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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Victoria

 

Victoria

 

En aquella película llamada "Amadeus", había un momento en que el mediocre Salieri levantaba compungido los ojos al cielo para quejarse así: " Señor, si necesitabas de alguien que cantase tu gloria entiendo que no te acordaras de mi, un pobre músico sin talento, pero, ¿era necesario que eligieses a un cretino como Mozart?".

Resulta curioso constatar la existencia de innumerables salieris preguntándose quejumbrosos cosas como: "Si era necesario renovar la literatura de principios del siglo XX y buscarle salidas hasta entonces insospechadas, ¿había por fuerza que recurrir a un nazi?".

Tal es exactamente el caso de Hnut Hamsun, un hombre de origen campesino que en tosa su vida apenas si alcanzó 250 días de escolarización, y cuya formación literaria fue nula. A pesar de lo cual cuando llegó a ser  galardonado con el premio Nobel (1920), sus libros se vendían en todos los países cultos, ganaba dinero a espuertas y gente tan diferente como Thomas Mann, Kafka, Hesse, Brecht o Singer le tenía por el padre de la literatura moderna universal. Por suerte, incluso Molotov sentía por él una admiración tan grande que intervino personalmente para que no fuese fusilado en el curso de los procesos seguidos en todo Europa a partir de 1945 contra los peores colaboracionistas de los nazis. Al final a Hamsun no lo mataron físicamente pero  aparte de retirarle oficialmente todas las medallas y honores le despojaron de su dinero y fue a parar a un manicomio hasta poco antes de su muerte, ocurrida con los 90 años cumplidos.

Su primera novela, Hambre (1890) es un larguísimo y enloquecido monólogo interior en el que ya resuenan ecos de Joyce y Kafka. Victoria (1898) la escribió cuando ya estaba en posesión de una fuerza  narrativa que llevaría a su máxima expresión en la Trilogía del vagabundo: Bajo las estrellas de otoño (1906), Un vagabundo toda con sordina (1909) y La última alegría (1912).  Tanto en Victoria como en cualquiera de estas novelas están presentes dos de los rasgos que mejor caracterizan a Hamsun. El primero es la ruptura radical con la técnica narrativa entonces al uso. A fuerza de excelencia, los Zola, Twain, Dickens, Flaubert o Dostoyevski habían llevado la novela a un callejón sin salida porque era imposible ir más allá que ellos. Pero, y habla ahora el Salieri de turno, ¿era necesario recurrir a un bárbaro del Norte para hacer saltar en pedazos las sutiles leyes no escritas en las que se basaba la estructura arquitectónica de las maravillosas novelas que todavía escribían los autores antes citados?

  Fuese necesario o no, Hamsun y su éxito fulminante y universal pusieron de manifiesto que era posible escribir sin atenerse a las reglas de juego que hasta entonces parecían inamovibles.

El otro rasgo distintivo de la escritura de Hamsun ya claramente visible en Victoria y que será llevado a su máxima expresión en la Trilogía, es una prodigiosa capacidad para la narración que se mantiene incólume pese al tiempo transcurrido desde su redacción y, lo cual es aun más mágico, se transmite al lector incluso a través de la traducción. La trama no puede ser más sencilla: el protagonista es hijo de un molinero y pese a que logrará autoeducarse y llegará a ser un joven y exitoso escritor, a lo ojos de su amor de toda la vida, una niña rica llamada  Victoria, nunca dejará de ser un criado y, por ende, siempre lo tratará como a tal, pese a que también ella está enamorada del joven poeta. Lo que diferencia a Victoria de la infinita serie de relatos de tema similar es esa capacidad narrativa de Hamsun a la que estoy haciendo referencia y que le permite desarrollar lo que podría llamarse una visión periférica, gracias a la cual el ámbito de significación que crea el narrador par inscribir la historia tiene tanta o más importancia que la peripecia misma. Es más: desde las primeras páginas queda claro que el desencuentro entre los amantes es insoluble y que la verdadera peripecia es la construcción de un mundo (él ámbito de significación al que ante antes me refería) en el que  habrá de vivir el amante cuando la amada, víctima de su propia contradicción, desaparezca. Es posible que quienes hayan leído antes la trilogía que esta novela tengan ya la mirada maleada, pero en la relación del joven hijo del molinero con la naturaleza hay como un anticipo de la inmersión que vivirá en los bosques el vagabundo de la trilogía.  Porque no se trata del regreso a un medio del que el hijo del molinero nunca debió salir, como tampoco el vagabundo parece que lo haya abandonado nunca. El bosque y sus habitantes, los olores y el frío, la soledad, el roce de la tierra o los ruidos que producen las ramas al rozar entre ellas son los reflejos de una sensibilidad para la que la ciudad y todo lo que esta representa son terra ignota. Y de la que  resulta extrañamente sencillo dejarse expulsar.

