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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Historia de tres ciudades

Flann O´Brian y Dublín Extraordinario el texto que publicó la semana pasada la Revista Ñ del diario Clarín sobre tres escritores y sus ciudades: Buenos Aires- Borges; Irlanda- Flann O´Brian; Pessoa- Lisboa. El ensayo ha sido escrito por uno de los mejores escritores actuales en lengua inglesa, el irlandés Colm Toibin. “Eran tres ciudades, cada una de las cuales había conocido cierta gloria (…) Esas tres ciudades, en las que tres genios se sintieron atrapados, aislados y consternados, ingresaron, de forma lenta e inevitable, a la esencia del trabajo de los escritores.” Notable. Aquí algunos fragmentos:

Las ciudades en las que estaban solos eran Lisboa, Buenos Aires, Dublín. Los escritores eran Fernando Pessoa (1888-1935); Jorge Luis Borges (1899-1986); Flann O?Brien (1911-1966). Los tres crecieron no sólo en un país y una ciudad en sombras, o un lugar que parecía vivir en sombras, sino también con dos o más lenguas y con una relación a menudo tensa entre las lenguas. El lenguaje no era para ellos naturaleza, sino cultura; era extraño y tenso; significaba desplazamiento, desarraigo. Llegaron a la edad adulta atrapados en un punzante recuerdo de una Torre de Babel en la que alguna vez había existido fluidez. La idea de una lengua materna era una especie de chiste. Durante un tiempo, los tres se educaron en la casa o en bibliotecas, apartados de la compañía de otros chicos y de la influencia de maestros. Conformaron su propio mundo a través de sus sueños y desplazamientos. Pessoa vivió en Durban, en Sudáfrica, desde los siete a los diecisiete años. Volvió a Lisboa hablando inglés mejor que portugués. Escribió poemas en inglés. Borges tenía una abuela inglesa que vivía con la familia, y creció hablando inglés y castellano. Vivió en Ginebra de los quince a los veintidós años, hablando inglés, francés y castellano. O?Brien sólo habló irlandés hasta los nueve o diez años, cuando empezó a hablar también inglés. Escribió en inglés y en irlandés.Cada uno de esos escritores se dio nuevos nombres. Pessoa se convirtió, entre otros, en Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Alvaro de Campos, Bernardo Soares. Borges pasó a ser, entre otros, B. Suárez Lynch y H. Bustos Domecq. El verdadero nombre de O?Brien era Brian Ó Nualláin, y también escribió con el nombre de Myles na gCopaleen. En distintos momentos, los tres articularon estrategias para presentar un nuevo personaje al mundo, así como ficción en la que crearon nuevos personajes y nuevos mundos.  (…)La teoría de que el modernismo en literatura fue invención de escritores irlandeses, judíos o sudamericanos (o de homosexuales o expatriados), no comenzó como teoría sino como práctica. No empezó como un plan, sino que lo hizo como por necesidad, ya que para muchos escritores no parecía haber otra opción. El tono de los primeros relatos de Borges y de la primera novela de O?Brien, At Swim-Two-Birds (Dos pájaros a nado), surgió como un oasis, y la vegetación que lo rodea, sólo pueden aparecer en un desierto. Un oasis no surge en una llanura fértil. Es imposible escribir una ficción llena de opciones y oportunidades en una sociedad en la que esas cosas no están extendidas. En una sociedad donde no hay un conjunto de lectores no es fácil escribir pensando en un lector, en un lector que quiere una historia en la que el tiempo tenga una representación rectilínea, en la cual los personajes abunden en sentimientos y anhelos, en la que la trama satisfaga una amplia serie de reglas que insistan en una completitud, en que las palabras representen lo que el diccionario indica que representan, y en la cual el lenguaje sea natural y parte de una cultura común. Es mucho más fácil producir un cuento o una novela en la que el lector ya esté incorporado y que desestabilice o hasta usurpe la idea de la lectura. Los novelistas que escribían en sociedades establecidas, consolidadas y complejas presentan a esas sociedades un espejo de toda su variedad o de las vicisitudes del corazón humano, mientras que Borges, O?Brien y Pessoa le presentaron un espejismo a un oasis, el extraño lugar del que procedían y que les dio su primera experiencia de la sed. No es casualidad ni mero capricho de los escritores que no haya novela irlandesa alguna que termine con una boda. Para O?Brien, ni siquiera era una cuestión de cómo finalizar o comenzar una novela, sino de una urgente necesidad de frustrar las exigencias de la novela, de eliminar la miseria de los trucos que usa el novelista mediante el recurso de revelarlos.(…)La afirmación de que había estado con Joyce varias veces en París era por completo falsa. O?Brien nunca conoció a Joyce ni recibió cartas suyas. Por supuesto, mantenía una relación tensa con él, dado que Joyce era la figura con la que más se lo comparaba y había tenido para él una importancia enorme cuando empezó a escribir y era, por lo tanto, la figura de la que más quería deshacerse, la que más quería obviar y minimizar, con la cual insistir en que tenía una relación y respecto de la cual desorientar a quienes lo entrevistaban. Después de todo, para eso están los entrevistadores. También es por eso que tenemos mentiras (?la mentira es simplemente el lenguaje ideal del alma?, escribió Pessoa); las mentiras son formas honestas de decir la verdad, sobre todo si se es un novelista de Dublín y se tiene un primer libro que es una obra maestra y del que se vendieron sólo 244 ejemplares antes de que una bomba alemana destruyera el depósito donde se guardaba el resto dieciocho meses después de su publicación. En esas circunstancias, la verdad nunca es fácil.Cuando se publicó At