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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Styron reseñado

Carátula del libro. Fuente: la otra orilla Dice bien Rodrigo Fresán: "ataúdes se cierran para que se abran los cajones". La muerte de William Styron nos ha devuelto a este enorme escritor norteamericano. Pero no solo en la relectura de sus libros emblemáticos, sino también los inéditos que empiezan a ver la luz. Se abren los cajones, pues. Fresán reseña en el ABCD las Letras la novela El viaje suicida traducido por La Otra Orilla (antes Norma o Belacqua). Dice la reseña:Mayor interés tiene El viaje suicida -subtitulado Cinco historias del cuerpo de Marines- donde Styron vuelve al territorio de La larga marcha (novela corta de 1952) y a, en su propio decir, «la catastrófica propensión de los humanos a dominarse los unos a los otros». Abarcando cuatro décadas, marchan disciplinados relatos y capítulos sueltos de su frustrada The Way of the Warrior, que deja de lado para escribir La decisión de Sophie y retoma, en vano, varias veces. Textos en los que Styron aspiraba a plasmar el ambiguo ánimo de quien sostenía que «a pesar de mi aversión por todo lo militar, hay algunos aspectos de la vida castrense que me parecen tolerables, incluso fascinantes, si bien inferiores al ajedrez y a Scarlatti», sin que esto contradijera el saberse «un tipo poco agresivo, civil hasta la médula» y para el que «la simple idea de la vida militar pone en marcha en mi cerebro una lúgubre música: sin pífanos, sin gaitas, sin aguerridos toques de trompetas, sino un canto fúnebre gris y lento de tambores apagados». El lector de El viaje suicida -destacan con claridad y brillo «Marriot, el marine» y «La casa de mi padre»- no encontrará el misticismo beligerante o el machismo uniformado de Norman Mailer, James Jones, Irwin Shaw y Papá Hemingway. Tampoco la ironía demencial de Joseph Heller o Kurt Vonnegut o el aire dandi del volador James Salter. Styron -quien, a diferencia de todos los anteriores, entrenó duro y ascendió hasta teniente, pero no llegó a entrar en combate- opta por concentrarse en los alrededores de la lucha. Su batalla como escritor se libra en la incertidumbre de los cuarteles de ida o en las tristes certezas de la vuelta al hogar más que en el eufórico espanto del frente de «la buena guerra, es decir la segunda guerra para terminar con todas las guerras». No le interesan demasiado los gritos del enemigo, pero sí las reflexiones susurradas por hermanos de armas cuando piensan que nadie los escucha. Por suerte para nosotros, allí estuvo William Styron. Y aquí nos las cuenta.



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Inventar América

Amanda. Buenos Aires (2005) y Il piccolo vapore, La Boca, Bs. As. Argentina (2007). Fotografía: Marcos López. Fuente: Babelia El último número de Babelia está dedicado a recordar los 200 años del "arranque de las independencias" en América Latina. "Inventar América" es la consigna, y pensar en ella también. Para eso, se ha convocado a un grupo de intelectuales, algunos de ellos narradores, para que escriban sobre América Latina. Destaco los artículos de Caros Fuentes, Edmundo Paz Soldán, Horacio Castellanos Moya, Santiago Roncagliolo y Martín Caparrós. Por otra parte, en el mismo número Carlos Monsiváis comenta los resultados de una encuesta realizada entre un centenar de personalidades de América Latina sobre quiénes son los 10 personajes que sintetizan mejor al Continente, con todas sus virtudes y contradicciones. Los constructores del concepto América Latina. Los 10 elegidos, en orden, son los siguientes:Simón BolívarFidel CastroChé GuevaraJosé MartíJosé de San MartínBenito JuárezJorge Luis BorgesGabriel García MárquezEmiliano ZapataAndrés Bello



