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El arte del carteo

Confieso de antemano un interés particular en el asunto que trato, el casi desaparecido arte (o al menos costumbre) de la correspondencia. Conservo en mi poder miles de cartas recibidas a lo largo de mi vida y mandadas por todo tipo de personas, escritores de gran renombre y criaturas sin ‘pedigree’, del mismo modo que, si sus destinatarios no las perdieron o quemaron por despecho (en el caso de las amorosas), en algún baúl o alacena estarán las que yo esmeradamente he escrito sin cesar hasta hoy mismo. También confieso, y no es un secreto, que hace unos pocos años escribí una extensa novela de casi 500 páginas toda ella desarrollada en cartas cruzadas por un gran elenco de personajes reales e inventados de la España del siglo XX. El libro, que llevaba por título ‘El abrecartas’, obtuvo varios premios ‘a posteriori’, y me proporcionó además un incomparable regalo: Correos editó una estampilla de curso legal con la portada de la novela, que utilicé, hasta casi agotar la edición de 300 sellos, en las cartas con sobre que seguí enviando a mis amistades.

    Se entenderá por ello que celebre la tendencia editorial, nueva entre nosotros, a publicar de modo constante correspondencias; uno de los mejores libros del año pasado fue para mí el cruce de cartas entre Carmen Martín Gaite y Juan Benet (muy bellamente producido por Galaxia Gutenberg), y ahora mismo leo con placer el grueso volumen recién publicado por Edicions 62 con el carteo del gran Llorenç Villalonga y su más joven y persistente amigo Baltasar Porcel, que, pese a su título en catalán, ‘Les passions ocultes’, están en el 90% del total escritas en castellano.

   Por las mismas razones, acudí con ilusión a la Biblioteca Nacional para ver lo que prometía ser un festín: 500 años  de escritura de cartas, como dice el subtítulo de una exposición titulada, con cierta ordinariez, ‘Me alegraré que al recibo de ésta’. La decepción duele, pues se trata de una muestra diminuta y confusa, montada en un pasaje del Museo del Libro, en la planta sótano de la Biblioteca, y desprovista de catálogo o mero folleto explicativo. El visitante, si logra encontrarla y deslindarla del resto de contenidos del museo, encontrará cosas curiosas, como los manuales para enseñar a escribir cartas, y alguna rareza, no siempre bien articulada con el resto del material. La curiosidad chismosa, tan legítima cuando las cartas tienen historia o nombre, sostiene los pocos gozos de la exposición; una misiva de Valle Inclán a Azorín del año 1923, en la que destaca la letra vigorosa del gallego, con sus mayúsculas reforzadas, o el apelativo con el que Doña Emilia Pardo Bazán encabeza una de sus cartas amorosas a  Don Benito Pérez Galdós: “mi ratón del alma”. La época contemporánea está muy mal reflejada, y sólo nos consuela (un poco) la carta en la que María Teresa León, escribiéndole desde Roma en 1969 a su amiga Olga Moliterno, después de exponerle ciertas cuitas familiares se queja de que Sarita Montiel, así la llama, aún no les ha pagado un libro y un dibujo de Rafael Alberti. No sabemos si la pobreza de esta exposición se debe al presente curso de los tiempos o al hecho de que la inveterada falta de atención a ese importante capítulo literario que son las cartas haya desprovisto a la primera biblioteca de España de un buen fondo del que tirar.

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7 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El hombre de la rosa

La regla se cumple. Nadie escapa a la crisis. No hay hiperpresidente que valga. De poco sirve la agitación permanente. Todavía menos un carácter dominador y despreciativo, capaz de devorar en unos meses todo el capital político acumulado durante una entera carrera política. Ese hombre que hizo su ascensión según los mejores cánones del maquiavelismo político se ha encontrado incapaz de seguir los consejos del florentino en cuanto se ha encontrado encumbrado y ensalzado como el hombre más poderoso de Francia. Así ha sido como ha sembrado la desconfianza entre los suyos, ha dividido su campo y en el último momento no ha tenido otro remedio que meterse de lleno en el ortigal de la extrema derecha para intentar salvar los muebles.