Swim-Two-Birds, en 1939, O?Brien se enteró de que un amigo, que conocía a Joyce, viajaría a París. Acompañó a su amigo al barco y en la pasarela le dio con timidez un ejemplar de su libro y le pidió que se lo entregara a Joyce. Había escrito: ?Para James Joyce, del escritor Brian O?Nolan con mucho de lo que está en la página 305?. En la página 305 estaba subrayada la frase ?inseguridad del autor?. Cuando le mencionaron el libro a Joyce, éste señaló que Samuel Beckett ya lo había leído y que lo había elogiado mucho. Cuando luego leyó el libro, que fue la última novela que leyó en su vida, Joyce dijo: ?Es un verdadero escritor y tiene un auténtico espíritu cómico. Un libro en verdad gracioso?. Habló con un crítico francés para que se lo reseñara.O?Brien expresó su gratitud hacia Joyce mordiéndole la mano a intervalos periódicos en las siguientes tres décadas y media. (…) En 1961, O?Brien le escribió a su editor: ?Si vuelvo a escuchar la palabra Joyce voy a echar espuma por la boca?. En su columna, con frecuencia se refirió a Joyce como ?el pobre Joyce? o ?el pobre Jimmy Joyce?, y en el quincuagésimo aniversario de Bloomsday escribió que las escasas ?incursiones (de Joyce) en el griego estaban equivocadas y sus intentos de frases en gaélico son una completa monstruosidad?. No obstante, en una columna posterior elogió el Ulises e insistió en que para entender el libro lo único que hacía falta era ?inteligencia, madurez y cierto conocimiento de la vida y de las letras.?En un ensayo de 1951, O?Brien desplegó sus vehementes sentimientos ambiguos de toda una vida respecto del Ulises y su autor, el hombre que, a diferencia de O?Brien, había escapado. ?Es posible que la verdadera fascinación de Joyce resida en su reserva, su ambigüedad (¿su poligüidad, tal vez?), sus bromas, sus deshonestidades, su habilidad técnica, su atracción por los estadounidenses?. Agregó que la rebelión de Joyce contra el catolicismo irlandés, si bien ?noble en sí misma, lo pierde.? (…) En el primer cuento de Ficciones de Borges, el narrador descubre que su amigo Bioy Casares tiene una edición muy especial de la Anglo-American Cyclopedia en la cual Dios, o un impresor, o alguien a medio camino entre ambos dedicado a la misma actividad que dioses e impresores de producir mundos, había creado un territorio especial llamado Uqbar. Así, también en una de sus columnas del Irish Times escrita con el nombre de Myles na gCopaleen, O?Brien ofrecía un servicio a los lectores que tenían libros que no abrían. Por cierta suma se manipularían los libros, se subrayarían pasajes, se dañarían los lomos o se escribirían en los márgenes palabras como ?Basura?, ?Sí, pero cf Homero, Od. iii, 151? o ?Recuerdo que el pobre Joyce me decía lo mismo?, o se harían inscripciones en la primera página del tipo de ?De su devoto amigo y admirador. K. Marx?. Hasta ofrecía a sus lectores ser miembros del Club de Lectores Myles na gCopaleen. ?Si ustedes se incorporan ?escribió?, se liberan de la agotadora molestia de elegir sus propios libros. Nosotros los elegimos por ustedes y, cuando reciben el libro, ya está manoseado, vale decir, sometido sin cargo a nuestros expertos manipuladores?.Así como los novelistas del siglo XIX habían hecho del mundo un fetiche ?de cosas (o palabras) como amor, destino, matrimonio o dinero?, Borges, Pessoa y O?Brien hicieron un fetiche del libro. El héroe solitario de Balzac y Stendhal, la figura de Henry James que enfrentaba su destino, Madame Bovary, David Copperfield o hasta Moby Dick se convertían ahora en el libro no leído o no escrito, en el pasaje recién descubierto o en la parte en que el autor había perdido el control, o renunciado. En El libro del desasosiego, de Pessoa, nuestro héroe reflexiona: ?¿Por qué preocuparme de que nadie lea lo que escribo? Escribo para olvidarme de la vida, y publico porque esa es una de las reglas del juego. Si mañana se perdiera todo lo que escribí, lo lamentaría, pero no sentiría una pena violenta y avasalladora?. Más adelante escribe: ?Tal vez la novela sea una realidad y una vida más perfecta que Dios crea a través de nosotros. Tal vez sólo vivimos para crearla?. Luego se refiere a la vida en términos de ?la novela sin trama?. La Biblioteca de Babel de Borges comienza diciendo: ?El universo (que otros llaman la Biblioteca)?.La cuestión del libro como objeto que contiene el mundo y, por lo tanto, no exige lectores porque también contiene a sus lectores, dado que éstos no son más que partes del mundo, circunda a O?Brien de forma irónica, misteriosa y, en ocasiones, feroz. Misteriosa, porque uno de los 244 ejemplares que se vendieron de At Swim-Two-Birds antes del bombardeo del depósito llegó a la Argentina. Fue en 1939. Irlanda, Portugal y Argentina se volvían aun más marginales. Dublín, Lisboa y Buenos Aires se hacían aun más extrañas. Sin embargo, dos meses después de su publicación, Borges reseñó en Buenos Aires At Swim-Two-Birds en castellano en la revista El Hogar. Escribió:?Un estudiante de Dublín escribe una novela sobre un tabernero de Dublín que escribe una novela sobre los parroquianos (entre quienes está el estudiante), que a su vez escriben novelas donde figurará el tabernero y el estudiante, y otros compositores de novelas sobre otros novelistas. Forman el libro los muy diversos manuscritos de esas personas reales o imaginarias, copiosamente anotados por el estudiante. At Swim-Two-Birds no sólo es un laberinto: es una discusión de las muchas maneras de concebir la novela irlandesa y un repertorio de ejercicios en verso y prosa, que ilustran o parodian todos los estilos de Irlanda. La influencia magistral de Joyce (arquitecto de laberintos, también; Proteo literario, también) es innegable, pero no abrumadora en este libro múltiple?.



