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Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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Al mando

Han pasado cinco semanas desde la elección y faltan todavía seis para que se produzca el relevo. Pero ya está al mando.  En tan poco tiempo, tiene listo su equipo de Gobierno e incluso el paquete de estímulo a la economía que pondrá en marcha al día siguiente de su toma de posesión. Ha emprendido las dos acciones con la máxima rapidez y eficacia con que condujo la campaña electoral, sin dar comba a los rumores, filtraciones e intoxicaciones. /upload/fotos/blogs_entradas/henry_kissinger_med.jpgLos nombramientos en el área de la seguridad nacional y la política exterior han merecido el elogio de casi todos, y destacadamente el de Henry Kissinger. El lanzamiento del paquete de más de medio billón de dólares para inversiones en infraestructuras, medioambiente, sistema sanitario y tecnología ha recibido a su vez la aprobación de las bolsas mundiales. Por primera vez desde que empezó la crisis, alguien está al mando. Y todavía no es el presidente de Estados Unidos en ejercicio.

No hay dos presidentes de Estados Unidos a la vez, ha repetido una y otra vez el propio Obama. Y así es.  No ha habido ni una sola intervención pública de Bush desde que la crisis financiera estalló en septiembre que haya producido algún beneficio sobre el comportamiento de los mercados. Y ahora, las entrevistas de despedida que está concediendo para mejorar en algo su deteriorada imagen pasan cada vez más desapercibidas.  Si alguien debe orientar a los ciudadanos norteamericanos en mitad de la recesión, éste no es precisamente Bush. Su presidencia ha terminado y nada se puede esperar ya de los días que gastará inútilmente en la Casa Blanca. 

Esta extraña transición presidencial entre un jefe del Estado fracasado y abúlico y un presidente electo comprometido y activista es también toda una novedad en la historia reciente de Estados Unidos. Con el antecedente más próximo de Bill Clinton, que batalló hasta el último día de su presidencia por alcanzar la paz en Oriente Próximo, este final de Bush aparece todavía más patético. El presidente 43 está ahora dejando que el tiempo transcurra y se cumplan los plazos para pasar el testigo, pero no tiene ya nada que hacer en la Casa Blanca. Es sobre todo el vacío dejado por Bush el que obliga a Obama a ocupar el primer plano y empezar a ejercer como presidente de los norteamericanos.

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9 de diciembre de 2008
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El pogromo

Esta palabra, de uso universal pero de origen ruso, pertenece al vocabulario de la violencia antisemita. La destrucción, el pillaje y el asesinato de judíos en los guetos de Europa oriental a lo largo del siglo XIX fueron el anuncio del exterminio en masa que se produciría ya bien entrado el siglo XX. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, utilizó ayer mismo esta expresión para referirse a la acción violenta de los colonos judíos de Hebrón, que han disparado a civiles palestinos, atacado sus propiedades y profanado sus cementerios como protesta por el desalojo, por una orden judicial emanada hace tres semanas del Tribunal Supremo, de una vivienda ocupada ilegalmente en el centro de la ciudad palestina de Hebrón, a la que han bautizado como la Casa de la Controversia. La acción de los colonos extremistas, seguida sobre todo por jóvenes y niños, ha desbordado todos los límites y se ha convertido en un ataque generalizado contra la población árabe, que a su vez también se defiende de los ataques. Haaretz asegura que los enfrentamientos se hallan fuera de control de las autoridades y de los líderes de ambas comunidades.

Estas noticias que llegan de la Palestina ocupada no constituyen un incidente menor. Los colonos han sido hasta ahora la fuerza de tracción de la expansión de Israel en los territorios ocupados, una actividad abiertamente ilegal que no ha cesado en ningún momento, con gobiernos del Likud o con gobiernos laboristas, con el proceso de paz funcionando o con las intifadas en marcha. Los colonos han sido la vanguardia del Gran Israel soñado por la derecha extrema israelí y han jugado por tanto un papel similar al de los kibutz en el Israel socialista de Ben Gurion y Golda Meier.

Pero unos y otros, como vanguardia política, pertenecen a otra época y el precio a pagar para que alguien siga jugando un papel similar es demasiado alto para el propio Israel. Los graves incidentes de Hebrón, alrededor de una ocupación ilegal, se han convertido en un momento simbólico, en el que el propio Gobierno ha decidido que no puede seguir tolerando la violación de la ley israelí por los colonos ni el permanente doble rasero que les da impunidad al lado de una población palestina desposeída y marginada.

