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Galería de espectros: Drácula

Por 12 de septiembre de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Fotograma "Bram Stoker's Dracula", Coppola

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, me pareció ver el espectro de Drácula.

Delfín Agudelo: ¿A cuál de todos sus posibles espectros, variaciones, configuraciones o versiones cinematográficas has visto?

R.A.: He dicho me pareció ver porque técnicamente, quizá, no sea posible ver el espectro de Drácula porque una de sus características es su invisibilidad desde el punto de vista del reflejo especular. Drácula no se refleja en los espejos, no sé hasta qué punto podemos ver el espectro; o únicamente podemos ver una especie de avatar -de encarnación tipo avatar hindú- de Drácula. Pero esa rememoración se me produjo tras ver de nuevo la película de Coppola sobre Drácula, una película que además intenta ser fiel a la novela original, la de Bram Stoker, y que en ese sentido es muy elocuente e interesante. A mí me lleva a mi propia relación personal con el personaje de Drácula, que creo me ha ocurrido como a muchos que tuvo primero una relación visual, cinematográfica, con el personaje Drácula, teniendo en un cierto menosprecio a la fuente original que era la novela. Hasta que la leí y me pareció una novela fascinante desde el punto de vista de lo que en el siglo XIX se llamaba "El terror gótico". Por un lado la culminación de ese terror gótico pero al mismo tiempo una cierta premonición de fenómenos que han envuelto y que han interesado al hombre contemporáneo. En ese sentido, al mito de Drácula le sucede lo que a todos los mitos, y es que verdaderamente logra enraizarse en una época si responde a una necesidad o responde a un dilema propio de la sensibilidad de esa época. Y perduran más allá del tiempo en que fueron creados, si siguen suscitando esos dilemas y preguntas.

Creo que curiosamente el personaje Drácula, un personaje que el cine ha hecho popular, se vincula mucho con preguntas que nosotros nos hacemos acerca del tiempo, de la muerte, acerca de la posibilidad de una juventud eterna por parte del hombre, o de un alargamiento biológico de la vida que pueda llevar a la ilusión de la juventud, sólo que en ese caso se invierten los términos y lo que le ocurre a Drácula es que no puede morir: su condena es una especie de no-vida eterna, una no-vida que también es una no-muerte. En ese sentido es un hombre fronterizo, muy bien visto desde el principio por Stoker porque ese situarlo siempre al filo de la medianoche, como su momento de traspaso, nos ayuda a comprender su carácter: alguien que no vive porque no vive entre los vivientes de su época, pero que tampoco ha muerto ni puede morir. Entonces todos los problemas, todo el submundo que rodea a Drácula está vinculado con esa condición fronteriza. Incluso todos los símbolos y metáforas que le rodean, la necesidad de la sangre. Drácula es un sobreviviente muy especial, un naufrago, que no puedo estar tranquilo en el mundo de los muertos ni evidentemente estar en la civilización o en la sociedad. El cine encontró allí una materia prima excepcional desde el expresionismo con el tratamiento que le da Murnau al tema de Nosferatu, al tema de Drácula, hasta las múltiples encarnaciones cinematográficas, hasta llegar a la de Coppola, que creo que acierta mucho en ese tono operístico, típico de sus películas, y también en la recuperación del espíritu original de Stoker, situado en una sociedad como la nuestra que es una sociedad del espectáculo, una sociedad de la hipervisibilidad. En ese sentido, este espectro imposible de Drácula, errante por los escenarios y pantallas a lo largo del siglo XX, tiene todavía un inmenso porvenir.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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