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Congreso en Berlín: ‘El arte y la crisis’. Conferencia inaugural II

En todo lo que acabo de comentarles está, omnipresente y oculto, auténtico Mefistófeles de las sucesivas crisis que componen el desarrollo de esta novela, el inquietante Theodor W. Adorno, a quien Mann otorga el explícito papel de Satanás en el cap.XXV de la novela: aunque el diablo cambia constantemente de aspecto, como los insectos miméticos, Mefistófeles aparece al comienzo de la escena como un intelectual bajito, con gafas de aro y hablar pausado aunque incesante, tocado con una gorrilla, etcétera, al que en otro momento de la novela cita por su nombre secreto: Wissengrund. Todo lo que Mann pone en la cabeza de Serenus, el cual lo pone en la cabeza de Leverkühn, lo había puesto Adorno en la cabeza de Mann.

Es suficientemente conocido el conflicto que tuvo lugar tras la publicación del libro. Baste decir que el enfado de Schoenberg y el griterío mediático consecutivo ligaron perdurablemente a Adorno con la pedagogía del dodecafonismo a Mann, pero había mucho más. Lo que Adorno le transmitió fue su propia visión de la crisis final del arte, su inevitable extinción y la aparición de unos modos de producir espectáculos que difícilmente podían mantenerse dentro de la palabra "arte" porque eran sus enterradores. En ese punto Adorno no hacía sino asimilar pro domo suo lo que su amigo Walter Benjamin había pensado de modo mucho más radical.

Sin duda que Adorno creyó en la posibilidad de un arte propiamente negativo, posteriormente asociado a figuras como Rothko, Paul Celan o Samuel Beckett. Sin duda que no pudo de ninguna manera llegar a entender que su "estética negativa" iba a destruir también estas últimas producciones burguesas de la vanguardia. Y que llegaría muy pronto un día en el que las obras de Beuys, de Walter de Maria, de Judd, de Boltansky, de Haacke, harían que Beckett y Rothko parecieran Flaubert y Delacroix respectivamente.

Estas son algunas de las palabras con las que Adorno cerraba su célebre artículo sobre la modernidad de Schoenberg:

"El sentido de clase de la música tradicional era proclamar, a través de su compacta inmanencia formal, lo mismo que a través de lo agradable de la fachada: que en esencia no había clases. La nueva música (...) toma contra su voluntad posición (...) al renunciar al engaño de la armonía que se ha hecho insostenible frente a la realidad que marcha hacia la catástrofe. (...) (La nueva música) ha tomado sobre sí todas las tinieblas y culpas del mundo. Toda su felicidad estriba en reconocer la infelicidad; toda su belleza en negarse a la apariencia de lo bello. (La nueva música tiende) al olvido absoluto. Ella es el verdadero mensaje en la botella" (pp.117/119)

A mi modo de ver, la absoluta negatividad que Adorno exige del arte no se realiza en las composiciones de Schoenberg o en las grandes telas de Rothko o de Pollock, objetos indudablemente auráticos que exigen culto de latría, aislamiento y concentración sino en el silencio de John Cage y en el insondable urinario de Duchamp.

Podría decirse que estoy tratando de poner a Adorno de pie buscando un sentido a su filosofía de un arte absolutamente negativo, del mismo modo que Marx quería poner de pie a Hegel quizás con igual escaso éxito. En cambio, Thomas Mann no necesita que le den la vuelta. Basta con leerle atentamente. Esa es la diferencia entre los filósofos y los artistas. Los primeros se ven en la obligación de llenar de sentido los angustiosos vacíos que producen las crisis. Los segundos se acomodan perfectamente en ellas y allí levantan sus tiendas.

