Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

El canto de Safo

A modo de contraejemplo de la situación a que aludía en el texto anterior, evocaré una escena vivida en un seminario que reunía en la ciudad de Ronda a músicos y filósofos. Se presentaba un texto griego de la poetisa Safo(o Safó, como el protagonista de la anécdota afirmaba que deberíamos pronunciar), se justificaba una traducción al castellano, escrupulosamente respetuosa de la métrica original... Finalmente una voz declamó el texto, primero en lengua griega y luego en la versión. Esta  voz produjo en los oyentes una profunda emoción, vinculada al sentimiento de que efectivamente (tal como sostiene cierta escuela lingüística contemporánea) la profunda comunidad de todas las lenguas hace que ninguna sea radicalmente ajena y que en algún registro uno siempre capta en ella más de lo que cree.

Una situación como ésta nos pone ya sobre la pista de lo que puede constituir una auténtica interrogación filosófica. Simplemente se despierta entonces la curiosidad relativa a si, en el origen, la lengua puede ser realmente disociada de la forma musical; curiosidad, en suma, relativa a si en el principio está el canto.

Esta última cuestión es elemental, pero avanzar en los meandros de la misma es de lo más arduo. Pues, a menos de atenerse a la mera intuición (que, de hecho, no supera lo que Platón denunciaba ya como opinión subjetiva y contingente), para decir algo sobre si canto y palabra se vinculan esencialmente, no hay manera de soslayar la mediación por informaciones precisas sobre fisiología, anatomía, primatología comparada (concretamente en relación a saber si los otros primates carecen de la sutileza de movimientos oro-faciales que es condición de la palabra articulada), teoría general sobre el concepto de ritmo, determinación (en el seno de la anterior) de lo que caracteriza al ritmo verbal etc. Todo ello, por supuesto, enmarcado en una interrogación radicalmente antropológica sobre el origen de lo que permite hablar de humanidad.

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Crónicas del metro (4)

...Subo las escaleras de la estación de Nuevos Ministerios hacia la línea 10. Primero las subo y después las bajo, no son tan interminablemente altas como las de Tribunal o Cuatro Caminos (estoy hablando de Madrid), por cuyos profundos andenes parece que va a salir un demonio con el rabo envuelto en fuego, y que cuando las subes y las subes da la impresión de estar ascendiendo por la bíblica escala de Job en versión mecánica. Éstas son más asequibles y, si no llevo apenas equipaje como ahora, prefiero hacer en metro el viaje mi casa-aeropuerto-mi casa, porque aparte de ser más rápido y fiable, me da la sensación de vivir en una sociedad donde la importancia de la gente no se mide por el cochazo que le espera a la puerta, sino por lo que hace en la vida. Y además, ahora un coche lo tiene cualquiera, y es un síntoma de modernidad y de avanzar con los tiempos el no vivir tan pegado a él. En este sentido, sería deseable que nuestros ministros y las llamadas "personas relevantes" usaran más los transportes públicos, y de paso la enseñanza pública, porque la forma de mejorarla no es huir de ella, sino calibrarla desde dentro para poder ser exigentes, pero éste ya es otro cantar. Ahora estamos en el andén de la línea 10. He llegado casi sin darme cuenta, dándole vueltas a la actuación del matón, detective, o quien quiera que fuese el individuo de la línea 8, y preguntándome por qué saldría corriendo hacia la cabecera del tren, a quién buscaría. Por supuesto ya he perdido de vista al chico de los cascos y el libro, el único viajero que compartió conmigo aquella experiencia.

Me estoy metiendo en el vagón que por fin me conducirá a mi barrio. Como no hay ningún asiento libre coloco la bolsa con el ordenador entre los pies y me cojo a la barra de acero un poco mojada por otra mano. Y así, de pie, me voy mirando en el cristal de la ventana y pensando "¡vaya pinta!, los viajes por cortos que sean le demacran a uno", cuando de pronto siento una presencia inquietante a mi lado. Giro la vista hacia la derecha, ¿y qué me encuentro ante los ojos?, la cazadora beis del matón de la línea 8. No me lo puedo creer, levanto los ojos, y aquí está, de nuevo junto a mí, con sus tensas facciones y su tensa mirada. Ya no va solo, le acompaña otro sujeto que si cabe me da más miedo aún, con una cazadora de pana negra, y con cara de ser capaz de cualquier cosa. Lo que estoy contando no es ficción es auténticamente cierto, me ocurrió el otro día y ni entonces ni ahora mismo soy capaz de entender qué estaba pasando.