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Últimos atardeceres

Debería poder contar en esta reseña lo que sentí al leer El fondo del cielo, la nueva novela de Rodrigo Fresán. Debería poder decir, por ejemplo, que la primera parte me pareció tan misteriosa como perfecta, y que quedé enganchado con la trama compleja que se iba desplegando; que la segunda parte no la entendí en la primera lectura; y que la tercera, en que las preguntas que se hacía la novela encontraban respuesta pero el misterio permanecía, la leí entre la fascinación y las dudas. Cuando terminé la novela, sentí que algo me faltaba, y no sabía si la culpa era de Fresán o mía o de ambos. Pensé entonces que quizás Fresán la había editado mucho, que a su estilo le convenían las grandes distancias -digamos, las digresiones alucinadas de Mantra--. Pero luego, muchas horas después, me ocurrió el Incidente: ese momento en que todo se armó en mi cabeza, y comprendí. Recordé que había tenido experiencias similares con Pedro Páramo y Respiración artificial, novelas que persisten en mí mucho tiempo después de haberlas leído, y sentí, ahora sí, que El fondo del cielo había llegado para quedarse. Un Fresán que escribe corto es tan o más bueno que uno que escribe largo.   

En el making off de la novela, Rodrigo Fresán escribe que el germen consistía en una frase que él había anotado en una libreta: "mujer arrasa como un tsunami a tres hombres/ love story/ TRISTEZA!!!". Impacta ver cómo, muchos años después, el producto final mantiene una fidelidad absoluta a esa frase. El fondo del cielo es una historia de amor poco o nada convencional -con atisbos más místicos que eróticos, como lo ha visto bien Javier Calvo--, que remite a una desolada soledad cósmica. Fresán también menciona que El fondo del cielo no es una novela de sino con ciencia-ficción. Sí y no. Es de y con. Después de todo, uno de los narradores más interesantes de esta novela es un extraterrestre (eso es ciencia ficción). La soledad cósmica tiene que ver la quieta desesperación de ese extraterrestre.

Todo comienza con dos primos judíos, Isaac Goldman y Ezra Leventhal, que viven en Nueva York y, como tantos otros adolescentes, son abducidos por la ciencia ficción, género que en ese entonces vivía su esplendor (no se mencionan épocas, pero no cuesta nada pensar que se trata de la década del cincuenta). Isaac y Ezra se desentienden de lo que se llevaba en esos años ("la ciencia ficción se había convertido en una combinación de pronóstico meteorológico con página de horóscopos con carrera de cien metros llanos. Lo importante no era escribir bien sino llegar mas rápido y antes que los demás. La imaginación no debía ser reflexiva sino desaforada"), y crean un grupo de dos, Los Lejanos. Y los lejanos conocen al siniestro Jefferson Washington Darlingskill, y los tres conocen a Ella y se enamoran.

Ella, una chica de su edad, es descrita con connotaciones místicas: "su rostro (...) es el resplandor que todo lo ilumina y lo arrasa". La novela es la historia del bing bang y lo que ocurre después de que los Lejanos y Darlingskill se enamoran de la "chica rara". Porque, claro, la amistad no puede sobrevivir a "la súbita irrupción del amor en el hospital de la juventud", ni a otras cosas que mejor no contar. Ezra se va y apuesta por la ciencia; Isaac se queda y continúa con la ficción. Y ella se convierte para ellos en el monolito sagrado de 2001: Odisea en el espacio. A estas alturas, Fresán ya ha hecho múltiples guiños referenciales y se ha apropiado no sólo de Kubrick sino de Oesterheld (la nieve de El Eternauta), Philip Dick y el Loriga de Tokio ya no nos quiere. Por supuesto, falta más, mucho más: en la máquina mezcladoran entran Vonnegut, Cheever, Rothko, Bradbury, Bolaño, Bioy Casares, Borges...   

Fresán utiliza estrategias narrativas de la ciencia ficción, pero no está, como suele estarlo el género, interesado en el futuro, sino en el pasado. De hecho, toda la novela se narra como si el futuro ya hubiera ocurrido. En la segunda parte esto se hace más claro. Y aquí aparece otra historia de amor: la del extraterreste que habita en Urkh 24 (un planeta que ya había aparecido en otras ficciones de Fresán, y que es otra versión de Canciones Tristes, su ciudad inventada) por la especie humana. Lo que esta voz narrativa tan extraña como poderosa relata es "la historia de uno de los fracasos más triunfales... que jamás ha tenido lugar en esta galaxia o en cualquier otra". Los extraterrestres podían haber invadido la tierra con naves "grandes y ominosas y elegantes", pero no lo hacen porque se quedan deslumbrados contemplando las idas y venidas de los seres humanos -"nos gustaba tanto observarlos"--. Y al final, en la contemplación, se van enfermando y muriendo, hasta que solo queda uno, el narrador, nostálgico, observando los últimos atardeceres sobre su planeta.

