Rafael Argullol
Al carpintero Zimmer
le interrogan de vez en cuando
por el estado de su huésped, el poeta loco.
Invariablemente responde que esa locura
no es la consecuencia de que Dios le haya dado poco,
sino a causa de que le ha dado demasiado.
Como los visitantes desean más detalles
cuenta que, con frecuencia,
el poeta se sienta a su espineta
para tocar todo el día, sin reposo,
al igual que un niño ensimismado con su juguete.
Sin embargo, al carpintero Zimmer
la pregunta que más le azora
es la que se refiere a la mente del loco.
"Dinos, ¿qué ocurre en su mente?".
El pobre hombre ha encontrado una explicación
que repite una y otra vez:
"Su pensamiento se ha detenido en un punto
alrededor del cual gira y gira sin cesar".
Para confirmar sus palabras Zimmer señala a un tejado
y aventura una comparación:
"Como las palomas que se arremolinan alrededor de una veleta".
Cuando sus interlocutores se alejan
el carpintero Zimmer respira, aliviado.
Aunque siempre se queda con la misma duda:
"¿Cuál es, Dios mío, este pensamiento?".
Y así durante treinta y seis años,
hasta la muerte de Hölderlin, el loco.
"¿Cuál es este pensamiento que todo lo devora?".