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Eder. Óleo de Irene Gracia

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cuando fuimos drogadictos

 

 

 

No estuvimos en las fiestas de la Factory  en New York. Ni fumamos kif en Tánger con Burroughs, ni con Ginsberg. Ni siquiera con Paul Bowles como parecía haberlo hecho todo el mundo. Pero ya habíamos leído "Aullido" y "Almuerzo desnudo", comenzábamos nuestro discreto camino salvaje. Conocíamos las tristes canciones de la hermosa Nico, estuvimos en el primer concierto que en Madrid dio el colocado Lou Reed  y el San Juan Evangelista, cuna de drogotas del jazz y el flamenco, fue nuestro refugio. Todos fuimos drogadictos. El resto eran tipos raros. Alegres del estilo "Viva la gente", seguidores de  María Ostiz o candidatos a llevar bigote.

Éramos cultos y malditos. Habíamos tomado Malasaña, después de haber tomado nuestras cabezas con polvos, de haber viajado con LSD y de fumar cosechas  de Ketama. Algunos se movían por los caminos de falsos paraísos que entraban por las venas y te llevaban hacia la nada. Más cerca de la evasión que de la revolución, enterrado  Franco y cambiando la música y las letras quejicas de los cantautores por las ternuras del pop, la moda juvenil o las ganas de matar hippies en las Cíes. Los tiempos habían cambiado. Nos tocaba admirar el alma bohemia de los drogadictos. Desde ese caballero llamado Sherlock Holmes, que ocultaba su adicción entre las paredes de su biblioteca en Baker Street,  siendo capaz de alternar "una semana de cocaína con otra de ambición"  hasta los hermosos cadáveres de nuestros ídolos del rock. Seducción fatal, atractivo camino de imperfecciones que había matado a Joplin, Hendrix o Morrison pero también el alimento culpable de que Burroughs siguiera escribiendo. "Soy realidad y en realidad estoy colgado. Dadme una vieja pared y un cubo de basura y por Dios que me sentaré ahí para siempre. Porque soy la pared y el cubo de basura. Pero necesito a alguien para sentarme ahí y mirar al cubo de basura y a la pared. Esto es, necesito un huésped humano".

Me acuerdo de Antonio Vega. Le recuerdo joven y atrapado desde aquellas noches  del Penta. Y le recuerdo desvalido, entre la pared y el cubo de basura, con la mirada herida y el corazón desnudo. No había manuales del usuario para las drogas, o no servían ni a quienes los escribían. Bien lo supo Eduardo Haro Ibars. Muchos se perdieron en aquellas navegaciones sin rumbo. Otros nos salvamos. No se bien cómo, pero sí para qué. Aprendimos a batear la basura y a  ser suficientemente cobardes como para no querer compartir la nómina de ángeles, ni demonios, caídos.

En la muerte de Antonio Vega, con permiso de Patxi López, yo también recordé un poema de Kirmen Uribe: "Y el día que el viento sur me lleve/ devolved mi cuerpo a la tierra en que nací,/enterradlo cerca del mar, junto a mis amigos,/ rodeado de gente de buena voluntad: con los marinos, con los heroinómanos, con el poeta.". Se llama "devolvedlo". Mejor quedárselo.

 



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18 de mayo de 2009
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Velo de insignificancia

"El supremo esfuerzo del escritor, como el del artista, no alcanza más que a levantar  parcialmente en nuestro honor el velo de miseria y de insignificancia que nos deja indiferentes ante el universo." (Marcel Proust Prefacio a Sésamo y lirios de John Ruskin.)

 Escapar a esta insignificancia exige un esfuerzo gigantesco para vencer  todo tipo de sentimientos  mórbidos, ciertamente el sentimiento de impotencia y el escepticismo, pero en primer lugar y sobre todo la cobardía: esa cobardía que ayer evocaba y que  constituye para todo creador  a la vez la prueba de que en la obra de arte hay realmente peligro, de que aspirar a la misma  supone realmente ponerse en juego; cobardía que, por ello mismo, cuenta entre las causas fundamentales de la renuncia.

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18 de mayo de 2009
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El antipapa

Vuelvo a Artaud, en una despedida que durará dos semanas, las previas al cierre (el 7 de junio) de su fascinante exposición en La Casa Encendida de Madrid. Y la empiezo con el papa Pío XII, una de sus bestias negras. En 1925, el escritor ya publica en el número 3 de la revista de André Breton ‘La Révolution Surréaliste' una primera versión de su ‘Adresse au Pape" (‘Petición al Papa') en la que sus quejas y sus insidias van dirigidas al papado; el futuro Pío XII era sólo entonces un poco conocido cardenal.

