
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol
Y es precisamente la biografía de uno de éstos, el guionista Alvah Bessie, hilo conductor de la película de Porta, la que nos introduce en la grandeza y la miseria del "idealismo", la palabra más invocada a lo largo del filme al justificar la movilización de 3.000 jóvenes americanos para participar en la guerra de España. La grandeza inicial es fácil de deducir. La miseria posterior también es coincidente con el lado miserable de la mentalidad revolucionaria: siempre hay alguien que se considera más puro que los demás. Y así se lo hicieron saber los veteranos de la Brigada Lincoln al demasiado famoso Ernest Hemingway cuando publicó Por quién doblan las campanas.
Pero, más allá de esta alternancia de grandeza y miserias, el idealismo contrastado con la experiencia de los años, como aparece en el viejo Alvah Bessie, tiene algo de conmovedor y estimulante. Alguien que ha sabido decir no a los poderosos siempre nos proporciona una enseñanza.
El País, 17/10/2009