Skip to main content
Blogs de autor

Futuros mexicanos 2

Por 14 de mayo de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Jorge Volpi

Aquí mi segundo "futuro mexicano", esta vez sobre Josefina Vázquez Mota. Una curiosidad: ayer, desde su cuenta oficial, la propia candidata retuiteó esta ficción. ¿Significa eso que se identifica con el personaje? ¿Que en realidad se apresta a rebatir la desastrosa guerra contra al narcotráfico del presidente Calderón? ¿Que reprueba la estrategia militar? ¿Que llamará a debatir la legalización de las drogas?

 

 

México, 1º de diciembre, 2012

La candidata -debería acostumbrarse a llamarse a sí misma señorapresidenta– no ha podido dormir en toda la noche. Aún no lo cree: en contra de todos los pronósticos, e incluso en contra de la voluntad expresa de su predecesor, los ciudadanos la han elegido a ella. La primera presidenta en uno de los países más machistas del planeta. Ahora se da cuenta de que lo más difícil no fue tanto derrotar a sus adversarios masculinos como imponerse en su propio campo. El inicio de su campaña fue caótico: los colaboradores de su antiguo Jefe hicieron hasta lo imposible por descarrilarla. Por hacerle ver que, si se distanciaba de sus posiciones sobre el narcotráfico, su derrota estaba asegurada. Entonces no le quedó otro remedio que incorporar a los buitres al núcleo de su campaña: no para concederles mayor influencia, sino para vigilarlos de cerca y prevenir sus perfidias.

La prensa criticó que se rodease de sus detractores, pero ella fue más lista: sólo así logró neutralizarlos. Asegurado este flanco, pudo atreverse, en las últimas semanas de campaña, a dar el giro más arriesgado de su carrera -y de su vida. Era eso o una derrota estrepitosa (según sus propias encuestas, en mayo se hallaba hundida en el tercer lugar). No le quedaba alternativa. Luego de que durante el primer debate ninguno de sus rivales centrase sus ataques en la desastrosa estrategia de combate al narcotráfico de su predecesor, ella se atrevió a hacerlo en un vehemente discurso apenas un mes antes de las elecciones. Jugándoselo todo -incluso su propia seguridad-, afirmó que la perspectiva militar había sido errónea, que nunca se articuló una política social para prevenir el narcotráfico, que fue un error imperdonable asimilar el combate con una guerra e incluso planteó la necesidad de discutir a nivel continental la legalización de las drogas. Su proyecto, afirmó ante el pasmo de su propio campo, sería cambiar radicalmente de perspectiva: en su gobierno, prometió, no habría otros sesenta mil cadáveres.

La respuesta no se hizo de esperar: recibió llamadas amenazantes, sectores del partido exigieron su renuncia, los espías incrustados en su campaña iniciaron su labor de sabotaje, pero en las encuestas comenzó a subir como la espuma. Incontables comentaristas, protegidos o pagados ya no sólo por los priistas sino por sus detractores en el gobierno, filtraron falsas depresiones o sugirieron su inestabilidad psíquica; la izquierda la acusó de robarse sus ideas; las televisoras incluso comenzaron a alabar sin fin a López Obrador. Pero los ciudadanos se dieron cuenta de que no traicionaba sus ideales, de que no traicionaba al Presidente y a su partido, sino de que hacía lo único digno que ella podía intentar como ciudadana y como mujer: reconocer los errores, pedir una disculpa y prometer un viraje cierto y razonable.

Varios medios insistieron en colocarla en tercer lugar incluso en los días previos a las votaciones, pero las redes sociales, que hasta el momento tanto la habían denigrado, y el simple boca a boca, crearon una ola irrefrenable. Poco a poco, según sus propios números -y los horrorizados números de la presidencia-, no sólo rebasó a la izquierda, paralizada ante su brusco cambio discursivo, sino que se acercó a sólo unos puntos de un PRI incapaz de responder a su desafío. Porque no sólo dirigió sus dardos contra su antiguo Jefe, sino de manera más clara y específica contra el PRI y su ancestral complicidad con el crimen. Por primera vez sus argumentos sonaron sinceros y legítimos, y por primera vez los mexicanos la vieron no sólo como a una mujer débil y arrinconada, sino como la estadista que está destinada a ser.

La candidata -perdón: la señorapresidenta– se da cuenta de que ya es hora de levantarse; le da un empujón a su esposo y, tambaleándose de sueño, se apresura a despertar a sus hijos. Por fortuna la sirvienta ya ha preparado el desayuno. Aunque trata de sonreír -esa sonrisa que jamás le salió bien ante las cámaras-, el nerviosismo la traiciona. Aún tienen que peinarla y maquillarla, y tiene que probarse la ropa que usará en la investidura. (¿Cómo colocarle la banda a una mujer?, se preguntaban en protocolo) La ceremonia será tensa, por supuesto, aunque ella espera cierto grado de normalidad. Al pasarle la estafeta, su predecesor le demostrará toda su acrimonia, pero al final entenderá. Está obligado a hacerlo: las palabras que ella deslizó a los buitres fueron sutiles pero nítidas: lo criticaré ferozmente, pero garantizaré su futuro. ¡Cómo disfrutó al ver sus rostros petrificados! ¡Ellos, que no la creían capaz de tomar una sola decisión importante!

La candidata -la señorapresidenta– da un sorbo a su café y clava la mirada en el discurso que pronunciará en unas horas. Un discurso enérgico (ya no puede echarse atrás) pero con un toque de esperanza. Y en el que repetirá las mismas palabras que tanto enfurecieron a priistas y panistas, que tanto desconcertaron a la izquierda, y que al final le granjearon la victoria: durante mi gobierno no habrá otros sesenta mil muertos.

 

twitter: @jvolpi

 

 

[ADELANTO EN PDF]

profile avatar

Jorge Volpi

Jorge Volpi (México, 1968) es autor de las novelas La paz de los sepulcrosEl temperamento melancólicoEl jardín devastadoOscuro bosque oscuro, y Memorial del engaño; así como de la «Trilogía del siglo XX», formada por En busca de Klingsor (Premio Biblioteca Breve y Deux-Océans-Grinzane Cavour), El fin de la locura y No será la Tierra, y de las novelas breves reunidas bajo el título de Días de ira. Tres narraciones en tierra de nadie. También ha escrito los ensayos La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994 y Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. Con Mentiras contagiosas obtuvo el Premio Mazatlán de Literatura 2008 al mejor libro del año. En 2009 le fueron concedidos el II Premio de Ensayo Debate-Casamérica por su libro El insomnio de Bolívar. Consideraciones intempestivas sobre América Latina a principios del siglo XXI, y el Premio Iberoamericano José Donoso, de Chile, por el conjunto de su obra. Y en enero de 2018 fue galardonado con el XXI Premio Alfaguara de novela por Una novela criminal. Ha sido becario de la Fundación J. S. Guggenheim, fue nombrado Caballero de la Orden de Artes y Letras de Francia y en 2011 recibió la Orden de Isabel la Católica en grado de Cruz Oficial. Sus libros han sido traducidos a más de veinticinco lenguas. Sus últimas obras, publicadas en 2017, son Examen de mi padre, Contra Trump y en 2022 Partes de guerra.

Obras asociadas
Close Menu