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I. Reir llorando

Las historias de payasos no son nunca felices. Gracias a la literatura, siempre tendemos a ver detrás de los rostros pintarrajeados una tragedia escondida, y compadecemos el sino de los payasos que se ganan la vida haciendo reír a los demás, mientras dentro de ellos alientan la tragedia y el dolor. Ésa, es al menos la propuesta literaria, en el entendido de que, a lo mejor, existen de verdad payasos dichosos, y no como los de la ópera Payaso, de Leoncavallo, o Garrik,  "el más gracioso de la tierra", el cómico del poema Reír llorando de Juan de Dios Peza que se sabían todos los declamadores, cuando declamar era de costumbre en las veladas.

Pero ya sabemos que la vida y la literatura se copian mutuamente. El payaso salvadoreño Piecito, de 33 años de edad, cuyo nombre verdadero era Geovanni Guzmán, originario del poblado de Cojutepeque, fue asesinado a tiros a las 10 de la mañana del jueves 13 de noviembre del año pasado en la 3era calle Oriente de San Salvador, cerca del parque San José. El hechor interceptó al payaso mientras caminaba por la acera, y sin mediar palabra le disparó para luego darse a la fuga. No hubo testigos del hecho.

La policía declaró que aunque no había podido determinar aún el móvil, atribuía mientras tanto el asesinato a "motivos personales". ¿Qué quiere decir esto de "motivos personales"? Un mar de fondo revuelto, un mar de motivos. Traiciones de amor, celos, venganzas. Otra vez, los entretelones de la ópera de Leoncavallo. 

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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los mejores libros de 2008

The Given Day, de Dennis Lehane. El autor de Mystic River se pone épico y narra la historia de dos hombres buenos en una sociedad -se habla de Boston a comienzos del siglo XX, pero bien podría ser Boston hoy, o cualquiera de nuestras ciudades-, en una sociedad, insisto, que se niega a cambiar.

The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, de Junot Díaz. La historia del gordo Oscar, que soñaba con ser ‘el Tolkien dominicano', condensa el trágico derrotero de su país durante el siglo XX al tiempo que lo trasciende, mediante un gesto tan heroico como inútil.

Lush Life, de Richard Price. El Lower East Side neoyorquino como Aleph del mundo de hoy: multiétnico, concentracional y siempre al borde del crimen. Uno de los grandes narradores contemporáneos, al que suele subestimarse por creer que escribe (tan sólo)  ‘policiales'.

Los amantes de Todos los Santos. Una colección de cuentos de uno de los mejores escritores hispanoamericanos de hoy, con destino manifiesto de grande del mañana: Juan Gabriel Vásquez.

/upload/fotos/blogs_entradas/mi_nombre_es_rufus_1_med.jpgMi nombre es Rufus. La historia de una banda punk sirve de excusa para mirar de refilón la historia argentina de los últimos años y cagarse en la autoindulgencia de la mayoría de nuestros escritores. Juan Terranova fue para mí una revelación durante el año 2008.

Y otros que son de épocas diversas, pero me hicieron disfrutar mucho durante estos meses: The Adventures of Augie March y Henderson the Rain King, de Saul Bellow; The Old Curiosity Shop, de Charles Dickens; Bariloche de Andrés Neuman; el Tarzán de Harold Foster y las relecturas de Watchmen y The Killing Joke, escritas por Alan Moore. 



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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Israel está en peligro

La acción armada es una forma de transformar el mundo a través de la destrucción y de la muerte. Quien la emprende se propone modificar el estado de las cosas violentamente a la vista de que no puede o no le conviene hacerlo con el empleo de otros medios. El gobierno de Israel espera obtener un debilitamiento lo más grande posible de Hamas, el partido terrorista que gobierna en Gaza y que ha crecido al amparo precisamente de las políticas empleadas con los palestinos en los últimos años. Puede ser que lo consiga. Puede ser que consiga su desaparición, aunque hay mucho escepticismo incluso en el lado israelí sobre la posibilidad de este propósito. Pero lo que no hay duda alguna es que una acción violenta, que implica la muerte de centenares de personas, entre las que hay una altísima proporción de civiles perfectamente inocentes, no modifica únicamente el territorio y la población atacados sino que produce efectos graves en el ejército y en la población atacante. La cultura judía tiene un amplio repertorio sobre este capítulo moral de la violencia.

