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Modiano al cuadrado

Patrick Modiano En la Revista de Libros del diario El Mercurio comentan la publicación en Anagrama de una nueva novela de Patrick Modiano. Esta vez se trata de El horizonte. Una novela que he tenido oportunidad de leerla y sí, cierto, Modiano se eleva al cuadrado. El título de la nota lo explica todo: ?Más de lo mismo, pero bueno?.  Dice la reseña:

Si es verdad que algunos escritores se afanan en reescribir una y otra vez el mismo libro, siempre fieles a un puñado de motivos, temáticas y estructuras narrativas, también lo es que la figura del novelista francés Patrick Modiano (1945) se ajusta con comodidad en dicha tipología. En su última entrega, titulada El horizonte, no existe nada que un lector asiduo a su escritura no pueda reconocer como algo típicamente modianesco: una narración evocadora y sugerente, llena de enigmas, de nebulosas y de claroscuros; una intriga que, cercana al relato policial, mantiene la expectación del lector desde la primera hasta la última página; una galería de personajes desarraigados, errabundos, habitantes fugitivos de una ciudad fantasmal que los envuelve en una trama de encuentros y de desencuentros. Jean Bosmans y Margaret Le Coz, dos jóvenes que en la década de 1960 recorrían las calles de París sin ningún ?asiento en la vida? y sin ninguna pretensión para el porvenir, se encuentran casualmente en medio de una multitud a la salida de una estación de metro. ?Bosmans había leído en alguna parte que un primer encuentro entre dos personas es como una herida leve que ambos notan y que los despierta de su soledad y su embotamiento?. En efecto, siendo ambos solitarios y fugitivos de un pasado que los acosa y del cual intentan evadirse, ceden ante el azar que los reúne y viven juntos la mejor temporada de su juventud. La narración, sin embargo, arranca desde un presente en el que dicha escena aparece desdibujada en la memoria del protagonista: han pasado más de cuatro décadas desde aquello, y la misma casualidad que juntó sus caminos se encargó de alejarlos irremediablemente. El Bosmans adulto dispuesto a desempolvar aquel pasado remoto que vuelve a su memoria caóticamente (?episodios sin ilación, que se interrumpían en seco, rostros sin nombre, encuentros fugitivos?), emprende la búsqueda de aquella muchacha que cambió su juventud y zanjó finalmente su vida. Todo el libro consistirá en el despliegue de esa indagación privada de un tiempo perdido. La pesquisa detectivesca, tan cara a todas las ficciones de Modiano, es el referente obvio y evidente. Así contada, la trama resalta por su sencillez y su simplicidad. ¿Dónde reside, entonces, el atractivo de la intriga relatada por Modiano? Ha de destacarse, en primer lugar, su notable habilidad en lo que concierne a la construcción de personajes. Sin extenuarse demasiado en descripciones físicas o psicológicas, el francés consigue trazar el perfil de sus criaturas con un halo de misterio y de enigmaticidad inigualables. Recibimos de ellas, más que un retrato acabado, apenas una silueta que adquiere algo de nitidez en la medida en que se desarrolla la narración. Sabemos de Bosmans que es un escritor, quien en su adolescencia abandonó el hogar para trabajar en una librería de literatura ocultista, que frecuentaba tales barrios y tales cafés; de Le Coz -tan cercana a la Nadja de Breton o a la Maga de Cortázar-, que nació en Berlín, y que después de vivir algún tiempo en Suiza se instaló en París para sobrevivir como traductora del alemán y cuidadora de niños. Destaca también la condición de la voz que relata los sucesos. Aunque se trata de un narrador omnisciente en tercera persona, a medida que la intriga gana cuerpo y que el pasado perseguido por Bosmans emerge en fragmentos y retazos será la propia voz de los protagonistas la que irrumpe aquí y allá. Es como si la omnisciencia no bastara, como si el discurso debiera ser completado por los protagonistas para despejar la incertidumbre que impone el cariz insondable del argumento. Todo sin transiciones, sin artificio, en el flujo sosegado de una prosa que apuesta en todo momento por la moderación y la contención expresiva. Es sabido que Modiano escribe a mano sus novelas, y en un libro como El horizonte dicho hábito parece determinar la elección del ritmo y del tono narrativo: acotado, sucinto, escueto. El libro logra articular, a fin de cuentas, una reflexión entrañable en torno a los mecanismos de la memoria y al rol que juega en la identidad de los sujetos aquello que ha quedado diluido en su pasado, lo que se ha extinguido sin realizarse del todo. A Bosmans ?le entraban mareos al pensar en lo que habría podido ser y no había sido?, y lo desesperaba imaginar que las palabras dichas en un encuentro fortuito ?se hayan desvanecido en la nada como si nunca las hubiera pronunciado nadie?. Ante ello es que el arte maduro de Modiano modula sus certezas habituales: la verdad del desamparo y la soledad que determinan ?eso que llamamos el curso de los acontecimientos?, pero también la de cierta esperanza en que, quizás, exista un ?horizonte? en el que podamos reencontrarnos con todo lo perdido.

