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Medalla de oro y bronce

Juegos de Pekín. Sábado por la mañana. Samuel Sánchez gana su y nuestra primera Medalla de Oro olímpica. Su entrada en la meta fue emocionante y me alegro por él porque es un luchador que hasta ahora no ha tenido fácil ganar. No es mal comienzo para sí mismo y para el resto de deportistas españoles, porque con la moral alta es más fácil hacer grandes cosas, de hecho el deporte español ha viajado a China con la vitrina bien repleta de triunfos. Pero también es muy importante intentar ganar cuando se tiene la moral baja, cuando no te viene todo rodado, cuando las cosas no salen como se supone, cuando todo el mundo espera que el triunfo sea para otro. Entonces ganar sabe a gloria porque no sólo se ha entrado el primero, no sólo se tiene la mejor marca, sino que se le ha dado la vuelta a la realidad y eso es muy saludable. Es algo que sucede con menos frecuencia de lo que parece porque la mayoría de las veces no esperamos que ganen los mejores sino los ganadores.

Juegos de Pekín. Domingo por la mañana. Segunda medalla. José Luis Abajo gana la Medalla de Bronce, la primera para este deporte en unos Juegos Olímpicos.

Ojalá que sigan las sorpresas.

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11 de agosto de 2008
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El hombre almohada, o el nuevo Fausto

The Pillowman me llenó de curiosidad desde que leí en el New York Times la crítica de la versión de Broadway, con Billy Crudup en el papel de Katurian. Ya había registrado comentarios interesantes respecto de su autor, Martin McDonagh, debidos a sus obras anteriores (la trilogía de Leenane, y también The Lieutenant of Inishmore), haciéndome la debida anotación mental para echarle un vistazo apenas pudiese: irlandés, con debilidad por las historias violentas y llenas de humor negro, McDonagh jugaba en el patio central de mis intereses estéticos.

Hace pocos meses me compré en Londres la edición en libro de The Pillowman. La leí de un tirón. Me dejó un sabor agridulce. Eso ocurre muchas veces cuando uno se crea demasiadas expectativas en torno de una obra. Suele ocurrir que esa obra -libro, película, drama teatral- no sea exactamente lo que uno se imaginó que sería. El único problema grave, en todo caso, ocurre cuando la obra en cuestión no es lo que uno esperaba, pero tampoco es ninguna otra cosa válida o interesante. Ese no fue el caso de The Pillowman. Pero sólo terminé de entenderlo anoche, viendo en Buenos Aires la puesta de Enrique Federman producida por Daniel Grinbank.

El atractivo de The Pillowman ya me había quedado claro desde aquella crítica en el Times. Katurian -allí Billy Crudup, aquí Pablo Echarri- es un escritor de cuentos terribles, casi inédito (tan sólo le han publicado una historia, en un medio gráfico de oposición al régimen), que es detenido por la policía cuando alguien empieza a imitar sus relatos oscuros en la vida real. McDonagh ubica la obra en un tiempo y en un país indeterminado, pero la recurrencia a nombres de origen eslavo (Katurian, Tupolski, Michal) sugiere Europa Central, y la omnipresencia de un Estado dictatorial recuerda los años de la dominación soviética. Pero para cualquier argentino mayor de 30, el escritor sospechado, las fuerzas policiales todopoderosas y su debilidad por la picana eléctrica no pueden sino remitir a nuestra propia experiencia dictatorial -y producir el escalofrío correspondiente.

/upload/fotos/blogs_entradas/pillowman.3jpg_med.jpgLeyendo el texto de la obra, sentí la misma inquietud del interrogador Tupolski frente a los cuentos de Katurian: me pregunté de manera incesante cuál era su tema. ¿La cuestión de la libertad de expresión bajo un sistema opresivo? ¿La crítica a una sociedad paternalista que de una manera u otra nos convierte a todos en (ex) niños abusados? ¿Una reflexión sobre la compulsión de todo creador, que privilegia la supervivencia de su obra a cualquier lazo humano? ¿Todo lo anterior a la vez? ¿O era apenas un endeble andamio teatral que McDonagh utilizaba para shockear al espectador -la experiencia de ver Pillowman es fuerte- mientras vierte sus propias, ominosas historias por la boca abierta del público, a la manera del aceite de ricino con que se forzaba a los niños de antaño -por su (presunto) bien?