Así regresamos al comienzo. No podríamos hablar de arte contemporáneo si no hubiera tal cosa como crisis, la cual es tan sólo el nombre que adopta el arte moderno a medida que va sedimentando la historia de sus propias negaciones. Porque lo más contradictorio de este "arte del fin del arte", como lo llama Arthur Danto, es que ya es tan histórico, tan museístico y tan conservador, como aquel contra el que alzó sus armas. El surgimiento de un nuevo marco conceptual que enviara al pasado histórico nuestro post-arte sería, por seguir con la metáfora que vengo utilizando, el equivalente a la aparición del mundo cristiano y las primeras creaciones románicas. Me parece que estamos lejos de ver tal acontecimiento.

Sin embargo, anima a sostener un cierto optimismo el hecho de que el arte de los últimos años vaya pareciéndose cada vez más a aquel conjunto de actividades que formaba el entramado de los oficios medievales, las ars, con una considerable especialización técnica en la cada vez más abundante producción electrónica. Es posible que gracias a la hibridación de las tecnologías y los oficios ("artísticos") se produzca una nueva crisis que nos libere de la actual e inacabable crisis de la negatividad. Algo así como un nuevo "románico" en un mundo, por cierto, cada vez más feudal.

Por el momento, casi medio siglo de estética negativa nos instiga a creer que la etapa terminal del arte es definitiva y ya no habrá nuevas crisis sino la institucionalización de la última, lo que indicaría, en efecto, su desaparición como concepto. Da que pensar que sea la financiación estatal e institucional la que mantiene con vida el grueso de la producción post-artística, como si ésta formara parte de los engranajes del estado, entre el ministerio de sanidad y el de educación.

El final del final, en todo caso, exigiría un nuevo marco conceptual opuesto a la negatividad petrificada desde hace cuarenta años. Las palabras de Adorno nos traen a la memoria un párrafo famoso del comienzo de "Así hablaba Zaratustra":

"He conocido algunos hombres nobles que perdieron sus más elevadas esperanzas. Y a partir de ese momento comenzaron a calumniar las altas esperanzas".

¿Acabará algún día la pesadumbre, el remordimiento y el resentimiento del siglo XX, la calumnia de la vida? ¿Se acabarán "las tinieblas y culpas del mundo" como único objeto del arte? ¿Algún día logrará el arte rechazar que "su felicidad estriba en reconocer la infelicidad; toda su belleza en negarse a la apariencia de lo bello"? ¿Habrá algún día un arte que permita gritar un "sí" contundente que derrumbe los espantajos de la sumisión? Seguramente faltan aún muchos años para eso.

En todo caso, para averiguar cuáles son las condiciones actuales de este arte instalado en la crisis global, o si lo prefieren, el arte cuya condición de posibilidad es la crisis misma, tenemos todos los días del congreso.                           

 

***

 

Nota: Las citas entre paréntesis hacen referencia a:

Thomas Mann, Doctor Faustus, trad. Ervino Pocar. Mondadori, 1980.

Theodor W. Adorno, Filosofía de la nueva música, trad. Alfredo Brotons. Akal, 2009.

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14 de junio de 2010
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¿Pueden evaporarse los países?

Segundo golpe en una semana. Al éxito de Geert Wilders le sucede ahora el de Bart De Wever. Dos neerlandófonos, a la cabeza de sendos partidos populistas, se han llevado el gato al agua en las elecciones de dos países europeos socios y vecinos. Otro partido demócrata cristiano, esta vez el flamenco, muerde el polvo. El mar de fondo es el mismo: en el océano de la globalización las diferencias las proporcionan las circunstancias locales, el rechazo que suscita la inmigración islámica en los Países Bajos y la pulsión separatista flamenca en el caso de Bélgica. Ambos partidos se han convertido en determinantes en los dos parlamentos vecinos, por lo que es altamente probable que se instalen en el gobierno. Han marcado la agenda en los últimos años, lo han hecho con la campaña electoral, y ahora todo conduce a que condicionen los programas de gobierno con sus propuestas en muchos casos de exclusión, aunque antes deberán atender a una cuestión que preocupa mucho más que el velo islámico en Holanda o que la lengua francesa en Flandes como es la crisis económica y sus efectos sobre el euro y la economía de ambos países.

