Skip to main content
Escrito por

Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

Blogs de autor

Brújula perdida, estrella encontrada

¡Qué desilusión es La brújula dorada! Como fan de la trilogía del escritor Philip Pullman, esperé con ansiedad el estreno de su adaptación cinematográfica. El elenco me llenaba de esperanzas: Daniel Craig, Nicole Kidman, Derek Jacobi, Tom Courtenay y Eva Green como la bruja Serafina Pekkala. (Ah, qué mujer. Si todas las brujas fuesen como ella...) El diseño de producción, que había ido espiando durante meses en internet, también me alentaba: realmente era bello y en sintonía con el mundo paralelo que Pullman describe, una suerte de Inglaterra detenida en el tiempo en la que sigue habiendo carruajes -aunque propulsados a motor- y dirigibles surcando los aires. La responsabilidad del fracaso le cabe sin duda alguna a Chris Weitz, director y guionista, a quien le extendí crédito a pesar de que su currículum no era ninguna garantía. Weitz dirigió American Pie y la adaptación de la novela de Nick Hornby About a Boy, comedias realistas y a menudo zafias, pero yo siempre apuesto unas fichas a aquel que se juega por algo distinto. En este caso -ay- perdí. Los problemas de la película La brújula dorada son ante todo narrativos. El film procede acumulando explicaciones farragosas y escenas de acción sin preocuparse nunca por generar empatía con sus personajes y con el nudo de la historia. Cuando un relato que incluye niños esclavizados no logra retorcerme el alma, es que algo esta funcionando muy mal. En algún sitio, el fantasma de Charles Dickens se revuelve indignado.

/upload/fotos/blogs_entradas/stardust.jpgLo que me devolvió el alma al cuerpo fue la visión de otra película que conseguí en DVD el mismo fin de semana: Stardust, dirigida por Matthew Vaughn (autor de la entretenida Layer Cake), basada en la historia original de Neil Gaiman. Stardust también tiene un elénco mayúsculo (Michelle Pfeiffer, Robert De Niro, Peter O'Toole, Claire Danes) y una anécdota fantástica, en la que también hay brujas y mundos paralelos, como en La brújula dorada. Pero todo lo que la película de Weitz hace mal, Stardust lo hace bien. Uno se involucra con sus personajes, acepta las reglas que rigen su universo (alternativas a las del nuestro, pero de lógica inapelable) y no deja de sorprenderse hasta el final. Pero claro, Stardust fue realizada con un presupuesto infinitamente menor y tuvo una promoción minúscula al lado de La brújula, por lo que terminó pasando casi desapercibida. La vida no es justa. Es buena, como dice Lou Reed, pero de justa ni hablar.

Qué lástima que una historia tan bien hecha y a la vez tan revulsiva como la de la trilogía de Pullman (que responde al título genérico de His Dark Materials y presenta una relectura revolucionaria del relato cristiano de la Creación) haya sido asesinada por una versión cinematográfica tan desangelada. Chris Weitz debería regresar a American Pie V y dejar esta clase de relatos a gente que sabe cómo manejarlos: el obvio Peter Jackson, y ahora también Matthew Vaughn. Jackson & Co. tienen claro que no hay que dejarse marear por enanos, elfos, brujas y efectos digitales. Para que un relato así funcione las reglas son las mismas que en el resto de los géneros, de El graduado a El gatopardo: es preciso contar la historia de la forma más dramática y emocional posible, seduciendo al espectador para que se involucre en el destino de sus personajes. El público no hace distingos entre un príncipe encantado y un alumno de Harvard: lo único que quiere es que el director lo convenza de que vale la pena dedicar dos horas a acompañarlos en la persecución de sus destinos.

Leer más
profile avatar
17 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Escándalo

La muerte del represor Héctor Febres es un escándalo. Que a pocos días del veredicto en el juicio que se le sustanciaba haya ingerido una cantidad de cianuro capaz de voltear a un caballo es, en primer lugar, una bofetada en el rostro del Gobierno argentino, responsable por la seguridad del acusado. Pero también es una afrenta a la sociedad argentina toda. Es evidente que la desaparición de Jorge Julio López hace un año no fue aguijón suficiente para despertarla de su modorra. Quizás los perpetradores hayan contado con que estaríamos abocados a las compras navideñas, y por ende impedidos de prestar atención a un hecho que, aunque a algunos les parezca menor o repetido, impacta bajo la línea de flotación de la democracia.