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18 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las mujeres del Boom

Clarice Lispector. Foto: Michelle Cunha Nuevo post en el blog Vano Oficio de “El País” Este 23 de Abril en Casa de América se reunirán Rodrigo Fresán, Edmundo Paz Soldán y Jorge Volpi en un ciclo literario denominado “Los olvidados del Boom”. Fresán hablará de Juan Carlos Onetti, Volpi de Jorge Ibargüengoitia y Paz Soldán de Clarice Lispector. Aunque es cierto que el Boom, propiamente dicho, incluye solo a cuatro autores (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez y Fuentes), en realidad su radio abarca una circunferencia más extensa, que contiene a precursores y autores posteriores. Sin duda, Juan Carlos Onetti pertenece al grupo de los precursores, como Alejo Carpentier, Ernesto Sabato o Juan Rulfo. No es un olvidado sino, como dice Fresán, más bien un “olvidadizo” o un escurridizo que nunca hizo suya la agenda del Boom y la novela total. El caso de Jorge Ibargüengoitia es distinto. Simplemente, no le alcanzó la obra, la suerte o las ganas, como le sucedió a tantos (pienso en Julio Ramón Ribeyro). Murió en el célebre accidente aéreo en Madrid en 1983, rumbo a un encuentro de escritores en Colombia, antes de cumplir los 60 años. En ese avión también viajaba otro eterno aspirante al Boom, el escritor peruano Manuel Scorza. Considerando el año de su muerte, es obvio que Ibargüengoitia (así como Scorza) no podía ya aspirar a pertenecer al Boom, aunque vivía en la periferia de este. Autores como Manuel Puig, José Donoso, Guillermo Cabrera Infante o Alfredo Bryce Echenique consiguieron un resquicio para introducirse y sentarse al lado de los 4FAB, pero a inicios de los 80 ese espacio se había cerrado definitivamente e Ibargüengoitia no logró cupo pese a que sus novelas compartían muchos de los rasgos del llamado post-boom. De las tres conferencias previstas, la que pone el dedo en la llaga es la dedicada a Clarice Lispector. La extraordinaria autora brasileña merecía largamente formar parte del Boom. Sin embargo, no sucedió y la única explicación posible es que el Boom fue siempre un club donde no se admitían mujeres. En realidad, sí, se permitían, pero como esposas, agentes literarias, lectoras, estudiosas, gruppies o secretarias. Pero como escritoras, jamás. Tal parece que una cualidad de la ambición totalizante era la virilidad. Cuando Julio Cortázar acuñó el inadecuado término de “Lector Hembra” para aquellos lectores pasivos y convencionales que no aceptaban los retos literarios ¿fue un lapsus personal o estaba delatando una mentalidad machista compartida por los demás? Recuerdo unas líneas que la biógrafa Stacy Schiff le dedica a Vera, la esposa de Vladímir Nabokov: “A partir de las muchas cosas que Nabokov se jactaba de no haber aprendido jamás -escribir a máquina, conducir, hablar alemán, encontrar un objeto perdido, cerrar un paraguas, contestar el teléfono, cortar las páginas de un libro o dar la hora a un ignorante-, resulta fácil deducir a qué dedicó Vera su vida.” La cita me conduce al emotivo agradecimiento público que hizo Vargas Llosa a su esposa Patricia, la que incluso al reprenderlo por su inutilidad para la vida práctica lo alaba diciéndole “tú solo sirves para escribir”. Cuando nos referimos a las mujeres del Boom, más allá de Carmen Balcells, no debemos olvidar el aporte de las esposas de los 4FAB. Aunque ellas, como la misma Vera Nabokov (quien se negó a dar entrevistas y demandó a Martin Amis por fingir una crónica sobre ella), prefieren pasar desapercibidas, su presencia invisible queda grabada como marca de agua en las páginas de los libros de sus esposos. La única que rompió el pacto silencioso fue Pilar, la esposa de Donoso, autora de un entretenido texto llamado El Boom doméstico, que al sumarse al libro que escribió la hija adoptiva de ambos, recientemente fallecida, Correr el tupido velo, traza una trayectoria tan desgraciada que nos advierte que aquella frase de Tolstoi sobre las familias (en la felicidad idénticas, pero infelices cada una a su manera) puede encajar en la vida de los demás autores del Boom. Esta semana en el FB de Andrea Jeftanovic, estupenda escritora chilena, se discutió el tema. Ella, además del nombre de Clarice Lispector, soltó el de la mexicana Elena Garro como otra olvidada del Boom. Sostuvo además que “siempre hay redes de poder en la legitimación y visibilidad” cuando se elabora un canon. Y por supuesto, el Boom es un canon absolutamente masculino por más que sus autores (pienso en las colaboraciones de Julio Cortázar con Carol Dunlop o en la admiración que siente Vargas Llosa por Nélida Piñón, a quien le dedicó La guerra del fin del mundo) no desprecien necesariamente a las escritoras. Más que el machismo de los autores, la ausencia de mujeres en el Boom es producto de la ideología de esos años en los que la escritura femenina ocupaba en América Latina un lugar marginal y opacado por una imagen del escritor masculino, comprometido, seguro de sí mismo, hegemónico. Cuando veo la serie Mad Men identifico a Don Draper con la imagen del escritor latinoamericano del Boom, exitoso, convincente, trajeado y encorbatado, fumando o bebiendo whisky, hablando de negocios, de arte o de política, mientras a su alrededor orbitan mujeres vulnerables. El Boom fue un fenómeno comercial y un hito histórico instalado en su tiempo. Pero ajeno a este, la literatura latinoamericana permanece en movimiento y en discusión constante. Una prueba innegable de ello es la importancia que ha adquirido un autor que logró ingresar al Boom, aunque nunca fue muy bien considerado por sus pares, como Manuel Puig, quien en las últimas décadas se ha convertido en el principal referente de la literatura latinoamericana. El brillo de algunos nombre y libros concretos del Boom, en cambio, ha ido desluciéndose con el paso de los años. Todo puede ser replanteado a través de nuevas lecturas y, en especial, siguiendo el rastro que los escritores dejan en la obra de los autores posteriores. Por ello, Clarice Lispector (como quizá algún día Elena Garro) ocupa hoy un lugar excepcional en la literatura latinoamericana, más allá del detalle anecdótico de si perteneció o no al Boom.