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24 de octubre de 2010
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Los tapices del unicornio

11 de mayo de 1968. En París. (...) Yo he ido a parar al Museo de Cluny y, aunque no albergaba intención alguna de visitar un museo, he agradecido que estuviera abierto. No tenía ni idea de lo que podía encontrar en su interior. Las salas estaban vacías, lo cual me proporcionaba la sensación de visitar un castillo o un monasterio recientemente abandonado por sus habitantes. He recorrido las estancias con rapidez, más atento a lo que podía estar sucediendo en el exterior que a los objetos que se presentaban a mi vista.

Sin embargo, el unicornio me ha detenido de golpe. Nunca me han gustado demasiado los tapices. Aquello era especial. Jamás había visto unos tapices tan delicados. El conjunto, con la historia del unicornio, me ha causado un efecto extraño. No he entendido el significado, quizá porque desconozco la leyenda en que se inspiran los tapices. Tampoco me ha importado, puesto que lo que verdaderamente era cautivador era el propio unicornio. El unicornio prisionero, el unicornio herido, el unicornio que descansa su cabeza en el regazo de la princesa. He estado mucho rato contemplándolo. Afuera todo iba a una velocidad incontenible, mientras dentro, ante el unicornio, el mundo estaba completamente detenido.

Visión desde el fondo del mar, pgs. 453-454

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24 de octubre de 2010
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La excepción francesa

Cuando Sarkozy llegó a la presidencia de la República en 2007, mucho se dijo sobre el final de la excepción francesa. El nuevo presidente iba a privatizar, desregular y flexibilizar. Un vendaval liberalizador desmocharía los intereses gremiales y corporativos. Con algunos años de retraso, se iba a aplicar al fin el programa conservador de la señora Thatcher al país no comunista más dirigista del mundo. Que se preparen los sindicatos y la izquierda, se decían unos y otros. Incluso en política exterior y en defensa, Francia iba a romper con De Gaulle, hasta convertirse en un aliado tan fiel de Washington como lo ha sido Londres en los últimos 30 años.

Casi nada o muy poco de todo esto ha sucedido. Al contrario, con la crisis financiera, Francia ha visto la oportunidad de reivindicar su sistema intervencionista y su querencia por las políticas de estímulo económico mediante masivas inversiones a cuenta del contribuyente. En vez de convertir su país en más capitalista, Sarkozy anunció sus propósitos de reformar el sistema. En Davos, en enero pasado, hizo gala de la vocación dirigista gubernamental. En todos los debates con Alemania para poner orden en la gobernanza económica del euro, París ha exhibido siempre, antes de Sarkozy sin crisis y con Sarkozy al borde del abismo, un afán controlador del Banco Central Europeo en el más viejo estilo colbertista, cuando la emisión de moneda era un mero privilegio del soberano. De ahí que no produzca sorpresa alguna que una modesta reforma del sistema de pensiones propuesta por Sarkozy, tan radical o tan moderada como la que se habría visto obligado a proponer cualquier Gobierno, haya sido acogida con una cadena de huelgas dignas de Grecia o de los tiempos en que la clase obrera y la lucha de clases estaban en el orden del día y con una revuelta estudiantil en la más genuina tradición francesa inaugurada en mayo de 1968 y proseguida con pasmosa regularidad a lo largo de los años, principalmente frente a Gobiernos derechistas. Sarkozy no solo no ha terminado con la excepción francesa, sino que la está completando con una presidencia acaparadora de protagonismos y de conflictos. Su actitud arrogante y desafiadora, escasamente coherente en cuanto a ideario político y económico, venía pidiendo a gritos un enfrentamiento a cara de perro en la calle, por un lado con los sindicatos, y por el otro con los estudiantes. Ya los tiene, y es muy probable que, para su felicidad, salga vencedor de estos dos desafíos entreverados que le plantean. Si consigue torcerles el brazo, es evidente que Sarkozy verá reforzado su bonapartismo y Francia su excepción, cosas ambas de difícil digestión incluso para quienes consideran imprescindible que el sistema de pensiones francés se adecue a las reformas que se están aplicando en toda Europa.

