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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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CORTAR

La editorial Tusquets publica Diez grandes novelas y sus autores, de William Somerset Maugham. Es la traducción de un libro cuyo titulo original viene al revés, poniendo los artistas antes de las obras: Great Novelists and their Novels. Tengo todavía un ejemplar (primera edición, 1948). El libro no vale más que el trabajo para encontrarlo. Supongo que es muy difícil: su editor, The John C. Winston Company, con sus dos oficinas en Filadelfia y Toronto, no dejó una huella muy grande en el mundo editorial.

El libro tiene como origen dos etapas explicadas por Maugham de manera muy transparente. Primero, el autor inglés hizo una lista de las diez mejores novelas, por solicitud expresa de un editor. Segundo, aceptó escribir, para otro editor, una introducción para la publicación de cada una de estas novelas en una versión más corta. Se trataba de adaptar a la literatura la técnica del Reader’s Digest, el mensual que publicaba entonces con gran éxito resúmenes o versiones más pequeñas de artículos, para ayudar a sus lectores a no perder tiempo.

Las diez novelas escogidas por Maugham vienen en su libro en el orden siguiente:

Guerra y paz de Tolstói
Papa Goriot de Balzac
Tom Jones de Fielding
Orgullo y prejuicio de Austen
Rojo y negro de Stendhal
Cumbres borrascosas de Emily Brontë
Madame Bovary de Flaubert
David Copperfield de Dickens
Los hermanos Karamazov de Dostoievski
Moby Dick de Melville

En realidad, Maugham quería incluir en la lista a la novela de Proust En busca del tiempo perdido. No lo hizo y no sabemos porqué. Quizás Gallimard rechazaba cualquier idea de sacar una versión más corta. Maugham propone otra explicación: a pesar de numerosos recortes, la novela guardaba un tamaño imposible para el editor.

La recopilación de las diez introducciones es el testimonio de un verdugo. Cada texto de Maugham venía antes de una obra clásica acortada para permitir una lectura rápida. Pero el conjunto de los análisis es interesante. Maugham conoce el negocio, los trucos, las técnicas, los fallos más comunes de los escritores.

Su tesis es más o menos la siguiente: una novela no puede contar una historia de manera continua, lo que supondría entrar en detalles insoportables; su autor prefiere crear una especie de cadena cuyos eslabones son descripciones, diálogos, relatos, etc. Es la suma, en un cierto orden, de los elementos discontinuos que crea en la mente del lector la percepción de un relato continuo que se parece a la vida. En realidad, opina Maugham, en todas las obras, incluidas las mejores, sobran los eslabones. Podemos quitar unos sin perder el diseño global y tampoco el argumento de una novela.

Maugham se equivoca. Una novela no es el mero relato de una historia. Tiene una dinámica propia más allá del argumento, con aceleración, inmovilidad, caídas, pasos perdidos y búsquedas fracasadas. Una novela es como la vida: da vueltas. «Ninguna novela es perfecta» prefiere decir Maugham. Y aquí tenemos la limitación de sus apasionantes ensayos: es la gran cocina de un chef descrita por un cocinero. El pobre hombre sabe todo sobre las recetas y los ingredientes pero no entiende que interviene otro factor en el trabajo. Se llama arte y no hay nada que se le pueda quitar sin perderlo todo.

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26 de diciembre de 2006
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¿Quién dice «yo soy como soy»?

Hace tiempo que no esperaba tanto la última edición de Granma, órgano oficial del comité central del Partido Comunista de Cuba. Me gustaría leer en Granma la «versión taquigráfica», es decir la versión oficial, del discurso pronunciado el miércoles 20 de diciembre por Raúl Castro frente al VII Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en La Habana.

Cuando su hermano Fidel hablaba, el Consejo de Estado entregaba, de manera apresurada, la versión oficial de su discurso. No valía una grabación o las notas del público. Había que tener la versión taquigráfica y el Consejo de Estado, con sus técnicos, y las ineludibles y hábiles revisiones, entregaba la versión oficial, sin demora.

Hoy, tengo que utilizar la agencia EFE, citada por El Nuevo Herald, o un artículo de Mauricio Vicent, el corresponsal del diario El País en La Habana, para conocer las palabras de Raúl. Ambas versiones coinciden, al entregar la misma cita del número dos de Cuba. La misma, o casi la misma.