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18 de abril de 2012
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Metamorfosis emocional

«¿Podría haberse evitado la gran crisis con dirigentes femeninos?», se pregunta Vicente Verdú en su afinado ensayo La hoguera del capital (premio Temas de Hoy). Al leerlo, recordé que en el inicio del desplome financiero corría un chiste no exento de orgullo hembrista: «Si Lehman Brothers hubiese sido Lehman Sisters, todo sería distinto». El juego de las hipótesis, siempre tan literario, se sirve en bandeja condicional : «Y si…». Pero antes que nada un matiz, el talante machista y vetusto está representado tanto por hombres como por mujeres, como Angela Merkel, a quien Verdú etiqueta sin piedad de “adefesio ideogramático” con sus recetas de la abuela basadas en recortes y ahorro. El autor también recuerda que fue una mujer, Brooksley Born, presidenta de la CFTC (Commodity Futures Trading Comission), quien compareció hasta 17 veces en el Congreso estadounidense para reclamar la regulación de productos tóxicos para la estabilidad financiera. Los gobiernos Bush y Clinton se burlaron de ella hasta que renunció a su cargo, «hastiada de machos sordos». Cierto es que mucho se ha abundado en la consolidación de una sociedad en red, porque sin ella no hay colaboración igualitaria ni comunicación. Una red que nos conecte y nos cohesione tejiendo valores tradicionalmente femeninos. La ética del cuidado, la gestión de los afectos y la previsión y el cálculo de lo micro parecen fundamentales para desactivar el miedo que nos atenaza. Porque -y esa es una de las claves de La hoguera del capital- el monstruo apocalíptico que anuncia un cambio de era, un cuestionamiento del modelo productivo o la tercermundialización de Occidente se muestra más emocional que racional, huérfano de brújula y necesitado de una nueva generación de jóvenes que ahora carecen de espacio y oportunidades. Nuestra sociedad ha desarrollado grandes habilidades en crear sensaciones para vender: desde una noticia hasta un bolso que te permite dejar de ser cualquiera para ser alguien. Y aunque sabemos que detrás de la crisis se agazapa la debilidad política, la misma que en numerosas cumbres ha sido incapaz de frenar el desplome de las bolsas, aguardamos una resurrección emocional, más allá de la reacción y la indignación. Claro que hay emociones malas y emociones buenas: las primeras apuntan a que iremos a peor, las segundas ansían un futuro más saludable, complejo y solidario donde no todo sea blanco o negro y una variada gama de grises nos acompañe en esta metamorfosis, entre la bruma y la luz. Eso sí, siendo capaces de interpretar los claroscuros sin alarmismos y con más cariño, esa palabra tan femenina pero tan universal. (La Vanguardia)