Perdió esta campaña cuando apenas llevaba unos meses en el Elíseo y todos descubrieron bajo los focos del poder soberano todo el trasfondo del personaje. Se vio perfectamente en el debate electoral: no es capaz de dar ni un solo argumento sin ensalzar sus propias virtudes y a la vez humillar a su adversario. Al final el ciudadano deduce que lo que defiende no es un programa, menos todavía una idea. Se defiende a sí mismo, su ego inmenso, su narcisismo fuera de toda medida. Esta ha sido su arma secreta y temible durante toda su carrera política y este ha sido también el instrumento de su perdición y caída. Dos razones iniciales, por tanto: la crisis y el carácter, ambos elementos de una enorme capacidad destructiva para cualquiera, pero sobre todo para un poderoso. De nada han servido la inercia presidencial, el control de la agenda política que proporciona la mayoría y la capacidad de maniobra que da un poder tan concentrado como es de la presidencia de Francia, donde el titular es un monarca electo ante el que se pliegan todos los ricos y poderosos. Solo otro presidente, Valéry Giscard d'Estaing, naufragó antes que Sarkozy en su segunda elección en 1981. Hay muchos puntos en común entre ambas campañas, entre ambas derrotas e incluso entre los caracteres de los dos perdedores. La división de la derecha, con guiño implícito a votar a la izquierda, se ha producido en ambas ocasiones: Jacques Chirac lo hizo de forma discreta en 1981 y François Bayrou con mayor escándalo en 2012. "Si se quiere cambiar de política o hay que cambiar de presidente o hace falta que el presidente haga el esfuerzo de cambiar él mismo", dijo Chirac de Giscard en lo meses previos a las elecciones. Valía ahora para Sarkozy, que en su caso no tan solo no ha cambiado sino que ha acentuado los peores rasgos de su carácter y los trazos más extremistas de su política. El paralelismo con Giscard ha actuado en Sarkozy como el abismo que atrae al suicida. Ha reivindicado una Francia fuerte, expresión que fue utilizada por Giscard en 1981, y se ha pegado al argumento de la experiencia en las difíciles circunstancias de la crisis como el principal atractivo de su candidatura, sin que le hiciera muy buena compañía su mediocre balance. No es algo que haya sucedido en los últimos días de campaña, cuando incluso ha aparecido una acusación morbosa que les acerca: Giscard se encontró con el embarazoso caso de los diamantes de Bokassa, regalados por el monstruoso déspota centroafricano, mientras que Sarkozy se ha tenido que enfrentar con la financiación de su campaña de 2007 con dinero de Gadafi. Hace ya un año, Hollande señaló a Le Monde , que estaba realmente sorprendido por "la analogía entre el final del giscardismo y del sarkozismo" Según el nuevo presidente francés, ambos esgrimieron la ruptura con el pasado, rompieron los códigos presidenciales y practicaron una apertura hacia otras fuerzas, pero también ambos "fueron desestabilizados por la crisis y han conocido una deriva monárquica con un entorno que ha terminado destruyéndoles desde dentro, pues la victoria no se construye a partir de una descomposición". Si Sarkozy ha imitado a Giscard, Hollande lo ha hecho con Mitterrand, que fue quien cayó ante él en 1974 pero le venció en 1981. Esta es otra de las claves de la elección. En un momento de crisis y desconcierto, el vencedor ha echado mano de una imagen que da seguridad. La V República son dos hombres. Los mismos que se enfrentaron en los años fundacionales: de un lado, De Gaulle: del otro, Mitterrand. Para convencer a los franceses hay que ser uno u otro, o mejor todavía, uno y otro. Esto es lo que ha intentado y en buena medida conseguido Hollande, aunque con un ingrediente de reserva y discreción, al estilo de Mariano Rajoy, ante un rival que se ha peleado consigo mismo hasta la autocombustión. Mitterrand fue el hombre de la rosa: "Un hombre, con una rosa en la mano, ha abierto el camino hacia un mañana distinto", le cantaba Barbara. Hollande no significa ilusión de cambio alguno, aunque sí el relato de una sociedad que no se resigna, ante el relato del miedo de Sarkozy. Su rosa está llena de espinas, pero alguna esperanza significa.



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6 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El país de nuestra infancia

"Dulce Francia, el país de nuestra infancia?, reza la vieja canción. Lo fue para la generación que todavía aprendió francés en el bachillerato y se identificó con el mayo del 68, cuando París aun mantenía el tipo en la competencia por la capitalidad del arte y del pensamiento. En aquella época idealizada, el mundo parecía jugarse el futuro en la elección presidencial francesa y los propios franceses se sabían observados como portadores de los enigmas internacionales y de sus claves. La entera construcción de la V República imaginada por De Gaulle echaba sus fundamentos en la proyección mundial de Francia como potencia con vocación diferenciada respecto a los dos imperios, el soviético y el americano, que se dividían y competían por la hegemonía mundial.