Las peculiares circunstancias del crimen apuntan todas en la misma dirección. En primer lugar, el error de confinar a un represor de los 70 en manos de la Prefectura. Lobo puesto al cuidado de cánidos de parecido pelaje. En estos días han abundado los detalles sobre la liberalidad con que sus carceleros atendían a Febres. Tenía teléfono móvil, DVD, recibía visitas irrestrictas durante tiempo ilimitado. En su última noche cenó con su esposa y dos hijos, alimentos que ellos mismos traían y que por supuesto no fueron debidamente inspeccionados. Las primeras pericias revelaron que el cianuro fue ingerido entre las diez y las doce de la noche, esto es muy poco después de la mentada cena, ya que ese veneno mata en cuestión de minutos. El cuerpo de Febres fue descubierto a la mañana siguiente, cuando -según sus ‘cancerberos' de la Prefectura- no bajó a desayunar. También de acuerdo a los responsables de su confinamiento, hacía más de once horas que no sabían nada de él. ¿Han oído hablar de algún sistema carcelario en que se pierda registro de un detenido durante once horas?

Que Febres haya gozado de todas esas prebendas es una consecuencia del predicamento que siguen teniendo ciertos sectores políticos y judiciales vinculados a los represores de los 70. Es verdad que el Gobierno debe hacerse cargo de su responsabilidad última, pero también es cierto que vivimos en un sistema republicano que practica la división de poderes, y que por más que la iniciativa gubernamental ha impulsado en los últimos cuatro años la búsqueda de la justicia, muchos magistrados -y algunos de los organismos que conforman- han hecho lo indecible por demorar, cajonear y entorpecer la tarea pendiente. Lo han hecho sentándose sobre los expedientes de muchos juicios, negándose a organizar las causas pendientes de manera sensata y sensible para con el dolor de los testigos sobrevivientes (el mismo Febres estaba siendo juzgado tan sólo por cuatro causas, de las tantísimas que se le podían haber endilgado) y dando largas o haciendo oídos sordos al reiterado pedido del Poder Ejecutivo de encerrar a estos represores ya no en cárceles militares, sino comunes. Lo más cerca que se ha estado de obtener este resultado ha sido la concesión de recluir a algunos en el penal de Marcos Paz. Pero esto tampoco es suficiente, dado que a los criminales allí recluidos -desde Etchecolatz, el acusado por el testimonio del hoy desaparecido López, hasta Luis Patti- se les permite relacionarse entre sí libremente. Vaya nido de víboras. Nadie en su sano juicio puede pensar que algo bueno saldrá de semejante convivencia.

Se podría decir que lo de Febres ocurrió precisamente porque lo de López pasó en su momento, sin que en un año se obtuviese solución alguna -el pobre viejo sigue siendo un fantasma- ni mucho menos se arribase a verdad o explicación sobre el hecho. Hicieron lo de Febres porque podían, a sabiendas de que las circunstancias del crimen harían terriblemente difícil su esclarecimiento. Ni los de CSI podrían dilucidar un caso en el que hay más cómplices potenciales que pelos en la cabeza del muerto.

Creo que debemos reclamarle al Gobierno que se despierte. Es verdad que en muchos aspectos le han atado los brazos, pero también es cierto que en otros tantos se ha dejado madrugar. Creo que también es imperioso alzar la voz para que el común de los ciudadanos comprenda que asuntos como los de López y Febres no son una cuestión menor. Los represores pendientes de juicio no son pobres viejitos sino mafiosos de cuidado, como su accionar lo demuestra. Lo único que les impide dar golpes más fuertes -empezando por los de Estado- es el hecho de que su poder se ha visto reducido. Como también queda a las claras, es evidente que no ha sido reducido lo suficiente. Y para que esto ocurra los que deben tomar el toro por las astas son los representantes del Poder Judicial. Que un acusado haya sido asesinado, o se le haya facilitado la posibilidad de suicidarse, a los pocos días de la culminación de un juicio largamente postergado, es un puñetazo en el rostro de la Justicia argentina.