En las elecciones belgas de ayer confluyen dos fuertes vectores de cambio. De una parte, un lento y persistente movimiento centrífugo que viene de lejos, medio siglo como mínimo, por el que cada elección es un paso más hacia la separación entre las dos comunidades que conforman el país, flamencos y valones. De la otra, la colosal turbulencia de la globalización, que rompe fronteras, mueve poblaciones, acopla economías, desoccidentaliza el mundo, encoge a los europeos y arruina y enriquece aleatoriamente según cómo golpean las olas de sus mareas. Ambos movimientos son los que han conducido a la Nueva Alianza Flamenca de De Wever a convertirse ayer en el primer partido de un país como Bélgica, cuya existencia considera obsoleta su programa. La NVA es una formación que no tiene ni siquiera una década de vida, y que se ha situado en el corazón del nacionalismo flamenco con un líder envuelto en todas las ambigüedades que suelen gustar a los suyos e inquietar a los otros. NVA conserva una posición moderada de centro derecha, como su predecesora Volskunie, pero es además abiertamente independentista y republicana. ?No vamos a declarar la independencia inmediatamente, Bélgica se evaporará de forma gradual?, ha declarado hace escasos días De Wever ante la prensa internacional. Muchos consideran que el nuevo líder del nacionalismo flamenco no es trigo limpio: señalan su asistencia a mítines de Le Pen y sus declaraciones exculpatorias con los extremistas flamencos simpatizantes del nazismo. Aunque la crisis económica apriete, todo el mundo entiende que la fuerza del nacionalismo separatista flamenco obligará a emprender una nueva reforma del estado, la sexta desde 1970, y a resolver el conflicto lingüístico que plantea la circunscripción electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde. Las complicaciones que esperan ahora a los belgas descartan cualquier posibilidad de protagonismo en su presidencia europea, que empieza el 1 de julio al terminar la española. La formación de un gobierno es una de las operaciones más largas y delicadas de la política belga. El protagonismo temporal es para unos intermediarios que nombra el rey para negociar con los partidos bajo los curiosos nombres de informadores, formadores, negociadores, facilitadores o moderadores, según el momento y carácter de los tratos políticos, y nadie estará para la presidencia europea. La más larga de estas operaciones se produjo después de las elecciones de junio de 2007, sin mayoría clara de gobierno. Ahora, paradójicamente, un belga francófono y socialista, de origen y nombres italianos, Elio di Rupo, puede ser el hombre de la situación, e incluso el primer ministro. Si tarda en llegar, como ha sucedido otras veces, otro belga, el flamenco Herman van Rompuy con su gabinete de asesores, también flamencos casi todos, será quien sacará provecho de la interinidad como presidente del Consejo Europeo y asumirá todo el protagonismo del turno semestral de su país al frente de los consejos de ministros de la Unión Europea. No será tan sólo protagonismo: dos presidencias seguidas en crisis, la económica española y la política belga, conducen a la extinción práctica de la presidencia semestral. Rompuy puede darse por satisfecho. Quizás Bélgica llegue a evaporarse algún día, pero no sus políticos. Lo que se evapora, de momento, es la presidencia semestral de la Unión Europea.

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14 de junio de 2010
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"Xavi e Iniesta son mejor que Messi"

El periodista argentino entrevistado por El Comercio Está claro que lo que quiere Fernando Niembro es que lo linchen cuando regrese a Buenos Aires. O quizá quedarse a trabajar en España. O tener el sentimiento derrotistas que puede ayudar, por cábala, a os argentinos. Porque todo es cábala en realidad. En una entrevista con Deporte Total de El Comercio dijo:

Entonces desaprobaron Passarella, Bielsa y Pekerman. Bielsa, sí, ni pasó la ronda. No llegar a la final es fallar. Si tiene a Messi, el mejor del mundo según casi todos los periodistas que estamos acá, ¿a qué podría aspirar un equipo así? Me quedé con lo de Messi. ¿Para usted quién es el mejor jugador del mundo? Me gusta mucho Xavi, también Iniesta. Ellos son más. ¿Y Messi? Messi me gusta cuando juega con el Barcelona. No con Argentina. ¿Y eso culpa de quién es? No sé, Messi habla poco, es una interrogante.

