Rafael Argullol
Rafael Argullol: Esa noticia presentada en el principal periódico de la lengua española, a doble página, es una noticia que no sólo puede deprimir a mucha gente que se considera vieja, sino que altera en un tanto por ciento elevadísimo todo lo que es nuestra cultura, nuestra herencia, nuestra idea de que en la vejez se compensaba a través de la serenidad y el equilibrio las pasiones un poco caóticas de la adolescencia o pubertad.
Delfín Agudelo: Lo primero que se me viene a la cabeza, tomando la idea de la vejez como sabiduría y experiencia, es en las representaciones clásica de Dios en la pintura, que siempre aparece como un hombre viejo. Ya no estaríamos frente a un Dios que denota sabiduría, sino frente a un Dios que evidencia su enfermedad.
R.A.: Es una estupidez. A partir de ahí, si tú miras en la Capilla Sixtina que Miguel Ángel pintó al Padre creando al primer hombre, lo que hay allí es un enfermo terminal que está creando al primer hombre. Lo que hubiera tenido que poner es un putto, un angelito pequeñito creando al primer hombre. Esta noticia planteada de manera central llama la atención porque es plenamente subversiva, más que cualquier grupo guerrillero, porque desarticula absolutamente todo lo que es nuestra herencia. Sin embargo, encaja bien con uno de los aspectos más cuidados del híper-capitalismo nuestro actual, que es el hecho de que la producción masiva sobre todo se realiza dirigida al consumidor más joven. No porque al capitalismo le importe que uno sea joven, sino porque el más joven es el que tiene más años por delante para consumir. Uno de los productos que se ha vendido mejor en el último medio siglo es precisamente el hecho de que la juventud es un valor en sí mismo. No es una etapa de la vida, sino que es un valor per se. Eso probablemente se puso en marcha de manera generalizada en los años sesenta, no antes; a partir de entonces, en cierto modo, hay un status de ser joven que es imprescindible y si no se es joven, aparentar ser joven. Recuerdo que la primera vez que estuve en Estados Unidos y vi cómo se vestía la gente en la Florida, que entonces se denominaba informal. Eran los años ochenta, y con la óptica europea, me pareció que todos los viejos iban vestido de payasos. Pero es el modelo que se ha generado universalmente, y eso ya sucede por todos lados. Es decir, lo que se intenta es, independientemente la edad que tenga la persona, la apariencia de juventud como valor. Si al viejo lo vistes de púber, como sucede en la actualidad, ya no es de extrañar que finalmente la envoltura crea el contenido. Si finalmente vistes de púber, finalmente consigues que el viejo sea púber. Por tanto, lo que sucede es que si el viejo parece un viejo, está enfermo. Es en ese sentido que la ciencia -o la información científica-sanciona.