Con François Mitterrand se produjo la última apoteosis del mito. El secretario general del Partido Socialista fue elegido presidente en 1981 en su segundo intento frente a Giscard d'Estaing, que le había vencido en 1974. Cuatro comunistas entraron en el gobierno, con un programa de nacionalizaciones que incluía sociedades industriales, bancos y compañías financieras. La izquierda del mundo entero observaba incrédula e ilusionada un nuevo intento de marcha al socialismo dentro de las instituciones de la democracia pluralista. Un ensayo similar es el que había protagonizado Salvador Allende en Chile, trágica y salvajemente interrumpido por Augusto Pinochet un 11 de septiembre, apenas ocho años antes. Desde el espejismo de 1981, las elecciones presidenciales francesas ya no son lo que eran. Ningún otro presidente ha sabido encarnar y proyectar en el mundo con tanta prestancia y gravedad la figura de la primera magistratura francesa. El simpático Chirac se convirtió en el rey holgazán, ocupado en evitar que nada perturbara la siesta de sus compatriotas. El agitado Sarkozy consiguió que le dieran la vez precisamente por sus molinetes y aleteos en el vacío. Marianne, mientras tanto, ha ido perdiendo peso y atractivo, en Europa y en el mundo, hasta alcanzar la metamorfosis de Merkozy, en la que Alemania manda y Francia protagoniza la ficción de su liderazgo europeo perdido. Hoy los franceses deciden de nuevo en las urnas entre dos candidatos tan ensimismados como para olvidar el papel que Francia jugó, y sobre todo, el que quiere jugar en el futuro. Y, enorme paradoja, muchos europeos, acostumbrados a envidiar a los estadounidenses cuando votan al presidente que dirige los destinos del mundo, esta vez nos miramos en el espejo francés como antaño y quisiéramos también aportar nuestro sufragio a una de las dos políticas que se nos ofrecen ante la Gran Recesión: la adhesión incondicional al rigor protestante de Angela Merkel que defiende Sarkozy o las dosis de crecimiento y de estímulo de François Hollande que convienen incluso a Mariano Rajoy o Mario Monti. Por un momento, aunque por razones bien distintas, regresamos al país de nuestra infancia.



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6 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El coraje de Anne Sexton

Anne Sexton La publicación hace unos años en España del libro Vive o muere (Ediciones Vitruvio) de Anne Sexton, ganador del premio Pulitzer de poesía, hizo conocer a los lectores en castellano de una autora extraordinaria, obsesiva, una gemela dramática de Sylvia Plath. Ahora, se aproxima una nueva traducción por la editorial Linteo (de la que la revista Turia adelanta unos poemas) y en su blog “Letra Minúscula” (El País), Javier Rodríguez Marcos recuerda un poema de Sexton (“Coraje”), cuelga un video de la autora leyendo un poema y, a su vez, hace un recorrido por su vida que puede resumirse en el título del post: “No se curó, solo se hizo escritora”. Dice el post:

Lo importante de Anne Sexton no es que se tomara dos vodkas y, con un tercero en la mano, se pusiera el abrigo de piel de su madre, se encerrara en el garaje, encendiera la radio y pusiera en marcha el motor del coche. Lo importante no es que sus poemas hablen de la menstruación y la masturbación, del odio a los hijos y del amor por ellos, de la cárcel que puede llegar a ser una casa (vale decir, hogar). Ni que escribiera: ?Muy serena en los cócteles, / mientras que en mi cabeza / estoy experimentando una operación a corazón abierto?. Lo importante no es que el psiquiatra le recomendara que escribiera poemas y terminara ganando el premio Pulitzer. Y siendo jurado del premio Pulitzer. Ni su fascinación por Sylvia Plath. Ni que la aparición en España de la Poesía completa de Plath (Bartleby Ediciones. Traducción de Xoan Abeleira) coincidiera con la publicación de su libro del Pulitzer, Vive o muere (Ediciones Vitruvio. Traducción de Julio Mas Alcaraz). Ni que las dos tomaran martinis en el Ritz de Boston. Ni que José Luis Gallero incluyera a ambas en su antológica Antología de poetas suicidas (Árdora). Lo importante de Anne Sexton no es que avisara: “Mis admiradores creen que me he curado; pero no, sólo me he hecho poeta”. Lo importante es que escribiera poemas como Coraje, incluido en la poesía completa de Anne Sexton que la editorial Linteo publicará próximamente en traducción de José Luis Reina Palazón. Lo cuenta él mismo en el último número (¡el 101-102!) de la impagable revista Turia, que en sus 500 páginas incluye siete poemas de Sexton muy bien presentados por su traductor.