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24 de octubre de 2010
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La Gran Novela sobre la poesía

carátula de la novela ?El eslabón perdido entre John Updike y David Foster Wallace? así califican, según Rodrigo Fresán, al norteamericano Nicholson Baker que en la novela El antólogo (Duomo editores) hace de un crítico literario en sequía un personaje memorable, según Fresán en el ABCD Las Letras del diario ABC. Dice la reseña:

Y convengamos en que si había alguien capaz de escribir la Gran Novela Sobre La Poesía, ese alguien es Nicholson Baker trayéndonos otro de sus especímenes polimorfos y perversos. Porque, de acuerdo, El antólogo es una novela pero, también, es una profunda reflexión, un manual de instrucciones, una sinuosa clase magistral sobre la vida y obra en estrofas, y hasta un poco ortodoxo libro de autoayuda para personas con el corazón roto y expirando pero con la inspiración entera en su cerebro. Conozcan entonces al un tanto irritante y quejoso y mediano poeta Paul Chowder -para quien la poesía es «una forma controlada del llanto»- quien intenta, en vano, escribir un prólogo para una antología de rimas (a cambio de 7.000 dólares) mientras trata, más en vano aún, de olvidar a la novia que lo ha abandonado. Y eso es más o menos todo. O no. Está bien: hay una excursión para recoger frutos silvestres, algo de carpintería doméstica (y heridas en el dedo), un viaje a Suiza donde las lágrimas y los acontecimientos se precipitan (pero no demasiado), y una defensa de la música de ZZ Top. Patrocinio espiritual También una avalancha de recuerdos (entre ellos los de una maestra maléfica que le asegura a su clase que «la poesía no tiene por qué rimar») y un torrente de digresiones (sobre la naturaleza de las situation-comedies televisivas a ser consideradas en el futuro como «el gran género artístico americano», de las muchas pulgas de los perros y las pocas pulgas de The New Yorker y del cómo abrir una puerta, etc.) con el patrocinio espiritual de gente como Pound, Swinburne, Muldoon, Yeats, Fenton, Roethke, Eliot, Elizabeth Bishop, Chaucer, Hughes, McLeish, Ashbery, Basho, Simic, Rosetti, O´Hara? y siguen las firmas. Y -golpe a golpe, verso a verso- luego de tanto sufrir, las cosas no acaban del todo mal para Chowder. Aunque no por eso deje de despedirnos y advertirnos de que «un día perecerá la lengua inglesa. Esa facilidad para hablar perecerá y se pondrá negra y quebradiza y se convertirá, como el latín, en un lenguaje que aprende la gente instruida? Aunque así sea, lo que quiero es estar tumbado en la cama y simplemente leer poemas de vez en cuando, y no mirar la tele». Y -está claro que el gentil Chowder no es el iracundo Dylan Thomas- lo suyo no es aquella «rabia contra la muerte de la luz». Pero -mejor que nada es- no deja de ser algo, de ser bastante.

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23 de octubre de 2010
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Un viaje español

 

 

Primera semana cruzando España en trenes, aviones, autobuses y en compañía de otros. Una semana para volver a lugares que otras veces conocí. Cada viaje es distinto. Cada lugar diferente en la siguiente visita. He visto otros Reus, Elche, Toledo, Córdoba o Almendralejo, aunque bien poco se puede ver en unas horas de estancia con una misión, y demasiados compromisos. Viajo en compañía lo que no impide que me pierda entre mis soledades o mis compañías.