     "En nombre de la Patria, en nombre de la Familia, tú empujas a la venta de almas, a la libre trituración de los cuerpos" [las traducciones son mías].

     Ese "tú" es un papa abstracto, pero en los últimos años de su vida Artaud lo encarnaría en el cardenal Pacelli, que había sido elegido papa en 1939 bajo el nombre de Pío XII. Una y otra vez, el escritor rescribe su petición o encomienda en el manicomio de Rodez, ampliándola y añadiéndole diatribas pero manteniéndose fiel a la idea con la que terminaba aquel primer ‘tratamiento' del texto de 1925: "El mundo es el abismo del alma, Papa torcido, Papa exterior al alma, déjanos nadar en nuestros cuerpos, deja nuestras almas en nuestras almas, no tenemos necesidad de tu cuchillo de claridades".

     En la versión digamos que definitiva del 1 de octubre de 1946 (la más extensa de todas las que se conservan), Artaud blasfema desde el arranque y personaliza sus injurias en Pío XII, aunque sin duda lo más interesante es el paralelo en el que se sitúa a sí mismo: el de un anti-cristo laico. Le recuerda al sumo pontífice con todo detalles su propia ‘pasión' y ‘calvario', en los que "he sido detenido, encarcelado, internado y envenenado desde septiembre de 1937 a mayo de 1946 exactamente por las razones por las que fui detenido, flagelado, crucificado y arrojado sobre un montón de estiércol en Jerusalén hace algo más de dos mil años". 

     "Soy yo (y no Jesucristo) el que fue crucificado en el Gólgota, y lo fui por haberme levantado contra dios y su cristo,

porque soy un hombre

y dios y su cristo no son más que ideas".

   La idea de esa religión sin cuerpo real representada por Pío XII sobrevivió naturalmente a Artaud; él murió en 1948, Pío XII diez años más tarde. Los papas siguen en Roma, y las ideas que propagan causando estragos con su mortífero "cuchillo de claridades".

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18 de mayo de 2009
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Sobre los hombres y los perros

En el primer paseo por Valladolid la ciudad se me antojó una fina señorita de traje entallado, pañuelo de seda y bolsito de mano, pero en la iglesia de San Miguel y San Julián me topé con su reverso. Le puse una candela a la atormentada Magdalena de Pedro de Mena, por su saya de arpillera trenzada que la asemeja a un saurio del desierto. Nunca se le concede un perrillo de compañía a la pobre penitente. Me dije que, además de honrar a la misteriosa Magdalena, debía yo comprar el libro que Delibes ha dedicado a sus perros. Al fin y al cabo estábamos en la Feria del Libro y me acompañaban tres destacados poetas castellanos. Ya se sabe que el poeta castellano no se parece a ningún otro. Yo lo tengo por el arquetipo del cual derivan los restantes, como en un árbol de Jesé. Así que, Luis, Tomás, Diego, un brindis. Al instante compré y leí ese librito que además trae acuarelas.

    Todos los libros que hablan de perros son dignos de atención, pero más que ninguno el que escriba un cazador letrado. Como ya suponía, retrata Delibes a sus compañeros de caza con la sutileza, respeto y compostura con la que podría hablar un cuñado de la muy admirada mujer de su hermano. O sea, sin que puedan acusarnos de nada equívoco. Clasicismo puro.

    Ya en el prólogo de su hijo Germán viene una estampa emotiva. Habla el arqueólogo de la tumba de Ain Mallaha, en Palestina, donde puede verse al difunto tender la mano desde la eternidad para acariciar a su más leal amigo. Hace diez mil años ya se podía señalar esa relación que hará del Paraíso un lugar soportable. Lo digo porque es inconcebible que los buenos no puedan llevarse consigo a sus perros. El Paraíso será un lugar agradable gracias a esos animales de los que Schopenhauer decía: "Cuanto más conozco a los humanos, más amo a los perros".

    En cambio, doy por seguro que los malos sufrirán una soledad cenicienta, asfixiante, iracunda. La de quien nunca vio los ojos de un perro alzados en amor y vigilancia hacia su dueño.

Artículo publicado el sábado 16 de mayo de 2009.