El País: "Fidel es insustituible, yo lo sé, que lo conozco desde que tengo uso de razón, y no siempre con las mejores relaciones, porque como él dice yo soy como soy".

Efe: "Fidel es insustituible, yo lo sé, que lo conozco desde que tengo uso de razón, no siempre con las mejores relaciones, porque como él dice, yo soy como soy''.

La lectura de estas frases se hace a dos niveles:

1. Nivel político.
Por primera vez, en una isla que celebra a sus héroes sin matices, un revolucionario de primer rango afirma que no siempre ha tenido las mejores relaciones con Fidel. Es algo nuevo. Es una manera fuerte de distanciarse del líder enfermo dentro de lo que permite la retórica oficial de la Revolución.

2. Nivel fraticido-gramatical.
Una coma cambia todo entre las versiones de El País y de Efe. Para El País, que prescinde de la coma, Raúl dice «yo soy como soy». Da a sus rasgos psicológicos personales la responsabilidad de las relaciones entre los dos hermanos, «no siempre las mejores». Para Efe, con el uso de una coma, Raúl cita a Fidel al decir «yo soy como soy» y lo culpa por unas relaciones que no han sido siempre las mejores entre los dos hermanos.

El «servicio taquigráfico» del Consejo de Estado tiene la última palabra: ¿quién es culpable de las malas relaciones, Fidel o Raúl? Esperemos.

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22 de diciembre de 2006
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ATAQUE INGLÉS

Unas líneas hoy desde París para señalar un ataque violento a Francia desde Inglaterra. Ya estamos acostumbrados pero esta vez cambia el blanco. En lugar de denunciar a los funcionarios franceses, a las élites, a la herencia de la gloriosa Revolución francesa o al uso excesivo de grasas en la cocina, el semanal The Economist se dedica a explicar que los almacenes, llámense El Corte Inglés en España o Les Galeries Lafayette en París, son un producto directo del posmodernismo.

De manera precisa, y pérfida, el semanal inglés ataca a Jean-François Lyotard. Y cita una frase suya que define el universo cultural de un almacén: «eclecticismo es el grado cero de la cultura general; uno escucha reggae, ve una película del oeste, se come una hamburguesa McDonalds para su almuerzo y cocina local para cenar, lleva perfume de París en Tokio y viejos trapos en Hong-Kong; el conocimiento es algo que corresponde a los programas de juegos en la televisión».

Por suerte, The Economist no llega al colmo de acusar a Lyotard de ser el inventor de los almacenes. Sólo lo asocia con otros tres pensadores, Roland Barthes, Michel Foucault y Jacques Derrida, en un terrible cuarteto de izquierdistas. Los cuatro buscaban destrozar el capitalismo y la sociedad burguesa. En realidad, dice el semanal, escribieron sobre todos los temas desde una misma perspectiva: la liberación del ser humano. Ocuparse de todo y liberarse fue la interpretación de sus mejores discípulos: los héroes del liberation marketing. Los herederos del «pomo» (posmodernismo) son los creadores de marcas o de productos que tenemos que utilizar «porque yo lo valgo», como dice una publicidad basada en una mala traducción.

I-Tunes; Google, Zara, Yahoo son lo que queda de la última corriente de la filosofía francesa. Gracias, The Economist, Gracias. Con amigos como los ingleses, los franceses no necesitan enemigos…

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21 de diciembre de 2006
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HAY QUE LEER

Para amantes de los libros: hay que leer en línea el último número de la Revista de Libros del diario chileno El Mercurio. Revista no es. Son solo unas páginas dentro de uno de los cuadernos del paquete de papel llamado «Edición dominical». Es una frustración. Uno siente un desprecio hacia la literatura. O una inversión insuficiente en el sector editorial por parte del diario. Al final, los libros tienen que viajar en el tren de la información sin tener un carro aparte.

Sin embargo, tengo que reconocer la calidad de lo que ofrece la supuesta revista esta semana. Primero una columna de Rafel Gumucio. Otra buena columna. Gumucio tiene talento, tiene chispa en la escritura y tiene ganas de morder. Su mordida: hacia Borges y Bioy Casares. Se trata del libro del segundo sobre el primero titulado Borges. El libro es monstruoso. 1.663 páginas. Espero al cartero que tiene que llevármelo. Gumucio denuncia el futuro cansancio de mi cartero: sobran mil páginas. Pero no duda en escribir que vale la pena leer el resto: dos seres monstruosos que destrozan a sus contemporáneos es un espectáculo de primer orden.