El Gobierno y la sociedad han sido burlados. Pero el Poder Judicial ha sido simplemente puesto en ridículo.

Leer más
profile avatar
16 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Canción de inocencia

En este mismo sitio, hace pocos días, alguien me acusó de inocente. Me sorprendió, porque yo suelo enojarme con cierta gente por corrupta, necia, egoísta o violenta, ¿pero inocente? ¿Desde cuándo la inocencia se ha convertido en un rasgo negativo?

Ya lo sé: la pregunta es retórica. Hasta donde puedo ver, la inocencia está mal vista por lo menos desde que la Iglesia católica se consagró como poder mundial. El dogma sostiene que ninguno de nosotros es inocente ni siquiera en el primer día de nacidos, porque venimos a este mundo con algo llamado Pecado Original. O sea: manchados de origen. Por supuesto, existe la posibilidad de que nos quitemos de encima esa mácula, pero para ello necesitamos de los oficios de -adivinen quién- la Iglesia misma, sí. El Papa viene a ser el gerente de una tintorería espiritual, y por eso le conviene que todos estemos, nos sintamos, sucios: ¡más clientes para él!

Es verdad que la legislación moderna tiende a consagrar el principio inverso, según el cual todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Pero un legado cultural de siglos no se borra de un día para el otro. En el fondo, todos nos tenemos por pecadores. Y eso le conviene a la Iglesia, sí, pero muy especialmente a los pecadores de verdad: los corruptos, necios, egoístas y violentos de los que hablaba al comienzo, porque de esa manera diluyen responsabilidad en el mar generalizado de la culpa.

Es verdad que vamos perdiendo la inocencia con el tiempo: al reconocer en nuestro interior las pulsiones que criticábamos en otros, al vernos obligados a sobrevivir en la jungla social y económica. El error es considerar que la inocencia se pierde tan sólo una vez, por completo y sin vuelta atrás. Dejamos jirones, eso es cierto. Pero no por ello debemos asumir que perdimos la esencia de aquel sentimiento, de aquella manera de mirarnos y de mirar el mundo. Las cosas son más difíciles de lo que creíamos, mala leche. Todos recibimos más golpes de los que esperábamos.

Pero si la experiencia nos sirve tan sólo para justificar nuestra desconfianza, apaguemos la luz y vámonos de aquí. Desconfiar de todo y de todos pasa por inteligencia en muchos bares. A mí me sigue sonando a maravillosa excusa para no hacer nada, ni jugarse por nadie.

Hoy más que nunca necesitamos inocentes. No ingenuos: inocentes. Gandhi no era ingenuo, tenía la inocencia necesaria para creer que la no violencia era la mejor de las herramientas y el coraje para sostenerla. "Todos debemos amar la forma humana / En pagano, turco o judío; / Donde habita la Misericordia, el Amor & la Piedad / También habita Dios", decía William Blake en una de sus Canciones de Inocencia y Experiencia. Por favor no me digan que no debo creer, que no debo confiar, que no debo apostar por el otro. Este sentimiento insensato es lo único que me mantiene vivo. 

Leer más
profile avatar
13 de diciembre de 2007
Blogs de autor

La mujer herida

Ya el aviso me arrancó una carcajada. "Fiel a la larga tradición de revistas culturales argentinas, Lamujerdemivida cierra". Durante cuatro años, nueve meses y casi 49 ediciones -la que todavía está en los kioskos es la número 48-, Lamujerdemivida (todo junto, siempre) fue una de las mejores, sino la mejor, revista cultural de estos tiempos. Una hazaña que sus responsables intentan mensurar mediante una larga lista: 1862 páginas, 85.750 kilos de papel, 168 cuentos, 2 amenazas, 243 reuniones de redacción, 1 pareja formada por la revista, 6 peleas, 2 serias, 1 escándalo público (no lo recuerdo, voy a tener que preguntar), 0 embarazos...