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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Situación límite: resistencia e indefensión

Rafael Argullol: Pero algo de lo que se ha hablado menos es que el capitalismo y el hipercapitalismo siempre ha necesitado el apocalipsis colectivo. Lo necesita renovar cíclicamente pero en este caso la solución no es ni el paraíso en el cielo de las religiones tradicionales, ni el paraíso en la tierra de las ideologías utópicas y seculares, sino la solución es el paraíso del consumismo, el paraíso continuamente presente del consumismo.

Delfín Agudelo: ¿Cómo reaccionaría el hombre ante una amenaza verdadera de una situación apocalíptica? ¿Cómo se preguntaría acerca de sí mismo si se ve involucrado en un escenario completamente cinematográfico? Porque no ha habido mayor éxito en las taquillas que en las películas en las que se proclama una amenaza, sea un asteroide o un virus. Detrás de la amenaza está la inquietud: "esto no es una película". ¿De qué manera puede sacudir esto el concepto que tenga el hombre de sí mismo cuando cae en cuenta de que "las cosas sí le pueden pasar a uno, y le pueden pasar en este momento"?

R.A.: Hay que activar la amenaza de alguna manera para indicarle al hombre que la vida es corta, pero no para que la enriquezca, sino para que consuma al máximo, y le enfrenta ante la posibilidad de que la única manera de escapar de la lógica apocalíptica es ese paraíso efímero del consumo. De ahí que creo yo que nuestra sociedad, a pesar de las películas que se han hecho,  está escasísimamente preparada para la pregunta que tú formulabas respecto a cómo reaccionaría el hombre ante una situación apocalíptica de verdad, ante una situación en la cual nos enfrentáramos a una situación límite. Porque para enfrentarse  a esa situación se requeriría una resistencia, un sentido de la libertad, incluso un sentido de la continuidad humana que muchas veces ahora no es lo que se tiene presente de manera inmediata. Creo que el capitalismo a través de las cíclicas amenazas prepara para ofrecerse él mismo como salvación, pero de ninguna manera nuestra civilización actual está preparada para mantener vínculos de solidaridad y resistencia y rebeldía, como exigiría una amenaza apocalíptica real. Más bien estamos enfrentados a una especie de fragmentación en la cual hay una desconfianza extrema entre los diversos seres humanos, poco cohesionada. Quizá la amenaza cohesionaría, pero de momento lo que estamos comprobando es que esas amenazas cíclicas e invisibles que vamos padeciendo en las últimas décadas lo que hacen es producir un mayor desconcierto y de alguna manera vendernos todavía más a la lógica del mercado.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Dos Fresanes

Durante años le envidié a Rodrigo Fresán su capacidad de leer todo lo bueno que se editaba, todo el tiempo, y de escuchar toda la música que valía la pena. Secretamente me decía que debía haber sido alumno de algún método de lectura rápida estilo Ilvem –teoría que se desmoronaba de inmediato, cuando me veía obligado a responder por su infalible oído musical.
    Rodrigo me regaló mi primer libro de John Irving y el CD debut de los Oasis. Con una capacidad casi mágica, parecía estar siempre en el sitio indicado, en el momento preciso. Yo me consolaba diciéndome: puede hacerlo porque no tiene hijos. Pero años después se convirtió en padre, y se los juro: no ha cambiado nada. No sólo sigue leyendo a velocidades sobrehumanas y registrando en su radar cuanta música interesante suene por allí, también se las ingenia para escribir artículos sobre el asunto –y prólogos, y ensayos, y la mar en coche.
    En el breve rato que pasamos el viernes en la maravillosa librería La Central de Barcelona (el local de Mallorca), se compró Brooklyn de Colm Toibin, me recomendó Netherland de Joseph O’Neill, una biografía de John Cassavettes llamada Accidental Genius (gran título), una caja de cuatro discos de Lloyd Cole y no sé cuántas cosas más. A esta altura del partido, no tengo duda de que sus recomendaciones son acertadas. No ha fallado nunca antes, ¿por qué debería comenzar ahora?
    Me alegró saber de su nueva novela, El fondo del cielo, de inminente publicación. Autor de Historia argentina, de Vidas de santos, de Esperanto, de Jardines de Kensington, Fresán no ha dejado de ser nunca uno de los autores más originales y osados de nuestra lengua. Nada indica que El fondo del cielo vaya a alterar este derrotero. A su manera esquiva, confesó apenas que la novela tenía que ver con dos escritores norteamericanos de ciencia ficción. Un dualismo (diálogo-enfrentamiento entre dos personajes) que suele estar presente en sus mejores relatos, desde El aprendiz de brujo a Kensington. Lo cual me tranquilizó, porque empecé a sospechar que en realidad existían no uno sino dos Fresanes, y que esa duplicidad explicaba su extraordinario desempeño como lector y escuchador.
    Lo de los dos Fresanes es una mentira, por supuesto. Pero me ayuda a dormir más tranquilo.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Murió Mario Benedetti