Comenzamos en Reus, un domingo de Octubre y con moscas. ¡Cómo no recordar a Gabriel Ferrater que tantas cosas nos enseñó antes de que decidiera quitarse de esta vida, borrarse del derecho a ser feliz. Ferrater, el de Reus, el amigo de otro que tanto nos gustan. Ferrater el amante de las mujeres, del amor y de algunas soledades. El que nos invitó a ser independientes. El que señaló el camino radical de ser esa cosa tan rara: ser decentes: " ser decente...es ser solitario/ lejos del strip-tease fraternarios"

En Reus, aburrida y simuladora de su agonía, en la noche de Octubre buscamos la casa dónde nació el padre. La encontramos y seguimos buscando un lugar para beber un agua de escocia. En fraterna compañía de un amigo músico, Javier Limón. Admirado genio que con su melena, su gorro y sus desenfadadas y caras ropas, confundió a dos salvajes rapados y cobardes que le gritaron: "Rapero de mierda, ¡fuera de aquí!".Ese lugar era un triste bingo de ciudad que madruga. Un lugar para salir corriendo si no se quiere bucear en la soledad en compañía. Los matones se acobardaron, nosotros seguimos nuestra noche solitaria. Sin una mujer a la que mirar desde algún lado de la barra.

Y recordamos a la mujer. A todas las mujeres. A Eva: "neutro puro./ Un fácil ser matinal:/ dos muslos, una entrepierna, dos piececitos que pisas prados". Y así nos dormimos con una suerte de felicidad soñada entre muslos y otras ficciones.

Al cabo de unos días despertamos en Almendralejo. El lugar dónde nació el mejor de nuestros románticos, José de Espronceda. Vida ejemplar, rebelde, enamorada, sufridora y buscadora de libertad. Ese joven que supo vivir soñando y existir dormido. Nunca olvidado Espronceda gracias a su canto libertario. Ese que cantó al diablo mundo. De corta e intensa vida llena de aventuras, de desventuras, de amores y traiciones. Ese invitador a no perder el tiempo alegre, ese que tantas veces hemos perdido, que seguimos perdiendo. Seguiremos con el viaje, seguiremos con las dudas.

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23 de octubre de 2010
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Tolstoi a los 34 años

Grazia Livi No sé si Alfaguara traerá este libro para la Feria del Libro Ricardo Palma que se inicia dentro de poco. Pero sí puedo adelantarles que espero tenerlo pronto. El tema me ha hechizado. El título es El esposo impaciente y es de Grazia Livi, una autora de la que no tenía noticia. La reseña es de María Elena Cruz en El Cultural:

Aunque la voluntad del crítico no sea la de hacer distinciones entre un fabricante de ficción, un contador de historias y un hacedor de literatura, las diferencias saltan en cuanto se adentra en un libro como El esposo impaciente y registra ese ilimitado placer de la exaltación estética que dilata el espíritu, eleva la conciencia a cotas de belleza que le hacen creer que, todavía, entre el cielo y la tierra nada es imposible. Relato o novela breve por su extensión, no por su intensidad, en estas páginas la periodista, narradora y ensayista Grazia Livi (Florencia, 1930) recoge un episodio de la vida de Tolstoi. Comienza el 22 de septiembre de 1862, día en que el conde, de 34 años, contrae matrimonio con Sofía Bers, de 18, a quien conoce desde la infancia. Durante el viaje de novios desde Moscú a Yásnaia Poliana, feudo del conde Tolstoi, utilizando el presente narrativo para aproximarse al pasado y al futuro del matrimonio,en 167 páginas Livi atrapa las zonas más luminosas y también las más lóbregas de un ser extraordinario en pugna consigo mismo, empeñado en derrotar su propia naturaleza. En el diálogo interior de ambos protagonistas resaltan la difícil comunicación de la pareja, las expectativas tan dispares que han puesto el uno en el otro, así como la dualidad del genio, que va desde la agotadora exaltación mística del buscador nato, a la brutalidad del macho elemental, pasando por el desasosiego del observador quien, como un tercero, juzga y condena. En contraste, la ingenuidad de la niña asustada y confusa que trata de hallarse a sí misma en su nuevo rol junto a su ídolo, ahora corporeizado. Con fragmentos de cartas, anécdotas y datos biográficos, Livi se lanza a las cavernas de estas respectivas personalidades sin dudarlo, dando muestras de una profunda comprensión del alma humana, esculcando entre lo visible y lo invisible y sobre todo, haciendo gala de dominio del reino de las palabras y su servidumbre a las emociones. Éste es un libro esclarecedor, lírico, abundante en antiiluminaciones. Una historia de pasión y desencuentros que nos lleva a preguntarnos si en verdad sabemos algo del amor o si, en realidad, llamamos amor a nuestros más oscuros deseos. 