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4 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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David Grossman en recuerdo de su hijo

David Grossman Dos libros de David Grossman conviven dramáticamente con la muerte. El primero de ellos, La vida entera, editada por Lumen, donde una madre trata de huir de la noticia de la muerte de su hijo. El segundo, Más allá del tiempo, también editada por Lumen, no es una novela de ficción, lamentablemente, sino un testimonio real sobre la muerte de su hijo Uri, quien fue asesinado en el Líbano cuando pertenecía al ejército israelí. Grossman es uno de los escritores israelitas más impactantes de la actualidad, aunque su obra no sea tan conocida en castellano. Sin embargo, quizá ese testimonio real sobre la muerte de su hijo sea una buena introducción a sus novelas. Estuvo en Buenos Aires y ahí lo entrevistó Patricia Kolesnikov para Revista Ñ. Algunas preguntas:  

Una vez dijo que la literatura sirve para no normalizar la brutalidad. La literatura le da el nombre exacto a la brutalidad. La gente se adapta a las situaciones más extremas, tanto que deja de entender la locura de la situación. La literatura obliga a darse cuenta que es locura, no rutina. ¿Qué es locura? Locura es cuando la relación de las personas con la realidad se deforma. Cuando una nación crea una situación deformada y crea las situaciones para justificarla. Entre los israelíes hay muchos que piensan que nunca llegaremos a la paz. Que esa es la situación existencial que nos toca. Pienso que esa creencia es destructiva y es la que nos impide conseguir la paz. (…) Su obra está llena de política… Sí, pero no de una política de quién tiene razón sino de qué hacer en una situación en la que todos tienen razón. Todos tienen razón y todos están equivocados. Me decía que escribía para proteger a Uri. No creo realmente que las palabras puedan salvar una vida, soy demasiado realista. Soy ateo. Pero quería estar con él tanto como pudiera. Quería entender la realidad en que vivía. Y sentía esa pequeña esperanza… ?Más allá del tiempo? es muy conmovedor. ¿Cómo fue su escritura? Lo escribí durante dos años. Tenía que entender cómo era vivir con la muerte. Cómo seguís viviendo. La muerte es hermética y estática. Yo tenía el impulso de incorporar movimiento, flexibilidad en esa burbuja cerrada que es la muerte. Se trata de morir, se trata de matar. Y Grossman sabe de eso: ?La guerra ?dice? hace todo chato, todo parece igual, sin cara. Esa es la guerra: matás gente de manera anónima, pero para eso tenés que matarte a vos mismo primero, tenés que volverte anónimo. La guerra achata. Y el trabajo de la escritura es, justamente, el de especificar?.



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4 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La basura y la parusía

Pronto, la totalidad de las novelas con éxito serán policíacas. Y las de medio éxito también. De la misma manera que el ensayista ha dejado, en general, de ensayar y elabora historias de no ficción semejantes a un reportaje periodístico o un reportaje del corazón, los narradores, buenos y malos, se han inclinado por redactar intrigas de policías, detectives, ladrones y asesinos que les aseguran mejor el pan.

Como consecuencia, en casi todos los casos, la calidad del texto importa poco y sí vale especialmente su facilidad de deglución. En los trenes, en el metro o en las playas los lectores engullen deprisa los volúmenes gordos y flacos trufados de crímenes e intrigas, que fueron best seller internacionales o que, incluso, aquí y en alguna otra parte recibieron condecoraciones literarias como si se tratara de los galardones de la posmodernidad.

No importa tener o no tradición en la novela negra. Ni tampoco para esta clase de novela negra poseer oficio cabal. El autor menosprecia al receptor escribiendo aquello que considera fácil de asimilar, papilla de papel, mientras el lector se abraza al escritor como si efectivamente viniera a procurarle una distracción tan distendida como un sudoku. En los géneros literarios, más o menos confusos desde hace años, el género policíaco se ha alzado como el absoluto emperador de todos los demás. Con buena o mala escritura el sabor del libro ofrece una supuración dulzona, entre el misterio y la inocuidad. Desde la novela histórica a la novela romántica, lo policiaco traspasa el corazón del argumento y lo da a vivir como en un único serial.