 

Victoria

Knut Hamsun

Nórdica libros



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Arte entre tiburones

Al parecer, hay dos versiones sobre la muerte del marchante francés Ambroise Vollard en 1939, y en las dos interviene indirectamente Arestide Maillol. Según la primera, Vollard murió accidentalmente al ser golpeado por un bronce de Maillol que se deslizó por la repisa situada tras los asientos de su coche cuando el chófer del vehículo frenó bruscamente. De acuerdo con la otra versión, fue precisamente el chófer quien le asesinó al golpearlo repetidamente con la estatuilla de Maillol. En esta versión menos romántica el chófer era un asesino a sueldo de otro marchante. Sea como fuera, Vollard, a su muerte, era un hombre extraordinariamente rico que había convertido el arte en negocio con una habilidad sin precedentes. Picasso fue uno de sus artistas más notables, aunque es probable que su mejor operación financiera fuera la compra de 250 lienzos a un endeudado Paul Cézanne por 50 francos cada uno. Estos cuadros fueron vendidos, más tarde, por 40.000 francos y actualmente aquel fabuloso conjunto costaría en el mercado entre 3.000 y 4.000 millones de euros.

Quien ha calculado el valor de los lienzos de Cézanne y recordado el misterio de la muerte de Vollard es el economista y experto en arte Don Thompson en el libro El tiburón de 12 millones de dólares, publicado en Londres el año pasado y recientemente traducido aquí. El libro de Thompson, rigurosamente documentado, puede ser leído desde varios ángulos. En apariencia, y como indica el subtítulo de la edición española, debe considerarse un estudio sobre la economía del arte contemporáneo y la función de las casas de subastas internacionales, como Christie's y Sotheby's a la cabeza. También es la historia pormenorizada de un gran fraude en el que los especuladores se mueven con la misma impunidad que los más distinguidos tramposos de Wall Street. Por último, El tiburón de 12 millones de dólares podría utilizarse como un excelente informe para explicarnos cómo ha podido convertirse en hegemónico un arte fraudulento auspiciado por engranajes mercantiles en los que la ignorancia con respecto a la gran tradición artística (incluida la vanguardista) sólo es superada por la codicia.

Este último aspecto es el que más me interesa, dado que las demás cuestiones quedan suficientemente aclaradas por el propio Thompson con un alud de datos difíciles de desmentir. En otras palabras, lo atractivo, creo, es preguntarnos cómo se ha impuesto, casi sin resistencia, una idea tan reaccionaria del arte para que tanta gente traduzca el valor artístico en términos económicos y mediáticos hasta encontrar lógica la confusión del estilo artístico con la marca comercial. Thompson demuestra de manera fehaciente cómo en las últimas décadas la imposición de la marca haigualado por completo el mercado del arte y los otros mercados.

La selección de artistas-marcas se ha realizado con los mismos criterios que la de los otros protagonistas emblemáticos del engranaje mercantil, con un creciente desinterés por el talento artístico a favor de la "capacidad de impacto". La consecuencia inmediata de este proceso ha sido la sistemática postergación de todos aquellos que no encajaban en el prototipo u ofrecían resistencia desde su particular concepción artística.

De hecho, el arte mercantilmente hegemónico de nuestros días, y el único visible en los medios de comunicación, es un arte en el que no hacen falta artistas ni críticas niconaisseurs, ni público si quiera, con tal de que unos subasteros suficientemente poderosos hagan visibles marcas reconocibles. El impacto de la marca, metamorfoseado en obra, es el que influirá en los pujadores millonarios y en los responsables de los "museos contemporáneos", quienes, con dinero público, contribuirán a certificar el valor artístico de lo que inicialmente en la mente de los especuladores, es una operación especulativa.

Naturalmente, el tiburón al que se refiere Don Thompson en su título es el de Damien Hirst, el mayor fabricante de productos de impacto en los últimos lustros y taxidermista más bien mediocre, como lo demuestra el hecho de que su renombrado escualo conservado en formaldehído se deterioró hasta el punto de tener que ser sustituido por otro ejemplar. La elección de Hirst es acertada porque el carácter diáfano de su trayectoria lo hace representativo: no tanto, por supuesto, desde la perspectiva de sus propuestas materiales (lo que nos llevaría a la enojosa e irresoluble cuestión qué-es-una-obra-de-arte) sino del encaje en el engranaje que proporciona al mundo los artistas-marca. Thompson analiza con perspicacia cómo un tiburón australiano mal disecado, al que se ha titulado con perfecta arbitrariedad La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo llega a ser valorado en 12 millones de dólares y, en consecuencia, es transformado en una obra de referencia para el arte contemporáneo.

La supuesta provocación de Hirst es, desde luego, un puro cálculo, pero esto, aunque evidente para todo, no evita que se incorpore al circuito de la autoridad artística, y a esa autoridad se remitirán compradores particulares, museos contemporáneos públicos y bienales de arte encargadas de mostrar lo que verdaderamente cuenta. Lo retrógrado de la concepción que toma como baluarte a los Damien Hirst o Jeff Koons no se fundamenta en la lluvia de millones que cae sobre las cabezas de los que acatan el sistema, sino en la exclusión de los que, con igual o mayor talento, no lo acatan. El mercado usurpa todo el territorio pero, como afirma el crítico de arte Jerry Saltz, "el mercado es una tormenta perfecta de palabrería, interpretaciones sesgadas y especulaciones, una combinación de mercado de esclavos, parqué de bolsa, discoteca, teatro y burdel, donde una casta cerrada y cada vez más numerosa celebra unos rituales en los que los códigos de consumo y distinción se manipulan a la vista de todos".

