Rafael Argullol
Delfín Agudelo: Las personas nunca dicen: "sufro de insomnio"; dicen: "me cuesta dormir". El reconocimiento del insomnio es tanto una debilidad como estar en un no-lugar. El estado del insomnio siempre está acompañado del silencio de su experiencia, en la medida en que no logramos entrar lógicamente en él. Sin embargo, sí creemos contar con las herramientas lógicas para contar los sueños, y muchos de estos son verdaderamente inefables.
Rafael Argullol: Es que el insomnio forma parte de los lugares fronterizos, de los cuales hablamos muy poco. Es posible que algunos teóricos se hayan llenado la boca con la frontera pero en la vida cotidiana hablamos muy poco de los lugares fronterizos. Hablamos más de los lugares extremos que de los lugares fronterizos. Nuestra cultura es una cultura suficientemente escabrosa para tocar todos los temas aparentemente más extremos. Sin embargo los lugares realmente inquietantes son los fronterizos. Tengo un amigo mexicano que odia los sueños, porque no sin cierta razón dice que la distinción entre sueño y pesadilla es una distinción muy relativa, porque siempre que sueña tiene pesadillas; y que nunca ha entendido muy bien por qué se ha podido utilizar "sueño" en un sentido elogioso o afirmativo porque los sueños, dado que nosotros estamos preparados y educados para movernos de manera distinta, son como mínimo inquietantes y turbadores. Incluso lo que llamamos buenos sueños son turbadores, por esto él odia los sueños. Pero en cambio él dice que nunca ha tenido insomnio: o duerme o sueña, y cuando sueña no le gusta en absoluto. Prefiere lo que podríamos llamar "el dormir negro". Claro, yo reconozco muchos casos envidiables del "dormir negro", que sería dormir ocho horas en una pantalla negra. Supongo que les sucede a algunas personas, pero a mí no: para mí la pantalla siempre ha estado muy animada. En parte esto explica por qué el insomnio es visto como una debilidad o una enfermedad, o como un estado de extremado desasosiego como para compartirlo. Y es allí donde se da un lugar fronterizo genuino del cual ni siquiera los teóricos de los lugares fronterizos han hablado demasiado.
Estamos entre dos universos. Incluso podría ser que estuviéramos entre dos universos en el sentido astronómico del término, porque ahora hay cosmólogos y astrofísicos que defienden la simultaneidad del universo, que vivimos inmersos en una simultaneidad de universos entre los cuales nosotros solo estamos en condiciones sensoriales de captar uno, que es lo que llamamos consciencia de vigilia. El sueño y sus leyes bien podrían ser nuestro acceso a otro universo, o el acceso de otro universo a nosotros, como queramos verlo. Sería un universo planteado a través de leyes completamente distintas a las que normalmente aceptamos. El estado de insomnio sería, como buen lugar fronterizo, un estado de entrada y salida, un estado de acceso y de huída al mismo tiempo.