Jean-François Fogel
La revolución cubana empezó ya su segundo cincuentenario. Como muchos otros, escribí mi pequeña contribución a un aniversario poco común (aguantar cincuenta años en el poder es una hazaña que los hermanos Castro no comparten con nadie). Al final, después de leer todo, saco tres ideas:
1. El aniversario no es un evento a pesar de todo, pues la revolución es agota como tema. Ya se ha dicho todo a favor y en contra, hasta tal punto que nadie se entera del vacío total de cualquier pregunta relacionada con su porvenir. Desde el principio, se percibe muy bien en un amplio reportaje del New York Times titulado «The end of the end of the revolution». ¿Quién se interesa en el final del cuento de nunca acabar?
2. La misma mitología revolucionaria es también una película que pasó tanta veces por la pantalla que no provoca interés. El excelente trabajo de la BBC con versión española es tan atractivo como un vaso de agua tibia.
3. Fidel Castro tomó la decisión de no acudir a la celebración. Pareció flojito al celebrar el evento. A la siete de la tarde, su hermano mandó 16 palabras al pueblo cubano: «Al cumplirse dentro de pocas horas el 50 Aniversario del Triunfo, felicito a nuestro pueblo heroico.» Menos imposible. La web del diario Granma fue de una discreción fenomenal, tanto como el diario en papel con una fotografía de los dos hermanos el 1 de enero de 1959.
No hay nada peor que el cumpleaños de una revolución que sobrevive a su propia muerte.