A pesar de esta evidente manipulación, la tormenta perfecta se abate sobre todos los ámbitos privados y públicos. Con impecable lógica mercantil, los inversores compran productos que puedan reportarles rápidos beneficios; pero lo más demoledor es que los grandes museos acepten las mismas premisas e incorporen a sus fondos, como muestras del arte actual, las mercancías colocadas en el escaparate por los especuladores. En los últimos años, centros de referencia como el MOMA de Nueva York o la Modern Tate de Londres se han plegado a las exigencias de los subastadores y, con frecuencia, si no han adquirido determinadas obras ha sido porque algún nuevo rico ruso o algún excéntrico millonario japonés los ha superado en las pujas. A escala local, cientos de "museos de arte contemporáneo" han actuado según la misma servidumbre, creando así un canon sobre lo que significaba contemporaneidad en el trabajo artístico. A nadie le ha importado que Hirst confesara que eran sus técnicos, y no él, quienes llevaban a cabo las obras que él firmaba. Nadie ha reaccionado porque ya nadie, en las llamadas instituciones artísticas, puede oponerse al poder de Christie's y Sotheby's, y aún menos a las opacas maneras fraudulentas de los Madoff del arte.

Con todo, el escándalo no es tanto económico como artístico. Situado en las antípodas de la vanguardia, sin inconformismo espiritual alguno, el arte oficioso que resulta de estos mecanismos de selección es un arte acomodaticio y servil, por más que, al tener que responder a las piruetas impactantes que exige el mercado, quiera presentarse como provocador y original. Sin ningún género de dudas, las denostadas academias de bellas artes de los tiempos antiguos eran menos dirigistas que los grandes subasteros actuales, y los salones, aquellos ridículos salones que fueron objeto de las burlas de la modernidad, mucho más revolucionarios que la mayoría de nuestros museos de arte contemporáneo, tan estúpidamente arrodillados ante el poder y tan excluyentes. El escándalo no es tanto que un tiburón mal disecado, tras su transformación en obra de arte, quede valorado en 12 millones de dólares, sino que los depredadores devoren cualquier talento que trate de ir a contracorriente.

 El País, 18/12/2009



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El Obama definitivo

La lista de los Nobel de Medicina y Fisiología, galardón creado en 1901, es un buen baremo para calibrar la calidad de la medicina norteamericana. En la última década sólo un año no ha sido para sus investigadores. En los últimos 40 años, se ha ido de vacío sólo en siete ocasiones. Estados Unidos está en cabeza de la investigación desde la Segunda Guerra Mundial. Tiene la mejor medicina, los mejores investigadores y hospitales, y a la vez uno de los peores sistemas de salud del mundo desarrollado. Es una medicina cara e ineficiente, y además escandalosamente injusta. Todo cuesta el doble que en el resto del mundo desarrollado. Pero la esperanza de vida es más baja. El número de personas que quedan fuera de cobertura crece de forma constante y se calcula que puede estar ya en 47 millones.

La reforma del sistema de salud norteamericano es la piedra miliar de la presidencia de Obama. Si la culmina, habrá alcanzado el principal objetivo que se proponía. No es únicamente una cuestión de equidad con quienes están ahora sin cobertura médica, sino de viabilidad de un sistema que clama por su reforma desde hace 70 años. De ahí que desde el primer día haya sido el tema al que más tiempo, energías y reuniones le ha dedicado. Durante más de medio año la Casa Blanca ha conducido el proyecto como si fuera una campaña electoral. Se trataba de convencer naturalmente a los senadores y congresistas para que dieran su voto, pero también de cambiar la opinión pública y frenar los ímpetus de la derecha republicana y de los grupos de presión hostiles. No ha sido una batalla, sino una verdadera guerra de desgaste, en la que no han faltado las mentiras y las canalladas propias de las guerras. La derecha le ha acusado de organizar tribunales para dictar la eutanasia contra ancianos y minusválidos, de querer socializar la medicina y de recortar la actual asistencia a los ancianos (Medicare). Obama ha dejado muchas plumas en el combate. Su popularidad ha caído. Sus propósitos de presidencia transversal por encima de los partidos (bipartisan) han quedado en nada. Ha tenido que partirse la cara para hacer el más mínimo paso y lo ha conseguido con un retraso preocupante respecto a sus propósitos: la reforma debía estar lista y aprobada justo después del verano, y no lo estará probablemente hasta principios del año próximo: lo mismo que con el cierre de Guantánamo. Al acercarse al primer aniversario de su instalación en la Casa Blanca, Obama está llegando a su punto crítico, el momento en que finalmente será posible atisbar el perfil con el que va a pasar a la historia. Durante este año ha pronunciado de momento los mejores y más bellos discursos. Pero ya hemos visto qué ha sucedido cuando se ha pasado de las palabras a los hechos. La realidad es de pedernal: dura y exasperante. Hasta aquí llega su yes we can. Ahora resulta que el maravilloso primer presidente negro de los Estados Unidos no convence a nadie, ni a una derecha que le detesta ni a una izquierda que esperaba mucho más de él. Ha decepcionado en Afganistán, a unos porque ha fijado una fecha para empezar la retirada y a otros porque es responsable de una escalada. Ha decepcionado en Copenhague, a unos porque no creen en el cambio climático y a otros porque le consideran responsable de dinamitar el proceso multilateral, y lo ha sustituido por una declaración de los que más contaminan en la que no se cifran objetivos ni compromisos. Va a decepcionar también con la reducción del arsenal nuclear, que no gusta a quienes piensan que EE UU debe mantener su supremacía pero tampoco a quienes piden reducciones más drásticas. Y decepcionará también con su reforma del sistema sanitario, que para la derecha significa una intromisión intolerable del Estado donde no le llaman y para la izquierda un paso más que insuficiente, sin opción a una sanidad pública, que seguirá dejando a muchos norteamericanos e inmigrantes fuera de toda cobertura (27 millones, según cifras de Financial Times). Esto es Obama y esto será Obama en el futuro: palabras sublimes y hechos mediocres. A menos que tropiece con una circunstancia excepcional, de las que marcan una presidencia. Puede ser adversa: un enfangamiento en Afganistán que desemboque en un Vietnam insoportable. O favorable: que una constelación de voluntades, hasta ahora inexistente, conduzca a la creación del Estado palestino y a la paz. Sólo un imprevisto, o la economía, claro, pueden cambiar esta imagen que está a punto de convertirse en definitiva. Si es un hecho negativo, teñirá de gris incluso sus ya mediocres logros y Obama será como Carter, Johnson o como máximo Clinton. Si es positivo -esa paz imposible en Oriente Próximo; o una nueva era de prosperidad-, entonces los teñirá de oro y será Lincoln y Roosevelt, como había soñado.