Israel se prepara para unas elecciones trascendentales el 10 de febrero de 2009, en las que se verán las caras Banjamin Netanyahu por el Likud y Tzipi Livni por Kadima, el partido del halcón Ariel Sharon y del realista Olmert. Las encuestas sitúan largamente en cabeza a Netanyahu, después de un inicial empate en el momento de la convocatoria electoral. El laborismo estará bajo mínimos, sin posibilidades de convertirse en alternativa.

Véase lo que dice Gidéon Levy, un prestigioso analista de Haaretz en su edición de ayer: "(El laborismo) no puede hablar de derechos humanos, desde que se convirtió en socio de pleno derecho del proyecto de ocupación y no puede hablar de los derechos de los trabajadores desde que se convirtió en socio del sistema de doble rasero instalado aquí, uno para los trabajadores judíos y otro para los extranjeros. Incluso su último papel de ‘protector del imperio de la ley' no es más que un ardid a la luz de los hechos: también para la ley hay dos sistemas de valores, uno para Judíos y otro para los Árabes".

Estas elecciones se celebrarán justo veinte días después de la Inauguración de Barack Obama como presidente. Su resultado constituirá un dato trascendental para la reanudación del proceso de paz que tiene en la agenda el nuevo presidente y que tendrá en Hillary Clinton a su principal promoto

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8 de diciembre de 2008
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El tute

Cuesta creerlo pero así fue. Lo leí por la mañana en un diario y luego pregunté e indagué. Era verdad. Los jugadores de tute interrumpieron sus partidas cuando se enteraron que uno de los jugadores había sido asesinado y se quedaron de pie un rato charlando apesadumbrados sobre este negro destino que anda por ahí con sus armas y sus dados cargados eligiendo a las víctimas. Pero luego, enseguida, regresaron a sus mesas y el lugar del muerto pronto quedó ocupado por otro. Normalidad absoluta. Y sentido de la jerarquía: todos saben allí quien manda y qué sucede con quien se descarría.

Está en el repertorio de los castigos colectivos: son ejercicios de doma. Cuando los soldados franceses se amotinaban en la Primera Guerra Mundial se les ponía en formación y se empezaba a contar: uno de cada diez era fusilado sin juicio. En los territorios palestinos ocupados se conoce muy bien el castigo que reciben las familias de los terroristas: sus casas son destruidas y los solares expropiados. Hay castigos colectivos que no consiguen su objetivo, pero también hay gentes que no necesitan doma y se someten muy a gusto cuando quien les coacciona carga los dados con ideas compartidas que apelan a los mismos dioses a los que rinden culto.

Para comprender es útil comparar. La metáfora nos puede conducir a las mafias mediterráneas o a los procedimientos de sometimiento de todos los poderes militares sin control del Derecho que ha habido en el mundo. La metáfora del nazismo, tan desarrollada por Bush y sus neocons, y aquí por Aznar y Mayor Oreja, sirve muy poco para comprender y mucho para esconder otros propósitos de quienes la usan. Ni los terroristas son nazis ni ellos son resistentes. Pero hay que reconocer, en cambio, que algo de verdad hay en la actitud de los jugadores del tute: sometidos, asustados, juegan con la misma normalidad con que Europa entera permitió el exterminio de seis millones de nuestros compatriotas entre 1939 y 1945. La época, las circunstancias, las ideas, las proporciones, todo es distinto, pero es idéntica la pasmosa normalidad con que siguen jugando.

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5 de diciembre de 2008
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Echaremos en falta a Bush

Su herencia está ahí. Ya no hay quien la mueva. Lo que se mueve, en cambio, es la realidad de las dos grandes crisis abiertas, de forma que la toxicidad del legado que le pasa a Obama puede amplificarse con el tiempo. La ignorancia sobre la profundidad de la recesión que se nos ha venido encima es la misma el 4 de noviembre, día de las elecciones, que hoy mismo, y por ello mucho más grave. Nadie es capaz de decirnos ahora dónde estaremos el 20 de enero cuando tome posesión el nuevo presidente: las sondas no han dado todavía con el fondo de este océano turbulento. La gestión dificultosa de la guerra de Afganistán se funde ahora mismo con la tensión entre India y Pakistán tras los ataques terroristas en Bombay: habrá que ver también el estado de las relaciones entre las dos potencias nucleares asiáticas el día de la Inauguración y dónde se situará entonces el puntero de las prioridades del nuevo presidente. Una crisis se desplaza en dirección vertical y hacia abajo: la económica; y la otra, salida del torbellino de Oriente Próximo, hacia el Este, donde está la falla más peligrosa.