El texto, que ya en el teatro fue remitiendo en beneficio del espectáculo, en el libro rebaja su importancia en beneficio de la información. El teatro se acerca al circo y la novela a la distracción veloz. Ni uno ni otro, soslayando la exposición de pensamientos, alteran ni turban al consumidor. Dejan indemne al viajero para llevarlo distraído a su destino, dejan sin turbación a todos puesto que su fin es acabar en sí mismos y sólo recabar una porción de atención mientras se hallan en marcha. El telón cae y el libro se cierra sin pillar una pizca de mente o de cuerpo entre sus alas. Al sujeto lo tienen, ciertamente, sujeto mientras la función de ver o leer opera pero cuando la función acaba todo queda en el interior del artefacto mediático.

Ni en todas las páginas impresas ni en todas las representaciones escénicas sucede así pero la potencia del factor policíaco y circense es tan alta que el arte del futuro inmediato, desde la artes plásticas o las no plásticas, poseerán el carácter de tal máscara. Máscara sin discurso que se superpone hoy al ininteligible discurso de la crisis. Discurso vano o producción creadora que no gotea sobre el pensamiento crítico y, en consecuencia, no lo enferme vistos los recortes correspondientes en educación y sanidad.

En este panorama hay, sin embargo, un firme cantón irreductible y es el que regenta la poesía. Hay mala poesía y poesía de la experiencia y poesía de Günter Grass que son prosas de baja estofa. Pero la poesía genuina que guarda el aliento de Vallejo, Aleixandre, Juan Ramón, Molina, Valente, Gamoneda o Siles más los muy jóvenes, que promueve el Adonais y La Estación Azul de RNE son como los 3D del mejor futuro. La tecnología virtual, la Abramovic actual, el Cirque du Soleil, componen hoy junto a la poesía pura, los pilares que mejor se corresponden con las construcciones multidimensionales que la ciencia descubre sin cesar. No son ya productos de efectos planos sino fuertes intentos para ir preparando el tiempo de la parusía. Cinceles de luz diamantina que seguirá a esta época del infame Apocalipsis, basurero y laminador.



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4 de mayo de 2012
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IV. Una sola voluntad que lo rija todo

"No es el hombre renacentista quien realiza el descubrimiento y la conquista, sino el hombre medieval.", dice Carpentier. No era la modernidad la que trajeron consigo los conquistadores, sino el pasado represado que se resolvía en oscuridad de sacristías, supersticiones, brutalidad patriarcal. El renacimiento no se trasplantó a América, sino la contrarreforma. Un mundo nuevo que iba a moldearse a semejanza de otro que se volvía ya caduco, pero lleno de los engendros de la imaginación que fulguraban en esa oscuridad. Los exagerados y arbitrarios engendros de los libros de caballería que Cervantes no tardaría en someter al juicio de la risa, volviéndolos risibles.
Primero la novela de las constituciones perfectas, y luego la novela de los tiranos obsedidos por el placer de ser obedecidos hasta por las piedras. Mandar no puede ser en nuestra historia un acto temporal, limitado; ni siquiera hasta la muerte, porque de por medio está la idea de la inmortalidad que obnubila al más cuerdo. Mejor emperadores ungidos por la mano divina que presidentes electos limpiamente por los ciudadanos. Mejor tratar con esclavos que lidiar con hombres libres. Una sola voluntad que lo rija todo, mejor que la voluntad de todos que termina por no regir nada. El fantasma de la anarquía que sólo puede ser disuelto por la mano firme desde el trono imperial, tentación que no fue ajena aún a Bolívar.
Se tiene poder y es necesario exhibirlo; las joyas de la corona deben estar siempre a la vista, igual que la arbitrariedad omnímoda que atemoriza, porque el miedo, que crea la inmovilidad de acción y pensamiento, es uno de los soportes del poder. Y esa contradicción constante de la historia, la peor de sus dialécticas, que hace de los revolucionarios tiranos.
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4 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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"Ha tenido siempre el mismo estilo, sin estilo"

Ernesto Cardenal Winston Manrique Sabogal entrevista al reciente ganador del Premio Reina Sofía, Ernesto Cardenal, para la sección cultural de El País, apenas se entera del galardón. Cardenal se muestra sorprendido y suelta algunas perlas sobre la poesía actual en castellano (dice que no está pasando por un buen momento) y su propia obra. Dice la nota:

Es una sorpresa inesperada pero muy agradable y que agradezco mucho”, reconoce este sacerdote, poeta, ensayista y revolucionario para quien su poesía no ha tenido evolución. “Ha tenido siempre el mismo estilo, sin estilo”. Recuerda que su primera etapa se caracteriza por ser una poesía de juventud, amorosa, del enamoramiento. Después, agrega “llegó mi relación Dios, algo que cambio mi vida y últimamente a sido más relacionada con los aspectos sociales”. Cardenal colaboró con el Frente Sandinista de Liberación Nacional que luchaba contra el régimen de Somoza. Tras la victoria de la Revolución Nicaragüense, en 1979, fue nombrado ministro de Cultura del Gobierno del FSLN hasta 1987. Justo una poesía en la que Cardenal, de 87 años, no solo busca escribir poemas sino también fomentar la escritura y la lectura de la poesía. “He reivindicado lo social, lo político y lo revolucionario”. Poeta en la línea del chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011, reconocidos y admirados pero no premiados a quien ahora se les empieza a distinguir. Para el autor de libros como Epigramas y Oda a Marilyn Monroe la poesía actual en castellano no pasa por su mejor momento: “No está muy bien. No hay ninguna cosa nueva desde hace mucho tiempo”. Asegura que ahora no hay un auge, al menos, lo percibe así y en las publicaciones. “¿Qué es la poesía?” repite en voz baja para luego decir: “¡Es el lenguaje! El lenguaje comienza con la poesía, después hubo la prosa”. Cardenal se entusiasma cuando habla de sus influencias donde Ezra Pound ocupa un lugar especial. “Todos los poetas que estén influidos por él me gustan. También los estadounidenses como T. S. Eliot. La poesía yankee es muy distinta de la escrita en castellano”.



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3 de mayo de 2012
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Tras la conciencia conservadora…la palabra que subvierte

"Se trata de saber si el hombre será o no un esclavo en la comunidad, si será o no reducido al estado de eslabón de un engranaje o si por el contrario querrá y sabrá dominar y utilizar el progreso material para se más libre, más digno y mejor. He aquí la querella mayor del universo".

 