La última parte está narrada por la "chica rara". Y ahí nos enteramos que ella sirve como un puente entre el extraterrestre y la tierra, ha sido elegida "para traer visiones de un mundo a otro". En esta sección, el diálogo es con un cuadro de Mark Rothko, Yellow and Blue (Yellow, Blue on Orange), que para la "chica rara" es una postal con los colores de los cielos de Urkh 24. Si en la segunda parte la soledad cósmica invadía la novela, en la tercera "el último y final fin del mundo" --los fines del mundo son muchos en El fondo del cielo--, encuentra un único y suficiente contrapeso en el amor de los Lejanos por ella y de ella por los Lejanos, los tres congelados en una imagen, ellos mirándola, "en aquella noche clara, en la nieve, en otro planeta, en nuestro planeta, en un planeta que será nada más que el nuestro". Hay muchos apocalipsis, pero el que de veras importa quiere soñarse con un final feliz.  

Pocas cosas más sorprendentes que descubrir que el irónico y lúdico y posmo Fresán ha escrito una de las mejores novelas de amor de la literatura contemporánea.
 
(Letras Libres-España, diciembre 2009)
 



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El jabón

El jabón, con dos o tres milenios de existencia y bajo la forma de bolas, panes, pomadas o ungüentos se relaciona con el placer. Se relaciona con el placer y siempre de una forma más o menos impúdica.

El jabón actual, contemplado en su envoltorio, es un cuerpo vestido para ser desvestido de inmediato. Parece así más voluptuosamente vestido que otros muchos objetos que envueltos en papel no reclaman tan acuciadamente ser empleados en cueros.

 De hecho, todo el jabón de tocador es un tocador por antonomasia y, además, el placer que el jabón proporciona con su olor se obtiene a través de la caricia o el frotamiento. Las manos y el jabón, por tanto, se relacionan en un sobeo sensual que termina con la consunción misma de la pastilla. No es fácil hallar un elemento casero que se comporte con esta integral disposición y entregando su cuerpo hasta la mismidad de su muerte.

Muere en nuestras manos o frotándose contra nuestra piel  una y otra vez, sin que en él se halle otro anhelo que la de asociarse a nuestra carne y penetrar en ella.

De ella elimina las adherencias impuras, sus tachas, sus lacras aceitosas y se aviene a deshacerse sobre nuestra superficie completa como un animal que nos lamiera sabiendo,  como lo sabe el jabón, que la repetición de su besuqueo y su obediencia a nuestros deseos irá poco a poco a terminar con él. Pero es así como el jabón se comporta fatalmente. Primero de una manera gozosa, envuelto en burbujas festivas, pero después afilándose, reduciendo su bulto y aplastándose hasta producir una de las visiones más sobrecogedoras y patéticas de la vida doméstica. Desde el jabón mórbido del primer día, lozano y pujante a la pastilla raquítica del final, prácticamente desahuciada.

 De hecho, uno de los indicios más tristes y fehacientes de que a una familia las cosas le van mal y se siente tan desolada como sin fe alguna en su futuro, se muestra en esa  pastilla de jabón sobre el lavabo casi cadáver con apenas grosor y un peso propio de los animales abandonados, enfermos o famélicos.

Aunque no por ello, aún en tales situaciones límites el jabón deja de comportarse apropiadamente con su olor prometedor y su función detergente. Hasta la última esquirla, el jabón sigue cumpliendo con su amor y su trabajo y si prescindimos de él será más un efecto del malestar que suscita su deplorable aspecto que de su incumplimiento del deber.