Mario Benedetti. Foto: Eduardo Longoni/ ClarínLas oficinas de Montevideo han cerrado antes de las cinco. Los feos dejan de mirar su noche por la ventana. Los amantes no susurran más a la izquierda del roble. Adiós, don Mario. Ya me despedí antes de ud., con pena y gratitud, cuando dejé la adolescencia, pero ahora la despedida es triste, solitaria y final. Un gran amigo suyo también quiere despedirse de ud. y me honra que lo haga a través de Moleskine Literario. Aquí le dejo sus conmovedoras palabras:Mi querido Mario,Hace ya 44 años que nos conocimos, jugando al pin-pon en un hotel en La Habana. Durante este largo tiempo anduvimos juntos, como tu editor en Argentina, en México y en España, luego como tu agente, y siempre como lector y como tu amigo. ¡Cómo extrañaré los 14 de septiembre de cada año, el día en que jugábamos a ver quién era el primero en llamar al otro para desearle feliz cumpleaños!. Tu vida ha sido una enseñanza de amistad y de ética; tu invariable posición frente a la vida y a la política ha sido un modelo para mí y para cientos de miles de lectores, que te seguimos queriendo, te seguimos leyendo y para quienes seguirás siendo siempre un ejemplo de humildad y coherencia intelectual. Me siento tan orgulloso de la amistad y la confianza que me otorgaste... Mario, ¡cómo te echaré de menos! El mundo, hoy más que nunca, necesita de gente como tú. Desde ahora, todos estaremos mucho más huérfanos.Willie Schavelzon



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Charlot

Una de estas últimas noches vi en televisión algunas películas antiguas de Chaplin, a saber, dos o tres episodios en las trincheras de la primera guerra mundial y un filme más extenso, ?The Pilgrim?, en el que retoma, con menos felicidad que en otros casos, el tema recurrente de un Chaplin sen culpas perseguido por la policía. No sonreí ni una sola vez. Sorprendido comigo mismo, como si hubiese faltado a un juramente solemne, me tomé el trabajo de intentar recordar, tanto cuanto es posible ochenta años después, qué risas, qué carcajadas me hizo soltar Charlot en los dos cine populares de Lisboa que frecuentaba cuando tenía seis o siete años. No conseguí acordarme de mucho. Mis ídolos en esa época eran dos cómicos suecos, Pat y Patachon, que esos, sí, eran, para mí, auténticos campeones de la carcajada. Seguí reflexionando para mis adentros, siempre los adentros son buenos consejeros porque en principio no mudan de casa ni de opinión, y llegué a la inesperada conclusión de que Chaplin, finalmente, no es un cómico, sino un trágico. Obsérvese lo triste que es todo, todo es melancólico en sus películas. La propia máscara chaplinesca, toda ella en blanco y negro, piel de yeso, cejas, bigote, ojos como pingos de alquitrán, es una máscara que no desentonaría nada al lado de las representaciones plásticas clásicas del actor trágico. Y hay más. La sonrisa de Chaplin no es una sonriso feliz, al contrario, me aventuro a decir, sabiendo a lo que me arriesgo, que es tan inquietante que quedaría bien en la boca de cualquier drácula. Se yo fuera mujer, huiría de un hombre que me sonriese así. Esos incisivos, demasiado grandes, demasiado regulares, demasiado blancos, asustan. Son una mueca en el encuadre rígido de los labios. Sé de antemano que poquísimos estarán de acuerdo comigo. El caso es que, una vez que se decidió que Chaplin es un actor cómico, nadie le mira la cara. Créanme lo que les digo. Mírenlo de frente sin ideas preconcebidas, observen esas facciones una a una, olviden por un momento la danza de los piececitos, y díganme después qué han visto. Chaplin se pasaría todos sus películas llorando si pudiese.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Mundo incensurable