Voy a guardar la columna de Gumucio para una relectura después de la lectura del libro. Por el momento, me encanta la eficiencia de Gumucio para definir a Borges: «Borges estuvo toda la vida preocupado por ajustar su vida, es decir su obra, al molde de la epopeya. Rechazó siempre la psicología y la novela, género prosaico y de clase media que invariablemente cuenta la historia de alguien que quiere ser algo que no es». Y me gusta también la descripción del encanto progresivo de Bioy Casares por lo que rechazaba su amigo: la novela, los caracteres con una gran dimensión psicológica. Al final, es la tesis de Gumucio, el libro es una traición a Borges por Bioy Casares. Escribe la novela de la vida de su amigo con muchos detallitos psicológicos.

Otra maravilla en la Revista de Libros: una entrevista con Mario Vargas Llosa. Habla de literatura. De otras cosas también, pero sobre todo de literatura. Lo mejor de Vargas Llosa son las primeras novelas y sus ensayos sobre la literatura (La verdad de las mentiras, La orgía perpetua). Por eso, esta entrevista es de lo mejor que puede entregar el autor peruano.

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20 de diciembre de 2006
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¿RIP AUGUSTO PINOCHET?

Es la necrológica menos esperada: un asesinato post-mortem del dictador chileno que murió la semana pasada, en The Weekly Standard, el semanal de los neoconservadores de Washington cercanos a Bush. La revista pide a sus lectores ahorrar sus lágrimas y utilizarlas para otro muerto. «Chile consiguió su éxito a pesar de él» dice el subtítulo del artículo firmado por John Londregan, profesor de la Universidad de Princeton y gran conocedor de Chile.

La celebración de los mercados es una mera herramienta pinochetista en el momento de esconder los paredones, afirma el artículo. La brutalidad de Pinochet no tenía nada que ver con las necesidades de la economía, añade el texto que recuerda los errores de la junta militar: una moneda sobrevalorada y la extraña decisión de convertir las deudas privadas en deuda pública. Fue un regalo para ciertos amigos del dictador.

De manera global, el gobierno de Pinochet, en su voluntad de privatizar, permitió una corrupción cuyo tamaño completo queda por descubrir. Lo que provoca la rabia de Londregan es la aceptación ahora, hasta en la Rusia de Putin, de que las ideas económicas de Pinochet eran buenas y punto. Eran buenas, sí, dice el profesor, pero por razones equivocadas. Los alemanes nunca celebraron a los nazis después de la Segunda Guerra Mundial por tener autopistas y el carro VolksWagen. Los nazis fueron una catástrofe para Alemania. De la misma manera, en Chile «nada justifica los crímenes cometidos» por Pinochet, ni su política económica.

Me encanta leer esto. No sé si tiene que ver con la posición muy débil de Bush en Washington. Por lo menos, sus amigos ideológicos, se ubican un poco mejor.

Última nota: a los que están dispuestos a leer otro artículo sobre Chile recomiendo una excelente encuesta sobre el papel creciente de las mujeres en el país de la presidenta Bachelet. Lo firma una editora, Lorn Scott Fox, en The London Review of Books. No la conozco pero obviamente sabe de qué habla.

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18 de diciembre de 2006
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LOS LIBROS DE BOLSILLO EN FRANCIA

El último suplemento literario del diario Le Figaro dedica una encuesta al porvenir del libro de bolsillo (el “paperback”) en Francia. El título «¿Hasta dónde llegará el libro de bolsillo?» expresa el deslumbramiento frente al éxito de un género que cuenta hoy con más de cuatrocientas colecciones. Existe ahora una fuerte tendencia: cada casa editorial crea sus propias colecciones de libros de bolsillo en lugar de vender los derechos a Le livre de Poche o Pocket, que fueron grandes colecciones utilizadas por todos.

Hoy, la fragmentación va creciendo en la oferta, pero las cinco grandes colecciones mantienen su dominio. Noventa por ciento de las ventas corresponden a Le Livre de poche, Pocket, Folio, J'ai lu y Points. Pero se notan dos desarrollos continuos que modifican el panorama, al crear nuevos espacios fuera del bolsillo clásico: la publicación directa de libros en colecciones de bolsillo, sin pasar por la etapa de la tapa dura, y la aparición del «demi-poche» (semi-bolsillo), que se parece al bolsillo por su precio y a la tapa dura por su calidad y el cuidado de su presentación.