 El jabón, efectivamente, se desnuda tan pronto llega al lavabo y, a continuación, sin perder jamás su desnudez, jornada tras jornada, presta su servicio completo. Es así el jabón, por antonomasia, un ser para el otro. Un ser para la muerte y no para aquella clase de muerte hedionda sino para la muerte más digna, perfumada y altruista.

Nada para sí, todo para deshacerse en los demás.

Una abnegación tan grande podría hacer pensar en una compensación oculta, que además de su gloriosa donación algo debiera recibir a cambio. Pero ésta recompensa acaso no es otra que la memoria que va recibiendo de nosotros mismos, de nuestra vida que va agotándose al compás de su agotamiento.

No guardamos nosotros memoria del jabón si no es a través de su perfume pero el jabón, indudablemente, obtiene en nuestro olor y a través de la íntima repetición de su tacto, los accidentes e incidentes de nuestra figura o, sin más, la huella de la suciedad que marca el cuerpo con sus peripecias.  Sobre ese mapa humano discurre y pasea el jabón una y otra vez y tan intensamente que no sólo nos toca sino que se complace en recorrernos y babea. Se recrea en el ejercicio de lavarnos y permanece húmedo y feliz. Tan quieto y resbaladizo que su estado debe tener que ver con la lubricia y su luminosidad, tras el uso, con lo mojado que se deduce del placer radiante.

 El aroma del jabón es la voz que nace de su bienestar y su bulto final, bien lubricado, no viene a ser sino la metáfora de un sexo cuajado de secreción. La muestra misma del diálogo  con nosotros y el agua en una copulación de dos cuerpos. El nuestro que buscará pronto la sequedad para presentarse en una sociedad y el suyo que queda todavía húmedo y rezogante desprendiendo memoria sexual sobre el lavabo.   



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Vaya si devora a sus hijos… y a sus nietos

El comandante Almeida murió el día 11 de septiembre de 2009. Se le había considerado el número tres, después de Fidel y Raúl y ostentaba el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado. Era el único dirigente negro de la revolución y el más popular de todos los comandantes. Entre otras cosas porque lo suyo, más que la política, era la canción, a la que se dedicaba en su calidad compositor y letrista. No han pasado ni tres meses de muerte, y su hijo Juan Juan ha sido detenido, situación de la que me llegan varios e mails alarmados de sus amigos y familiares.

Ya he escrito en otra ocasión de Juan Juan, autor de ?Memorias de un guerrillero cubano desconocido?, en cuya portada se reproduce su foto de niño miliciano con Raúl Castro. El hijo de Almeida ha pertenecido a la nomenclatura del régimen, pero ahora es un disidente más y un preso político cuya vida puede correr peligro y merecve toda la atención y la solidaridad internacionales. La proximidad a la familia Castro, que mientras vivió su padre le protegió pese a su progresivo distanciamiento del régimen, puede ser en estos momentos una desventaja. El dictador Raúl Castro le vio nacer, pero ahora ha convertido en inquina lo que en el pasado fue proximidad familiar. La detención de Juan Juan por pasearse con una pancarta en la que pedía la dimisión de Raúl Castro ha coincidido con una oleada de detenciones y con nuevas actuaciones de los grupos de porristas que se dedican a agredir y amedrentar a quienes osan hablar o escribir libremente. Entre las personas amenazadas y acosadas están la bloguera Yoani Sánchez y su marido, máximo exponente de la explosión de blogs que se está produciendo en Cuba y motivo de preocupación creciente por parte de la dictadura. La revolución devora a sus hijos y cuando se convierte en una anciana decrépita, como es el caso de la cubana, sigue también zampándose a sus nietos, como demuestra el trato proporcionado por el régimen al hijo de uno de los comandantes históricos de Sierra Maestra. (Enlaces: con la necro escrita por Mauricio Vicent acerca del comandante Almeida; con mi anterior post acerca de Juan Juan Almeida; con el blog de Yoani Sánchez; con el informe de Human Rights Watch acerca de la represión raulista).