Si  palabras. Yo creo que igual amenazan con destruirle la casa como al serbio que entrena Ghana y que no quiso celebrar el triunfo ni recibir aplausos de nadie, como vieron al final del partido. Y es que en pleno Mundial, con la patria no se juega literalmente. IT

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14 de junio de 2010
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Catorce de junio

Cerremos esta puerta. Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan Como de sí mismos se desnudarían dioses. Y nosotros lo somos, aunque humanos. Es nada lo que nos ha sido dado. No hablemos pues, sólo suspiremos Porque el tiempo nos mira. Alguien habrá creado antes de ti el sol, Y la luna, y el cometa, el espacio negro, Las estrellas infinitas. Ahora juntos, ¿qué haremos? Sea el mundo Como barco en el mar, o pan en la mesa, O el rumoroso lecho. No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere. Su mirada aguda ya era una pregunta A la primera palabra que decimos: Todo. De Poesía completa, Alfaguara, pp. 636-637

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13 de junio de 2010
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La biblioteca del futuro


 

Déjame que te cuente que está en construcción, en el campus de la Universidad de Chicago, la primera biblioteca del futuro.  En una esquina de la calle 57, junto a la biblioteca central, puede verse el armazón de acero que sostendrá la cúpula elíptica de vidrio, de 35 pies de altura. El domo, armado como un mecano tubular, hace pensar en la edificación de un templo; su figura articulada, sin embargo, no postula otro culto regional, sino el cultivo de la lectura favorecido por la tecnología. En este caso, la cúpula de vidrio más que al estilo se debe a la ecología: favorecerá la iluminación natural. En la economía simbólica de la arquitectura actual, el futuro alberga al pasado. La estética del derroche formal se ha vuelto redundante. Corresponde a la productividad modernista, según la cual el control tecnológico de la naturaleza nos haría más libres. Es cierto que ha aumentado la información y  mejorado nuestro plazo, pero el descontrol de ese imperativo optimista ha entrado en su ciclo catastrófico. Por eso, al pie de esta cúpula del siglo XXI, uno cree entender que la memoria escrita requiere la mejor tecnología, y que su enemigo actual no es la electrónica, sino el neo-oscurantismo que quiere tacharla.

El arquitecto de esta construcción, que evoca la forma primaria del habitat, es el alemán Helmut Jhan, de larga trayectoria académica y profesional.  (http://facilities.uchicago.edu/campusconstruction).

No hace todavía un mes que estuve en Granada y visité la vieja Biblioteca de la Universidad, un espléndido edificio renacentista, cuya vehemencia de espacio y pasión del detalle es propia de las encrucijadas andaluzas. Gracias a que tenían a mano el Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, de Espasa Calpe, pude salvar una error en la transcipción de un cuento que Borges había dejado inédito, y que me tocó recuperar. Días después, volví a la Biblioteca de Cataluña, que como la otra había sido también hospital, ésta de estilo gótico, severo y recogido; la frecuenté a comienzos de los años 70, y allí leí las Obras de José Martí. Hace sentido que los libros se resguarden en antiguos hospicios, de por si hospitalarios. Son, por lo demás, los únicos espacios libres de las hordas inhóspitas del turismo.

Todos hemos frecuentado al menos una biblioteca donde, cuando volvemos, “el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie,” como en el poema de Vallejo. Si la conociste, recordarás el arduo crujir de la madera cuando el lentísimo bedel cumplía los pedidos en la antigua Hemeroteca de Madrid. Nunca terminaremos de agradecerle a las bibliotecas el tiempo que perdimos en ellas.