Obama está haciendo lo que debe, que es preparar buenos y sólidos equipos para lidiar con ambas crisis y empezar a gobernar, aunque sea por control remoto. Bush, en cambio, se dedica a lo único que puede: dar entrevistas y disponerse para la vida después de la Casa Blanca. Estas charlas televisivas son como coloreados papeles navideños donde envolver el legado tóxico que nos deja. Hace unos días reconoció algunos errores, más bien en las formas: se equivocó cuando pidió que le llevaran a Bin Laden vivo o muerto; también cuando se precipitó a declarar la misión cumplida en Irak. Ahora acaba de reconocer que el mayor error de su presidencia fue el fallo de los servicios secretos sobre las armas de destrucción masiva en Irak: no dice sin embargo que los servicios de inteligencia le sirvieron los platos que él les pedía. Y también ha reconocido que "no estaba preparado para la guerra", aunque luego le gustó tanto como para empezar a añorar ahora mismo su papel de comandante en jefe.

De todos los envoltorios utilizados, el de mayor elocuencia es el histórico, tema con el que George W. Bush mantiene una relación especial. Siempre le han interesado los libros de historia y muy en especial las biografías presidenciales, cosa que no se corresponde con su muy escaso interés por el lugar que ocupará él mismo en los tratados históricos del futuro. "No podré dedicarme a leerlos", suele decir con sorna. "¿Fue un error dejar caer a Lehman Brothers?", le pregunta Charlie Gibson en su entrevista para la cadena ABC. A lo que contesta: "Dejemos a los historiadores que se ocupen de ello". "¿Se siente en algún aspecto responsable por lo que está ocurriendo?", le dice el periodista. Bush responde: "He sido el presidente durante todo este tiempo, pero creo que cuando se escriba la historia del periodo la gente se dará cuenta de que muchas decisiones sobre Wall Street se tomaron hace una década, antes de que yo llegara a la presidencia". Con esta respuesta tenemos ya una buena pista sobre la función de la historia: transferir responsabilidades hacia el futuro (no me pregunte por lo que acaba de ocurrir) y hacia el pasado (lo que ahora pasa es consecuencia de decisiones que tomaron otros antes que yo, en este caso Bill Clinton).

Laura Bush se suma a la entrevista y el periodista les pregunta a ambos: "En el momento de la partida, ¿qué piensan sobre los sentimientos del país respecto a George W. Bush?". El presidente ofrece primero una respuesta vaga, que su esposa completa con el único argumento serio para vender una imagen positiva de esta presidencia: "Que es alguien que les ha mantenido a salvo (se supone que del terrorismo) durante ocho años. Y yo escucho constantemente a gente que lo agradece y me dice que le dé las gracias". Pero la respuesta contundente, en la que hay toda una exhibición de su temperamento, es la que proporciona Bush: "Seré franco con usted. No gasto mucho tiempo preocupándome sobre la historia a corto plazo. Y creo que tampoco me preocupa la historia a largo plazo".

La idea que se desprende de estas últimas declaraciones es la de un presidente irresponsable, incapaz de asumir culpa alguna y colmado por su buena conciencia. Hizo lo que pudo. ¿Qué más iba a hacer? "Dejaré la presidencia con la cabeza alta", asegura. Escribirá un libro. Construirá un instituto de la libertad y su biblioteca presidencial en Dallas. Los estadounidenses, cansados, querrán olvidarle, como mínimo durante una larguísima temporada. A los europeos, en cambio, nos va a costar mucho más. En el fondo le echaremos en falta. Cabe imaginar incluso que Obama nos obligará algún día a una adaptación de la ironía de Manuel Vázquez Montalbán respecto a Franco para decirnos secretamente que contra Bush vivíamos mejor.