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22 de octubre de 2010
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Sajarov tropical

Es difícil imaginar que dentro del cuerpo enclenque de Guillermo Fariñas, bajo su rostro sin cejas, exista un a voluntad a prueba de desánimos. Sorprende también que en los momentos de mayor gravedad para su salud no haya dejado de estar atento a los problemas y dificultades de quienes lo rodean. Incluso ahora, con la vesícula extirpada y unos dolorosos puntos quirúrgicos que le atraviesan el abdomen, siempre que lo llamo, en lugar de quejarse, me pregunta por la familia, por mi salud y la escuela de mi hijo. ¡Qué manera de vivir para los otros tiene este hombre! No en balde cerró su boca a los alimentos para lograr que 52 presos políticos ?de los cuales él no conocía a muchos? fueran excarcelados. Hay premios que prestigian a una persona, que arrojan luz sobre la valía de seres hasta ayer desconocidos. Pero también hay nombres que le dan lustre a un galardón y este el caso del Sajarov otorgado a Fariñas. Después de este octubre, los próximos homenajeados con el máximo lauro del Parlamento Europeo tendrán un motivo más para sentirse orgullosos. Porque ahora tiene mayor realce gracias a que lo ha obtenido este villaclareño entregado a los demás, este ex militar que renunció a las armas para volcarse en la lucha pacífica. Quién mejor que él, que se trazó una meta inmensa y la logró, que nos dio a todos una lección de entereza y sometió su cuerpo a dolores y privaciones que le dejarán una secuela de por vida. Ningún nombre más adecuado para ser incluido en la misma lista donde están Nelson Mandela, Aung San Suu Kyi y las Damas de Blanco que el de este periodista y psicólogo cuya principal característica es la humildad. Una llaneza que ni los micrófonos de todos los periodistas que lo han entrevistado en estos días, ni los destellos de las cámaras han logrado cambiar. Con esa sencillez que sus amigos tanto admiramos en él, Coco ?porque hasta su apodo es humilde? ha logrado que el Premio Sajarov parezca mucho más importante.

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22 de octubre de 2010
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Las dos ciudades (un cuento de Las máscaras de la nada)

La editorial Nuevo Milenio (Bolivia) reeditó hace poco mi primer libro de cuentos, Las máscaras de la nada, para celebrar los veinte años de su primera edición, allá por 1990. Aquí va un texto de ese libro de cuentos breves al que le tengo un cariño especial.
 
Debido a la negativa de los cochabambinos a usar su ciudad como set de filmación por espacio de once meses, los productores de la miniserie "Pueblo chico, caldera del diablo" decidieron no escatimar recursos en construir una réplica de Cochabamba, del mismo tamaño que la original. Después de dos años de trabajos ininterrumpidos, la réplica fue concluida con una exactitud que desafiaba a cualquier observador imparcial a discernir cuál de las dos ciudades era en realidad la original. En la nueva ciudad no faltaba nada de la esencia de la ciudad fundada en 1574: caótico urbanismo, deprimente mal gusto, calles de pavimento destrozado, suciedad, pobreza.
 
La miniserie fue filmada en cuatro meses y el escenario fue abandonado: todo hacía preverle un destino de pueblo fantasma. Sin embargo, su cercanía de Cochabamba (veinte minutos) comenzó a proveerle de visitantes los fines de semana. No se sabe cuando se instalaron en él los primeros habitantes, lo cierto es que apenas iniciado, el flujo no se detuvo: a fines de 1988, Cochabamba se había convertido en una ciudad fantasma. Todos sus habitantes vivían ahora en la ciudad réplica.
 
¿Por qué los cochabambinos han cambiado su ciudad por una copia exacta, no por algo mejor o peor? Se han arriesgado un sinfín de explicaciones en busca de la comprensión de dicho fenómeno; una de ellas, acaso la más lógica, conjetura que es muy posible que ellos, con su traslado, hayan logrado la de otro modo imposible reconciliación de dos deseos en perpetuo conflicto en cada ser humano: el deseo de emigrar, de cambiar de rumbo, de buscar nuevos horizontes para sus vidas, y el deseo de quedarse en el lugar donde sus sueños vieron la vida por vez primera, de permanecer hasta el fin en el territorio del principio.
 