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Dieta blanda

Entre historias como esta vive Adolfo Fernández Saínz, que ayer cumplió 61 años, seis de ellos encerrado en la prisión de Canaleta desde la primavera negra de 2003. Esa tarde se extraería el último canino que le quedaba. Llevaba días en eso, ayudado por otro recluso que era diestro en sacar dientes y muelas. La colección de lo arrancado la había ido poniendo debajo de la almohada y allí las dejaría hasta que en un momento le diera por lanzarlas ?con su amarillento esmalte? por la diminuta ventana que tenía la celda. Si todo salía como esperaba, la próxima semana estaría mostrándole su boca de encías lisas al doctor. Le diría que se le habían caído solos, como le había pasado al protagonista del filme Papillon, que vio cuando era niño. En aquella historia el prisionero había sido víctima del escorbuto, pero él no, él había renunciado a su dentadura para acceder a la dieta blanda que le daban a los reclusos que no podían masticar. El preparado de plátano y boniato superaba en sabor a la rancia comida que les servían a los otros, de manera que era una cuestión de sobrevivencia prescindir de esas inutilidades que llevaba alrededor de la lengua. Antes de irse hacia la litera del Cojo, que ya había preparado el ?instrumental? como si ostentara un diploma de estomatólogo, se miro el canino por última vez en la lata pulida que le servía de espejo. No había nada que lamentar, estaba picado por las caries, torcido a la derecha y manchado de nicotina. Ese pequeño obstáculo que emergía de su boca no iba a interponerse entre las viandas y su necesitado cuerpo. Así que le dio algunos golpes para aflojarlo y caminó hacia donde varios presos aguardaban por una extracción. Sobre el colchón, un trozo de cuchara y una pequeña barra metálica harían las veces de cincel y martillo para debilitar el diente, una improvisada pinza ?hecha con dos trozos de alambrón? removerían la raíz. El pago por la improvisada cirugía lo efectuaría en cigarros, cerca de unos veinte que había ahorrado en varios días sin fumar. Después se iría a dormir con el latido alrededor del hueco que una vez cobijó su colmillo pero alegre de poder entrar a la cofradía de los desdentados, al club de los privilegiados que comían un poco mejor. Otros en sus camas también estarían controlando el dolor, mientras soñaban ?durante toda la noche? con una bandeja de aluminio rebosante de suave papilla.



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1 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Listas, listas, listas

Christmas books. Photograph: Graeme Robertson. Fuente: The GuardianY ya empezaron a aparecer las Listas de los Mejores Libros del 2009 en los diarios norteamericanos, que no esperan a que llegue diciembre para hacerlas (y me parece interesante, así saben qué regalar en navidad). El primero en lanzar su lista ha sido, desde luego, The New York Time con los 100 libros notables de la temporada, sin orden (el único traducido en Ficción es El Museo de la Memoria de Orhan Pamuk). Aquí algunas de sus elegidas que me llaman la atenciój:The Antologhist de Nicholson BakerChronic City de Jonatham LethemA Gate at the Stairs de Lorrie MooreInvisible de Paul AusterJeff in Venice, Death in Varanas de Geoff DyerLove and Obstacles: Stories de Aleksandr Hemon'Nocturnes: Five Stories of Music and Nightfall' de Kazuo IshiguroLove and Summer de William TrevorThe Little Stranger de Sarah WatersToo Much Happiness de Alice MunroWolf Hall de Hillary MantelEn la página The Literary Saloon dejan, además, otras listas: My book of the year opiniones recopiladas por The Telegraph; Christmas Books recomendados por The Guardian; Las novelas del año escogidas por The Sunday Time (para ellos, la "Novela del Año" es Brooklyn de Colm Toibin) y Book Of The Year de Financias Time, una lista que tiene la virtud de ser la única que considera la reaparición de Thomas Pynchon (Inherent Vice).