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18 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Desgobierno argentino

Los nostálgicos estarán satisfechos. Una expropiación, con ocupación inmediata de las instalaciones, expulsión de los representantes del capital, discursos nacionalistas inflamados y manifestaciones de orgullo patrio. Como si fuera una vieja película antiimperialista en blanco y negro. Los parias de la tierra protagonistas de una epopeya de emancipación y recuperación de un viejo expolio colonial. Y en frente, la hinchazón arrogante y herida, la madre patria vejada y amenazante, preparada para devolver el golpe. La expropiación fulgurante de la compañía Repsol-YPF es un pésimo síntoma de una deriva del mundo cada vez más desgobernado. Tiene toda la razón Rajoy y no tienen ninguna sus dos josemanueles (los ministros Soria y García Bargallo): no es un problema estrictamente de España, no hay agresión alguna a la nación española; hay una ruptura de las reglas de juego y de la legalidad internacional; es una quiebra del multilateralismo y una fuente de inseguridad para las transacciones e inversiones globales.

La compañía española va a sufrir, sin duda, y fácilmente puede caer en manos rusas o chinas, mucho menos delicadas: van a ver los peronistas cristinistas lo que es bueno tratar con ellos. También van a sufrir otras compañías extranjeras, españolas o no, con inversiones en Argentina, sometidas ahora a la voracidad de un gobierno que se siente victorioso. Pero quienes van a sufrir sobre todo son Argentina y los argentinos: bajo la cortina de humo de la expropiación gloriosa se esconde el mal estado de su economía y el futuro aciago que le espera a un país sin credibilidad internacional. La decisión del gobierno argentino es un retroceso en el tiempo y en las ideas. Ante las dificultades de la globalización, la alternativa no es el regreso a la utilización de los viejos estados naciones como directos gestores de las grandes empresas y recursos públicos. En este tipo de comportamientos anidan la corrupción y el amiguismo, la financiación de los partidos políticos y la compraventa de voluntades y votos con tanta o más intensidad que en las privatizaciones. Lo curioso del peronismo es que ha hecho los dos caminos para sacar lo mismo: con Menem privatizó, auxiliado por los Kichner, y con Cristina expropia; sin que falte nunca la salpicadura y la derrama. Más curioso todavía es que haya tantos argentinos que traguen la bola de la propiedad nacional. Van a tener menos producción, peor suministro, menos beneficios, pero eso sí ellos serán los propietarios titulares de la compañía, como lo son los venezolanos de sus recursos petroleros. Los auténticos propietarios de YPF a partir de hoy serán Cristina y sus amigos. Que se repartirán el pastel y harán de su capa un sayo mientras estén en el gobierno y luego ya se verá qué hacen quienes les sucedan con los restos de su festín. Que quede claro que los yacimientos de petróleo argentinos deben ser propiedad de los argentinos. Pero eso no significa que las decisiones estratégicas de la compañía se tomen en la Casa Rosada, ni que los beneficios vayan a los bolsillos de los mandatarios. Hay quien está conforme con que sucedan estas cosas con tal de que a esto se le llame nacionalización. Pero lo importante es que se invierta, que se creen puestos de trabajo, que se consiga una producción suficiente para luego garantizar el suministro y, sobre todo, que se actúe como un país fiable y responsable. Si se hacen estas cosas, ¡qué más da que el petróleo lo explote una compañía pública u otra privada, que su propiedad sea del Estado o sea mixta o enteramente de capital extranjero o nacional! Argentina ha roto la regla de juego. Lo ha hecho porque España es ahora débil. Y España es débil, entre otras cosas, porque también lo es Europa. La actuación soberana del gobierno argentino es una avería muy seria en el camino hacia un mundo gobernado. El desgobierno argentino saca provecho del desgobierno del mundo al menos para una temporada. No tardaremos en ver cómo se caen las máscaras que ahora disfrazan a los actores de gordos capitalistas y de pobres proletarios. Y aparecerán entonces los intereses puros y duros del capitalismo más desregulado y sin reglas, mafioso con frecuencia, que ahora mismo tiene su cultivo extensivo en las dos viejas patrias comunistas que fueron China y Rusia.



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18 de abril de 2012
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III. Dueño de la vida y de la muerte

Dickens habría de recibir entonces centenares de cartas de los lectores para que salvara a Little
Nell Trent, a punto de sucumbir ante la muerte. Lo meditó. Y en sus paseos solitarios junto al Támesis, decidió que la niña debía morir. En el universo de sus personajes, era dueño de la vida y de la muerte. Sabía que los finales felices son los más fáciles en la literatura, y los más perecederos, igual que pasa en el cine hoy día. Que lo diga Hollywood.
Dickens es el más grande de los novelistas de folletín, e impuso las reglas dramáticas del género, que después copiaron las radionovelas y las telenovelas. Un buen guionista de esos géneros tiene que leer a Dickens. Creó el suspenso entre capítulos, y eso fue lo que lo hizo
atractivo para miles de lectores. La intriga de quien leyendo, no sabe lo que va a ocurrir en la siguiente entrega. El suspenso, el secreto bien guardado que sólo se devela cuando debe develarse.