Es muy posible. Pero ésa es una explicación más, no la explicación. Nadie sabe la explicación, nadie la sabrá.
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22 de octubre de 2010
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"Liberation" sobre antología de cuentos

Antonio José Ponte, sorprendió en antología La revista francesa Liberation ha hecho un comentario sobre el libro editado por Gallimard, y prologado por Mario Vargas Llosa, titulado Les Bonnes Nouvelles de l?Amérique latine. Anthologie de la nouvelle latino-américaine contemporaine y antologado por Gustavo Guerrero y Fernando Iwasaki.  El autor de la nota destaca varios cuentos (entre ellos el mío, Lindbergh, lo cual agradezco) pero se deja sorprender especialmente por dos autores: Juan Gabriel Vásquez y Antonio José Ponte. Dice la nota:

Adage baroque, sans verbe : le bon, si bref, deux fois bon. Voici une anthologie du bref sur le continent (et ses îles) dit baroque, adjectif que l?usage a usé, sauf dans les églises et la jungle. Les 32 auteurs sont nés après 1960, un par nouvelle et tous dans une langue, l?espagnol. Beaucoup sont également romanciers : on connaît ici le Colombien Juan Gabriel Vasquez, l?Argentin Rodrigo Fresán (dont le Seuil publie le Fond du ciel, qui développe le même univers de mort-vivant télé onirique que la nouvelle ici reproduite, déjà ancienne), les Mexicains Guadalupe Nettel et Ignacio Padilla, les Cubaines Ena Lucia Portela et Karla Suarez. La plupart des autres n?ont jamais été traduits : excellent banc d?essai. Virtuosité. Mario Vargas Llosa, nouveau Prix Nobel de littérature, a écrit la préface : «Contrairement à ce qui se passait en Europe, en Amérique latine la nouvelle demeura toujours vivante en dépit des difficultés. Bon nombre d?écrivains latino-américains ont construit des mondes originaux et complexes en utilisant exclusivement ou principalement cette écriture resserrée, difficile et rigoureuse de la nouvelle qui, par sa brièveté, sa densité et son perfectionnisme, est plus près de la poésie, voire de la musique, que du roman.» Flattant la virtuosité discrète de cette nouvelle génération, il en profite pour régler leur compte au formalisme et à la littérature engagée qui donnaient le ton dans sa jeunesse. Le dernier qui survit a raison. La littérature d?Amérique latine s?est largement construite par le texte court : Borges, Onetti, Rulfo, Cortazar, Piñera, Quiroga, Monterroso l?ont chacun réinventé. Vargas Llosa, comme Carpentier et García Márquez, a commencé par en écrire de remarquables. La nouvelle, c?est un quatuor à cordes : non pas une ébauche, ni un squelette de symphonie romanesque, mais une ?uvre en soi, qui concentre dans une forme parfaite les possibilités mélodiques et harmoniques d?un artiste, mélodie de l?individu, harmonies du monde qui l?environne. Il y a des quatuors de jeunesse, de maturité, des musiciens dont c?est l?espace primitif, celui où l?oreille s?exprime le mieux. Longtemps, ces quatuors ont joué là-bas dans la forêt, au c?ur du désert, dans les champs et le long des fleuves. Ils jouent désormais davantage en ville. Le monde qu?ils donnent à entendre est toujours étouffant politiquement, familialement. Le machisme, l?inceste, la haine dans les familles fleurissent comme au bon vieux temps. Quant à l?amour, il reste la chose la plus belle et la plus invivable. On trouve des antihéros saisis par l?événement collectif. Dans le Loup-garou du boulevard, le Vénézuélien Pedro Carmona suit un homme qui traverse la ville pour commencer un boulot d?employé dans une boutique d?