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30 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Noticias de Guadalajara

La FIL Guadalajara en pleno. Fuente: revistañ Mientras José Emilio Pacheco es asediado en el recinto ferial, la ciudad de Los Ángeles es la Invitada de Honor en la FIL Guadalajara que empezó la semana pasada. Un contacto con el spanglish. En el suplemento Ñ se comenta la razón de tal elección y, además, se comenta el Premio FIL otorgado al venezolano Rafael Cadenas:La elección de Los Angeles como invitada de honor tiene una razón para algunos desconocida: es la segunda ciudad con mayor población de mexicanos después del Distrito Federal. "En estos tiempos en los que algunos políticos hablan de levantar muros, deberíamos hablar de construir puentes", dijo Antonio Villaraigosa, alcalde de la ciudad estadounidense, en el acto de inauguración. A través de Los Angeles, explica Marco Antonio Cortés Guardado, rector de la Universidad de Guadalajara, se hará presente la diversidad cultural de Estados Unidos. Y en este sentido se realizarán homenajes a escritores estadounidenses como Raymond Chandler, Thomas Pynchon, Charles Bukowski y una videoconferencia con el autor de Crónicas marcianas, Ray Bradbury. Sin embargo, el primer homenaje de la FIL fue para un opositor del gobierno de Hugo Chávez. El poeta venezolano Rafael Cadenas recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2009. Elegido por un jurado notable, integrado entre otros por el narrador y poeta colombiano Darío Jaramillo y el crítico venezolano Gustavo Guerrero, Cadenas recibió el mismo reconocimiento que años anteriores se les otorgó al portugués Antonio Lobo Antunes, el español Juan Goytisolo, el guatemalteco Augusto Monterroso o el peruano Julio Ramón Ribeyro.Nacido en la ciudad venezolana de Barquisimeto, al borde de Los Andes, en 1930, Cadenas es el autor de una obra poética extensa: Cuadernos del destierro (1960) y Falsas maniobras (1966) son dos libros en los que su poesía se define como un oficio ético, según el crítico Adolfo Castañón. "No quiero estilo sino honradez", escribe Cadenas. "Quiero exactitudes aterradoras", continúa con la vehemencia de un manifiesto en uno de sus poemas. "A mí me gusta pasar inadvertido, pero esta vez creo que no pude lograrlo", contaba Cadenas, agradecido, en el escenario del auditorio durante la entrega del premio. Cadenas es uno de esos poetas que prefieren el silencio y considera que el "bien leer y el bien escribir" es una de las pocas formas de resistencia aunque también, con cierta nostalgia, dice que en estos tiempos "el poeta ya no cuenta con los asideros formales que le servían de apoyo: como la metáfora".La nota curiosa la ha puesto el narrador norteamericano Richard Ford, quien se auto-invitó a la FIL Guadalajara. Los organizadores se volvieron locos:Richard Ford llamó a los organizadores y quiere darse una vuelta por la FIL. De manera inesperada, uno de los escritores estadounidenses más importantes de la actualidad, compañero de generación y amigo de Raymond Carver y Tobias Wolff, avisó que llega a la ciudad mexicana este miércoles por la noche. Emocionados, pero todavía sin comentarlo, los organizadores ya organizaron una firma de ejemplares para el día jueves. Frank Bascombe, protagonista de la trilogía integrada por las novelas El periodista deportivo, El día de la Independencia y la reciente Acción de Gracias, cotizará en alza por estos días en México.



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30 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Espera y conciencia del tiempo

Rafael Argullol: En nuestro momento también nos movemos en esa especie de doble dirección. A veces nos parece que esperar es muy bueno y a veces no.

Delfín Agudelo: Pienso en la esencia misma de la esperanza o la espera como un elemento inherente al hombre mismo. En términos prometeicos pienso en Frankenstein o el moderno Prometeo, que tiene esta dimensión un tanto profética sobre lo que será el devenir científico. Es casi como si la esperanza implicara un pesimista destino irreprimible del cual nunca podrá deshacerse. Si pensamos en el doctor Frankenstein, con esa increíble facultad visionaria de muchas de las cuestiones que se nos plantean en la actualidad- los clones, la creación de la vida, una gigantesca sobreproducción humana con fines determinados-, contemplaríamos ese destino ineludible, ya que su avance estará vinculado a la desgracia.