Pero si me preguntas cuál es mi biblioteca favorita tendría que volver a la Benson Collection de la Universidad de Texas, que recorrí los seis años que pasé en esa Universidad, al punto de que llegué a prescindir del catálogo. El mundo se divide entre las bibliotecas que te permiten ingresar a sus estantes, y las que te prohiben esa intimidad. Pero la que todavía me deslumbra es la modestísima biblioteca de mi escuela, donde el bibliotecario Fernández me permitía llevarme a casa colecciones enteras, sin sospechar que cada sección me cambiaba la vida. Hasta que el Quijote me enseñó que todos somos hechura de la parte de la biblioteca que nos tocó leer.

Uno, por lo mismo, llega a creer que la biblioteca del futuro será la que incluya todas las bibliotecas del pasado; incluso, y sobre todo, las que no hemos conocido. El tiempo que en ellas hemos cultivado no sólo da forma a nuestra biografía; alienta la idea de una comunidad de la lectura. Por eso, cualquier buen lector deseará que tus lecturas sean mejores que las suyas.

Construida 50 pies bajo tierra, la nueva biblioteca de la Universidad de Chicago pondrá en práctica lo que llaman el Automatic storage and retrieval system (ASRS), o “sistema automático de almacenaje y recuperación,” mecanismo que activa un brazo robótico que procesa tu pedido y lo trae en cinco minutos. Almacenerá de 3 a 5 millones de impresos.

La biblioteca lleva el nombre de Joe y Rita Mansueto, exestudiantes de UC, que han donado 25 millones de dólares para construirla. Joe, CEO de Mornigstar, obtuvo su MBA en Chicago,  y se dedicó a la inversión, la investigación financiera y la información. Rita trabajaba en el área de informática de la empresa.

En inglés, si eres muy rico tienes un serio problema: es muy difícil regalar tu dinero, aun si quieres hacerlo. Después de ser rector de la Universidad de Brown, Vartan Gregorian fue nombrado presidente de la Fundación Carnegie; a poco, recibió una llamada de Bill Gates pidiéndole lo asesorara en el arte de donar. Gates había regalado millones sin mayores consecuencias, pero como es un tío listo se dió cuenta de que no sabía hacerlo. Bill estaba seguro de que Vartan lo ayudaría a regalar su fortuna. Lo convenció de que debía donarla a los estudiantes más pobres, requeridos de ayuda para ingresar a la Universidad. Esta pequeña fábula, improbable en español, lleva moraleja: Nadie ha donado más dinero a los que quieren educarse.

Una vez, en Lima, me tocó ser director interino de la Biblioteca Nacional, pero pronto entendí que nada tenía el cargo de literario. Las dos sesiones que tuve con el personal fueron para presupuestar la reparación de unos baños estropeados por el último terremoto, y para comprar escobas y mantener presentable el recinto. Las bibliotecas, aprendí, no requieren de escritores ni mucho menos de figurones para dirigirlas, sino de bibliotecarios profesionales y veraces, capaces de asumir anónimamente su tarea. A nuestras bibliotecas les sobra simbolismo y les falta un patronato que las provea de escobas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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13 de junio de 2010
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Estados Unidos: como si fuera China

Vi el partido entre Estados Unidos e Inglaterra en la casa de mi pareja en Santa Cruz (Bolivia). Solo frente a una pantalla de televisión, pensé que no me perdía de nada: incluso en un bar en Boston me hubiera sentido igual. Para evitar desilusionarse, hay que asumir la soledad del que sigue el fútbol en los Estados Unidos.