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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REGALO DE NAVIDAD: Paul Auster

Como un regalo navideño a los lectores de Moleskine Literario, les ofrezco este especial gráfico aparecido en The Guardian titulado: Auggie Wren's Christmas Story por Paul Auster, illustrated por ISOL y editado por Faber and Faber. 'Auggie and I have known each other for close to eleven years now. He works behind the counter of a cigar store on Court Street in downtown Brooklyn, and since it's the only store that carries the little Dutch cigars I like to smoke, I go in there fairly often.''It turned out that Auggie considered himself an artist ... As I flipped through the photo albums and began to study Auggie's work, I didn't know what to think ... all the pictures were the same.''He suddenly interrupted me and said, "You're going too fast. You'll never get it if you don't slow down." He was right of course. If you don't take the time to look, you'll never manage to see anything.''Earlier that same week, a man from the New York Times called me and asked if I would be willing to write a short story that would appear in the paper on Christmas morning... I told him I would give it a try. The moment I hung up the phone, however, I fell into a deep panic.''I found myself unburdening my troubles to Auggie. "A Christmas story?" he said after I had finished. "Is that all? If you buy me lunch I'll tell you the best Christmas story you ever heard."' '"It was the summer of seventy-two," he said. "I don't think I've ever seen a more pathetic shoplifter in my life ... He took off like a jackrabbit ... I chased after him for about half a block, and then I gave up. He'd dropped something along the way, and since I didn't feel like running any more, I bent down to see what it was. It turned out to be his wallet ... Robert Goodwin. That was his name. ... I felt kind of sorry for him.' '"Every once in a while I'd get a little urge to send it back to him, but I kept delaying and never did anything about it. Then Christmas rolls around and I'm stuck with nothing to do."' '"I finally get to the apartment I'm looking for and ring the bell. Nothing happens. I assume no one's there ... and just when I'm about to give up, I hear someone shuffling to the door ... 'Is that you Robert?'"'"She has to be at least eighty, maybe ninety years old, and the first thing I notice about her is that she's blind. 'I knew you'd come, Robert,' she says. 'I knew you wouldn't forget your Granny Ethel on Christmas.'"''"What I did next was positively crazy and I've never forgiven myself for it. I go into the bathroom and stacked up against the wall next to the shower, I see a pile of six or seven cameras. Brand-new thirty-five-millimetre cameras, still in their boxes ... I figure this is the work of the real Robert."'"I felt so bad about stealing the camera, I hadn't even used it yet. I finally made up my mind to return it, but Ethel wasn't there anymore."' '"And now you've got your Christmas story, don't you?"