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4 de diciembre de 2008
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Only germans

I can take only germans. Esta frase del cónsul aleman en Mumbay, que ha repetido el eurodiputado Ignasi Guardans a su vuelta de la India, debiera convertirse en el símbolo del mal camino que ha emprendido Europa en los últimos años. El diplomático alemán se sacó las pulgas de encima a la hora de echar una mano a los ciudadanos europeos de nacionalidad distinta de la suya desalojados de sus hoteles por el ataque terrorista y lo hizo con tan mala fortuna como para sintetizar en una sola frase todo lo que Europa no debe ser. Aquí, tan castizos, la mitad de los medios de comunicación siguen ahora mismo polemizando sobre los calcetines de la señora Esperanza Aguirre y a denostar a quienes la han criticado, Ignasi Guardans entre otros. Pero el verdadero problema que se revela en Mumbay es que la Unión Europea no existe ni siquiera como una exigencia de mínima solidaridad por parte de los diplomáticos de cada país con los ciudadanos de otro país socio.

Es evidente que el conjunto de los diplomáticos de los 27 socios de la UE debieran hacerse cargo en situaciones parecidas de todos los ciudadanos europeos, para protegerlos y ayudarles como si fueran ciudadanos de su propio país. /upload/fotos/blogs_entradas/ignasi_guardans_med.jpgUna UE que no sea capaz de alcanzar ni siquiera este nivel de cooperación entre sus socios no merece lucir el título de tal unión. En el caso del diplomático alemán no cuenta ni siquiera con la disculpa que podría valer para los nuevos países socios, que se han incorporado muy recientemente cuando la pasión europeísta estaba ya decayendo. Tampoco ha funcionado correctamente la presidencia francesa de la UE, según Guardans, que trató a los ciudadanos europeos como a niños, sin darles explicación alguna.

Alemania es un país fundador y sus relaciones con España han sido cruciales en la modelación de la UE en los últimos 20 años. Un país tan potente y en tantas cosas ejemplar no puede dejar pasar un ejemplo tan poco recomendable sin alguna clarificación. Pero lo más importante sería que las instituciones europeas, el Parlamento donde se sienta Guardans, por supuesto, pero también la Comisión y el Consejo tomaran cartas en el asunto y se tomaran decisiones para garantizar en el futuro la cobertura y la protección de todos los europeos por parte del conjunto de las representaciones diplomáticas en el exterior de Europa.

Sobre esta cuestión nada ha dicho hasta ahora la presidenta de la Comunidad de Madrid, ocupada fundamentalmente de sus calcetines y de la misa que ha encargado para hoy, según cuenta Abc, coincidiendo con la "Festividad de San Francisco Javier, Patrón de la India" en una iglesia madrileña. "Tuvimos la inmensa suerte de salir indemnes todos los españoles", dijo la presidenta. Y remachó sin rebozo: "Fue un milagro". Lleva razón: sin Unión Europea y con la presidenta madrileña apresurada en ocuparse de sí misma y de sus calcetines, es verdaderamente un milagro que todos los españoles atrapados en Mumbay hayan podido salvar sus vidas.

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3 de diciembre de 2008
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El viejo gorila todavía cena con nosotros

¿Se acuerdan ustedes del gorila? "Hay un gorila de 800 libras sentado en la mesa con nosotros". Esta fue la frase que le lanzó a la fama. La pronunció Condoleeza Rice el 7 de diciembre de 2005, en una cena en Bruselas con los ministros de Exteriores de la Alianza Atlántica. La secretaria de Estado norteamericana culminaba con este encuentro un viaje que la llevó a varios países europeos y que estuvo rodeado de una fuerte controversia. La señora Merkel acababa de instalarse en el Gobierno de coalición con los socialdemócratas, después de ganar las elecciones, y el propósito del viaje de Rice no era otro que enmendar en lo posible el pésimo estado de las relaciones transatlánticas después de la penosa situación en que habían quedado como resultado de la guerra preventiva de Irak y de la pelea entre Washington y París, con el apoyo de Berlín, en el Consejo de Seguridad.

Pero el propósito del viaje se fue al garete porque justo en aquellos días se conoció la existencia de cárceles secretas en territorio europeo y de vuelos clandestinos sobrevolando cielo también europeo y con escalas en sus aeropuertos, organizados por la CIA para interrogar a los sospechosos de terrorismo fuera del ámbito de protección legal de la justicia norteamericana. Antes de salir para Europa, al pie de la escalerilla del avión en la base de Andrews, la señora Rice tuvo que leer una solemne declaración, preparada por sus asesores legales, para cubrirse bien las espaldas.