Sylvain Cypel, periodista judío y francés, corresponsal de Le Monde en Israel y ahora en Estados Unidos, escribió en 2005 un libro notable, ‘Entre muros. La sociedad israelí en vía muerta' (Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores), del que quiero extraer hoy un par de citas. Lo hago porque es un libro importante que tengo ahora mismo a mano, pero hay muchos otros libros y artículos, discursos y declaraciones de pensadores, periodistas, políticos o meros ciudadanos israelíes o judíos, con manifestaciones del mismo tenor, que sirven para profundizar en la misma idea. Ahí va la primera cita: "Desde hace más de cien años, la estrategia del yshuw [la comunidad judía de Palestina previa a Israel] y posteriormente del Estado de Israel -construir una fortaleza y ampliarla sin freno mediante una política de hechos consumados- ha resultado hasta ahora eficaz. Se acerca inevitablemente al umbral a partir del cual esta lógica suscitará resultados opuestos. Porque dado que los palestinos no ‘desaparecerán' de nuevo, el porvenir de Israel y de su población judía pasa por su integración pacífica en Oriente Próximo. Una fortaleza armada hasta los dientes que debe su supervivencia a la imposición constante de su poder al pueblo autóctono y a un entorno mucho más vasto y numeroso, así como el mero hecho de figurar entre las máximas prioridades del proyecto geopolítico de una potencia mundial, aunque hoy en día sea la única que puede decidir, no tiene más futuro que la guerra sempiterna y, antes o después, su propia ‘desaparición' brutal y definitiva. Esto es lo que ya pensaba un célebre judío afectado por el ‘odio a sí mismo', el general Yehoshafat Habkaki, antiguo jefe de la inteligencia miliotar israelí, quien fue mi primer profesor en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebraica de Jerusalén".

La otra cita de Cypel. "En la historia de Israel, cada vez que la potencia tutelar ha golpeado con el puño sobre la mesa, el Estado judío se ha sometido". El 21 de enero Ehud Olmert recibirá una señal de este tipo o parecido. En los últimos ocho años se ha producido una auténtica suspensión de este axioma y se han invertido las tornas, entre un primer ministro israelí todopoderoso y un presidente norteamericano sometido y acomplejado por su corte de neocons, hasta llegar al extremo que conocimos ayer en que Olmert exigió y obtuvo de Bush que no votara a favor de la última resolución del Consejo de Seguridad. Urge ahora que se recomponga la correlación de fuerzas. Y que Barack Obama salve a Israel de esos diablos que la conducen al abismo de la guerra perpetua y de la anulación de la democracia. Quienes aman a Israel y hacen votos por su supervivencia y su seguridad como Estado judío, que debiera significar libre y democrático, tolerante y plural, no pueden aplaudir su deriva militarista ni convertir el derecho a defenderse en una represalia inhumana y atroz, fuera de toda ley humana y divina. La simpatía y el amor a Israel no deben llevar a la confusión de los sentimientos y de las ideas. ‘Rigth or wrong, Israel' es lo que parecen pensar algunos de estos incondicionales, preparados a apoyar cualquier cosa que haga su Gobierno por el sólo hecho de que lo sea de Israel. Se equivocan profundamente desde un punto de vista moral, pero también desde un punto de vista político, porque un Israel en guerra perpetua con sus vecinos es un país inviable.



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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Paseo y extravío