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24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Doce por José José

José José. Fuente: univisión Excelente idea: Ediciones Cal y Arena, luego de una noche de copas amenizadas por versiones mal cantadas y etílicas de las canciones de El Príncipe de la Canción, José José (como terminan todas las noches de copas de Latinoamérica) decidió convocar a 12 escritores mexicanos para que se inspiren en igual número de canciones del genio mexicano. El resultado incluye covers literarios de Ana Clavel, Guillermo Fadanelli, Ana García Bergua, Eduardo Antonio Parra, Rafael Pérez Gay, Carmina Narro, Roberto Diego Ortega, Luis Miguel Aguilar, Héctor de Mauleón, Anamari Gomís, Roberto Pliego e Iván Ríos. Yo hubiera hecho un cover literario de La Almohada, la historia de mi vida. En fin, dice la nota:Los textos inspirados en canciones como ?Gavilán o Paloma?, ?Una mañana?, ?Payaso?, ?La nave del olvido?, ?Si me dejas ahora? y ?El triste?, son un acercamiento a un momento de la cultura popular, tanto que Pérez Gay no tiene duda en que José José va a quedar a la altura de José Alfredo Jiménez o Javier Solís. ?En algún momento se le va a recordar como otro de los grandes de la canción porque José José deja un poco atrás al bolero para constituir lo que es la balada romántica que surgió en los años 80 y de la cual él es eso precisamente, el Príncipe de la canción?. Tampoco Ana Clavel tiene duda de que el libro es una especie de reconocimiento al papel que en la vida y en los ?corazones más sensibleros? de esa docena de escritores tiene la figura de José José. ?Además él en su vida personal ha llevado un registro de sus propias canciones, ha sido Gavilán, ha sido Paloma, ha sido volcán apagado, ha sido El Triste. Tuvo sus momentos gloriosos porque tenía una voz portentosa y una manera única de interpretar, y sigue siendo la voz del corazón abierto?. Iván Ríos Gascón por su parte asegura que él descubrió todo un universo al escuchar con atención las canciones de José José. ?Realmente no había medido la genuina dimensión de lo que significa José José como personaje, como cantante y sobre todo el contenido de sus baladas románticas?a un gran momento de la cultura popular y lo situan, como dice Pérez Gay, a la altura de José Alfredo Jiménez o Javier Solís. ?José José deja atrás al bolero para constituir la balada romántica surgida en los 80?. Si en su texto Roberto Diego Ortega señala que José José diseñó la fórmula perfecta de su voz, una esfera definida por la intensidad erótica y el corazón hipersensible?, Rafael Pérez Gay declara que su relación con el Príncipe ?es larga, añeja y muy afortunada, siempre me pareció un gran cantante, de enorme éxito, pero destruido por el triunfo demoledor de sueños que llega con el éxito?. [...] Los doce autores que fueron invitados a participar y trabajaron sobre una canción de José José, se dejaron llevar por la inspiración, por los celos, la traición, la soledad, la mentira, el abandono, el adulterio y la pasión que contienen todos los temas interpretados por el cantante. Ana Clavel se adentró en 40 y 20 para contar la historia de un cuarentón que se relaciona con una chica de 20 cuyos primeros años fueron el paraíso. Una frase de la canción fue determinante: ?Dicen que tú eres dulce primavera, no saben que yo guardo un verano que cuando te miro te quemas?. Para ella ?Esa incandescencia de un hombre mayor enamorado de una chica más joven me sirvió de pretexto para contar una historias que va de sorpresa en sorpresa, desde el momento en que él está a punto del suicidio cuando lo deja la chica. Ahí comienza la historia?, relata la escritora ana Clavel. En tanto que Guillermo Fadanelli apostó por "Me basta" para relatar que ?Todo comenzó cuando abrí una puerta que debió mantenerse siempre cerrada?, Carmina Narro se inspira en ?Será? para contar que no sabe cuándo empezó todo pero desde las primeras líneas parafrasea: ?Será que te llevaste algo de mí... el día que te fuiste... Será que estaba acostumbrado a ti...? y Héctor de Mauleón crea un retrato perfecto de ?El Triste? a través de una historia contada en primera persona es un caminador eterno de la ciudad pero siempre en soledad.



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23 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Renunció Abel Posse

