sin duda, hay profesiones notablemente más propensas que otras para preservarnos la continuidad en el mundo. La profesión de escritor corresponde a las que matan con mayor premura. ¿Razones? Probablemente una importante radica en que así como la música o la pintura son actividades estrechamente relacionadas con las funciones naturales de la historia humana y sus expresiones, en uno y otro caso, proceden acaso de la misma voz o de la aplicación inmediata de la mano, la escritura constituye un quehacer enrevesado, jeroglífico y artificial. No es lo  mismo tratar con sonidos o colores que con estos garabatos. La gama cromática o la escala musical se acomodan al oído y al ojo pero la escritura a ningún órgano. Sólo la poesía y sus semejanzas en determinada prosa, apoyadas en secuencias sonoras de calculada cadencia, pueden aproximarse al gozo espontáneo de la melodía. Pero, aún así, la escritura debe desenvolverse en el jeroglífico de los signos lo que requiere de la mente decodificadora y de la mente codificadora. Requiere del esfuerzo preconcebido y de una facultad que debe reelaborarse en la mollera. Nada de potencias y efectos comunicativos que  hallan a flor de piel, incorporados a la sensualidad de la  superficie.

De este modo, mientras la música o la pintura se pasean al modo de  los órganos y los fortalecen con su ejercicio, la escritura extrae sustancia de la propia estructura para crear otras composiciones que ya difícilmente afirman la evidente identidad del cuerpo. Se silba, se manotea, se mancha, con el hacer descuidado de nuestro soma pero la escritura no es, en absoluto, de esta especie. En la música o la pintura lo somático puede plasmarse sobre el papel o el aire de manera directa, y allí suena y luce. La escritura sólo actúa improbablemente sobre un plano objetivo tras haberla reelaborado en el camino con una sofisticación que el oficio hace sentir como de dominio imposible. Un escritor, a diferencia de un pintor, nunca puede aspirar a comportarse como un niño para incrementar el interés de su obra. La escritura es complicación, sólo cosa de mayores. En los regresos a la infancia, el pintor se rejuvenece y perdura, en la búsqueda de la madurez inextricable el escritor se desgasta, se extrema y acaba.

profile avatar

Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

Obras asociadas
Close Menu