R.A.: Creo que el hombre es fundamentalmente un animal que tiene conciencia del tiempo, y evidentemente por tanto de la muerte, pero sobre todo del tiempo. Y como tal ese animal que ha llegado a una conciencia del tiempo más o menos refinada tiene dos enormes preocupaciones: el tiempo como pasado y el tiempo como futuro. La primera preocupación se refleja en la gran meditación humana alrededor de la memoria y del recuerdo, tanto individual como colectivamente: el recuerdo de la memoria de nuestro pasado o infancia, el recuerdo de la memoria del pasado colectivo, a lo que llamamos Historia, el recuerdo y la memoria de los antepasados que ha generado ritos funerarios; en definitiva, esa relación entre el presente y el pasado que ha marcado el nacimiento y desarrollo del arte. Por eso era oportuno entre los antiguos griegos que la memoria, Mnemósine, fuera la patrona de las artes y de las musas.

Ahora, por otro lado, el hombre ha tenido la otra dimensión de preocupación: la relación entre le presente y el futuro, y es ahí donde ya no solo entra la meditación sino la acción, y la acción quiere decir el intento humano de reducir al máximo los territorios de la incertidumbre, porque el futuro se ve siempre como una incertidumbre radical, y en la medida en que nosotros nos ilusionamos con la idea de poner coto a esa incertidumbre, en esa misma medida el hombre ha creído que sería más feliz. En cierto modo toda la evolución de lo prometeico va en esa relación. Prometeo ya quiere decir "el que prevé", el que intenta de cierto modo reducir el riesgo del futuro. Predecir, prever: eso lo encontramos en todas las grandes opciones prometeicas modernas, empezando por la obra literaria a la que has aludido y que ha reformulado el mito de Prometeo en el mundo moderno que es el Frankenstein. Allí el mito de la técnica y el mito del conocimiento científico es trasladado a un intento de reducir al máximo esa incertidumbre. De hecho, si el hombre fuera capaz de crear absolutamente vida, es decir, de recrearse absolutamente él mismo, en teoría anularía prácticamente lo que son las incertidumbres del futuro y llegaría a una situación de dominio sobre su propia existencia y sobre lo que hemos llamado destino.



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30 de noviembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ataque de ingenio

Era previsible que Uruguay estuviese en los titulares del mundo entero luego del triunfo de José Pepe Mujica en las presidenciales. Que el país haya renovado su confianza en el Frente Amplio después de la administración de Tabaré Vásquez es un signo auspicioso, en un panorama latinoamericano enrarecido por el fraude hondureño y las bases estadounidenses en Colombia. Lo que no esperaba es encontrarme hoy a otro uruguayo, para mí desconocido hasta ahora, en los titulares de Variety.

         Un ‘pánico’ pulsa los botones de Hollywood: el director uruguayo Alvarez logra un contrato grande gracias a un corto, se titula el artículo de Michael Fleming. Según parece, un cineasta de 30 años, Fede Alvarez, conocido hasta hoy como realizador de comerciales, produjo un corto llamado Ataque de pánico que llegó a internet. Una vez que el material adquirió difusión (el multipremiado músico Kanye West, sin ir más lejos, puso el link del material en su propio blog), las agencias y estudios de Hollywood empezaron a batallar para contratar a este hombre que había logrado contar una invasión extraterrestre en menos de cinco minutos… y por menos de 500 dólares.

         Cualquiera puede ver el corto en YouTube. (Busquen Ataque de pánico!, así, con signo de admiración sólo al final.) Está muy pero muy bien hecho. En el fondo no hay narrativa alguna, más allá de ver la destrucción de Montevideo a manos de unos robots gigantes. (En este sentido se parece a los juegos que tanto jugamos cuando niños, levantando castillos o lo que sea por el sólo placer de destruirlos al final.) Pero lo que resulta indiscutible es que Fede Alvarez sabe hacer mucho con muy poco. Y esa es una habilidad muy buscada en el mundo entero, hoy más que nunca.

         La decencia (como la de Pepe Mujica) y el ingenio (como el de Fede Alvarez) solían ser características naturales y muy extendidas, en países pobres como los nuestros. Aunque ya no podamos predicar lo mismo de estos tiempos, reconforta saber que de todos modos no han muerto del todo.



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30 de noviembre de 2009
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El Boomeran(g)
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