Le Figaro entrevistó a los responsables de las cinco grandes colecciones y hace una síntesis de sus aportes a través de la respuesta a cinco preguntas:

1. ¿Cómo se explica el crecimiento continuo de las ventas?

El precio es la primera explicación, pero también un cambio de estatus: el libro de bolsillo se parece a un producto cultural común, es como un juego de video o un CD. Se compra sin pensarlo.

2. ¿Existe un retrato tipo del comprador de libro de bolsillo?

No, pero no se confunde con el comprador de libro de tapa dura. Es muy probable, si tiene menos de cincuenta años, que nunca haya comprado otra cosa que libros de bolsillo.

3. ¿Cuáles son las consecuencias de la publicación directa de un libro en colección de bolsillo?

Son dos: por una parte, crece la competencia entre los editores para conseguir manuscritos o traducciones; por otra, crece el riesgo económico, pues inicialmente se suponía que en las colecciones de bolsillo se publicaban textos ya amortizados.

4. ¿Amenaza el libro de bolsillo la supervivencia del libro de tapa dura?

Como laboratorio de producción de autores y prototipo de nuevos libros, queda la tapa dura. Tampoco se modifica, de manera global, el papel del libro de bolsillo: es una herramienta para ampliar el mercado al conseguir nuevos lectores.

5. ¿Cuáles son los cambios provocados por los libros de bolsillo en la actividad de los editores?

Por tratarse de grandes números en venta, los libros de bolsillo obligan a pensar de otra manera en la promoción y la distribución. Hay un crecimiento del gasto en publicidad (representa ya el 7% de la facturación de Folio) y la venta por Internet tiene que hacer parte de la estrategia para alcanzar el nivel de difusión necesario.

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15 de diciembre de 2006
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VIDAL EN LA HABANA

Gore Vidal está en La Habana, según la edición digital de Granma, y su presencia me parece un claro ejemplo de cortocircuito ideológico. El encuentro de dos oposisiones al poder de Washington que no tienen nada que ver. Por una parte, el poder castrista, en su postura antiimperialista de siempre. Por otra parte, el sublime polemista, novelista, estilista y conocedor de la historia de EE. UU. denunciando el golpe de Estado cometido en su país después del 11 de septiembre.

Como tantos artistas que pasaron por La Habana, Vidal es víctima de pequeñas estafas periodísticas. Granma finge tener una declaracion suya a favor de los cinco espías cubanos detenidos en EE. UU. En realidad, si uno lee bien, Vidal no dice nada a favor o en contra de los agentes: "No se puede opinar de lo que no se está informado", es su manera de tratar el problema.

"Todo es ilegal e inconstitucional en el gobierno de Estados Unidos", explicó Vidal en la Casa de las Américas, provocando el placer que podemos imaginar entre los escritores e intelectuales cubanos agrupados alrededor del ministro de cultura, Abel Prieto. La verdad: esta frase es de una ambigüedad total. Para los cubanos, todo es ilegal en Washington, pues nada justifica el comportamiento del imperio. Para Vidal, todo es ilegal pues nada justifica apartarse del más absoluto respeto a la Constitución creada por los padres de la federación de los Estados Unidos.

Gore Vidal describió muy bien, en varios ensayos, la doble maldición de Washington: los republicanos son conservadores (rechazan el cambio) y los demócratas son reaccionarios (quieren volver a los tiempos de Roosevelt). Sería bueno saber que su viaje al Caribe le ha servido para descubrir la tercera maldición: los revolucionarios son fósiles (para ellos, ya se terminó la Historia).

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15 de diciembre de 2006
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LO MEJOR DE CADA DICTADURA

La semana pasada escribí sobre lo que llamaba «Lo viejo y lo nuevo», al hablar de lo que era todavía la doble enfermedad de los dictadores Fidel Castro Ruz y Augusto Pinochet Ugarte y la evolución económica del continente y su lento progreso social. Me encanta encontrar la misma idea bajo la pluma de Michael Shifter en una tribuna publicada por The Washington Post.