Viendo en escena la obra de McDonagh, comprendí que esa negativa a dejarse comprender a simple vista y de una sentada, era parte de lo que me seducía. Así como Katurian se resiste a la demanda del policía Tupolski, que espera que sus relatos indiquen, esto es sugieran con trazos gruesos el tema que pretenden abordar, The Pillowman se rehúsa a ser simplificada, desbrozada, predigerida. En un tiempo de comidas y de entretenimientos ready made, no es poco mérito.

Pero entre la trama de temas y preocupaciones que Pillowman despliega, creo haber hecho al fin mi propia lectura. Al menos para mí, The Pillowman es una obra sobre la obsesión creadora. ¿Quién que no sea un artista, y quién que no se considere público devoto -lector, espectador- entenderá que la vida puede obtener el sentido que para tantos es esquivo, si logra cristalizarse en una obra inmortal? Ante la resultante de un cuento, una película o un drama inolvidable, todos los dolores y requiebros de la existencia quedan justificados. Puesto en la disyuntiva de ser preservado del dolor o de obtener una obra maestra, todo artista que se precie elegiría el combo agridulce: el dolor y la gloria, por supuesto. Del mismo modo, ninguno de nosotros como espectadores o lectores elegiría convertir a Malcolm Lowry en un señor feliz al precio de perdernos Bajo el volcán; no señor, queremos que los artistas sigan sufriendo siempre y cuando la compresión de ese dolor arranque un diamante del carbón original.

No es casual que yo haya comprendido esto tan sólo viendo a los actores en vivo: Carlos Santamaría como Tupolski, Vando Villamil como Ariel, Carlos Belloso como Michal, el hermano retardado de Tupolski. (En una composición luminosa, Belloso vuelve cierto aquello de la verdad más profunda se encuentra a menudo en los labios del idiota.) Pero ante todo, lo comprendí experimentando el increíble desgaste físico y emocional de Pablo Echarri en escena. Al verlo prodigarse de ese modo (volviéndose irreconocible, casi ratonil, tan distinto del Echarri habitual como Gregorio Samsa del insecto en que se transformó un día), entendí que Katurian elegiría sin duda padecerlo todo otra vez -del mismo modo en que el actor teatral lo hace cada noche, dicho sea de paso- si le asegurasen que sus cuentos vivirían para siempre.

¿No es ese el pacto que suscribiríamos todos, de molestarse alguien en presentarnos el contrato?

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11 de agosto de 2008
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Bolivias

Los grandes problemas de ciencias políticas comparten un rasgo común: no tienen solución. En otras palabras: son problemas que obligan a vivir sin tener una solución. Casos de Medio Oriente, del País Vasco, de Osetia, para citar unos ejemplos de violencia reciente o actual. Casos de personas que conviven en un territorio sin tener la capacidad de convivir en paz. Es el caso de Bolivia o mejor dicho de las Bolivias pues el resultado de las votaciones del domingo  permite comprobar la existencia de dos países: el territorio de los Andes, que se reconoce en el presidente Evo Morales, y la llamada "media luna", donde prefectos (gobernadores) elegidos sobre programas de construcción de la autonomía son confirmados en su cargo.

 Si ponemos aparte el caso de los departamentos de Oruro y La Paz, cuyo resultado desconozco en el momento de escribir, vemos un país estable en su implacable división. Un apasionante sondeo de Equipos Mori lo decía de manera completa antes de empezar el año 2008: Bolivia, de manera general, quiere mantener a Morales pero no reconoce la legitimidad de "su" constitución votada en un recinto militar y sin presencia de la oposición. Hace unos meses, leí un post pre-referéndum revocatorio que vale la pena releer hoy: "Voy al grano. A las conclusiones. Primera: el referéndum revocatorio no resuelve la crisis política, ni siquiera la atenúa. La extiende, la posterga, la traslada unos meses para que los actores ganen tiempo y busquen que el pueblo decida, ¡como si el pueblo supiera lo que quiere!"... Este texto lo dice todo de manera muy acertada sobre el carnaval electoral, incluyendo lo que se afirma sobre el desprecio a las mujeres.