Rafael Argullol: Ahora, estando en la ciudad que logra equilibrar la mirada antigua, la memoria antigua, como el presente poderoso, es cuando se posibilita el encuentro de una manera mucho más sensible y compleja.
Delfín Agudelo: Creo que el encuentro en una ciudad que sus calles tienen nombres mas no números cumple una función espectacular en el paseo en el cual uno se deja perder. Para esto considero que es fundamental tener poco sentido de la orientación, y es delicioso. Lo recuerdo perfecto: caminando por la calle Lafayette, vi una calle bonita y tomé a la derecha, me encontré con el Pasaje del Cairo, y ahí qué hay: te aventuras y ya estás pensando en el Cairo; no estás allí, pero tienes una calle que te refiere de inmediato. Lo atraviesas, luego tomas el Pasaje Verdau, y de un momento a otro te preguntas dónde estás, en qué dirección ibas. Luego aparezco en la calle Cadet, donde esa mañana había tomado un café con una mujer hermosa. Qué sucede: el nombre de la calle te permite la pérdida porque se convierte eventualmente en aquello que estás buscando, si  puedes someter el azar a una traducción precisa. Otro día salí a caminar con la idea del azar absoluto, y sin darme cuenta aparecí en la Allée André Breton. Y en ese momento sabes que París es la capital de los encuentros: el atravesarte con un nombre que es una referencia inmediata con el azar objetivo.
R.A.: Si, además es el laberinto-mundo, tanto Londres como París -pero repito, especialmente París- porque no solo te traslada a todas las etapas de la historia sino que te traslada prácticamente a todos los países del mundo. En ese sentido la auténtica mundanidad de París es ésta, el hecho de que tú a través de tu propio extravío puedes llegar al mar de la China y puedes llegar a Patagonia, y puedes llegar a un presidente de Chile y puedes llegar a un déspota mongol, aparte de evidentemente escritores de todos lados que muchas veces han pasado por París o han estado viviendo o creando allí. Eso naturalmente da una densidad extraordinaria. Por eso evidentemente es muy difícil que una ciudad, si entra en un proceso de decadencia en el sentido de sequedad, pueda tener altibajos, pero como testimonio de alguna manera de lo que ha sido el espíritu de la humanidad es un testimonio muy vivo. Y sobre todo ese poderse perder en el testimonio, poder estar desorientado en ese testimonio. Una cosa es leerlo en un manual, y la otra es experimentarlo a través de esa pérdida, de esa orientación. Estoy de acuerdo contigo: una de las grandes condiciones del viajero es saber orientarse, y la segunda gran condición es saber desorientarse. Las dos son absolutamente imprescindibles. Y más en un mundo como el nuestro; saber orientarse para evitar la caída en errores o peligros evidentes pero una vez tú marcas tus propias señales de orientación tienes que saberte desorientar, tienes que dejarte desorientar. Y en ese sentido es muy interesante cómo van penetrando, de la misma manera que en Roma van penetrando estratos urbanos de la Roma antigua, la Roma renacentista, la barroca y la del XIX, en París, donde también entran los estratos urbanos, hay esta especie de libro universal reflejado en las calles, esta enciclopedia reflejada en las calles en la que tú vas consultando de la manera más azarosa. Evidentemente eso si sucede en el terreno general de la cultura a la fuerza tiene que suceder en el terreno particular de la vida.



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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Filadelfia

La aceptación de la homosexualidad y todos sus grados como parte natural de la sexualidad ha creado un círculo entre la feminidad y la masculinidad. Frente a la figura tradicional de dos polos que se atraen o se repelen, que se complementan o se deniegan  una circularidad sexual en donde cada sujeto halla su punto peculiar e indiferente. ¿Masculino o femenino? ¿Hombre o mujer? La continuidad de los términos elimina las terminaciones, las determinaciones y, en consecuencia, cualquier contradicción. Toda atracción será, en adelante, un segmento imantado de la ecuación general y, por lo tanto, como ya está sucediendo en las ciudades, las familias no serán unidades estancas sino que en la conjunción de unos y otros, reunidos y separados se formará un concierto cuyos nexos irán desapareciendo en cuanto nudos y serán precisamente hilos que se trencen en un solo texto de  amor. ¿El paraíso celestial? ¿El definitivo amor de los hermanos? ¿Fila-delfia, al fin?



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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ángel González

Hace un año, precisamente el día 12 de enero, en un hospital de Madrid, murió Ángel González. Hospitalizado yo también en Lanzarote y con de una enfermedad similar que la que se lo llevó a él, atendí la llamada telefónica de un periódico que quería publicar unas palabras sobre la infausta noticia. Con un tono que mi interlocutor apenas debió de oír, tan intensa era mi emoción, le dije que había perdido al amigo que era y, al mismo tiempo, uno de los mayores poetas de España. En su recuerdo dejo hoy aquí uno de sus poemas, que traduciré al portugués. ASÍ PARECE Acusado por los críticos literarios de realista, mis parientes en cambio me atribuyen el defecto contrario; afirman que no tengo sentido alguno de la realidad. Soy para ellos, sin duda, un funesto espectáculo: analistas de texto, parientes de provincias, he defraudado a todos, por lo visto; ¡qué le vamos hacer! Citaré algunos casos: Ciertas tías devotas no pueden contenerse, y lloran al mirarme. Otras mucho más tímidas me hacen arroz con leche, como cuando era niño, y sonríen contritas, y me dicen: qué alto, si te viese tu padre…, y se quedan suspensas, sin saber qué añadir. Sin embargo, no ignoro que sus ambiguos gestos disimulan una sincera compasión irremediable que brillan húmedamente en sus miradas y en sus piadosos dientes postizos de conejo. Y no sólo son ellas. En las noches, mi anciana tía Clotilde regresa de la tumba para agitar ante mi rostro sus manos sarmentosas y repetir en tono admonitorio: ¡Con la belleza no se come! ¿Qué piensas que es la vida? Por su parte, mi madre ya difunta, con voz delgada y triste, augura un lamentable final de mi existencia: manicomios, asilos, calvicie, blenorragia. Yo no sé qué decirles, y ellas vuelven a su silencio. Lo mismo, igual que entonces. Como cuando era niño. Parece que no ha pasado la muerte por nosotros.       