Abel Posse renunció. Fuente: la gaceta tucuman Y doce días después y con todo el mundo en contra, el escritor Abel Posse renunció al cargo de Ministro de Educación en Argentina. "Me fui a los 10 días porque no quería irme muerto a los 40" dijo el renunciante. No pudo más. Dice la nota en Página12:Con sólo doce días frente al cargo, Abel Posse renunció como ministro de Educación de Mauricio Macri. Luego de que el jefe de Gobierno decidiera nombrarlo sin escuchar los cuestionamientos de los gremios docentes, los organismos de derechos humanos y la oposición porteña, el cónsul de dos dictaduras se convirtió en el funcionario más fugaz de la gestión PRO. Posse cosechó un rechazo unánime luego de afirmar que estaban ?ilegítimamente encarcelados los militares que lograron el cometido de aniquilar a la guerrilla en sólo diez meses?, que los ex detenidos-desaparecidos eran un ?residuo de subversivos? y que los jóvenes están ?drogados y estupidizados por el rock?, entre otras frases memorables. El principal candidato a reemplazarlo es el diputado Esteban Bullrich. Macri decidió pedirle la renuncia a Mariano Narodowski para darle un cierre al escándalo de espionaje de Ciro James, que cobraba un sueldo de seis mil pesos mensuales en el Ministerio de Educación. En su lugar, eligió a Posse, que consiguió unificar en su contra a todos los gremios docentes, a la totalidad de los opositores y a estrellas de rock, como Andrés Calamaro, León Gieco y Litto Nebbia, entre otros. También lo cuestionaron los jueces de la Corte Suprema Carmen Argibay y Eugenio Zaffaroni y se diferenciaron de él diversos ministros del propio gobierno macrista (en primera fila, Narodowski). Tras el pedido de que no lo dejara jurar en el cargo, Macri decidió seguir adelante con su designación y le pidió que no hiciera más declaraciones sobre el pasado, sino que se dedicara a hablar de educación. En público, lo defendió como ?un intelectual provocador?, un argumento que no convenció a muchos. ?Esperemos que este hombre entienda qué lugar debe ocupar?, murmuraban en el gabinete, mientras Macri le tomaba juramento el 11 de diciembre, hace menos de dos semanas. Sin embargo, el ministro ?que cosechó dos marchas en su corta gestión? desobedeció el pedido del jefe de Gobierno y siguió adelante con su raid mediático. ?Qué me va a retar Macri. ¡A mí no me reta nadie!?, se jactó, en un reportaje con Página/12. Los macristas pensaban coronar el cambio de ministro con la creación de un consejo asesor, al que querían sumar al filósofo Santiago Kovadloff, al rabino Sergio Bergman, al ex ministro de Educación de la Alianza Andrés Delich. Pero luego de las primeras declaraciones del ministro, todos huyeron despavoridos. En las segundas líneas del ministerio tampoco habían caído nada bien sus declaraciones sobre el rock y se quejaban de que iba sólo una o dos horas por día. ?No estaba cómodo con cómo lo estaban tratando la prensa y los sindicatos?, explican su renuncia cerca de Macri, en donde detallaron que Posse presentará hoy su renuncia formalmente. ?Habló como escritor y la tribuna era otra?, sentencian en Bolívar 1. Si bien la noticia representa otro dolor de cabeza para Macri ?para colmo, le cae el día en que relanzó la Policía Metropolitana? entre los macristas había cierto alivio por la salida del ministro problemático.



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23 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Premio Augusto Roa Bastos

Augusto Roa Bastos. Fuente: picassaweb Lanzan el Premio Augusto Roa Bastos para favorecer la creación literaria en Paraguay. Será un premio bienal y podrán participar todos los paraguayos y extranjeros residentes en Paraguay. Lo bueno es que la edición de la novela ganadora será hecha por Alfaguara. A ver si se les prende el foquito a los peruanos que lanzan premios y publican pésimo los libros con editoriales sin buena distribución. Dice la nota:Se presentó ayer el Premio Literario Augusto Roa Bastos, que entregará US$ 7.000 y publicará la obra ganadora bajo el prestigioso sello internacional Alfaguara.El lanzamiento del concurso se realizó en la residencia del embajador de España e ideólogo del galardón, Miguel Ángel Cortizo Nieto.Javier Barreto, gerente de la Editorial Santillana, explicó que el certamen se desarrollará cada dos años (bienal) con la finalidad "de estimular la producción literaria; que los escritores publiquen sus obras y que sean leídas, tanto dentro como fuera del Paraguay".El directivo aseguró que el Premio Augusto Roa Bastos tiene varios incentivos. "La dotación de US$ 7.000 para el ganador, el prestigio que otorga Alfaguara, uno de los más importantes en lengua española y la difusión que pueda alcanzar la obra al ser publicada por un sello internacional", fueron algunos de los aspectos que destacó Barreto, quien agradeció el apoyo y el beneplácito de la Fundación Augusto Roa Bastos.Mirta Roa, hija del laureado escritor, y Tony Carmona, director del organismo, valoraron positivamente el emprendimiento."Qué mejor forma de homenajear a Bastos que darles la oportunidad a los escritores paraguayos para que trasciendan las fronteras del país. Esto les abre las puertas a los escritores", consideró Roa. Coincidió con estas apreciaciones el ministro de la Secretaría Nacional de Cultura, Ticio Escobar, quien también hizo uso de la palabra. Por su parte, el embajador español, Miguel Ángel Cortizo Nieto, ideólogo del galardón, dijo que este era su aporte."Es mi pequeño grano de arena", señaló el diplomático. Como dije, podrán participar todos los escritores (mayores de 18 años) paraguayos o extranjeros residentes en Paraguay. La obra, que deberá ajustarse a los parámetros del género de la novela, deberá ser inédita y tendrá como mínimo 150 páginas. Los originales se reciben en la sede de Alfaguara (Venezuela 276 entre Mariscal López y España). El plazo de admisión de los trabajos, que posiblemente será ampliado según se adelantó en la reunión, se cerrará el 26 de abril de 2010.



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23 de diciembre de 2009
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Apólogo de la presencia de un intruso

Supongamos que  un ruido no familiar me despierta en la noche. En la oscuridad de la habitación me embarga el temor de que un extraño se ha introducido en ella. Me esfuerzo en apartar la idea, pero recuerdo que, en razón del calor, he dejado abierto el balcón en la sala contigua, y que la calle se encuentra  a escasos metros. La presencia de un intruso no es pues imposible, no hay probabilidad cero de que así sea. Me hallo escindido entre dos horizontes muy diferentes, determinados por dos probabilidades:

 1) La probabilidad  de que no haya nadie, que me tranquiliza y me mueve a intentar conciliar de nuevo el sueño.