 Ahora, nadie lo puede negar, lo prometido por las encuestas corresponde a lo que decían los estudios de fondo, que no es diferente del resultado de los votos: Evo Morales es presidente de un país que no existe. Un informe (en inglés) de George Gray Molina es quizás la lectura ineludible de este lunes. Otra vez, claro, es un aporte de Inter-American Dialogue, la organización que sigue siendo imprescindible para mirar a América Latina. Más allá de la descripción de la larga marcha a la polarización (definida con gran precisión en este documento) se repite en el último párrafo los dos puntos que nadie puede borrar de la agenda del país: participación real de los indígenas en la vida política y autonomía real de los departamentos responsables del desarrollo económico. Evo Morales es la cara y la figura del primer punto y el obstáculo aparente al segundo. El presidente confirmado en su cargo es a la vez la solución y el problema de las Bolivias.

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11 de agosto de 2008
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Saúl Noé Martínez Ortega

Lo golpearon hasta matarlo. Hijo de un periodista y hermano de tres periodistas más, dejó esposa y tres niños. El cuerpo fue descubierto envuelto en una cobija en el fondo de un barranco de 40 metros de profundidad, ubicado a la altura del kilómetro 77 de la carretera Janos-Agua Prieta, Sonora. Lo mataron el 23 de abril de 2007  cuando investigaba el secuestro de un vecino de la localidad donde trabajaba como reportero de Interdiario. La familia del periodista no tuvo acceso al expediente ministerial y mostraron su desconfianza sobre el tratamiento de las autoridades al caso, que aún sigue sin resolverse.

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11 de agosto de 2008
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Javier Marías, premio José Donoso de Literatura

La noticia de la concesión del premio José Donoso -el premio literario internacional más importante que tiene Chile- a Javier Marías no debería sorprender a nadie. Si pensamos sólo en narradores, Marías se encuentra, junto a Juan Goytisolo, Juan Marsé y Enrique Vila-Matas, entre los grandes indiscutibles de la literatura española contemporánea. De los cuatro, Marías es el que ha logrado trascender más en su impacto fuera de las fronteras de España. Su obra ha sido traducida a treinta y cuatro idiomas, ha vendido casi cinco millones de ejemplares, y ha ganado premios del nivel del IMPAC.  

Javier Marías ha construido un mundo narrativo muy complejo que tiene la virtud de convocar a nombres centrales de la literatura universal -Shakespeare, Cervantes, Sterne, Henry James, Proust- sin por ello palidecer en la comparación, o desaparecer bajo el peso de influencias tan peligrosas (no es fácil buscar emparentarse con Shakespeare y vivir luego para contarlo). En Marías, el mundo importa a partir de sus narradores, y también, cada vez más, a partir de quienes escuchan las narraciones. Narrar es peligroso, la narración es un "cerco de sangre" que no desaparece de nosotros, un veneno para el que no hay antídoto. La prosa sinuosa de Marías, muy consciente de sí misma, es una puesta en escena formal de aquello que predica: pocas cosas hay en la ficción de nuestros días que sean más encantatorias que las voces de los narradores de Marías. O mejor, la voz del narrador, porque siempre parece ser el mismo: un ser dubitativo, oscilante, puntillista, cuya gran aventura es la del intelecto, pues todo pasa por su cabeza, todo repercute, todo reverbera en él. Un ser que sabe que el tiempo avanza y quisiera ampliar la narración del instante antes de la llegada inevitable de la "difuminación" (si Proust busca recuperar ese tiempo ya avanzado, Marías sabe que eso es imposible: al tiempo ya ocurrido no le queda más que la aniquilación).

Marías reivindica la novela como el único género artístico verdaderamente capaz de explorar en detalle la subjetividad del ser humano y moverse a sus anchas a través del tiempo y su envés. En la exploración incansable de ese tema, el escritor español ha escrito al menos tres obras maestras: Todas las almas, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí. A ese conjunto de textos imprescindibles debe agregarse la monumental Tu rostro mañana, una trilogía arriesgada en su voluntad de llevar al extremo su experimentación con el tiempo narrativo y el de la historia, y Negra espalda del tiempo, ese híbrido de ficción y no ficción inicialmente poco comprendido, que, con el paso de los años, se va revelando como un texto cada vez más importante, un precursor de ciertas tendencias centrales en la narrativa contemporánea. Hay críticos y escritores que son capaces de defender a muerte su Vidas escritas, ese conjunto notable de perfiles de escritores, y, a pesar de la imagen de Marías como un escritor encastillado en su torre de marfil, como articulista se muestra como un agudo y malhumorado) observador de las vidas y costumbres de la sociedad española. En conjunto: se trata de una obra que se merece ampliamente el premio José Donoso.