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14 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los fragmentos de Walter Benjamin

Walter Benjamin en la Biblioteca Nacional (1939). Foto: Giselle Freund. Fuente: isgreaterthan Para quien ha leído Dirección única de Walter Benjamin, resulta obvio que el hombre vivía obsesionado por los detalles, aislados de todo contexto, y los fragmentos. Pero por si hacía falta una confirmación de esa obsesión por lo fragmentario, ahora aparece una obra monumental: Walter Benjamin´s Archive: Images, Texts, Signs editada en Nueva York y Londres. Se trata ni más ni menos que la publicación de los archivos de Benjamin, una reproducción en papel impreso de todo aquel inagotable, peculiar y ansioso acopio de pájaro que durante años realizó un escritor obsesivo por los detalles. Dice la nota de María Negroni en el suplemento ADN:De hecho, es así como Benjamin organiza sus referencias: apegado a las micrografías del deseo y a los alumbramientos de lo inesperado. Y después aplica la técnica del montaje y pasa revista a la moda, la publicidad, la arquitectura, la prostitución o la fotografía, es decir, a los datos del mundo, con su pobreza abyecta y su lujo insolente, sus fracasos y sus testamentos. Nada se le escapa, nada se le escurre de esa escena que lo fascina en la misma medida en que lo aterra. El resultado es un compendio de secretas afinidades. En uno de sus papelitos, por ejemplo, se lee: "Revolución y festival; distancia e imágenes; sueño soviético; intento de dar a todo un sentido; notas para una traducción de Proust; narrativa y curación; estilos del recuerdo; La boîte à joujoux de Debussy". En otro: "Haussmann y sus demoliciones; excursus sobre arte y tecnología; Marx y Engels sobre Fourier; París como panorama; Grandville, precursor de la gráfica publicitaria; cuerpo y figuras de cera; el Palacio de Cristal de 1851; estaciones de tren, afiches, iglesias: puntos en común". Imposible no pensar en un magazín de novedades. O más exactamente, en uno de esos pasajes parisinos que tanto le gustaban, donde los escaparates, realzados por la flamante iluminación a gas, semejaban las ménageries de los grandes circos, con sus jaulas vistosas y sus animales cautivos que teñían el entorno de un aire fabuloso. Para decirlo quizá con más claridad: en el paisaje mental benjaminiano, las obsesiones son siempre imanes. No importa qué forma tomen. Un sueño de Kafka, una gruta, un museo de juguetes, el anaquel de algún bouquiniste o la incesante indagación detectivesca de la ciudad moderna, todo se transforma para él en una invitación a pasearse por esos bulevares imaginarios donde el deseo se yergue sin objeto y el sentimiento general de abandono, a la manera de lo que ocurre en Noche transfigurada del alma de Schönberg, abre la imaginación como un bisturí.Más adelante, la periodista califica con enormísimo acierto todo este material como un "Arca de Noe personalizada" ¡Claro! El retrato de las obsesiones de todos los escritores no es sino eso, un arca de Noé personalizada. Qué enorme hallazgo el de Silvia Negroni:Quizá el rasgo más nítido de toda colección sea éste: en ella, lo que se busca es un encierro, una protección, un "ensoñadero": uno de esos lugares que -como el museo, la biblioteca, el gabinete o el poema- permiten albergar descubrimientos, rarezas, piezas únicas, es decir, presuntas huellas de una experiencia auténtica. He aquí un escenario proclive a la acumulación y la privacidad, simultáneamente adicto a lo infinitamente minúsculo y a lo infinitamente inasible, con que el yo cuantifica su deseo, lo ordena, manipula y carga de sentido. Digamos que ese espacio -por grande o cívico que sea- le sirve, como un Arca de Noé personalizada, para desplegar los enigmas del cuerpo y la memoria, es decir, un mundo anterior, siempre ligado a la infancia y los juegos. No sólo eso. También le muestra, con claridad feroz, que su tarea es ciclópea y su afán, por fortuna, inalcanzable. ¿Qué sería una colección completa sino una colección muerta? Al querer esto y lo otro y lo de más allá, acicateado por el fantasma de la pérdida y la interrupción, el coleccionista entiende pronto que eso que le falta, como en la escritura, relanza el deseo. No hay placer más intenso que aquél que se sustrae.Como no compro en Amazon, y no empezaré este mes que es fatal financieramente para mí (espero que los congresistes liberen las CTS hoy o tendré mi propio crash), tendré que esperar bastante para leer este libro extraordinario a todas luces. Pero voy a rebuscar en mi biblioteca para encontrar Dirección única. Mentira, no debo rebuscar nada (era solo un efecto dramático, queridos lectores). Sé perfectamente cuál es el lugar donde guardo los libros que sospecho que nunca me cansaré de releer.