2) La probabilidad real de que haya un intruso, que me obliga a aventurar conjeturas que pueden tener enormes consecuencias, como la de ser agredido, o la de adelantarme yo mismo a la agresión, lo cual según como vayan las cosas puede incluso convertirme en algo tan inesperado en mí como un homicida, etcétera.

En suma: el avance  de dos conjeturas cuyo grado de probabilidad no es nulo conduce a una forma de desdoblamiento de la personalidad. Esta quiebra psíquica puede resultar más insoportable aun que la conjetura negativa, por lo cual para superarla me decido a...encender la luz, comprobando quizás felizmente que no hay nadie.

                                                          ***

Modificaré el apólogo que precede, introduciendo una premisa filosófica, que de momento pido al lector que postule, es decir, acepte sin reflexionar si es razonable o no:

Toda hipótesis que no tiene probabilidad cero, toda hipótesis que reúne condiciones de posibilidad, reúne también las condiciones de necesidad, o en otros términos: todo lo que es posible necesariamente se realiza.

 

Sometidos a esta premisa volvamos a la situación de mi despertar en la noche en plena oscuridad: la probabilidad  de que haya penetrado un intruso no es nula, por consiguiente el intruso está ahí; la probabilidad de que no haya penetrado el intruso no es nula, por consiguiente el intruso no está ahí. Situación pues ontológicamente bipolar la mía: soy a la vez aquel que debe conciliar el sueño para estar en condiciones de realizar su cotidiana tarea al día siguiente, y aquel para quien el sueño sería un disparate, aquel que tiene urgencia en alzarse y acaso esgrimir un arma.

 

¿Qué pasa ahora si enciendo la luz y compruebo que hay efectivamente un individuo al que- adelantándome a su agresión- reduzco? Obviamente yo soy esa personalidad temperamental, apta a adelantarse a una agresión y hasta complaciente en la pelea. ¿Qué se ha hecho pues de mi personalidad pacífica y quizás algo pusilánime, que tendía a descansar para estar en condiciones de rendir en el trabajo al día siguiente? Pues no tuvo ocasión de imponerse a la otra se diría clásicamente. Respuesta a rechazar de inmediato si seguimos fieles al postulado de que lo que tiene condiciones de posibilidad reúne también las condiciones de necesidad:

El yo conciliador tanto en lo referente al sueño como en las relaciones con los demás, ha tenido su espacio de realización plena, pues el hecho de encender la lámpara no ha hecho en absoluto colapsar la plácida situación en la que en el dormitorio  me encuentro solo, sino que meramente esa situación es contemplada por un yo diferente del que ahora está llamando a la policía.

Y ¿qué tiene en común este yo al que amenazan pleitos con el que se dispone a dormir placidamente? Pues el pasado, un pasado que llega hasta el momento en que la lámpara -al iluminar la habitación- les escindió. Yo, que espero a la policía, ignoro si el que quedó solo en la habitación está quizás impedido de dormirse por un síntoma alérgico, o si ha decidido aprovechar la circunstancia para levantarse y adelantar su trabajo; yo que espero a la policía vivo en otro mundo, un mundo ortogonal al suyo, un mundo sin comunidad de presente o de futuro con el suyo.

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23 de diciembre de 2009
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II. Llamas para el escándalo

El gobernador Sanford, en la cúspide de su poder, se embarcó en un ardiente affaire amoroso con una beldad argentina, María Belén Chapur, a la que llegó a llamar su "compañera del alma". Una historia suficiente para encender las llamas de los tabloides populacheros y de las revistas del corazón, en las que se consumen las vidas de los famosos, sobre todo cuando tropiezan y dejan de ser fieles a la regla de la sociedad puritana que manda que todo se puede, mientras no se sepa.

Jenny, la esposa traicionada, se creó pronto una imagen de mujer sufrida, capaz de llevar con estoicismo y dignidad la afrenta, y ahora sus memorias relacionadas con la infidelidad del marido serán publicadas en Nueva York por la editorial Ballentine, que las anuncia como un ejemplo notable de "el asunto universal de mantener la integridad personal y el sentido de sí misma durante tiempos de dificultad".
La víctima ha sido declarada, además, como una de las diez personalidades más fascinantes de Estados Unidos en el programa de Barbara Walters en la cadena ABC, quien ya la ha entrevistado, y ahora Jenny registra su nombre como marca para vender ropa de moda, camisetas, gorras y tazas. La fama a todo trapo.