En los papeles, Inglaterra partía como el favorito: un equipo que tiene como estrella a Rooney debería ser mucho más que uno cuya carta principal se llama Landon Donovan (elegido mejor jugador joven del mundial 2002, Donovan se ha convertido en un armador decente, pero su juego nunca ha terminado de explotar). Los primeros cinco minutos, así fue: llegada clara, toque de Heskey para la definición de Gerrard. Estados Unidos, sin embargo, no se achicó, y mostró la mejor cara que tiene, quizás la única que entiende: salir al frente con valentía, olvidarse de quién es el rival. Así, poco a poco, la pelota pasó a poder de los norteamericanos, que no son maestros del pase corto pero sí son capaces de complicarle a cualquiera y entienden que el fútbol debe ser vertical. Y llegó el gol, de forma inesperada: un remate de Dempsey que no llevaba peligro, y las manos de Green que empujaron el balón adentro. Para los tabloides ingleses, seguro habrá una culpable: la Jabulani. Pero está claro que un equipo en el que el portero titular es conocido como "Calamity" James (que hoy no jugó por estar lesionado) no tiene mucho de qué enorgullecerse en este tema.  

En el segundo tiempo, hubo un remate de Altidore, y eso fue todo para los Estados Unidos, que pareció contentarse con el empate. O quizás no daba para más. Se trata de un equipo correcto, que juega al fútbol de la manera más clásica y tradicional posible. Ningún jugador se sale del libreto estratégico, todos tienen una gran disciplina táctica y su despliegue físico es envidiable. Curiosamente, un país en el que el individualismo es la clave del éxito, tiene un equipo de abejas obreras, en el que lo colectivo es lo único que cuenta: si vamos a los lugares comunes de las idiosincracias nacionales, digamos que Estados Unidos juega al fútbol como si fuera China.

Me estoy olvidando del portero, Tim Howard. Elegido por la FIFA como el mejor jugador del partido, él sí demostró seguridad en cada una de sus intervenciones. Nueva ruptura del lugar común: una nación imperialista, acostumbrada a la guerra y al ataque, tiene a su figura principal allá atrás, de custodio. Me temo que eso no hará que los norteamericanos se conviertan en fanáticos de este deporte.   

(Blog Papeles perdidos, Babelia, El País, 13 de junio 2010)
 

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13 de junio de 2010
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El cóctel del miedo

Inmigración, impuestos, delincuencia y Unión Europea. Estos son los cuatro ingredientes del cóctel populista que triunfa en todas las barras europeas. Su base se resume en una palabra: miedo. Agitados y mezclados en proporciones adecuadas a cada país dan los resultados que conocemos, de momento electorales, en Italia como en Hungría, en Dinamarca como en Francia, y ahora, en grado superlativo, en los Países Bajos, donde el Partido de la Libertad, que lidera Geert Wilders, es el que mejor ha sabido servir la mezcla, en su caso con un toque directamente islamófobo.

Estos cócteles funcionan porque se nutren de ingredientes reales, sentimientos a pie de calle, irracionales en casi todos los casos, pero en absoluto inventados por los maquiavelos extremistas. Tienen además la virtud de que desbordan a los partidos que los utilizan. Si Wilders ha llegado tan lejos es porque roba votos a puñados de los partidos tradicionales, las viejas formaciones de masas europeas, representantes de ideologías moderadas y correctas, que han sido de gran utilidad durante más de medio siglo, pero no han sabido luego renovarse y reconectar con los ciudadanos. Hay que partir de un principio: todo lo que se ha dicho de la socialdemocracia vale también para la democracia cristiana. Cuando el sistema que hemos conocido hasta ahora empieza a caerse a trozos, vemos con nitidez que ambas ideologías eran en realidad los dos brazos de un mismo árbol, responsable de la mayor parte de las cosas buenas que tenemos, como la Unión Europea, el Estado social, o la era más larga de paz, prosperidad y estabilidad de la historia. Y si ahora han entrado en una severa crisis, es porque con la globalización y las turbulencias financieras han entrado también en la zona de lo contingente tanto el Estado de bienestar como la construcción europea; y porque aquellos viejos partidos no tienen idea de cómo acompañar a los ciudadanos en el camino hacia esta nueva Europa que saldrá de la crisis y sobre la que de momento todavía nada sabemos. El ejemplo holandés es explícito: ha sido la democracia cristiana la que ha mordido el polvo como nos tenía habituados en los últimos años la socialdemocracia. Su líder y primer ministro, Jan Peter Balkenende, ha sufrido la humillación de quedar desplazado hasta el cuarto puesto. El partido de Wilders es ahora la fuerza imprescindible, incluso para formar gobierno, con ideas tan peregrinas a cuestas como imponer un impuesto al velo femenino, prohibir el Corán o cerrar el Parlamento Europeo. Ante el cóctel del miedo podemos rasgarnos las vestiduras y escandalizarnos como fariseos. Pero sería más útil que todos, ciudadanos y responsables políticos, intentáramos una seria reflexión sobre sus causas y sobre la marcha de nuestras sociedades y nuestras democracias.