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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El ágora de los escépticos

La Asociación Humanista Británica contrató espacios publicitarios en los autobuses de Londres para renovar un antiquísimo debate filosófico: ¿existe Dios? Un grupo de librepensadores catalanes ha colocado en los autobuses de Barcelona el mismo mensaje: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida".

La primera reacción del Estado Vaticano no se ha hecho esperar y el cardenal Paul Poupard,  presidente emérito del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano, se ha apresurado a calificar la iniciativa:"una campaña estúpida". El presidente de la Conferencia Española de Religiosos, Alejandro Fernández, dice que es "ofensiva". Simultáneamente, una Iglesia evangélica de Madrid ha contratado el autobús de la línea Fuenlabrada-Leganés-Aluche ("Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo") y el presidente de la Alianza Evangélica Española, Pedro Tarquis, afirma que el mensaje de los humanistas es una contradicción pues, según dice, "negar la existencia de Dios es reconocer que existe". Por su parte, el presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, Félix Herrero, reconoce el derecho de los ateos a terciar en el asunto religioso y admite que si hay debate "seguro que sacamos algo positivo".

He aquí bien delineadas las posturas que un ciudadano puede adoptar en esta discusión: los islamitas, que dan la bienvenida al debate; los evangélicos, que imputan a los librepensadores defectos de razonamiento; y los católicos, prestos como siempre a desacreditar a sus oponentes.

Debemos celebrar que la vieja disputa filosófica entre escépticos y dogmáticos adquiera de nuevo vigor entre nosotros. Será una oportunidad excelente para ensayar la eficacia de nuestros argumentos y la capacidad de la sociedad para poner a prueba sus presunciones.

Aunque intervenir en la querella exige subrayar el comienzo del mensaje humanista: "Probablemente..." Es ésta relajada invocación a la razón la que nos permite disfrutar de la vida antes incluso de empezar a discutir.



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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El amor según Tibor Déry