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23 de diciembre de 2009
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Austin: cultivada rareza

En el año 2000, un grupo de ciudadanos de Austin, celosos de preservar ciertas peculiaridades de la ciudad, lanzó la frase "Keep Austin weird" ("Que Austin se mantenga rara"), y lo que al  principio no fue más que la ocurrencia de unos extravagantes, en poco tiempo se convirtió en un lema ahora asumido desde la alcaldía. ¿Cómo de rara es Austin? Al principio no lo parece mucho. Situada más o menos en el centro de Texas, no es la ciudad más hermosa del estado (seguramente lo sea San Antonio), ni la más grande (Houston), ni la más artísticamente avanzada (Dallas), pero al ir conociéndola se empieza a ver su encanto, su mezclada personalidad, su acusado perfil humanista. Se trata de una ciudad universitaria, y la universidad es no sólo el ‘alma mater' sino -o así me lo pareció a mí- el espíritu del lugar. Repartida entre una serie de edificios eclécticos, alguno muy bonito, la universidad tiene un hito arquitectónico, la Torre, que rivaliza o le hace un guiño al otro gran punto descollante y emblemático, la cúpula del Capitolio.

     Los americanos adoran tener capitolios en sus capitales, y se esmeran en su construcción, pero el de Austin es realmente impresionante; me contaron mis anfitriones que Borges, visitante asiduo de la ciudad, se hacía siempre llevar allí, tocando con sus videntes manos, antes de entrar, los nobles muros de granito rojizo. El presente Capitolio se empezó a levantar en 1882, y al terminarse, seis años después, se dijo que era el séptimo edificio más grande del mundo. Como todo capitolio que se precie, es de estilo clásico, neo-renacentista éste, pero con esa elegante solidez geométrica que tienen en los Estados Unidos sus símbolos de piedra, desde las grandes fábricas a los primeros rascacielos. Abierto cómodamente al público a todas horas, no en vano es lugar de representación del pueblo, la visita es muy recomendable, ofreciendo, además de sus cuadros, sus salones y sus galerías de columnas, una rareza que nos llama la atención; en el suelo de mármol de la rotonda central, están grabadas las enseñas de todos los países o estados a los que la orgullosa Texas perteneció a lo largo de su historia: la Estrella Solitaria de la breve República de Texas, el Sello de la Confederación, la flor de lis de los Borbones franceses y el león y el castillo de las armas castellano-leonesas.

    Espectacularmente iluminado de noche, se dejará a un lado la mole del Capitolio cuando el viajero se acerque a la cuadrícula del distrito musical y ‘golfo' en el Downtown, famoso en una ciudad donde la asombrosa profusión de iglesias de todas las religiones (yo tenía seis rodeando mi hotel) no impide, por ejemplo, la existencia de una bulliciosa comunidad gay, con sus lugares de esparcimiento al oeste de la calle 4. La calle 6, en su parte este, es la que alberga otra gran cantidad de templos que dan a Austin su más laica y celebrada espiritualidad. En esa zona, cruzada por dos grandes arterias, las calles Lavaca y Guadalupe, y jalonada por la llamativa silueta, entre romántica y vaquera, del Hotel Driskill (precioso y de muy buen comer su restaurante), se halla, en una serie casi ininterrumpida de animados locales nocturnos, la mayor  oferta imaginable de música en vivo: country, folk, blue, jazz, etc. Según mis amigos melómanos, el de más solera es el Elephant Room, en Congress Avenue, y allí, en efecto, asistí yo una noche a una emocionante ‘jam session' a partir de las composiciones de Thelonious Monk. Para los nostálgicos de la edad de oro del ‘pop', la peregrinación obligatoria, lejos de allí, en North Lamar, es el Threadgill´s, un atractivo bar de carretera al viejo estilo donde en los primeros años 1960 empezó a cantar la tejana Janis Joplin, estudiante entonces de la universidad de Austin.

    El cliché de un estado cuyo símbolo más presente es el de los ‘longhorns', los largos cuernos curvos de las vacas, no debe ocultar que en Austin, y también en Dallas y Houston, los millonarios petroleros han hecho posible la existencia de museos y centros culturales ejemplares. En Austin, esa generosidad del mecenazgo alcanza una sofisticación deslumbrante. La describo en tres paradas. La primera en la Nettie Lee Benson Latin American Collection, que dispone de un fondo de manuscritos y libros iluminados tal vez incomparable. La visita le deja a uno boquiabierto sin cesar, pues cuando se acaban de disfrutar los mapas mexicanos del siglo XVI, deliciosamente ingenuos, van apareciendo las ‘joyas' contemporáneas, entre las que el original de ‘Rayuela' corregido por el propio Cortázar se asemeja a un primitivo incunable. La segunda es el museo Blanton, otra donación privada donde se amalgama un núcleo central muy bien seleccionado de pintura barroca italiana con diversas muestras de arte americano contemporáneo. Por último, el Harry Ransom Center, que más que un centro de humanidades es la más maravillosa cueva de Alí Babá que yo conozca. En el Ransom, hogar definitivo de los archivos privados de  -por citar sólo adquisiciones recientes- Doris Lessing, Borges, Burgess, Malamud, Narayan o Stoppard, llega a ser vertiginosa, como en un juego de sueños realizados, la posibilidad de ver la primera foto de la historia, las páginas a mano de Proust y Faulkner, antes de pasar a los vestidos originales de Escarlata 0´Hara (tienen el legado de Selznick) o las tijeras gigantes que Dalí diseñó para el ‘Recuerda' de Hitchcock.

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23 de diciembre de 2009
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El Boomeran(g)
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