Ahora todo parece un juego trivial, lleno de sobreentendidos y restricciones mentales, pero entonces produjo su efecto. Estados Unidos no violaba ninguna ley propia ni ajena, no torturaba y se mantenía siempre dentro de los cauces estrictamente legales, decía la señora Rice. Y también lo repitió en la cena de Bruselas. Pero a continuación vino la explicación sobre los nuevos tiempos que requieren nuevos conceptos, la necesidad de ayudar a Washington para ser ayudado, la caracterización de los terroristas como combatientes ilegales sin cobertura por parte de las convenciones internacionales. El gorila estaba ya sentado en la mesa.

Los vuelos, las cárceles y la cena trascendieron. Ha habido procesos y en algún caso condenas en Canadá, en Italia y en Alemania por el secuestro y tortura de sospechosos de terrorismo que eran perfectamente inocentes y tuvieron la fortuna de poder denunciarlo. También hubo investigaciones en el Consejo de Europa y en el Parlamento Europeo, todo lo inconclusivas que suelen ser en estas instituciones. Y se acabó. Hasta este fin de semana, en que el apestoso olor que acompaña al gorila ha regresado de nuevo.

Tal como acreditan los documentos secretos publicados por El País, en sus ediciones del domingo y del lunes, el Gobierno de Aznar colaboró con Estados Unidos en la organización de vuelos militares que transportaban a sospechosos de terrorismo a Guantánamo, en una acción que vulnera la legislación europea y española, y que constituye un avance de los posteriores vuelos de la CIA, éstos de carácter civil pero igualmente ilegales, realizados tanto bajo gobierno de Aznar como en la etapa de Zapatero.

La revelación viene al pelo, justo unas semanas antes de que se produzca el relevo en la Casa Blanca. Todos estos vuelos, los militares de la primera época y los civiles de la CIA de la segunda, nos indican que varios países europeos han estado colaborando con la guerra sucia de Bush, incluso cuando se han negado a participar en la guerra de Irak. Y nos llevan a concluir con la obligación que tenemos todos, parlamentarios europeos y norteamericanos, periodistas y opiniones públicas de las dos orillas del Atlántico, de hacer toda la luz sobre las vulneraciones de los derechos humanos y del Estado de derecho efectuadas bajo el amparo de la Guerra Global contra el Terror.

El Gobierno español ha mirado hasta ahora hacia otro lado: ahora tiene la oportunidad de demostrar que efectivamente no tiene nada que ver con todo esto. No es lo que piensan muchos observadores. En territorio europeo ha habido cárceles secretas, presumiblemente en Polonia, Rumania y en la Macedonia protegida por la UE. Numerosos aeropuertos europeos, españoles entre ellos, han sido utilizados para transportar prisioneros en vuelos militares y secuestrados en vuelos civiles. ¿A qué esperamos entonces para abrir una gran investigación sobre las complicidades europeas con la guerra ilegal contra el terrorismo declarada por George W. Bush?

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2 de diciembre de 2008
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63 preguntas para quien quiera trabajar con Obama

Recomiendo vivamente la lectura de las 63 preguntas que debe responder cualquier persona que pretenda trabajar como alto cargo en la Casa Blanca de Obama antes de recibir la oferta en firme. El interrogatorio por escrito al que deben someterse los candidatos es de una exhaustividad y minuciosidad rayanas en el proceso inquisitorial, hasta el punto de que no me extrañaría que muchos candidatos perfectamente capaces y preparados desistan sólo para evitar la humillación de una confesión que entra en detalles personales e íntimos. La experiencia de muchos escándalos recientes revela que toda preocupación es poca por parte del presidente del país más poderoso del mundo a la hora de evitar las dificultades. Pero el cuestionario siembra muchas dudas sobre el futuro de la actividad política y aún más sobre la posibilidad de que ciudadanos normales se decidan a comprometerse cuando se ven obligados a pagar un precio tan alto en pérdida de libertad e intimidad.

La aplicación del cuestionario ha ahuyentado a los lobbistas y ha creado un muro de dificultades para muchas personas con una actitud ambigua en su condición de políticos o funcionarios, pero no tengo duda alguna de que significa un salto cualitativo en el control de los individuos, por más que se haya concebido como una acción defensiva ante el eventual control y acoso de los medios conservadores. Responder al cuestionario es como hacer una especie de revisión y confesión general sobre la propia vida y la de los familiares más próximos, en relación a todo lo bueno y lo malo, los delitos y las faltas, propiedades y negocios, salud y carrera profesional, inversiones y deudas, préstamos e hipotecas, servicio doméstico y pensiones alimenticias, amores y amistades, publicaciones y conferencias, pleitos y juicios, sanciones y multas, regalos recibidos e incluso correspondencia privada.