El caso es que...

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2007
Blogs de autor

La condescendencia

Amarse, perdonarse, traicionarse. El vaivén conduce a la blanda aceptación de la imperfección y cuyo beneficio se expresa tanto en el compás del aliento como en un bienestar banal.

La doctrina que persiga nuestra felicidad buscará inspiración en la condescendencia, siendo esta virtud una cesión plácida ante la adversidad y un constante armisticio en la batalla de la que no se derivarán ganadores ni perdedores sino una melaza que sin ser demasiado gustosa tampoco es un tósigo, imposible de tragar.

/upload/fotos/blogs_entradas/tragar.pngLa sensación de la condescendencia puede identificarse con el paso del bolo alimenticio por el dominio de la epiglotis y más abajo por el cardias. El bolo se hace notar pero no se hace vomitar. El sujeto y el bolo componen una unidad que mutuamente se demandan: el alimento logra sentido humano y el sentido humano lo sustenta.

El acto de tragar, ese dulce quehacer del conducto que apresa y absorbe el sólido extraño, se corresponde con el momento mismo de condescender en algo. La condescendencia procede directamente de la inteligencia y forma parte de sus facultades prácticas. Pero también de sus habilidades más suaves que ensalivando, como en la ingesta, el bocado exterior lo perdona conociéndolo. Sin conocimiento no hay perdón. Ni condescendencia. Y hasta cierto punto puede decirse que la carne del sabio -no sus huesos, ni su electricidad neuronal, ni su mente alerta-  se mantiene propicia para la más dura investigación gracias a bella condescendencia, hermosa madre de toda la ciencia.

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Oficina de objetos y sujetos perdidos

Perder la compostura, los estribos, la razón, la inocencia, el estilo, el miedo, la vergüenza, la fe, la admiración, la vertical, el alma, el tiempo, la esperanza, la memoria, el sentido, la cabeza, la honra, la paciencia, las ganas, el cariño, el asco, el rastro, las creencias, las formas, el derecho, la gloria, el piso, el interés, los escrúpulos, la confianza, el rencor, la batalla, el respeto, la Perder la compostura, los estribos, la razón, la inocencia, el estilo, el miedo, la vergüenza, la fe, la admiración, la vertical, el alma, el tiempo, la esperanza, la memoria, el sentido, la cabeza, la honra, la paciencia, las ganas, el cariño, el asco, el rastro, las creencias, las formas, el derecho, la gloria, el piso, el interés, los escrúpulos, la confianza, el rencor, la batalla, el respeto, la discusión, la pasión, la ocasión, la visión, el hilo, la conciencia, el contacto, el pudor, el conocimiento, la curiosidad, la costumbre, el orgullo, el control, la objetividad, la pista, los complejos, la guerra, la estimación, el juicio, el resquemor, la ambición, la partida, la noción de perder.

Perder por condición, por karma, por knock out, por default, por penal, por muerte súbita, por sistema, por distracción, por años, por nada, por torpeza, por no dejar, por puntos, por la fatalidad, por coincidencia, por amor, por capricho, por un pelo, por una nariz, por lógica, por caridad, por suerte, por vanidad, por gusto, por descuido, por azar, por deporte, por regla, por vértigo, por celos, por cansancio, por hoy, por disciplina, por placer, por piedad, por coraje, por vicio, por principio, por trampas, por celos, por temor, porque sí, por idiota, por las prisas, por equis causa, por si las moscas, por amor al arte. Y perder por perder por perder por perder por perder, no faltaba más.

Perder al infinito, en espiral. Aprender a perder, perfeccionarse. Cargarse de razones para seguir perdiendo. Encontrarle a perder el lado romántico. Malograrse en secreto. Flagelarse en público. Boicotear sutilmente todo amago en sentido contrario. Rechazar con vehemencia la humillación de ser rescatado. Encontrar un orgullo en caminar de frente hacia el colapso. Creer al fin que así, perdiendo por perder, se logra cuando menos echarle en cara al mundo su desdén.