En su novela  Historia de dos ciudades, una de sus últimas, y por lo tanto fruto de su madurez
de escritor, Dickens se desplaza hacia un pasado que si tuvo una enorme influencia, él no vivió, ni conoció: el escenario de la revolución francesa, ocurrida en el siglo anterior al suyo. Su juicio, en este caso, es histórico, y no puede ser de otra manera frente a un suceso que habría de afectar las relaciones entre Inglaterra y Francia, y no sólo eso, el futuro de  Europa y de la humanidad entera.

 

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18 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Natalia Moret reseñada

Natalia Moret. El libro de Natalia Moret, Un publicista en apuros (Mondadori), que se presentó en la I Feria Internacional de Trujillo, ha empezado a recibir la atención de la crítica en Argentina. En la revista El Guardián, aparece una entrevista de Daniela Pasik titulada “El policial es un asunto de mujeres bravas”. También aparece una entrevista en Telam, donde Moret declara: “La plata es el valor aparente que envuelve a la historia, pero no es real, porque, finalmente, es casi una novela de amor: el personaje se libera de esa falsa verdad y obtiene algo de aire”. Y finalmente, sin contar las diversas reseñas aparecidas en blogs, el fin de semana apareció una elogiosa reseña en Radar Libros escrita por Luciana de Mello. Dice la reseña:

Si el tan odiado y adorado barrio de Palermo fuera hoy la víctima de una horda enfermiza de lunáticos que le prenden fuego a sus templos, estaríamos asistiendo al espectáculo socio-cultural (a la instalación, bah) más interesante de los últimos tiempos. Esto sucede en Un publicista en apuros y así es como lo observa el cínico de Javier Franco, su narrador personaje, mientras aúlla revelaciones que se le suceden en la cabeza una detrás de la otra, y a la misma velocidad con la que su vida se arroja desde el rascacielos del publicista exitoso. Una historia de derrumbes, una novela negra de amor escrita con una mirada inteligente y mucho oído, pero sobre todo desde el razonamiento de esa clase social que tiene mucha plata, se propone hacer más, la consigue, y se aburre tanto que es capaz de matar por amor. Porque el amor es más fuerte. También para los chicos ricos. Javier Franco es un publicista exitoso de treinta años educado en los mejores colegios, propietario de un ph en Palermo y adicto a la cocaína. Además de tener una novia joven, contactada y hermosa, una agencia top tapizada de macs y empleados que se camuflan entre sus superficies libres de porosidad, el mundo de Javier Franco tiene una grieta. Acaba de contraer una deuda producto de una traición, producto de su ex amante, producto de su infidelidad endémica y así van multiplicándose las complicaciones en su vida y en su cabeza, mientras se teje una trama con escenas tarantinescas y diálogos tan desopilantes como descarnados. (…) Porque la pregunta que se plantea frente a esta novela desde el principio es: ¿cómo se va a sostener esta voz canchera hasta el hartazgo durante tantas páginas? La respuesta está en la trama. Natalia Moret, que además de escritora es guionista, logra construir en esta novela una trama a la talla de las buenas series norteamericanas, pero emplazada en Buenos Aires 2012. Una ciudad mapeada geográfica y sociológicamente entre Palermo, San Telmo, San Isidro, La Boca, Berazategui y Constitución. En los tres primeros barrios se consigue buena comida, reuniones de trabajo y mujeres atiborradas de dinero, sexo y traición. En los otros tres barrios el paneo es más lumpen, ahí sólo se viaja a conseguir droga, o tras la pista de algún criminal que, cual secuestrador express, obliga a la gente bien a salirse del corto radio de circunferencia en el que se desarrollan sus vidas. Entonces el protagonista se disfraza de pobre, toma un colectivo y camina las calles del lejano oeste del conurbano porteño, donde además de colgar sus zapatillas del cableado de la luz también se pelea a las piñas por una chica ?capítulo homenaje narrado como una traducción al español de un típico western yanqui?, Moret se da lujos y sabe cómo sostenerlos. Hace este tipo de homenaje al western, filtra análisis políticos y sociológicos en medio del discurrir mental del narrador, trama una historia que podría ser un policial, pero que entraría mejor dentro del género de novela negra aunque sin embargo, el final de la historia termina por proponer que ésta se trata de una historia de amor. Eso sí, bien cargada de tiros. Un publicista en apuros es una buena novela de estos tiempos, con un manejo de los diálogos que sabe cómo explotar la fricción humorística en las situaciones más tensas. Es una primera novela y están todas las cartas jugadas. Moret sale a matar o morir y gana, eso queda bien demostrado en Un publicista en apuros, por prepotencia de trabajo y una escritura inteligente que se piensa a sí misma mientras avanza, rascando con la punta de la uña la pintura saltada de la pared del vecino.