Hay algunas preguntas realmente embarazosas, como la que lleva el número 8, por ejemplo: "describa brevemente las cuestiones más controvertidas en las que se haya encontrado a lo largo de su carrera". Se pregunta si alguna comunicación electrónica (e mails, sms...) "puede sugerir un conflicto de intereses o puede ser origen de dificultades para usted, su familia o el presidente electo en caso de ser publicada"; en tal caso, "descríbala por favor", se añade. Si alguien mantiene un diario, debe hacer examen de conciencia para saber si hay algún contenido conflictivo, y en tal caso debe revelarlo.

El cuestionario marca la frontera donde debe empezar la transparencia en una cantidad de dinero. Los regalos de más de 50 dólares de valor y las multas de menos de 50 dólares no deben declararse. A partir de esta cantidad, que no llega a nuestros 40 euros, empieza el pecado que puede manchar al alto cargo, a su familia o al presidente electo. La inquisición definitiva y culminante es la última, la que lleva el número 63: "Por favor, suministre cualquier otra información, incluyendo información sobre otros miembros de su familia, que pueda sugerir un conflicto de intereses o sea una fuente de dificultades para usted, su familia o el presidente electo".

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1 de diciembre de 2008
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Vamos a ser exigentes con Obama

Vale la pena tener presentes las once exigencias de la ong Human Rigshts Watch a la nueva Administración norteamericana que se instalará el 20 de enero. Creo que van a ser una buena vara de medir sobre el rumbo de Obama. Su principal reto ahora mismo, antes de tomar posesión, es la devastadora crisis económica que está golpeando el conjunto del planeta (véase cómo van las cosas en China, donde crecen los disturbios sociales y laborales a pasos de gigante). Pero dónde debe mostrar su temple moral y su voluntad política es en estas exigencias que le presenta una de las principales entidades ocupadas de la defensa de los derechos humanos en el mundo. El primer punto, como no podía ser de otro modo, es el cierre de Guantánamo. Pero hoy quiero referirme especialmente al cuarto, en el que se le pide a Obama que "rechace la ‘Guerra Global contra el terror' como base para detener a sospechosos de terrorismo".

La propuesta de la ong está muy bien, pero para mi gusto todavía se queda corta. El concepto de Guerra Global contra el Terror no ha sido utilizado tan sólo como base supuestamente jurídica para detener sospechosos de actividades terroristas, sino que ha servido para construir el entero armazón de una presidencia abusiva, que sustrae al comandante en jefe militar que es el presidente de Estados Unidos del control parlamentario y judicial y le proporciona poderes especiales e indefinidos para ordenar todo tipo de actividades ilegales en la lucha contra el terrorismo.

Este concepto fabricado por la Administración Bush y sus neocons presenta al terrorismo como una ideología política, envuelve todos los terrorismos en un mismo paquete al que llamamos global y declara que estamos en guerra con él, algo que exige la utilización de medios militares. En su literalidad comporta un conjunto de peligrosas falacias: el terrorismo es un método execrable de combate político pero no una ideología; no se puede envolver e igualar a todos los terrorismos, si no queremos amanecer un día combatiendo juntos con Putin a los chechenos y con Hu Jintao a los nacionalistas de Xing Jian; y no es una guerra que debamos confiar a los militares, sino un combate muy complejo, civil, policial y militar, en el que hay que utilizar también la información, la diplomacia y la acción política. Tampoco es admisible que utilicemos el concepto de forma más laxa, como una metáfora: las carga el diablo y terminan buscando el significado literal.

Los ataques terroristas de Mumbay son fácil cebo para interpretaciones excesivas que reavivan esta idea de una Guerra Global contra el Terror. El ataque al centro turístico de una ciudad por una guerrilla, con atentados simultáneos y toma de rehenes, es lo que más se parece a un escenario bélico. Pero hay que ir con mucho cuidado porque una de las consecuencias más perversas de estas valoraciones entre frívolas e improvisadas es señalar al islam y a los musulmanes de todo el mundo como la base social y cultural de este terrorismo global al que declaramos la guerra. Además de que es mentira, es muy injusto porque las primeras víctimas de los principales grupos terroristas que reivindican al islam como ideología son los propios creyentes islámicos. Hay que intensificar la cooperación internacional contra estos grupos. No hay que bajar la guardia ante la amenaza terrorista. Pero sería mejor que diéramos por terminada esta guerra global contra el terrorismo que nunca debió existir.