El de perder es un vicio sencillo y barato, cuyo torcido sex-appeal es para muchos tan inexplicable como el imán de la ruleta rusa. Perder por darle gusto a Narciso, que cual buen fan perdido se conforma con poco. Perder para poder colgarse la cómoda etiqueta de subterráneo vocacional. Perder sobre la mesa y ganar debajo de ella. Perder y extorsionar, jugar a ser el débil para así cobrar fuerza. Perder por estrategia, con las cartas marcadas. Perder con la avidez del ganador perpetuo. Perder pistola en mano, disparando.

A veces, de mañana, uno debe enfrentarse a un personaje que ha contraído el vicio de perder. Lo cual quiere decir perder con él y, si es posible, rescatarse a tiempo. Pensar: yo soy el narrador, ni modo que me muera a media historia. Usar el propio vicio como salvoconducto. A veces, sin embargo, me pitorreo de él, o hasta de todos ellos. Victimistas de mierda, les digo, pónganse a trabajar. Pero no me hacen caso, insisten en llevarme a su sepelio. Hoy el protagonista se puso en ese plan y lo dejé con la queja en la boca. Tanto trabajo para crear un pícaro y en la primera curva se me convierte en extorsionador moral. Le he dejado bien claro que no negocio con chantajistas, y acto seguido me largué a la calle.

Escaparse de una novela en proceso es tan fácil como vender al amor de tu vida en un mercado de esclavos, pero eso no lo saben los personajes. De pronto necesito que se miren hundidos y a solas, y se aterren. Después correr, nadar, bucear tras ellos, traerlos de regreso e insuflarles aliento a golpes en el tórax. Cuando los veo moverse, respiro junto a ellos. Me entrego entonces a contar o contarme, con mal disimulada desesperación, otro pedazo de su historia perdida. Para ver si así tienen algo que perder.

Leer más
profile avatar
6 de diciembre de 2007
Blogs de autor

El Gran Maestro del Tiempo

 

La fascinante enseñanza del ajedrez permite a la mente adiestrarse en conjugar tres nociones esenciales: espacio, materia y tiempo. Las casillas, las piezas y el segundero del reloj que no deja de girar. El dominio de la jugada exige manejarse con destreza en los tres campos de batalla, pues en los tres órdenes se da la confrontación. Ganar la partida, imponer al adversario la propia maestría, implica además adivinar sus movimientos, comprender la lógica que regula y hace previsible su reacción.

Debemos considerar esta habilidad superior -propia de algunos espíritus enloquecidos y visionarios- cuando apliquemos modelos matemáticos al proceso del deterioro climático. Si queremos saber dónde y en qué momento nos encontramos, calibrar las opciones que nos quedan y tocar sólo aquéllas piezas que podamos mover, más nos vale admitir la tiranía del tiempo escaso. Esto es: lo que no sea hecho dentro de plazo, no será hecho jamás.

La Humanidad no está acostumbrada a soportar la agobiante presencia del tiempo limitado y único. Se ha educado con los juguetes de eternidad que le ofrece la imaginación religiosa y en el ámbito doméstico prefiere el malabarismo de omitir la cercanía de la muerte que su reloj biológico le impone. La Humanidad no quiere aceptar la existencia de ese plazo de tiempo fuera del cual nada puede ser hecho. La misma existencia del tiempo contado, irremediablemente consumado, le parece una horrible pesadilla.

La Humanidad ha crecido confiando en una perpetua segunda oportunidad. Sin embargo, el previsible desencadenamiento de catástrofes ambientales, como consecuencia de la precipitación de las partículas de CO2, en una atmósfera progresivamente colapsada, anuncia un desconcertante desenlace para la grandiosa epopeya humana: perdidas una tras otra todas las oportunidades, la civilización industrial debe contemplar con impotencia su última tragedia.