(La Tercera, 8 de agosto 2008)

 

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11 de agosto de 2008
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Galería de espectros: Don Juan

Rafael Argullol: Hoy en mi galería he visto el espectro huidizo de Don Juan

Delfín Agudelo: ¿Te refieres al de Tirso de Molina, al de Molière, al de Zorrilla, o a todos?

R.A.: No sabría distinguir entre ellos. Cuando pienso en el personaje Don Juan pienso en un arquetipo que se va alimentando a través de sucesivas obras que va sufriendo una metamorfosis, que va cambiando su relación con el mundo, incluso que va cambiando su propio destino. Evidentemente el origen de ese personaje lo busco en la Sevilla dibujada por Tirso de Molina, el personaje del burlador. Luego lo veo entrando en una gran maduración y complejidad literaria a través de la encarnación que le hace Molière; luego, por ejemplo, el carácter demoníaco que le otorga Lord Byron también es una vertiente distinta al personaje y luego finalmente el Don Juan romántico de Zorrilla, con ese giro en que es salvado por el efecto del amor, acabaría de redondear las distintas versiones de un personaje que sin embargo, de manera paradójica, quizás alcanza su mayor representación en una obra musical, Don Giovanni de Mozart, y el libreto de Lorenzo Daponte. El final de ese personaje que más allá de las obras veo en una continuidad y como un arquetipo, siempre me ha llamado la atención una especie de  tristeza violenta que le embarca. Es un personaje sumamente contradictorio: por un lado tiene una cierta grandeza transgresora, por el otro tiene algo de muy miserable en el sentido de ser incapaz de gozar realmente. Es alguien que acumula sombras de placeres pero no los placeres. En ese sentido el arquetipo de Don Juan es bien distinto al de Casanova, que sí era un hombre que a través del amor de las mujeres parece acercarse a una auténtica vida de los placeres. En Don Juan, en cualquiera de los casos, siempre advertimos esta insaciabilidad, y esa mezcla de una grandeza que se manifiesta en el desafío incluso a las fuerzas ultramundanas, el desafío a Dios, y por otro lado una cierta mezquindad, ya no solo en la relación con las mujeres, sino en la relación con la vida: es un hombre patéticamente incapaz de vivir el razonamiento y los matices de la vida, llegando así a un momento en que lo único que hace es una fuga hacia delante, acumulando sombras de placeres y de amores, pero casi nunca el placer y el amor. Eso le da una vertiente especialmente trágica.

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11 de agosto de 2008
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Flor de Lotto / VI

VI. Huellas de huachinango

-¿Ostiones, amiguito? -al facilitador toda negociación exitosa le abre el apetito; no así a su acompañante, que sigue con náuseas. Hace ya varias horas que Segismundo Andersón aceptó su propuesta, pero aún no entiende al mundo mucho más que los tres infelices langostinos que malviven sus últimas horas en la pecera, al fondo del restaurante. Trae puesta la camisa con la que lo sacaron de Miami, todavía impregnada del olor del pescado que después se pasó la noche vomitando.

     -Ni siquiera me has dicho cómo me trajeron. No tengo pasaporte. ¿Qué voy a hacer en México? Soy ilegal, no puedo ni valerme por mí mismo. Además, no me gusta esta ciudad. Viví aquí un par de años, los peores de mi vida.

     -No sabías negociar, por eso te iba mal. Pero estás aprendiendo, rata suertuda. La mayoría no tiene esa oportunidad.

     -Tenía diez años, no había casi nada que fuera negociable.

     -¿Diez años, dices? Mala edad para un mal negociador. Seguro te vendiste barato desde el primer día. Enseñaste tu juego, amiguito. Creiste que un jodido par de cuatros te iba a sacar de pobre y toma, te encajaron un full de ases y reinas. Pero ahora es diferente. ¿No ves que estás de suerte, hijo mío?