Como suele ocurrir, lo mejor nunca es mensurable. Durante estos años que se parecieron tanto a un páramo, Lamujerdemivida me concedió lo único indispensable que se le pide a un medio de comunicación en una era de crisis: que esté vivo. O sea que no parezca monolítico, ni que baje línea, ni que me ofrezca membresía al último Club de Iluminados. En tiempos difíciles, lo que uno busca es gente que articule las preguntas que uno se está formulando de manera más o menos nebulosa. Y eso Lamujerdemivida lo hizo sin faltar nunca a clases. El número 48 se lo cuestiona de lleno. Su tema (Lamujerdemivida siempre funcionó con números temáticos) está expresado en forma de pregunta: ¿Qué te impide pensar?

Yo fui uno de los tipos a los que llamaron a opinar. (Dije que una de las cosas que impide pensar es el miedo, citando al Frank Herbert de Dune: ‘El miedo es el asesino de la mente'.) Pero en estos casi cinco años fueron muchísimos los escritores que colaboraron con la revista, a sabiendas de que estaban -estábamos- donde había que estar. Para no cometer injusticias, me limito a mencionar a algunos de aquellos que figuran en esta edición: Esther Cross, Sandra Russo, Esteban Schmidt, Pablo Ramos, Claudia Piñeiro, Claudio Zeiger... Autores hechos y derechos que se arrimaron a Lamujerdemivida porque, imagino, los sorprendía y los divertía y los cuestionaba como a mí.

Vaya mi agradecimiento, pues, a la gente que nos proporcionó la experiencia al contribuir siempre o en algún momento a la salida de la revista: a Ricardo Coler, Mori Ponsowy, Amalia Sanz, Sergio Olguín. Elvio Gandolfo, Christian Kupchik, Marcela Basch y todos los demás. De aquí en más los kioskos de diarios seguirán mostrando culos y tetas como de costumbre, pero ya no exhibirán el rostro de la única mujer a la que yo buscaba con fervor.

La idea del aviso del que hablaba al comienzo no era la de convocar a un entierro sino a una fiesta: el 19 de este mes a las 20 en Casa Brandon, Drago 236, Buenos Aires. Allí estaremos todos los que disfrutamos de Lamujerdemivida, celebrando que haya existido y que ni siquiera en su ocaso deje de producir encuentros.

Leer más
profile avatar
12 de diciembre de 2007
Blogs de autor

En brazos de ángeles

Volví a leer (la obra original, en dos volúmenes) y a ver (la miniserie de HBO dirigida por Mike Nichols) Angels in America casi por casualidad: estaba buscando cierta información para la novela que estoy escribiendo y Graciela Mochkofsky me recordó que figuraba en el texto original del enorme Tony Kushner. Encontré la información en un santiamén... y ya no pude parar. Releyendo las dos partes de Angels, Millennium Approaches y Perestroika, recordé cuánto le debo a Kushner y a su magnífica obra. En un momento clave de mi vida, Angels in America me abrió los ojos a las maravillas del teatro -vi Millennium Approaches en Broadway, con Stephen Spinella en el papel de Prior Walter- y me demostró que sigue habiendo artistas que, a la manera de Jacob, no temen luchar contra lo inefable para arrancarle una bendición -a la fuerza, si es preciso.

La miniserie de Mike Nichols está editada en DVD, incluso en la Argentina. Para mí es un poco menos que la versión que vi en escena, y todavía menos que el texto original, pero no deja de ser la encarnación de Angels más fácil de conseguir. Y las actuaciones de Al Pacino, Meryl Streep, Mary-Louise Parker, Justin Kirk, Emma Thompson y Jeffrey Wright tampoco son para despreciar.

Angels es una historia larga y compleja pero siempre fascinante, que enhebra los caminos de una decena de personajes -alguno de ellos reales, como el infame Roy Cohn- en la Nueva York que se aproxima al fin de milenio, bajo égida de Ronald Reagan y en el momento más acojonante de la epidemia del sida. Kushner no le tiene miedo a los grandes temas. Se mete con la política, la religión, el amor, la muerte y el sentido de la vida sintiendo que está en todo su derecho de abordarlos (hay muchos artistas que piensan que esos asuntos ya han sido agotados por los clásicos, como si la vida misma hubiese sido ya saldada), y lo hace con una inteligencia inclaudicable; en algunos de sus mejores momentos, Angels suena como el combate de una mente brillante decidida a no darse cuartel hasta arrancarle al logos algo parecido a la Verdad. 