Una cultura que fundamenta su bienestar en el despilfarro energético, sólo tendrá tiempo de comprender una cosa: su orgulloso y supremo ingenio es incapaz de detener la maquinaria industrial que devora su futuro.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Palabras en penumbra

Creo firmemente que las condiciones en las que uno escribe determinan también la forma de lo escrito. Nunca será lo mismo escibir con teclado electrónico que en uno mecánico, ni hacerlo echando mano de la pluma fuente que de un procesador de palabras. El ritmo es diferente, tanto como la percepción del espacio y la manera de abusar de él, entre otros ingredientes poco o nada tangibles. Lo mismo pasa durante las distintas horas del día o la noche, una cosa son los fantasmas tímidos de una tarde nublada y otra muy diferente los demonios que llegan detrás del crepúsculo. Me horroriza la idea de tener que escribir una novela de noche, cuando el tiempo es elástico y campea una inquietante sed de abismo.

De noche es más sencillo destruir, como que uno se arrima fácilmente a los límites. Ya solamente el timbre del teléfono -inesperado después de las once, extravagante pasadas las tres, asesino a partir de las cinco- constituye un evento perturbador, por no hablar de cada una de las especies, casi todas escasamente fotogénicas y de hecho espantosas, que tradicionalmente merodean la noche, cuando las sombras crecen y cualquier ratoncillo nos arrebata el sueño. Lo abstracto cobra forma y dimensión, lo concreto se pierde entre las sombras. Las librerías deberían incluir un estante dedicado a la escritura nocturna. Cualquiera sabe para qué quiere un libro hecho de noche. Dirían las abuelas: para nada bueno.

De día se da uno lujo de albergar toda suerte de ideas constructivas; de noche, en cambio, las guapas son las abismales. Ideas crudas y ácidas, que no obstante a la vuelta de algunas horas de sueño quedarán listas para cocinarse al sol. Pero uno a veces las consume de noche, al tanto de que entonces son tóxicas y contraproducentes. Puedo ejercer algún control dictatorial sobre las parrafadas diurnas -que suelen ser alegres, despreocupadas y optimistas- que las nocturnas nunca aceptarían, toda vez que son broncas y voluntariosas como un toro reacio a ser cabalgado.

Puedo contar con la lealtad del mediodía y esperar razonablemente un cierto porcentaje a mi favor de mañanas y tardes soleadas, pero la noche suele mudar de opinión. Hoy se alía con el romance, mañana con el desengaño, la semana que viene con el dolor de muelas. Pero uno así la quiere, y hasta se cuelga de ella para apelar a instancias tan remotas como las invocadas por Rita Ribeiro con tal de contraer el sortilegio ansiado y lanzarse a escribir macumba abajo, abriendo de repente las puertas que no debe por el puro placer de desafiarse.

Las palabras no suelen ser inocentes, ni inofensivas. Menos aún cuando las pronunciamos bajo el sortilegio ancho de la noche, creyendo ingenuamente que su huella se borrará con el arribo protector del alba. Menudean los guiños de la luna que el sol es incapaz de descifrar, tanto como esos ecos que se nos alejan con el solo propósito de regresar después, como el vampiro vuelve por el cuello querido. "Oigo ruidos", solía gritar de niño, a media madrugada, cuando me despertaba temiendo que viniera el hombre lobo por mí. Hoy día escribo alimentando la esperanza de que disculpe aquellos despropósitos y acuda a los llamados de mis palabras. Con lo ocupado que andará, el pobre.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Te amo, yo tampoco