     Mauricio Morazán Dupont. Treinta y cinco años, noventa y cuatro kilos, un metro ochenta y uno. Ex periodista, ex policía, ex convicto, chantajista en funciones, ejecutivo a sueldo de clientes que tampoco juegan a los dados. Vino al mundo en el barrio santiaguino de Vitacura, durante la mañana en que fue derrocado Salvador Allende. Con un mes de nacido, voló junto a su madre hacia Estocolmo; un par de años más tarde los dos aterrizaron en la ciudad de México, acompañados por el hermano del padre, para entonces difunto y enterrado sabría Pinochet dónde. Ya con quince años, se enganchó a una banda de ladrones de partes automotrices. A los diecisiete ingresó en el Consejo Tutelar para Menores Infractores por su presunta responsabilidad en decenas de asaltos a mano armada. Años después caería tres veces en la cárcel por el mismo delito: fraude maquinado. Se cuenta que a las pocas horas de dejar el Consejo Tutelar, Mauricio Morazán prometió ante su madre moribunda que nunca más empuñaría una pistola. Nadie como él calcula todo lo que ha dejado de ganar por causa de esa limitación, pero todos estamos más o menos de acuerdo en que gracias a ella sigue vivo. En sus propias palabras, el facilitador Mauricio Morazán es "un comecaca que duerme tranquilo". Su papel predilecto: el policía bueno.

     -Hazme un favor, Mauricio. Una cosa nomás. ¿Negociarías dos preguntas conmigo? -luego de un buen duchazo en la casa de Fuente de Venus, Segismundo ha empezado a recordar detalles. Se comería gustoso dos docenas de ostiones si no fuera por el olor a huachinango que no se le despega de la camisa. Por lo demás, es todavía mayor su apetito de información bien fresca.

     -Dos preguntas, tal vez. Dos respuestas, no creo. ¿Qué me darías a cambio, por ejemplo?

     -¿Qué más quieres, si ya estoy en tus manos?

     -Échalas, pues. Si me gustan, puede que las responda. Si no, sería cosa de negociar.

     -Una: ¿Quién era la mujer del cuadro de la sala? Dos: ¿No es la misma que conocí en Miami?

     -¿La piernuda del cuadro? ¡Lotería! Ya te habías tardado, paparrín... -una sonrisa chueca se le escapa a Mauricio Morazán. El rictus del sabueso que recién agarró al sospechoso en flagrancia.

Mañana en FLOR DE LOTTO: VII. La Corleonetta. 

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11 de agosto de 2008
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Mañana

Es el evento literario del verano. Empieza mañana, nueve de agosto, en la plataforma de blogs Wordpress, con el primer post del blog de George Orwell. Más de cincuenta años después de su muerte (en 1950), el autor de 1984 volverá de la manera menos esperada: en una bitácora electrónica, completa con RSS para la necesaria suscripción. Cada día, hasta el 2012, se publicará la entrada diaria de los cuadernos escritos por el autor desde el 9 de agosto de 1938 hasta el año 1942. Es una primicia pues el texto íntegro nunca se publicó.

Se trata también de una utilización inteligente del medio electrónico con una recuperación del ritmo inicial del artista, setenta años después, día a día. Tengo mucha ilusión, pues Orwell es un comentarista o más bien autor de apuntes de primer orden; se ve en sus artículos o en sus notas personales como Sin blanca en París y Londres (editorial Destino en España). La idea de encender mi ordenador cada día y de tener una nota de Orwell hasta el 2012 es francamente una oferta de lujo. Además, no es algo anacrónico. Todo el contrario. Se puede imaginar un autor que escribe diariamente, a mano, en un papel, notas publicadas después tal cual en un blog. De hecho: se pone en venta un nuevo bolígrafo que hace el milagro de recoger la escritura manuscrita para reproducirla en seguida en un documento electrónico. Graba el sonido también en el momento de la escritura y si se trata de una voz transcribe las palabras en caracteres de impresión. Para los estudiantes, es el futuro: tener una transcripción inmediata de lo que dice el profesor y tener también sus notas en un fichero. Es lo que le faltó a Eric Blair (verdadera identidad de Orwell). Hoy, tendríamos cada día, a la vez, sus notas y los ruidos de su vida diaria, la taza de café en el plato, las voces que interrumpen su trabajo, etc.