Pero además de ambición y lirismo Angels tiene otros dos ingredientes, que terminan de consagrar el díptico como un clásico contemporáneo: el humor (que Nichols atempera, pero que en escena suele ser desternillante) y una mirada sobre la especie humana que, precisamente porque es implacable, puede darse el gusto de practicar la piedad. Kushner muestra a Roy Cohn en toda su crueldad. (El Cohn de Angels es uno de los grandes, grandísimos personajes del teatro de hoy, interpretado por Pacino en la miniserie.) /upload/fotos/blogs_entradas/central_park.jpgPero a pesar de ello le concede una gracia final. En la hora de su muerte, el fantasma de una mujer que contribuyó a electrocutar -la tristemente célebre Ethel Rosenberg, condenada por traición a la patria-, vela a su lado cantándole una canción de cuna.

Angels in America es una obra conmovedora, que sin apartar los ojos de las miserias que solemos producir nos conecta con lo mejor de la experiencia humana. Bajo su influjo, ayer sentí revolotear encima mío al ángel de las dos Bethesdas que visité hace poco: al original de la fuente de Jerusalén, que hizo brotar de la tierra un agua milagrosa, y al de la estatua del Central Park, uno de los sitios más bellos de New York.

¿Puede una obra artística sugerirnos que algo maravilloso está por ocurrir?

Leer más
profile avatar
11 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Después de la tormenta

Me desperté esta madrugada con una tormenta que estaba a un par de soplidos de ser un huracán. Por la mañana vi imágenes de los destrozos en la TV: árboles arrancados de cuajo, hierros doblados, carteles derrumbados sobre casas. Ahora, a media tarde, escribo bajo un cielo de un azul límpido.

Se me cruzó que el arco que iba de la tormenta a esta tarde tan bonita era un eco de lo que vivimos en este país durante los últimos cuatro años. Néstor Kirchner asumió en el año 2003 la presidencia de algo que era bastante menos que un país y bastante más que un simple incendio. Ayer cesó en su tarea dejando detrás un país en funcionamiento. Con muchísimos problemas e infinidad de tareas pendientes, pero de pie. Cuando uno se ha habituado a perderlo todo cada pocos años, algunas cosas que a otros les parecerán elementales cobran para uno la dimensión de hazaña. Que un presidente concluya su mandato, por ejemplo. Que haya beneficiado a las mayorías. Que haya respetado y hecho respetar los derechos humanos. Que no haya reprimido las protestas populares. Que haya profundizado la relación del país con América Latina.

/upload/fotos/blogs_entradas/cristina_fernndez_de_kirchner.jpgAyer asumió la presidencia Cristina Fernández de Kirchner. Ver a una mujer con la banda presidencial me produjo una emoción profundísima. Que se convirtió en lágrimas al verla ponerse de pie para rendir homenaje a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, precisamente en el día que en que se cumplían 30 años del secuestro de su fundadora, Azucena Villaflor. A ellas -esas mujeres- les atribuyó la nueva presidente toda su inspiración, un ejemplo que llevan décadas practicando para beneficio de todos los argentinos: el de la ardiente paciencia en el reclamo de justicia, haciendo de la no violencia una cuestión de principios. El resto del discurso de asunción también fue memorable. En su defensa de la justicia social y de la educación pública, en su reclamo de igualdad ante la ley (dirigido a los jueces que no quieren pagar impuestos), en su profesión de fe latinoamericanista, en su definición a favor de un mundo multilateral que no combata al terrorismo violando derechos humanos. 

Yo no soy peronista ni me definiría como kirchnerista. Pero faltaría a la verdad si no dijese que ayer fue una de esas raras, extrañísimas ocasiones en que mi país no me inspiró rabia, desconcierto ni tristeza, sino muy por el contrario, me llenó de esperanza.

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Perfume de Azucena

Hace treinta años atrás era sábado. Sábado 10 de diciembre. La mujer -una señora maciza, de sonrisa fácil y debilidad por el spray fijador del cabello- salió muy temprano por la mañana. Iba a hacer compras. La gente que va a hacer compras un sábado o domingo tan temprano no es cualquier gente, es gente organizada, responsable y generosa, que sacrifica su descanso del fin de semana para que a nadie le falte nada al levantarse.