Se acaba de publicar en España -en la editorial Mondadori- la biografía de uno de los más incorrectos, interesantes, provocadores, importantes y desconocidos cantantes y compositores franceses. Él fue un absoluto ídolo, no sólo por sus canciones, en Francia y casi un desconocido en el resto del mundo. Se llamó, se llamará siempre, Serge Gainsbourg. Del anonimato y del olvido fuera del territorio francés le salvó una canción. Un escándalo de canción que todos conocemos, un himno jovial al placer del amor: Je t'aime, moi non plus. En la biografía, de Silvie Simon, se dedican muchas páginas a la historia de esa canción. Una canción que fue escrita y grabada para una de sus amantes de entonces, una tal Brigitte Bardot. Que era muy hermosa, pero que ya era tonta, temerosa y convencional. Cuando la canción se persigue en Francia, después se prohibiría en medio mundo, la acobardada con mucho cuerpo y pocas luces , la famosa BB, le pide a Serge que no saque el disco, que, por favor, por sus horas felices en la cama, retire el disco. Lo hace. Y busca otra que quiera cantar ese himno amoroso lleno de jadeos y suspiros. /upload/fotos/blogs_entradas/jane_birkin.jpgDespués de tentativas fallidas -¡qué pena que Marianne Faithfull dijera no, y no por cuestiones morales o cobarditas como BB sino por el control que sobre ella ejercía su novio de entonces, Mick Jagger- se grabó con una chica de piernas largas, ojos grandes, minifaldas cortas y con la deliciosa seducción de las andróginas. La chica se llamaba, se llama, Jane Birkin. Desde entonces estamos enamorados de su voz, su cuerpo, sus dientes, su sonrisa, sus hijas y de todo lo que haga este delicioso ser que por un tiempo fue capaz de domar, amar, hacer padre y amigo al más genial de los músicos pop de Francia.

Hace años murió Serge. Sin haber follado con Whitney Huston -como claramente lo dijo en directo en un programa de televisión- pero habiendo estado con algunas mujeres muy hermosas. Y habiendo compuesto algunas canciones que nos acompañan desde hace años. Murió por haber bebido demasiados cigarrillos. Bebió demasiados Gitanes. En su casa, en los exteriores del número 5 de la Rue Verneuil, en pleno Saint Germain, no queda un trozo de pared sin graffitis. Muchos se lo imaginan divertido en el cielo. Como aquel dibujo de una revista satírica francesa y famosa, se lo imaginó atacando sexualmente a la mismísima Virgen María, prometiéndole una bella canción.

Se nos olvidarán otras canciones, pero nunca olvidaremos los susurros de aquella canción que cantó con Jane Birkin. Por cierto, que algo le debe a su amigo Dalí. Algo del título. El de Cadaqués había dicho aquello de : "Picasso es español, yo también. Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco". Moi non plus.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

II. 5. Carreteras invisibles

Rafael Argullol: Es muy atractiva la posición de los pintores de íconos griegos o rusos porque al pintar íconos lo llaman "escribir íconos", y esa escritura es como una plegaria, como un rezo, además ilimitado. El pintor de íconos en el sentido puro no concibe que haya un final para su obra.

Delfín Agudelo: Los íconos griegos me recuerda una idea que siempre he tenido acerca de la mitología griega, como un "Jardín de senderos que se bifurcan", acuñando el título de Borges. Al caminarla, un relato se bifurca, un mito se revela. Aquí vemos la idea del artista como el desvelador del secreto, aquél que produce una obra a partir de un secreto descifrado.

R. A.: Si nosotros pudiéramos reunir todos los sueños de los seres humanos como si fueran un rompecabezas, entonces realmente tendríamos una exhaustiva cartografía, un exhaustivo mapa de la condición humana. Si pudiéramos reunir todos los mitos que ha dado la humanidad en todas las mitologías, creo que tendríamos también un mapa muy aproximado de la condición humana. Pero como el orden de este rompecabezas es algo que nunca lograremos hacer, lo que hace el arte es ir en cierto modo buscando por las grietas, por los resquicios, por estos senderos que efectivamente se bifurcan, porque el artista o el poeta queda en la situación de una especie de oteador, va oteando, tiene que ir eligiendo, tiene que ir equivocándose. Porque si el poeta acierta siempre en la bifurcación, no estaríamos hablando de poesía, sino de religión, de teología, de otra cosa./upload/fotos/blogs_entradas/lostrazosdelacancion1.jpg Lo importante y decisivo es que se integra el error, y la frontera entre acertar y errar muchas veces es fragilísima. Entonces al artista otea, acierta o se equivoca, y vuelve sobre sus pasos continuamente. A mí me gustaban mucho las comparaciones que se podían deducir de la obra de Bruce Chatwin, por ejemplo de su libro Los trazos de la canción, que habla de esas tramas invisibles para los no iniciados en el desierto de Australia, en que los indígenas se orientaban a través de sus propios cantos, como si establecieran carreteras invisibles. Y eso me parece que sería una buena imagen de lo que es el artista, pero también sería una imagen que confirmaría el hecho de que  el noventa y nueve por cierto de lo artístico es espectral. Nosotros vamos dejando huellas en el camino, pistas, pero las pistas buenas son el uno por ciento de todos nuestros movimientos alrededor de estos mitos y de estos sueños y preguntas.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Crónicas del metro (3)