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28 de noviembre de 2008
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El grado cero del 'bushismo'

No hay dos presidentes de Estados Unidos a la vez, es cierto. Lo dicen los manuales sobre la transición presidencial y lo repite, una y otra vez, el presidente electo Barack Obama. Lo que no dice es que el titular en ejercicio se está desvaneciendo del paisaje y que él es el único que cuenta, aunque todavía no haya jurado la Constitución ni pueda firmar órdenes ejecutivas. Sobre el papel, nada puede hacer el presidente electo hasta el 20 de enero y la responsabilidad de todo lo que ocurra es todavía de George W. Bush. Pero las urgencias de la crisis financiera, convertida ahora en recesión, no permiten esperar. Y menos para un Gobierno exhausto, desautorizado ante la opinión pública por los resultados electorales, lastrado por un balance que no tiene salvación alguna -por más que se esfuercen los escasos amigos que le quedan, como José María Aznar- y atado de pies y manos durante sus últimos días en la Casa Blanca.

Muy duras serán las ocho semanas que restan hasta la solemne Inauguración del 20 de enero en Washington. Lo que le está ocurriendo estos días a Bush se parece más a una sesión de refinada tortura que a la tranquilidad que corresponde a un digno final. Puede hacer muy poco o nada, pero suyas serán las culpas todavía de todo lo que suceda. De momento, la atención que recibe de los medios de comunicación es decreciente, en relación inversa a la potente atracción de Obama. Sus declaraciones e intervenciones ante los medios, para ver si se sosiegan las turbulencias bursátiles, producen el efecto contrario, mientras que los nombramientos y las comparecencias del presidente electo son las únicas que introducen algún factor de tranquilidad. La propia formación del gabinete de Obama está orientada a producir una función balsámica sobre una opinión pública alarmada hasta el pánico. Es un equipo muy experto, fuerte, en el que estarán juntos hasta cuatro candidatos a la presidencia por los demócratas (Hillary Clinton, Bill Richardson, el vicepresidente Joe Biden y el propio Barack Obama). Muchos de ellos rodados en la anterior Administración demócrata de Bill Clinton y todos más que preparados para ponerse inmediatamente manos a la obra en cuanto entren en sus despachos.

Dos de los nuevos secretarios, con carteras cruciales, están trabajando ya en la Administración de George W. Bush, aunque no cabe identificarlos con su ideología ni con la coalición conservadora. El primero es Timothy Geithner, secretario del Tesoro ya nominado y actual presidente de la Reserva Federal de Nueva York, que ha estado trabajando codo con codo con el actual titular del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en los planes de salvación financiera de las entidades en dificultad y en la inyección de liquidez en la economía real. El otro es Robert Gates, secretario de Defensa con Bush que seguirá siéndolo con Obama. Fue quien sustituyó hace dos años a Donald Rumsfeld e introdujo el realismo y la sensatez en la política militar, después de participar en la elaboración de un informe del Congreso sobre la guerra de Irak fuertemente crítico con el actual presidente. Aunque a partir del 20 de enero cabe esperar nuevos paquetes de inversiones y anuncios en política de seguridad y defensa (sobre Guantánamo, Irak y Afganistán), está claro que Obama ya tiene sus cables presidenciales tendidos dentro de la actual Administración.

Con la formación del nuevo equipo, Obama no prepara tan sólo su instalación a partir del 20 de enero, sino que está llenando el éter de mensajes políticos. El primero de todos: habrá un Gobierno fuerte, preparado para gobernar y hacer sentir su mano sobre la economía y la sociedad. Desmiente así treinta años de dogma reaganiano: ahora el gobierno no es el problema, es la solución. Segundo mensaje: la economía es la prioridad absoluta. Obama ha dado desde el 11 de noviembre cuatro conferencias de prensa televisadas y un mensaje radiofónico que ha colgado en YouTube. La economía ha ocupado el lugar central, muy por delante de la casi olvidada guerra de Irak, cuestión que ahora suscita un nuevo y extraño consenso, facilitado por un Gobierno en Bagdad que decididamente quiere recuperar la plena soberanía. Tercer mensaje, sutil y a través de medios indirectos, pero comprendido por sus receptores como si hubiera anuncios en las calles: con Obama los lobbies estarán bajo vigilancia. Todos los candidatos a entrar en la franja más alta de la Administración tienen que llenar un cuestionario muy estricto, en el que se exige responder a 63 condiciones que nadie en España podría cumplir. Cuarto y último mensaje: que se prepare el Congreso, con doble mayoría demócrata y más a la izquierda que Obama, porque la Casa Blanca se está blindando para evitar que la ley del péndulo convierta al presidente en rehén del Capitolio, lo contrario de lo que Bush persiguió y obtuvo hasta 2006.