Pero esa mañana algo se interpuso entre la señora Azucena y las medialunas. Un grupo de hombres armados. Que la golpearon, la cargaron en un auto y la secuestraron. Se la llevaron a la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada. Cuatro o cinco días después del secuestro la drogaron, la metieron en un avión y la arrojaron desde lo alto al Río de la Plata.

/upload/fotos/blogs_entradas/azucena_villaflor.jpgAzucena Villaflor fue una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo. Dicen que era "una líder natural". Ella fue una de las catorce originales, que el 30 de abril de 1977 dieron la primera de tantas vueltas alrededor de la Pirámide en reclamo por las vidas de sus hijos.

Para acabar con esas catorce amas de casa, con esas catorce madres y las que se les fueron sumando tantas como hijos desaparecidos, la Armada argentina concibió un operativo de inteligencia. Envió a uno de los suyos, un oficial llamado Alfredo Astiz, a infiltrarse en el grupo. Una tarde de octubre de 1977 -quizás el mismísimo Día de la Madre, como sugirió ayer en Clarín el periodista Enrique Arrosagaray-, se aproximó a Azucena a la salida de la misa. Dijo llamarse Gustavo Niño (la elección del alias es casi el summum de la perversidad: ¿qué madre que ha perdido a su hijo se resistirá el clamor de un Niño?) y estar penando por el secuestro de su hermano; su madre no lo había acompañado esa tarde porque estaba -eso dijo- postrada por el dolor.

Ese hombre, cuya educación y cuyo sueldo habían pagado durante años todos los argentinos para que protegiese sus mares, hizo lo indecible para ganarse el afecto de Azucena, esa mujer manca de hijo. Arrosagaray dice que hay testigos que lo recuerdan tomándola del brazo en alguna caminata. Una vez que obtuvo la información que consideraba necesaria, se convirtió en partícipe necesario de su secuestro, tortura y muerte.

Hoy se cumplen treinta años de aquella traición, a la que Judas mismo no se habría atrevido. Treinta años del comienzo del fin de Azucena Villaflor, aquella señora gordita y tozuda que quería recuperar a su hijo Néstor.

Tan tozuda era Azucena, que no se detuvo ni siquiera muerta. Sus restos terminaron encallando en la costa. Fueron enterrados como NN, pero ni siquiera expuestos a la desintegración natural se dieron por vencidos. Cuando se los exhumó, le dieron a la gente del Equipo Argentino de Antropología Forense la información suficiente para que pudiesen identificarla. Reducida a huesos, a jirones, a casi nada, Azucena Villaflor se alzó igual de entre los muertos para decirle a Astiz, a la dictadura, a la sociedad argentina: yo acuso. 

Leer más
profile avatar
10 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Ser o no ser (contemporáneo)

Anoche me quedé viendo una peli que se me había escapado: la adaptación de Hamlet a tiempos modernos que hizo Michael Almereyda en el año 2000, con Ethan Hawke, Bill Murray, Liev Schreiber y Kyle McLachlan. Por lo general el desafío de traer a Shakespeare (o a cualquier otro clásico) a esta época me resulta atractivo, en tanto imagino que responde al deseo no sólo de abaratar decorados y vestuario, sino de aggiornar el sentido profundo de la pieza en cuestión. A veces la retroalimentación que se produce es interesante, como en el Romeo & Julieta de Baz Luhrmann que puso al frente la adolescencia de los personajes -cruzando Shakespeare con The O.C. o cualquier culebrón teen que se precie- o en el Richard III de Richard Loncraine, que superponía monarquía y fascismo al estilo siglo XX.

Pero otros experimentos -como Titus, como este Hamlet- no resultan nada satisfactorios. Me dan la sensación de que el esfuerzo de la adaptación se agota en ver cómo se resuelven ciertos nudos de la drama o escenas claves, de tal modo que encajen en contextos actuales. Así, decidir que ‘Denmark' no sea el país original del príncipe sino una corporación y que la Ofelia de Julia Stiles no se ahogue en un río sino en una fuente equivaldría a resolver los problemas de la puesta. Pero lamentablemente -y parafraseando al dulce príncipe, de paso-, esa no es nunca la cuestión.