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17 de abril de 2012
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Marina y Antony, Bob y Willem

Hay varias combinaciones para enfrentarse a Vida y muerte de Marina Abramovic, el espectáculo que se representa en el Teatro Real de Madrid hasta el día 22 de abril. La primera empareja a la artista conceptual y performer que da título a la obra con quien fue durante años su amante y colaborador artístico, Ulay, evocado en la obra teatral y presente en alguno de los fascinantes materiales videográficos que se pueden ver en la exposición Abramovic abierta en la galería madrileña La Fábrica hasta el mes de junio. En la galería vemos el cuerpo y la sangre (el substrato sado-masoquista es esencial) de ‘la Abramovic', y llamarla así, con el artículo delante de su apellido, al modo de la Callas o la Caballé, tiene sentido, pues en el Real su porte, su imponente figura estatuaria y sus modos son operísticos; desgraciadamente, su voz ni es operística ni es buena, y la canción que interpreta, medio hablándola, en el segundo acto constituye el único momento irrelevante y mortecino de la velada.

        Pero hay otro raro y anómalo emparejamiento, también de índole amorosa, aunque casta, que une a la artista serbia con su alter ego en escena, la estrella pop inglesa Antony, que aparece sublime vestido de tumba etrusca y canta, él sí divinamente, unas piezas melancólicas y de un barroco muy contemporáneo.

     La tercera pareja la forman dos cómplices excepcionales, Bob Wilson y Willem Dafoe, que trabajan juntos por primera vez y se han entendido a la perfección, Wilson como director y diseñador de escena, el segundo como actor principal y narrador de la obra. Era estimulante, el pasado martes 10 de abril, en el ensayo general con público (un llenazo) ver a Wilson, sentado en el patio de butacas junto a su mesa de trabajo, reírse con las intervenciones irónicas o dramáticas de su actor; las carcajadas de gozo del director eran siempre las primeras y más sonoras.

    Preguntado en una reciente entrevista, mientras ensayaba en Madrid, por el sufrimiento implícito en un trabajo tan riguroso y matemático como éste, el cantante Antony tuvo una respuesta con la que concuerdo plenamente: crear no es ese dolor que muchas veces se compara ginecológicamente con un parto. La creación artística, por difícil y arriesgada que sea, tan sólo requiere "sentimientos fuertes". Los hay, bajo su apariencia de gélida belleza y ‘burlesque', en esta inolvidable Vida y muerte de Marina Abramovic.

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17 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Valores que cotizan a la baja

La crisis pega duro. Apenas deja títere con cabeza. Pega duro aquí, pero da provechos allí. Puede que termine afectando al planeta entero: China desacelera en su crecimiento y hay síntomas preocupantes en Brasil. Pero de momento la crisis es nuestra: es nuestra crisis, de pérdida de poder y de riqueza de los europeos y, sobre todo, de algunos europeos. Una de las cosas más sorprendentes es su carácter polimórfico. Es económica, pero va más lejos. Afecta a valores e instituciones, a ideas y sistemas políticos incluso. ¿Modelo productivo? No solo. Los valores que mejor cotizaban en el mercado intangible de la imagen internacional se encuentran ahora entre los que más pierden. La modélica transición española, el Rey demócrata y prudente, la España emergente y europeísta, el motor de la Cataluña autónoma, la Europa modelo de bienestar y de solidaridad, el euro que desafía al dólar, la UE como superación de los Estados nacionales, todo esto cotiza a la baja, junto al Ibex 35, el que más ha caído de todas las Bolsas en 2012.

¿Queda algo en pie? Hasta hace una semana, dentro de los 100 días de gracia, las encuestas todavía salvaban a Rajoy y al PP. Ahora ya se han unido al naufragio, detectado por la encuesta de Metroscopia que publicó este periódico el domingo. Hasta el incombustible Gallardón cae. Todo se cae y nada sube: el desprestigio popular no lleva al repunte socialista. Recordemos que la Monarquía, institución siempre aprobada por los españoles, está desde el pasado octubre entre los malos alumnos. Seguro que los últimos episodios se notarán en su imagen entre los ciudadanos. Nada precisamente ejemplar puede exhibirse de una familia que permite a un niño jugar con armas de fuego y al abuelo Monarca cazar elefantes en la misma semana de todos los horrores hispánicos en los mercados de deuda, en injusticias fiscales y en recortes de sanidad y educación. Cada uno puede hacer su lista, pero se verá rápidamente la fácil correlación que se establece en cuanto a desprestigios. Uno de los pocos valores que parecen escapar, curiosamente, es la ciudad de Barcelona. A pesar de que se halla aquejada de los mismos males que todos ?paro, caída de la actividad, aparición de la pobreza extrema en sus calles?, sus arcas municipales, a diferencia de Madrid, no tienen los niveles de endeudamiento que corresponden al país casi quebrado que es hoy España. Tampoco el Consistorio barcelonés se ha visto obligado a acogerse al plan arbitrado por el Gobierno para pagar las deudas a proveedores, que en el caso de Madrid suben a 1.000 millones. Barcelona sigue siendo la ciudad de moda, atractiva y brillante para millones de personas en todo el mundo, y referencia para artistas, urbanistas y sociólogos. Poco influyen en su prestigio los recurrentes ataques de pánico que aquejan a su clase dirigente cuando se producen unos episódicos desórdenes públicos que la colocan en las primeras páginas de la prensa. Esta élite gobernante, perfectamente cosmopolita y conocedora de la conflictividad de las grandes urbes en todo el mundo, sobre todo en momentos de depresión económica, suele enroscarse en cada algarada local en sus reflejos más familiares, que convocan y amplifican los peores fantasmas de nuestra historia ?Semana Trágica, pistolerismo, anarquismo, Guerra Civil?, sin darse cuenta de su contribución al deterioro de la imagen de la misma ciudad a la que pretenden defender de las hordas desatadas. Más curioso todavía es que esta clase dirigente busque el nuevo modelo productivo que nos sacará de la crisis producida por el capitalismo de casino en el descaro de una directa apuesta por los casinos. Es cierto que un proyecto como el que ofrece Sheldon Adelson a los constructores españoles, catalanes incluidos, sea en Madrid sea en Barcelona, creará millares de puestos de trabajo durante su construcción y luego cuando el complejo funcione. También que algunas salpicaduras caerán sobre quienes les hayan favorecido, incluidos probablemente unos partidos políticos ahora muy necesitados de líquido para no verse arrastrados en su tren de vida al triste destino de la mayoría de los ciudadanos. Pero ni eso es un modelo productivo ni es, sobre todo, un modelo de ciudad para ofrecer a Barcelona.