La presidencia de George W. Bush ha llegado al grado cero. La de Barack H. Obama todavía no ha empezado, pero su titular está ya al mando de la nave.

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27 de noviembre de 2008
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La máquina de imprimir dinero echa humo

Es lo que nos faltaba por ver. Las actuales generaciones europeas desconocen dos cosas: la guerra y la inflación galopante. La Unión Europea se ha construido para evitar ambas cosas. Que nos matemos unos a otros y que nos dediquemos a empobrecernos unos a otros jugando con la moneda. Los espectros que quitaban el sueño a nuestros abuelos y que alcanzaron todavía a nuestros padres eran la devastación bélica y la fabricación irresponsable de dinero desde los Gobiernos, aquellos tiempos en que había que gastar a toda prisa lo que se ganaba porque desde la fábrica hasta la tienda la moneda perdía valor. 

De la guerra hemos tenido amargas y diversas raciones, algunas bien cerca, en los Balcanes, que es como decir en la bocacalle de nuestro barrio europeo. Pero de la pérdida desmedida del valor del dinero no sabemos absolutamente nada. Tenemos que remitirnos a Mugabe con sus billetes como sábanas, a esas monedas latinoamericanas que hace unos años iban cambiando de nombre para suprimir ceros y al recuerdo ya lejano de la República de Weimar, en la que los billetes se incrementaban como los movimientos extremistas que se la cargaron. /upload/fotos/blogs_entradas/dinero_barato_med.jpgLa solidez del marco alemán, trasmitida luego al euro, se construyó sobre el pavor ante la inflación. La pérdida del valor del dinero es el impuesto más doloroso que les puede caer encima a los ciudadanos, sobre todo a los más modestos que ven como sus ahorros y sus sueldos se funden como nieve y luego no les alcanza para nada.

Como todo vuelve, ayer tuvimos la noticia de que la Reserva Federal norteamericana iba a darle a la maquinita. Para ver si así se anima el consumo de cara a las fiestas navideñas, el momento álgido y crucial de una economía impulsada en buenas parte por el deseo de poseer, usar y tirar. No basta ya con los planes de rescate de bancos y aseguradoras, las compras de activos tóxicos, la participación directa del Estado en empresas en apuros. Todo esto se hace endeudándose con otros e hipotecando a las generaciones futuras.

Lo que decidieron ayer Bernanke y los suyos, esos discípulos de Alan Greenspan a los que la crisis financiera ha hecho descarrilar de todas sus teorías rigoristas y contrarias al déficit, es fabricar directamente papel moneda, algo que les debe producir retortijones. Treinta años sin darle a la maquinilla, denostando y mandando al infierno a quienes querían hacerlo, para terminar así.

Los países europeos, afortunadamente, estamos libres de estas tentaciones. Tenemos otras, todo hay que decirlo. O estamos libres cuando se toma a cada país de uno en uno: si pudiéramos también lo haríamos. En realidad hacemos cosas parecidas: por ejemplo, vender nuestra independencia energética entera a los capitales rusos que controla el Kremlin. Es muy bueno para facilitar nuestras entendederas: la invasión de Georgia, la instalación de misiles de Kaliningrado, e incluso la represión de periodistas incómodos, la corrupción y las mafias que crecen alrededor del poder, todo esto se comprende mucho mejor cuando el gas y la electricidad pasan por unos grifos controlados por los dueños del Kremlin.

Sí, esta crisis nos va poniendo a cada uno en nuestro sitio. Y a veces es difícil saber qué sitio es peor. Necesitamos dinero y quienes lo tienen no nos lo van a dar gratis. Por eso puede  parecer mejor la maquinilla de fabricar dólares que ese espectáculo de desunión europea que puede permitir a Moscú hacerse con los resortes de poder e influencia en el Viejo Continente.

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26 de noviembre de 2008
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