Una vez la flecha sale lanzada del arco alcanza siempre su destino. Así es la comunicación de nuestra época, incensurable. Obra de la tecnología, pero no sólo. También de una conciencia cada vez más aguda acerca de la libre circulación de ideas y mensajes. O de la presión del mercado, es decir, del dinero, del interés. Cabe comprender a Obama ante la presión militar para impedir la difusión de las fotos de Abu Ghraib, pero no tengo yo ninguna duda de que todas estas imágenes terminarán saliendo. Gobernar en un mundo incensurable es más difícil y si no que se lo pregunten al nuevo presidente de Estados Unidos. Ahora se está dando cuenta de la dificultad de su posición, en la que se ve obligado a encontrar equilibrios entre sus promesas electorales y las presiones de estamentos de enorme influencia en la sociedad norteamericana, como es el caso de los militares.

Con el asunto de las fotos, Obama se sitúa en contradicción con sus pretensiones de transparencia y con su actitud ante la modernidad tecnológica; pero más grave es lo que le sucede respecto a las comisiones militares (consejos de guerra excepcionales), cuya actividad ha decidido prorrogar para juzgar a determinados presos de Guantánamo. Su cambio de posición se debe de nuevo a la presión militar, pero en este caso le sitúa en contradicción con su programa sobre derechos humanos. El presidente ha sido pillado entre dos fuegos: de una parte quienes quieren que prosiga la política antiterrorista de Bush, como es el caso de buena parte del estamento militar; de la otra, desde la posición contraria, quienes no quieren problemas y se niegan a ayudar a Obama a salir del embrollo. Éste es el caso del Congreso, que no ha querido aprobar el presupuesto para desmontar Guantánamo, para evitar que algunos presos terminen en cárceles de sus circunscripciones, ocasionándoles prejuicios electorales. Pero lo mismo puede decirse de los países europeos, que han demostrado una enorme racanería a la hora de recibir presos de Guantánamo. Las fotos y las comisiones militares se han convertido así en el primer tropezón serio de Obama, después del balance brillante de sus primeros cien días. A la hora de analizarlo hay que tener en cuenta dos cosas: en primer lugar, que la opinión pública norteamericana es muy propensa a pegarse a las posiciones más conservadoras en temas de seguridad. En la cuestión de las comisiones militares, el apoyo que obtiene Obama ahora mismo es muy alto: 59 por ciento están de acuerdo con que los terroristas sean juzgados por estas comisiones especiales, mientras que sólo un 26 por ciento prefiere que lo hagan los tribunales ordinarios. Segunda cuestión a considerar: el primer tropezón de Clinton fue también con los militares, aunque en su caso no les hizo caso en un primer momento, consiguiendo crear una enorme tensión: el conflicto se produjo por el intento presidencial de levantar la prohibición de ingreso de militares homosexuales en el ejército, pero terminó con una salida de compromiso, muy criticada por los gays, como fue la política llamada de ?no preguntar ni explicar? a la hora de reclutar. Las explicaciones que ha proporcionado Obama para justificar la censura sobre las fotos enlazan con el argumentario neocon que él mismo había combatido con tanta energía como inteligencia. Que la publicación serviría para alentar los sentimientos antiamericanos ya lo habíamos oído en boca de la anterior Administración. Pero no deja de ser una mala excusa. Fue Obama quien lanzó esta flecha y será una tragedia si es Obama finalmente quien reciba su impacto. En un envite tan serio como todo lo que afecta a la tortura y a Guantánamo puede jugarse el rumbo de su preside ncia.

 (Enlaces: para las fotos, ver el daily telegraph y el sidney morning herald; y para las encuestas de opinión, Rasmussen Report)



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17 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Hay muchas formas de estar

A propósito de mi ausencia en la feria de Turín. Me he perdido Madrid en pleno mayo, New York con su campo universitario y ahora Turín durante la feria del libro. Si la situación sigue así, voy a tener que comenzar a contar mi vida con el tiempo verbal de lo improbable  ?yo habría podido estar ahí, pero??,  ?presentaría el libro, si no fuera por?? o ?lograría viajar si me callara?. Hoy he ido al lanzamiento de Cuba Libre, de esa manera virtual en que sólo puede hacerlo un blogger. Hablé por teléfono con los presentes, respondí algunas preguntas y la línea se cayó antes de poder decir ?adiós?. Volví a vivir lo que ya conozco: todos estaban menos yo.



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16 de mayo de 2009
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