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17 de abril de 2012
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Dinero versus andreia

Es muy posible que para alcanzar la etapa en que se es servidor desinteresado del dinero, para interiorizar que el dinero es el fin en sí de la ordenación social, se necesite previamente haber buscado en el dinero el hogar protector contra la finitud y la muerte, es decir haber sido víctima de temor  paralizante, haber renunciado a la andreia, esa hombría, entendida como exigencia subjetiva de  que  lo cabalmente humano se realice en  uno, la cual,  según Aristóteles, tiene su
condición primera en que el inevitable temor a la muerte no se convierta en  fobia (fobos), que evita contemplarla cara a cara. El dinero empieza siendo un imaginario abrigo en la situación del miedo ciego (miedo que no quiere ver lo inevitable de aquello ante lo que huye). Mas una vez  protegida la subjetividad, surge una especie de agradecimiento: no se vincula ya la casa a su función. El dinero no es ya refugio sino fin en sí.

De ahí esa impresión de que los llamados poderosos de este mundo nada en realidad pueden. Impresión de que las Merkel y los Sarkozy  no son más que devotos servidores que alguna
vez se descarrían. ¡Ay de Sarkozy¡ conducido quizás  ya hacia el solar apagado  dónde moran el
banquero arruinado, el amante abandonado y el político  fracasado (trilogía agustiniana , no
del arrepentido de Icona  sino de Agustín García) y ¡ay! Asimismo de Papandreu y tantos otros. No dejan tampoco de estar bajo la atención del ojo vigilante los banqueros y altos mandatarios de las instituciones financieras. Recibirán generosas recompensas que ellos mismos han de considerar como índice de su buen comportamiento, pero serán marginados si caen en la conmiseración (si se apiadan por ejemplo de los empleados de Telecom empujados  al suicidio) o si dan muestras de que los talentos que reciben el lugar de ser fertilizados son empleados en beneficio de oscuras inclinaciones subjetivas (¡ay de Strauss Khan que compraba cuerpos humanos no para reciclarlos en el sistema económico sino para su personal goce).

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17 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Günter Grass internado

Günter Grass ¡Günter Grass está internado en el hospital! Cuando empezó a cundir el pánico, y se hablaba ya de un ataque cardiaco a raíz de los últimos sucesos, su familia salió a poner paños fríos y decir que es un chequeo médico de rutina y planeado hace varios meses. Nada de qué preocuparse, por ahora. Dice la nota:

El escritor alemán Günter Grass ha sido ingresado hoy en una clínica de Hamburgo para un chequeo médico ?planeado desde hace meses?, según una portavoz de la oficina que le representa. Grass, que ganó el premio Nobel de Literatura en 1999, espera ?volver a casa en los próximos días?. Ni su esposa ni la portavoz de su oficina han dado detalles sobre la naturaleza de la inspección médica a la que se está sometiendo el respetado literato. El diario Bild había informado horas antes del ingreso de Grass. Según esas informaciones, su llegada a la clínica se debió a ?problemas cardíacos?. La agencia de noticias DPA ha confirmado que Grass va a pasar la noche en la Clínica Askleipos de la ciudad hanseática. Grass tiene 84 años. Es autor de numerosas novelas, entre ellas la laureada El tambor de hojalata, un gran éxito de crítica y de ventas publicado en 1959. La novela, narrada en primera persona por el estrafalario joven Oskar Matzerath, es considerada una de las obras cumbres de la literatura alemana de posguerra. La acción transcurre en la ciudad de Danzig, entre 1925 y 1952. Recientemente, Grass ha protagonizado una sonada polémica en Alemania por la publicación de un poema llamado Lo que hay que decir, en el que acusa al estado de Israel de poner en peligro la paz mundial con sus bombas atómicas. El Gobierno de Israel reaccionó prohibiendo la entrada al país al octogenario escritor alemán. En el poema, el escritor asegura estar escribiendo con su ?última tinta?. Sus allegados han reiterado en los últimos meses que el estado de salud del escritor es ?delicado?. Grass comparte clínica con el excanciller socialdemócrata Helmut Schmidt, que estuvo ingresado allí por problemas de corazón en el pasado.



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16 de abril de 2012
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El Boomeran(g)
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