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13 de junio de 2010
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El Granma del viernes, la Cuba del sábado

Quién hubiera dicho hace algunos años que el adusto periódico Granma abriría una sección que se convertiría en su parte más comentada y leída. Bajo el título de ?Cartas a la dirección? salen a la luz cada viernes los escritos ?enviados por lectores- que versan sobre aspectos económicos y organizativos de nuestra sociedad. Al principio, corrió la voz de que el órgano oficial del PCC pretendía tantear una Glasnost de probeta que después se extendería al resto de la prensa, pero el resultado ha sido un debate limitado, especialmente por ocurrir en un medio con una marcada tendencia inmovilista y reaccionaria. El tono de la crítica ha ido en aumento y en ese mismo diario que nunca se ha impreso una foto en colores, aparecen ahora matices diferentes para enfocar viejos problemas. Se ha llegado incluso a hablar de ?privatización? de ?fin de los subsidios?, todo esto acompañado de frases tan críticas como ?nuestra mentalidad estancada?  y exhortaciones del tipo ?tenemos que ser realistas?. Hasta ahí, pareciera que la polémica ha logrado instalarse en una publicación que tanto contribuyó durante décadas a cercenarla; pero es mejor no dejar correr el entusiasmo. Ya en el encabezamiento de las ?Cartas? ? se aclara que se trata de ?opiniones con las que se puede estar o no de acuerdo?. Todo un alarde de tolerancia que quienes somos discriminados por nuestros criterios, sabemos muy bien que no se cumple para nada en la vida real. Cuando la algarabía se deja a un lado y uno separa las palabras aparecidas de los hechos logrados, se percibe el verdadero alcance y seriedad de este espacio de discusión. Salta a la vista que hay un límite claro en cuanto a temáticas, pues nunca en todo este tiempo se han tocado puntos candentes como las restricciones migratorias, la falta de libertad de expresión, la  penalización al que piensa diferente, los presos políticos, la demanda de someter a votaciones directas el cargo de presidente o la necesidad de contar con una prensa menos plegada al aparato gubernamental. Curiosamente, las misivas aparecidas sólo se refieren al desvío de recursos, la indisciplina social, el modo de producción, la ineficiencia de algunos burócratas y el pedido de muchos de aplicar mayores controles. Esto puede estar dado porque se hace un filtrado de las opiniones o porque los propios lectores se abstienen de enviar ciertas inquietudes que saben nunca verán la luz. Por otro lado, el Granma del viernes ha generado la falsa impresión de que la crítica es admitida y que se puede hablar ?a camisa quitada?. Pero basta leer detenidamente sus líneas para constatar que hay una reverencia obligatoria a cumplir para ser admitido en el selecto grupo de los que pueden opinar. Se debe dejar caer una frase relativa a ?mantener nuestro actual sistema? o dedicar un cumplido de exoneración a ?los líderes históricos del proceso? y colocar una oración que reparta la culpa del desastre nacional fuera de nuestro territorio. Jamás -ni lo sueñen- se podrán leer en esas páginas de diseño anticuado las dudas que tienen mis compatriotas sobre la gestión de Raúl Castro y sobre la disfuncionalidad de este capitalismo de estado ?o de clan familiar- bajo el que vivimos. La Cuba del sábado, del martes, del domingo -esa que desborda inconformidad y angustia- apenas si se muestra en las ?Cartas a la dirección?. El órgano del único partido permitido nunca difundirá a quienes no lo consideran ?ni remotamente- la vanguardia de la nación. Hacerlo sería como si Saturno, tras haber devorado a sus hijos, la emprendiera contra su propio corazón.

