Marcelo Figueras
Yo no soy de los que temen por el futuro del libro. Creo que la necesidad de consumir historias es propia del género humano, y por ende irremplazable. El libro ha prestado un servicio inestimable porque es y seguirá siendo uno de los mejores inventos que se conozcan: práctico, portable, resistente, plástico, con todas las características de un buen amigo. Es verdad que la tecnología ha ido desarrollando nuevos formatos para la narración de historias -desde el cine hasta los soportes digitales que ahora nos dejan bajar series a nuestro iPod-, pero nada que convierta al libro en algo realmente obsoleto.
Lejos de ello, la tecnología viene haciendo su parte desde hace siglos para que el servicio que el libro nos presta sea cada vez más eficiente. Empezando por la imprenta, que lo convirtió en un objeto masivo. Siguiendo por Internet, que me permite comprar los libros que quiero en cualquier parte del mundo y recibirlos en casa. (Los últimos que me compré, a modo de ejemplo, fueron dos de poesía de Elizabeth Bishop y dos de historietas escritas por Alan Moore: Lost Girls y el capítulo nuevo de The League of Extraordinary Gentlemen.)
Ahora existe una herramienta nueva: lo que se llama print on demand (PoD), esto es, la posibilidad de solicitar un libro -lo cual incluye títulos descatalogados, agotados, inencontrable por otro medio- para que impriman tan sólo el ejemplar que acabo de solicitar. En tiempos tan sensibles a los conflictos por las papeleras y a las demandas ecologistas de protección de los bosques, cualquier medida que suponga no gastar papel inútilmente cuenta con mi beneplácito.
En estos días se ha puesto en marcha una iniciativa llamada Buenos Aires PoD, El Futuro del Libro. Organizada por la librería Capítulo Dos y la empresa Bibliográfika, con el auspicio de la revista adn del diario La Nación y la colaboración del Grupo Planeta, el Grupo Santillana, el Grupo Editorial Sudamericana, Editorial Teseo y Xerox, Buenos Aires PoD le está enseñando al público una de las tantas maneras en las que las nuevas tecnologías colaboran con la difusión de textos de toda índole. La gente que visite en estos días el local de Capítulo Dos en el shopping Alto Palermo podrá elegir entre 300 títulos que actualmente no están disponibles a la venta (entre los cuales hay obras de Isak Dinesen, Augusto Roa Bastos, William Boyd, Virginia Woolf y Guillermo Cabrera Infante) para que le sean impresos en el acto, de acuerdo a sus especificaciones en materia de formato y de encuadernación. (Por ejemplo en lo que se llama Large Print Format, o en castizo: tipografía más grande, para aquellos que no quieran depender de gafas y lupas.)
Mañana viernes 23 a las 19:00 horas voy a estar en Capítulo Dos junto a Julián Gallo, Marcelo Gantman y Alejandro Rozitchner. Ellos también tienen libros originados en sus blogs, así como yo tengo El año que viví en peligro que nació en este Boomeran(g). Nuestros libros son parte de los títulos que están disponibles en PoD, así como un título inédito de Juana Libedisnky basado en sus columnas del diario La Nación.
Será una buena oportunidad para ver el futuro en acción -y para vernos las caras, de paso. Me encantará conocerlos.