Hamlet ofrece flancos muy tentadores al presente. Después de todo el príncipe es un joven ensimismado, culto, rico y con demasiado tiempo libre, como tantos chicos de hoy. El Hamlet de Hawke, enganchado todo el tiempo a sus películas y sus videos y sus camaritas, se presta con facilidad a la duda, la inseguridad, los soliloquios; a diferencia del siglo XVII, el presente es un tiempo en que las vidas transcurren ante todo en el interior de nuestras cabezas. El Neo de Matrix, enfrentado al dilema de la existencia real versus la virtual, podría articular en todo su derecho el célebre to be or not to be.

Pero en el Hamlet de Almereyda nada de lo que se dice resuena. Y esto es grave, porque el guionista del caso no es el mismo de American Pie sino un tal William Shakespeare, que sabía muy bien de qué hablaba.

Me da la sensación de que Almereyda nunca se preguntó de qué habla Hamlet, cuáles son sus temas y de qué manera puede interpelarnos aún hoy. Y así se perdió una oportunidad gorda. Hamlet cuenta la historia de un joven iluminado que se ve en el dilema de hacerse cargo de la herencia de violencia que le legó su padre (el fantasma no le reclama justicia, sino venganza), y que desgarrado entre lo que considera su obligación y la posibilidad de entregarse al arte que tan feliz lo hace, termina eligiendo mal -y pierde, matando y muriendo por la vía de las armas. Hasta donde puedo ver, se trata de un asunto más que contemporáneo: urgente, que bien podría ser ubicado en Washington, Bagdad o Jerusalén.

Mientras tanto, la mejor adaptación de las últimas décadas seguirá siendo El Padrino. Michael Corleone es Hamlet. El joven talentoso a quien lo esperaba una vida mejor hasta que el imperio familiar fundado en la sangre lo llamó a encargarse del legado. Aquella célebre frase de El Padrino II: ‘Justo cuando estaba a punto de salir me empujan otra vez adentro", funcionaría en boca del Hamlet que a su regreso a Dinamarca se ve enfrentado a pelear con Laertes.

Algunas cosas no han cambiado nada.

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2007
Blogs de autor

El banquete de los héroes

¡Navidades por adelantado! Recibí mi ejemplar de The League of Extraordinary Gentlemen: Black Dossier, una historieta escrita por el genial Alan Moore y dibujada por Kevin O'Neill. Para aquellos que no están avisados: The League es una saga en la que Moore reúne a ciertos personajes clásicos de la novelística de aventuras y los pone a salvar el mundo. En los primeros libros se trata de Allan Quatermain (aquel de Las minas del rey Salomón, claro antecesor de Indiana Jones), Mina Murray (la ex mujer del desdichado Jonathan Harker de Drácula), el Capitán Nemo y su Nautilus (aparecido por primera vez en Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne), el Hombre Invisible de H.G. Wells y el doctor Jekyll de Robert Louis Stevenson -por supuesto con su contraparte, el nunca más monstruoso Mr. Hyde. En los primeros tramos se enfrentaban a Moriarty, la némesis de Sherlock Holmes, un verdadero genio criminal. Como es costumbre en Moore, la narración estaba plagada de guiños destinados a expertos en la época y su literatura popular: desde una versión adulta del Artful Dodger dickensiano hasta las aventuras marcianas de Edgar Rice Burroughs.

Este Black Dossier salta varias décadas hacia el futuro, ubicándose en la Inglaterra de los años 50. Los únicos que siguen formando parte del team original son un Quatermain rejuvenecido y la eterna Mina Murray. Y el villano al que se enfrentan es un agente secreto psicopático y violador, de nombre James y número de serio 007... A esta altura, Moore utiliza la serie del mismo modo en que Dante utilizó su Infierno en la Divina Comedia: para saldar cuentas con personajes de ficción que le parecen nefastos -como Bond- y rescatar a otros, como Quatermain, que cuelgan hoy del abismo que se abre sobre el olvido.        

