Rafael Argullol
Delfín Agudelo: De esta manera, cada época carga consigo su posibilidad de crear las nuevas ficciones de su tiempo. Y a través de sus avances actuales, puede aventurar nuevas ficciones en tiempos futuros.
R.A.: Ahora de alguna manera vivimos en un momento en que se permite la creación de nuevas ficciones, ya no a través de esa categoría parecelsiana y de Coleridge de la creación de mundos imaginarios desde el ojo clásico, sino a través de una especie de suplantación de este ojo que se convierte como en el monstruo Argos de mil ojos. Es decir, ya no tenemos uno sino mil ojos, infinitamente más precisos que el ojo que podía no calcular ya Homero o Dante o Coleridge, sino alguien contemporáneo nuestro como puede ser Orwell. De ahí que otra obra de referencia que en su momento nos pareció que se adelantaba mucho al tiempo pero que en estos momentos resulta obsoleta, y a la que debemos muchísimos valores anticipatorios que hemos citado a veces, Blade Runner: con sus distintas metáforas y manipulaciones del ojo, en estos momentos cualquier clínica de microcirugía ocular de cualquiera de nuestras ciudades deja atrás los pronósticos de Blade Runner que se situaban en los Ángeles de 2019. Llevamos doce años de ventaja y llevamos una sofisticación mayor. En la medida en que hemos revolucionado la posición del cuerpo y de los sentidos, sobre todo la del ojo, en esa misma medida toda nuestra capacidad ficcional se ha subvertido, revolucionado, y estamos en lo que podríamos llamar efectivamente una hiperficción pero que no nos hace olvidar el viajo debate entre realidad y fucción sino que nos la sitúa en un terreno completamente distinto y completamente innovador.