électroménager tenu par un Portugais : «Le Portugais a passé quelques coups de fil pour se renseigner sur ses commandes, mais il n?a eu personne. Je l?ai regardé pendant un moment. Je peux jurer qu?il avait plus de poils que le matin à mon arrivée. Ses joues étaient en train de se couvrir de poils [?] Quel type, ce Portugais, et malgré tout ça il était capable de se prendre un café.» «Tout ça» : cette pilosité croissant pendant le coup d?Etat manqué contre Hugo Chávez, le 11 avril 2002. Que l?employé décrit comme Fabrice à Waterloo, sans savoir et sans comprendre. On vit tellement mieux ce qu?on ne comprend pas. Même processus à l??uvre dans Lindbergh, du Péruvien Ivan Thays (récit de l?enlèvement d?un enfant par son père, une célébrité télévisuelle qui se compare à l?aviateur Charles Lindbergh), ou dans la Nuit de Morgana, du Péruvien Jorge Eduardo Benavides : une jeune femme marche dans la nuit de Lima vidée par un couvre-feu militaire, poursuivie par les pas d?un homme. A Cuba, l?événement peut être naturel. Dans Ouragan, d?Ena Lucia Portela, c?est le redoutable ouragan Michelle (2001) qui emballe la vie d?une jeune Havanaise. Un frère est mort assassiné à Miami, l?autre veut croire en Dieu dans un pays qui ne croit en rien. Elle prend une vieille camionnette et roule dans La Havane pour disparaître pendant la tempête : «J?étais comme un fantôme parcourant une ville fantôme. Pour la première fois depuis des années, je me sentais heureuse.» Dans l?ouragan, il est une île dont on ne peut sortir. L?homme latino-américain reste arrosé par la violence du climat politique. Désormais, il promène en ville, comme un cow-boy sans horizon, sa silhouette errante et solitaire. Rio Bravo. D?autres nouvelles sont efficacement réalistes : la Vitrine aux rêves, du Mexicain Eduardo Antonio Parra, dévoile la conscience d?un homme qui regarde par-dessus le Rio Bravo et rêve de passer la frontière pour rejoindre les Etats-Unis, où son père a disparu. Il y a du réalisme fantastique (Chair, du Cubain Ronaldo Menendez), de l?exercice de style néo-borgésien (les Antipodes et le Siècle, du Mexicain Ignacio Padilla), de la fantaisie libertine (la Collectionneuse, de Karla Suarez), du récit de bleu au c?ur et à l??uvre (Canapé bleu, de l?Argentine Maria Fasce) ou d?écrivain raté (la Plume de Dumbo, du Mexicain Alvaro Enrigue), bref, de tout ce qui fait qu?une littérature n?est jamais l?effet d?un mouvement ou d?une théorie. Deux nouvelles, finalement, se détachent : Aéroport, de Juan Gabriel Vasquez, où l?auteur est figurant sur le tournage des Neuf Portes, de Roman Polanski, à Roissy, transformé en Madrid-Barajas. Ce conte amphibie est le tango que dansent fiction et réalité dans la vie de l?auteur, du narrateur, du lecteur et de Polanski. Le dernier texte du recueil, la Requête d?Ochun, du Cubain Antonio Jose Ponte, est la queue du paon. C?est l?histoire, racontée par son patron, d?un apprenti boucher dans le quartier chinois de La Havane. Il a pour sa femme, une métisse, un amour fou : «Penché sur les yeux de Luminaria Wong, on pouvait deviner une clairière dans les bois et l?un de ses lointains ancêtres dialoguant avec un animal beau comme une apparition. Les yeux de Lumi provenaient de cet animal.» C?est un éléphant. Un jour, pris d?une jalousie folle et sans raison, le boucher enferme sa femme qui s?est cachée sous le bac à lessive (lieu essentiel à Cuba) en scellant des barreaux. Mais Luminaria est fille d?Ochun, puissante déesse sensuelle et patronne de l?île : quand il revient, elle a disparu. Ligne. Pour apaiser Ochun et retrouver «Lumi», il doit offrir un c?ur d?éléphant. Il le tue dans le zoo de La Havane, ça rate, puis part en Angola, où les Cubains mènent une guerre : «Pour qui voulait voir des éléphants en liberté, nous avions nos guerres d?Afrique.» On y apprendra comment tuer la bête, découper son c?ur et mourir. Le récit fait écho à Comment j?ai tué un éléphant, un texte de George Orwell datant de 1936, état nerveux des lieux coloniaux. Orwell écrit : «J?ignorais alors que, pour abattre un éléphant, il faut viser une ligne imaginaire allant d?un trou de l?oreille à l?autre.» Ponte reprend cette phrase et conclut : «Un animal né pour saccager la forêt doit donner autant de mal que les arbres de la forêt quand on les coupe.» C?est l?amour, une bête lointaine et difficile.

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22 de octubre de 2010
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