Quien así se expresa no es un revolucionario, y ni siquiera un defensor de la socialdemocracia, sino el General de Gaulle, en un discurso dirigido a la juventud alemana el 9 de septiembre de 1962, en el castillo de la localidad de Ludwisburg en presencia del entonces Canciller Konrad Adenauer.
Hablando de los terribles enfrentamientos entre Francia y Alemania, de Gaulle no obvia referirse a razones directamente ideológicas y patrióticas, pero cree que las causas profundas hay que buscarlas en la existencia de implacables intereses económicos que habían escapado a todo control y que podían ser superados precisamente mediante la construcción de un nuevo espacio político del que Alemania y Francia habrían de ser protagonistas, desde luego no exclusivos. Todos sabemos en que ha desembocado esta Europa fundada de hecho en la obediencia a esos mismos intereses denunciados por de Gaulle, pero ello no es óbice para que sus palabras aquel día tuvieran un acento de veracidad, acentuado por el hecho de que el militar francés se dirija a sus huéspedes alemanes usando exclusivamente la propia lengua de estos.
Me venía a la mente esta referencia de un gran político conservador que busca suturar las heridas de una guerra que conmocionó la historia europea, cuando - en relación a la guerra económica que ahora tiene lugar- el pasado día 28 de abril leía la columna de un articulista español del que me separa tanto la valoración de las leyes más racionales votadas por el gobierno Zapatero (las relativas al aborto y la homosexualidad, en primer lugar) como su juicio sobre el papel de la iglesia católica en la vida española, pasando por la concepción misma de lo que ser español significa. Pues resulta que, al finalizar la lectura, solo había una frase que no estaba dispuesto a suscribir y desde luego me identificaba totalmente con el tono combatiente y justiciero que el articulista esgrimía. Muestra para mí de que efectivamente las disposiciones subjetivas y las propias convicciones ideológicas son sólo pantallas, tras las cuales late en todos y cada uno de nosotros una exigencia de transparencia y de razón y un odio a la mentira, en este caso la mentira tenebrosa del liberalismo económico y la brutal relación de fuerzas que refleja.
Decía Jacques Lacan que la verdad pugna en cada uno de nosotros por alzar los velos que la cubren. El verídico escrito de Juan Manuel de Prada en el diario ABC, que me permito transcribir aquí enteramente, es una prueba de ello.
"¿Cuantas veces hemos oído que eran necesarios «gestos» para tranquilizar a los mercados financieros? Es una de las frases predilectas de los «analistas» económicos, esos medioletrados al servicio de la plutocracia, encargados de mantener en pie el tinglado de la farsa hasta el colapso final. Zapatero prodigó «gestos» para amansar a la fiera, después de provocar su furia; Rajoy, temeroso de reavivar esa furia, no ha dejado de hacer «gestos» desde que ganara las elecciones, tantos que corre el riesgo de convertirse en un histrión gesticulante. Los «gestos» que presumiblemente habrían que tranquilizar a los mercados ya sabemos en qué consisten: «flexibilidad laboral» (que es como finamente se llama al despido a mansalva y a los sueldos sometidos a una dieta digna de un campo de concentración), «ajuste fiscal» (que es como finamente se llama a las exacciones crecientes), «co-pago» sanitario y educativo (que es como finamente se llama al «bi-pago», pues se trata de que paguemos dos veces por el mismo servicio: la primera por vía impositiva, antes de que solicitemos el servicio; la segunda cuando lo solicitamos), etcétera. Y también sabemos cuál es la reacción de los mercados financieros ante tamaña sucesión de «gestos»: la prima de riesgo del bono español sigue disparándose, mientras las llamadas «agencias de calificación» rebajan la nota de nuestra deuda pública.
¿Y no será que tales «gestos», lejos de tranquilizar a los mercados financieros, no hacen sino excitarlos? ¿No será que los mercados financieros han hallado en la deuda española un filón inagotable para sus enjuagues especulativos? Pues, cuanto más gesticulamos, más nos exprimen y vapulean, como el chiquilín emberrinchado que, viendo que sus papás acceden a sus caprichos por aplacar sus berridos, berrea todavía más, seguro de que así obtendrá mayores ventajas. Los mercados financieros han descubierto, en efecto, que invertir en la deuda española es un chollo, pues los españoles estamos dispuestos a seguir haciendo «gestos» para aplacarlos; con lo que no tienen más que ponernos mala nota para que las nuevas emisiones de deuda les salgan más rentables; y la rentabilidad creciente de la deuda española -la prima de riesgo cada vez más disparada- exige nuevos «gestos» para pagar sus sucesivas emisiones, en un círculo vicioso cada vez más enloquecedor.
Los mercados financieros no se tranquilizan ante los «gestos»: por el contrario, en los «gestos» descubren la debilidad del animal que sangra por la herida; y el olor de la sangre no hace sino enardecerlos. Al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poderío: los mercados financieros saben que pueden convertir a los Estados en peleles a su servicio, en meras maquinarias de exacción dispuestas a prodigar «gestos» con tal de mantenerlos apaciguados (esto es, excitados). Así los Estados, que deberían ocupar el elevado puesto de rector y supremo árbitro de las cosas, se han rebajado a la condición de esclavos del imperialismo internacional del dinero, entregados y vendidos al capricho y la codicia de especuladores desenfrenados, como profetizara hace casi un siglo Pío XI. Y, mientras se dispara la prima de riesgo, el desempleo alcanza cifras de congoja, como inevitablemente ocurre cuando la actividad económica se somete a la voracidad de los mercados financieros. Cuando la economía española quiebre, cuando los mercados financieros nos hayan convertido en un despojo, hincarán el diente a otro incauto. Pero, entretanto, ¡más gestos, hacen falta más gestos!"

Indicaba aquí hace unas semanas que los políticos europeos harían bien en no fiarse del extraño silencio de los ciudadanos, no ya ante las penurias actuales sino ante los presagios de que vendrán aun tiempos peores. Tiempos literalmente de pauperización, de conversión de los ciudadanos en esclavos y en consecuencia tiempo de deshumanización de los mismos. Pues la misma persona que conscientemente se dispone a votar a quien acaba de reducir sus derechos y así lo proclama, puede-aún sin saberlo- estar ya redimiéndose en el proceso holístico que conduce a la toma de las bastillas financieras.