El chico del libro y los cascos sentado enfrente siente tanta curiosidad como yo. Entre curiosidad y alarma porque el matón cada vez se muestra más intranquilo. Parece que somos los dos únicos testigos de algo que está pasando en un vagón lleno de gente absolutamente ajena a los demás o que saben disimular de maravilla. En esta especie de viaje interior uno se da cuenta de que hay gente muy suya, como la que va leyendo el periódico con la cabeza metida entre las páginas para que no se le pueda echar un vistazo, cual si fuese una carta de amor. Imaginamos que no irán al cine para que otros no vean la película al mismo tiempo que ellos. Qué maniáticos somos, a mí misma me sacan de las casillas los libros forrados, esos en que no hay manera de descubrir el título. Se puede ir enseñando el ombligo y la tira de los calzoncillos, pero no lo que uno lee (será por eso de dime qué lees y te diré quién eres), como cuando termina la película y se enciende la luz de la sala y nadie expresa una opinión abiertamente y como mucho se oye algún susurro por lo bajo. Lo que podría hacer pensar que estamos más seguros de nuestros cuerpos que de nuestro criterio.  

También se me ocurre pensar que el matón sólo sea un detective privado que va siguiendo a alguien, aunque sería un detective muy torpe y escandaloso. Me gustaría tanto poder intercambiar impresiones con el vecino de enfrente, pero no es oportuno ni se dan las mínimas condiciones para poder hacerlo porque el matón siempre se encuentra en mis inmediaciones. Es como un imán para mis ojos, lo miro varias veces, es una persona que me resulta extraña. Los tres venimos en la línea ocho, yo desde la Terminal 4 de Barajas. Cuando llegamos a Nuevos Ministerios todos salimos al andén. Y allí el chico de los cascos y el libro y yo nos quedamos mirando cómo el matón se dirige muy rápido, casi corriendo, hacia la cabeza del tren. La curiosidad es más fuerte que nada, y creo que me detengo más de la cuenta, hasta que cargada con la cartera del ordenador en la mano y una mochila en la espalda subo las escaleras hacia...

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

La filosofía como matriz de significación

Nunca se reiterará en exceso que la filosofía, precisamente por constituir una exigencia elemental del ser lingüístico, alcanza un elevado grado de complejidad. Pues las cuestiones elementales son la auténtica matriz, tanto de la disposición espiritual que conduce a la ciencia como de la que conduce a la exigencia artística. La matemática, la reflexión musical, o la física teórica, encuentran en la filosofía un auténtico punto de convergencia, una "unidad focal de significación", según la formulación aristotélica. En  ausencia de esta última las disciplinas particulares quedan reducidas (según expresión de un matemático eminente) a la insignificancia. No otra cosa indicaba Descartes cuando añadía a sus trabajos científicos ese prólogo legitimador conocido como Discurso del Método.

Cierto es que la distribución del saber está hecho de tal forma que los lectores de Descartes, o bien son especialistas en algún retazo del contenido científico, o bien son especialistas en el prólogo (estos últimos son precisamente los formados en la facultad de filosofía. Extraña quiebra que Descartes viviría como auténtica mutilación, pero que no escandaliza a los voceros culturales ni a los responsables de nuestra formación.

Expresión tristemente ejemplar de esta situación es lo que hace unos años pasaba con la matemática (afortunadamente ya no es así). Pues se introducía a los niños en esta disciplina mediante la teoría de conjuntos, sin explicarles nunca cuál era la función quizás primordial de la misma, filosófica donde las haya. Pues Georg Cantor, el fundador de la misma, pretendía ante todo disponer de un arma para abordar el problema esencialmente filosófico del infinito. Y cabe obviamente hacer matemáticas sin teoría formalizada de conjuntos, mientras que es imposible sin ella abordar con rigor "ese delicado laberinto" que, al decir de Borges, constituye la cuestión del infinito.

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.