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8 de agosto de 2008
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Voto por las Olimpiadas de la mentira

¿Son ustedes de los que se vuelven locos con las Olimpiadas? Siendo pésimo espectador de deportes en general, admito que no me mueven un pelo. Supongo que la ceremonia de inauguración será espectacular y que me cruzaré todo el tiempo con tal o cual competencia, dependiendo del grado de triunfalismo que nuestros deportistas nos permitan. Sólo disfruto estas competencias en términos estéticos y, si se quiere, naturales: el cuerpo humano en acción puede ser una cosa muy bella -siempre y cuando no haya víctimas que lamentar.

Las Olimpiadas sólo cruzaron por mi mente por cuestiones políticas. Hace pocos meses, en camino hacia el centro de salud donde nos aguardaba una ecografía, mi mujer y yo nos topamos aquí en Buenos Aires con una manifestación por los derechos del Tíbet. Habiendo vivido en un país donde el pensamiento y por ende la libre expresión estaban censurados, no me cuesta nada sentir empatía con los disidentes. Esa es, quizás, la gran razón por la que no podría gozar abiertamente con estas Olimpiadas, aunque fuese fan de los deportes. La participación de tantas naciones a pesar de las violaciones del régimen a los derechos humanos me trae recuerdos del Mundial 78. La belleza del deporte no me resulta razón suficiente para soslayar dramas flagrantes.

Lo que entró en el terreno del humor fue la intervención de George W. Bush, que obviamente cuenta con mucho tiempo libre en sus manos. Visitar China durante las Olimpiadas, reunirse con el presidente Hu Jintao y criticar al régimen durante una breve excursión a Tailandia constituye un récord en materia de hipocresía para un mandatario que ya viene de batir muchas marcas en ese terreno. Si el hombre es tan religioso como dicen, ¿cómo es posible que no haya oído nunca del pasaje evangélico donde Jesús dice: ‘El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra'? ¿O es que Bush cree que el mundo considera que la administración que invadió Irak y creó Guantánamo es un faro mundial en materia de derechos humanos?

Si existiesen Olimpiadas de la mentira, el nefasto George W. se habría garantizado ya una medalla de oro.

En qué manos estamos, Dios mío.

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8 de agosto de 2008
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Galería de espectros: Antígona

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, me ha parecido ver el espectro de Antígona.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres acaso a la Antígona de Sófocles?

R.A.: Sí, me refiero a la Antígona del final de la tragedia de Sófocles. Hubo alguien, si no recuerdo mal fue Hölderlin, que dijo que en ese momento, cuando ella se despide para marchar hacia su final, podemos identificar esa despedida con el fin de toda la antigüedad clásica. Hölderlin por tanto opinaba que había algo de simbolismo extremo en ese personaje, y en el tratamiento que le da Sófocles en la tragedia. Me parece que en Antígona encontramos una vuelta de tuerca con respecto al significado de la propia cultura clásica e incluso de la libertad elaborado por los griegos. Si los griegos habían ofrecido la libertad, la democracia, y el juego de equilibrios de la polis frente y contra la ley de la jungla y la ley de la sangre que había dominado los poderes aristocráticos anteriores, estableciendo por tanto una visión democrática de las relaciones humanas, Antígona, al oponerse a Creonte, jefe de la ciudad, y defender el enterramiento de su hermano, prioriza el amor fraterno sobre las leyes de la ciudad, dando así una vuelta de tuerca a esa hegemonía de lo público democrático. En esto, exige de nuevo un predominio de las pasiones humanas como elemento fundamental en la libertad del hombre y libertad de conciencia. Por tanto nos encontraríamos con una maduración del proceso de los griegos con respecto al tema de la libertad, por un lado una libertad que se ha opuesto a la pura ley de la sangre y a la pura ley de la fuerza, que ha establecido una cierta igualdad para todos, y sin embargo, luego, en el caso de Antígona, la reivindicación de una diferencia, de una pasión particular que tiene que ser tenida en cuenta también para completar el panorama de la libertad humana: hay una libertad pública, pero también hay una privada, que personifica y encarna Antígona, convirtiéndose así en la primera gran heroína de la libertad de conciencia de la cultura occidental.

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8 de agosto de 2008
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