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3 de mayo de 2012
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A imagen y semejanza

Hay escasa seguridad en la zona. Los robos nocturnos se suceden en la aldea. Así es como tres hermanos, hombres jóvenes y fuertes en la veintena y la treintena, deciden turnarse para evitar que los ladrones les quiten sus pertenencias. En un cambio de turno, uno de ellos ve por la ventana dos hombres sospechosos que merodean a unos 50 metros de la casa. Llama a sus hermanos y salen los tres, dos de ellos con cuchillos y otro con un palo. Cuando se hallan a pocos metros exigen a los dos sujetos que se identifiquen, momento en que uno de los sujetos desenfunda un arma, dispara y da a uno de los hermanos. Los otros dos saltan sobre los merodeadores que les reciben todavía con más disparos. El primer herido todavía se mantiene en pie y dos yacen en el suelo cuando aparece un pelotón de uniformados, gritando: stop, stop. El alivio inicial con que les reciben los lugareños atacados termina pronto, porque los soldados también les disparan y rematan.

Uno de los hermanos muere a los cinco días en el hospital donde le han operado de los cuatro impactos de bala en el abdomen. Los otros dos sobreviven tras ser también operados de los balazos, uno en el cuello y espalda y el otro con cuatro en el abdomen. Los dos merodeadores que realizaron los primeros disparos eran militares camuflados, que habían penetrado de noche en el pueblecito en unas maniobras acompañados de una unidad entera del ejército. Los servicios de información militares aludieron al principio a un ataque terrorista con palos y cuchillos, aunque pronto abandonaron esta versión de los hechos. Uno de los soldados se halla por el momento separado del servicio y un mes después del ataque mortal el fiscal general militar ha abierto una investigación. La narración que han hecho los dos supervivientes revela una ristra de ilegalidades: el ejército en cuestión realizó maniobras sin aviso previo en una zona de viviendas, dos militares iban vestidos de civil, todos llevaban las armas listas para disparar, no atendieron a los requerimientos de identificación, una vez heridos los paisanos fueron los propios militares quienes dispararon con efectos letales sobre uno de los hermanos, ninguno de los disparos se dirigió a las extremidades inferiores como corresponde cuando se quiere frenar una agresión real o supuesta sino a la parte central y superior del cuerpo. El testimonio ha sido recogido por una ONG de defensa de los derechos humanos, que es la que ha difundido los hechos. No es difícil adivinar dónde. Podría ser un episodio de la conquista del Oeste americano. O un grave incidente de una ocupación bélica: alemanes en Francia, japoneses en China, rusos en Alemania o estadounidenses en Vietnam, Afganistán o Irak. También cuadraría con las guerras coloniales europeas en África, españoles en el Rif, franceses en Argelia o italianos en Abisinia. Incluso serviría de marco para una escena como esta el apartheid surafricano o el profundo sur de Estados Unidos de la discriminación racial. Sucedió el 27 de marzo, en Kafr Ramun, una aldea de la Cisjordania ocupada. Las víctimas fueron los miembros de la familia Shawakhah. Los hechos se han conocido porque el Estado responsable tiene la fortuna de contar con una de las organizaciones de defensa de los derechos humanos más serias y acreditadas que se conoce en la región. Se denomina B?Tselem, nombre hebreo que sale de la frase del Génesis en la que se nos habla de la creación del ser humano: ?Y Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza?. Según esta organización israelí, en la expresión ?a su imagen y semejanza? se concentra la idea de que todas las personas han nacido iguales en dignidad y en derechos, tal como se recoge en la Declaración Universal. B?Tselem no tiene opiniones sobre las soluciones políticas al conflicto entre israelíes y palestinos, pero sí sobre los atentados a la dignidad de las personas y a la igualdad entre los ciudadanos, con independencia de quien los perpetre o los sufra. En su informe de 2011 sobre Gaza y Cisjordania, que no incluye todavía el incidente de Kafr Ramun, señala como cada año las violaciones cometidas por ambas partes. En 2011, 115 palestinos perecieron bajo fuego israelí, 105 en la franja de Gaza y 10 en Cisjordania; 18 de los cuales eran menores de 18 años. De los fallecidos en Gaza, 49 fue en enfrentamientos armados, 14 como objetivos de asesinatos selectivos y 34 sin que tomaran parte en las hostilidades. Dos más murieron alcanzados por fuego de los colonos. Del otro lado, fueron once los israelíes que perecieron en manos de palestinos, como sucedió con los cinco miembros de la entera familia Fogel en el asentamiento de Itamar en Cisjordania; además de seis civiles y un militar que murieron en un ataque con bomba y armas automáticas en Eilat, cerca de la frontera egipcia.

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3 de mayo de 2012
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El Boomeran(g)
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