Para ser honesto (me cuesta mucho, como fanático de Moore), Black Dossier no es lo mejor de la serie, y por supuesto es un pésimo lugar para empezar a leerla. Lo que resulta indudable es que el muy endemoniado ha llevado adelante un verdadero tour de force. Para narrar lo que ha sido de la Liga en las décadas transcurridas entre la época original y los años 50, Moore recurre a una enorme variedad de registros: desde la picaresca -la ligera Fanny Hill se sumó al grupo en su momento-, pasando por el humor costumbrista de Wooster & Jeeves, la novela negra... y hasta el teatro shakespiriano. ¡El muy salvaje se da el lujo de imaginar el Primer Acto de una obra perdida de Shakespeare, Faerie's Fortunes Founded! Y para rematarla, el final del capítulo está reproducido en 3-D. El libro viene con un pintoresco par de anteojitos... (Entre Beowulf, este Dossier y el proyecto de rodar The Hobbit de esta manera, resulta indudable que el futuro viene en tres dimensiones.)        

Lo que sigue siendo impagable es el recurso. Todos los que amamos la ficción y los géneros asumimos que los universos en los que transcurren las aventuras de nuestros personajes favoritos son paralelos y, por ende, nunca se tocan. Moore ha quitado las absurdas mamparas que los separaban y los ha puesto a jugar de manera magistral, que es lo que deberían haber hecho desde hace mucho tiempo. ¿O acaso no conviven todos juntos, en el planeta de nuestra mente?

Leer más
profile avatar
5 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Y llegó La Policía

Cuando The Police sacó su primer disco, los que nos creíamos listos estábamos en otra: escuchando jazz rock a lo pavo, memorizando solos de Chick Corea y John McLaughlin, oyendo cantar a Keith Jarrett en el fondo de la mezcla, babeándonos con los arreglos de Weather Report y el sonido de bajo de Jaco Pastorius. Todavía recuerdo la alegría que me produjeron aquellas primeras canciones que llegaron a mi oído. The Police conectaba con una dimensión mía de la que todos aquellos monstruos del jazz no podían hacerse cargo: la felicidad infecciosa que me producía el fin de la dictadura, el deseo de bailar ‘hasta que se vaya la noche', como cantaba Fito Páez. Desde su primera visita a la Argentina, durante la cual Andy Summers se atrevió a patear desde el escenario a un policía que le estaba pegando a un pibe (y eso que estábamos en pleno gobierno militar), The Police se metió mi alma de la mejor manera.

Volver a escucharlos en vivo después de tantos años fue puro disfrute. Estuvieron tocando en Buenos Aires durante el fin de semana. Me gustó que hayan salido de gira tan sólo los tres (Summers, Sting y Stewart Copeland) en lugar de haber recurrido a los ardides tradicionales para inflar un sonido: caños, teclados, coristas... The Police no necesita a nadie más, ellos suenan de maravilla como trío aun en canciones que conocimos a través de grabaciones complejas. Como Spirits in the Material World y Wrapped Around Your Finger, recreadas en vivo en versiones maravillosas. Algunos de los arreglos nuevos perjudicaron a los originales -al menos a mí, Don't Stand So Close To Me me sonó demasiado blanda-, pero en su mayoría le hicieron justicia al material: la versión de Walking In Your Footsteps fue incluso mejor que la del disco.

La sucesión de canciones -Roxanne, Message In A Bottle, Invisible Sun, King of Pain- hizo inevitable apreciar la dimensión de la obra que estos tres construyeron en apenas cinco discos. Mezcla interesantísima de reggae, la propulsión del punk y la elegancia casi jazzera de sus músicos, con la voz inconfundible de Sting bien al frente (si algo probó este fin de semana es que sigue siendo uno de los mejores cantantes del mundo), The Police fue un claro producto de su época y no le costó nada devenir universal. Más allá de algunas rimas predecibles, las letras de Sting también colaboraron con su perdurabilidad. Aquellos que sentimos debilidad por lo literario disfrutamos en su momento con las alusiones a Paul Bowles que formaban parte de Tea in the Sahara y con ese relato expresamente nabokoviano que es Don't Stand So Close to Me.

Si pasan por sus ciudades durante la gira, les recomiendo que no se los pierdan. Al menos en mi país son la única clase de policías que me ha dado gusto ver.

Leer más
profile avatar
4 de diciembre de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.