Carátula del libro. Fuente: amazon Tengo alojados a dos amigos, más precisamente a una amiga peruana que estudia una maestría de Literatura en EEUU y a su novio nacido en Milwaukee. Ayer regresé agotado, pasada la medianoche, a casa y encontré en la mesa de centro de la sala, iluminado por un rayo de luz filtrado por quién sabe dónde, un libro editado por New Directions titulado Love and the Other Stories de Tibor Déry. Lo cogí y descubrí dos cosas que son como un canto de sirena para mí: Déry era húngaro y, además, el estupendo Peter Nadas lo ha elogiado muchísimo. Dice de él: "Tibor Déry was a dissenter, a subersive revolutionary and, in his old age, a jailbird. He was also one of the greatest stylist in the history of the Hungarian literature". Hojeando el libro caí sobre el cuento "Love" y, algo obvio para quien me conoce, lo empecé a leer. Y a pesar de estar en inglés, que estaba muy agotado y que no era, en términos generales, un buen día, lo terminé de leer en estado de gracia. Es uno de los cuentos más bellos que he leído en mi vida. Un cuento preciso. Hoy en google descubro la biografía de Déry:Escritor húngaro (1894-1977), autor de La frase inacabada; fue una de las figuras más importantes de la literatura húngara vanguardista (vinculado al dadaísmo y el surrealismo) en el siglo XX. Nacido en Budapest en una familia de la alta burguesía, Tibor Déry rompió pronto con su entorno para frecuentar los movimientos anarquistas y consagrarse a la escritura; participó en los movimientos revolucionarios de 1918 y 1919 y posteriormente hubo de exiliarse en Austria, Francia e Italia. De esta primera etapa de su vida cabe destacar su novela paródica El bebé gigante (1924). En la década de 1930, de nuevo en Hungría, Déry mantuvo relaciones un tanto ambiguas con el partido comunista en el poder. Pese a su consagración como escritor oficial, Déry guardó pronto las distancias con respecto al régimen; desde 1938 estuvo en el punto de mira de la censura por haber traducido Regreso de la URSS de André Gide; más tarde fue encarcelado (1957-1960) por participar en el intento de sublevación de 1956. Tras haber colaborado en diversas revistas surrealistas, Déry optó, en su narrativa, por una estética de inspiración realista. De este modo su ?novela río? La frase inacabada (1947) hacía un retrato preciso de la sociedad húngara de entreguerras describiendo los amores de un joven burgués y una militante comunista. Tras su liberación, su prestigio como escritor le permitió volver a publicar. En 1964 dio a luz una novela, El señor G. A. en X., con claras influencias, en su dimensión absurda y fantástica, del universo de Kafka. Hay que citar también El excomulgador (1966), relato en el que el autor se proponía hacer una síntesis de todos sus hallazgos formales. Cabe citar, por último, Querido suegro (1974), novela desencantada de inspiración autobiográfica en la que describe el último amor de un anciano. Escribió también novelas cortas El columpio (1969) y obras de teatro Pelotillero (1954)También descubrí otras cosas. Por ejemplo, que -con mucha justicia a juzgar de lo poco suyo que he leído- su estilo se ha vinculado con el de Franz Kafka, Anton Chejov y también Bruno Schulz (sobre quien, coincidentemente, Edmundo Paz Soldán escribió en La Tercera este fin de semana). Que existe una película del director húngaro Károly Makk sobre ese bellísimo cuento. Y que Sergio Pitol tradujo algunos cuentos de Tibor Déry -incluyendo el mencionado "Amor"- para una edición de la Universidad Veracruzana titulada El ajuste de cuentas (2007) Y también que, si son pacientes y aguantan la lectura en pantalla, gracias a Google pueden leer la ya, para mí, entrañable edición paperback de New Directions de Tibor Déry que hoy descansa en el mismo lugar en la sala donde lo encontré, al lado del improvisado florero y la flor que ya se marchita, y que ayer me hizo tan feliz pasada la medianoche.



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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un año sin Ángel

Ayer, día doce de Enero, se cumplió un año sin Ángel González. Qué raro. La ciudad no es mejor, ni la noche, ni algunos bares, ni muchos rincones y desde luego las reuniones de amigos, esas también son peores. Era flaco, más silencioso que charlatán, no ocupaba mucho espacio y sin embargo nos llenaba de alegría su presencia. Era bueno para la vida, para la amistad, la celebración y el deseo de burlar lo áspero del mundo.

La noche de su muerte, en compañía de Chus Visor, lo visité en su hospital, en su último refugio. Estaba con Susana, su mujer, se sentía recuperado, animado, con ganas de fugarse, de leer, escribir, beber, fumar, hasta con ganas de hablar. Nos fuimos contentos. Brindamos porque estábamos convencidos que en unos días volveríamos a nuestras noches con Ángel. Nos engañó. No era verdad que no fuera nada grave. Nos dejó colgados esa madrugada.

Y nos dejó esos poemas de despedida, tan emocionantes, que llamó para ironizar hasta el final: "Nada grave". Ahora nos siguen llegando trozos de su vida contada en poemas. Ese libro de una colección tan querida como la de Poesía en la Residencia, con su voz, sus explicaciones, sus toses y el recuerdo de sus lecturas. Tan cercano, tan serio y, de repente, con esa sonrisa de complicidades. Todo es un poco más áspero sin él. Y seguimos nuestro viaje. Menos mal que podemos hacerlo con sus poemas. Ahora una selección de sus mejores poemas que acaba de terminar Susana Rivera se regalará en los autobuses que tantas veces le llevaron de Madrid a Asturias.

Yo hice con él, con Susana, con amigos, el último viaje. El poeta viajaba en cenizas, todavía parecía estar con nosotros. Apenas lloramos. Estábamos convencidos que prefería nuestras sonrisas. Nunca dejarse ganar por lo lúgubre. Bueno, y hasta luego con uno de sus poemas.

Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla,
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.

Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita..."



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13 de enero de 2009
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