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12 de junio de 2010
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Estados Unidos y el fútbol: una curiosa desconexión

Hacia 1994, fui a ver un partido de fútbol en Texas entre los Estados Unidos y Bolivia. Al llegar al estadio, me sorprendió que no hubiera aglomeraciones, que los autos circularan como si nada importante estuviera ocurriendo, que no hubiera gente vendiendo banderas. El día seguía su curso, el tráfico fluía, la televisión seguía con su programación normal. Entendí que lo que veía era un buen símbolo del estado del fútbol en los Estados Unidos: la selección podía jugar, pero eso le era indiferente al ciudadano medio. Después de todo, no se trataba de un partido de fútbol americano, ni uno de baloncesto o béisbol.

Una vez en el estadio, descubrí que la mayoría de los espectadores eran inmigrantes bolivianos. También había otros inmigrantes hispanos (mexicanos, salvadoreños, etc). El resultado de todo esto era que, esa tarde en Texas, Bolivia jugaba como si estuviera de local y los Estados Unidos era un equipo visitante en su propio país. No debía haberme sorprendido, de hecho había visto jugar a los Estados Unidos contra México en Los Angeles, y el clima en el estado era incluso agresivamente ofensivo contra los Estados Unidos.

Más de quince años después, las cosas no han cambiado. El ciudadano medio sabe quién es David Beckham, pero si le preguntan por Landon Donovan pondrá una cara de desconocimiento total. Estados Unidos sigue jugando de visitante en estados como California, Texas y la Florida. La liga de fútbol nacional (MLS) se ha consolidado, los equipos tienen sus seguidores fervorosos, pero esto se debe sobre todo a que el país es tan grande que hasta una liga de cricket podría funcionar sin problemas: hay suficientes inmigrantes como para respaldar los deportes más exóticos. Eso de el fútbol como pasión de multitudes no termina de cuajar aquí.

Hay, entonces, una curiosa desconexión entre lo que sucede en las calles (y en las pantallas) y en la cancha. Estados Unidos juega cada vez mejor, y la FIFA lo considera uno de los quince mejores equipos del mundo. La última vez que perdió España, el gran favorito de este mundial, fue contra Estados Unidos (el año pasado, en las semifinales de la Copa Confederaciones). A su acostumbrado despliegue físico, los norteamericanos le han ido añadiendo, con los años, disciplina táctica y tranquilidad a la hora de salir jugando; nada de los pelotazos y el correr como gallinas sin cabeza de hace apenas dos décadas.

Incluso el futuro está del lado de los Estados Unidos: en Soccernomics, Simon Kuper y Stefan Szymanski llegan a la conclusión de que hay ciertos factores que influyen mucho en el resultado de un partido, entre ellos tener un PIB impresionante y una población enorme. Debido a eso, Kuper y Szymanski pronostican que entre las grandes potencias del fútbol de este siglo estarán Japón, Australia, Turquía y… los Estados Unidos.

Un equipo sólido con un gran futuro, un mundial con suficientes fanáticos como para llenar los principales bares de Boston, Nueva York y otras grandes ciudades… ¿Qué más se puede pedir? Si al país le va bien, no habrá despliegues apasionados en las calles, pero digamos que nadie es perfecto. En cuanto a mí, para el partido de este sábado contra Inglaterra esperaré con ansias una victoria de los Estados Unidos. ¿Y cuándo a esta selección le toque jugar contra un equipo latinoamericano o España? Mejor no digo nada por ahora. Yo, argentino.  

(Blog Papeles Perdidos, Babelia, El País, 11 de junio 2010)

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11 de junio de 2010
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