Claro que sería mucho mejor tener la versión de un novelista. Algo que no sería la famosa novela del caudillo (presidente, patriarca, supremo, etc.) que tan importante es para la literatura de América Latina sino la novela de los dos dictadores cuyo héroe, por razones de amor, haría vaivén entre Chile y Cuba en los años setenta, y por razones de amor se sentiría igual de feliz en ambos países. Una especie de héroe romántico sin el más mínimo rasgo de ideología en su mente.

¿Es posible? Michael Shifter, gran conocedor del continente (es vicepresidente del Inter-American Dialogue) opina que sí. Afirma que lo que piden los latinos es «lo mejor de ambos dictadores». Su explicación es sencilla y obvia. Castro -dice- se dedicó, al menos en la visión transmitida a través de sus intervenciones públicas, a atender la injusticia social y la desigualdad. Las últimas elecciones en Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua y Perú son prueba de esto, con vencedores haciendo una clara referencia a la agenda social.

Pero los gobiernos que salieron de las urnas en estos países no son seguidores de Castro. En muchos aspectos implementan políticas económicas conformes a las opciones impuestas en Chile por la junta militar de Pinochet. El mejor ejemplo: los gobiernos de la «concertación» en Chile. Su balance es sencillo: 17 años en el poder con una gestión de gran ortodoxia financiera; un crecimiento fuerte; y una tasa de pobreza que pasó del 40% en 1990 a 18% en 2005.

En América Latina, opina Shifter, lo que se pide es un crecimiento promovido por la potencia del mercado y un enfoque de la política que busque mayor igualdad. Y todo esto se debe entregar sin el terror y el mando autocrático que fueron la marca de Castro y de Pinochet. Prueba de esto, la mala imagen de Castro, el único de los dos que se mantuvo en el poder y sale con la peor nota en el último sondeo de latinobarómetro en 18 países de América Latina, una nota que le ubica al mismo nivel que George W. Bush.

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14 de diciembre de 2006
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CRITICAR A LOS CRÍTICOS

Lo que hace el semanal Time Out de Nueva York en su último número es lo que proponía T.S. Eliott en su famoso ensayo: To Critize the Critic (Criticar a los críticos). Pero se trata de periodismo. T.S. Eliott buscaba entender su manera de evaluar la poesía, llegando a describir dos maneras de acercarse a las obras: la generalización y la valoración individual de un artista. Por su parte, el semanal neoyorkino busca justificar el poder de ciertos individuos en una ciudad que produce «una cantidad masiva de arte y de ocio».

Entonces, no se trata solo de literatura. En Nueva York se goza de creaciones con todos los sentidos. El semanal ha elegido siete disciplinas además de los libros: arte, danza, cine, restaurantes, música, música clásica, teatro. Y el blanco del demoledor ejercicio, claro, son los críticos que escriben en la prensa. Todos los críticos, incluyendo los del propio semanal. Lo interesante es el método utilizado: artistas y personas involucradas en el proceso (como conservadores de museos o encargados de relaciones públicas) configuran el jurado. El presidente de un departamento de periodismo de una universidad oficia como responsable del proceso. La entrega de los resultados viene con opiniones entre comillas y anónimas de los jurados.

Time Out toma todas estas medidas para aparecer como imparcial. Pero nadie duda de que se trata de una venganza: golpear a los que golpean, hasta ahora con completa impunidad. El título lo dice, hablando de «Justicia Final» con una clara referencia a la justicia divina en la Biblia. Dicho esto, vale la pena mirar el método utilizado, una serie de cinco notas sobre cinco criterios: saber, estilo, calidad del gusto, facilidad de acceso, influencia. Los cinco criterios tienen el mismo peso en el momento de sacar la nota promedio. Tres criterios tienen que ver con la relación entre el crítico y la obra y dos con la relación entre el crítico y la audiencia. Criticar en la prensa es comunicar.

En el caso de los libros, lo delicioso para Time Out es la ubicación de Michiko Kakutani. La famosa crítica del New York Times, que tanto machaca a escritores y tuvo polémicas con Salman Rushdie, Susan Sontag o Norman Mailer, no sale primero. El líder es el crítico y también novelista John Leonard, seguido por el crítico y también novelista John Updike. Laura Miller, otra crítica que escribe para el New York Times, viene por delante de Kakutani, que consigue la nota máxima en influencia. Y claro, nadie puede olvidar la frase que define el sabor de la influencia de Kakutani: «no le ha gustado ni un libro en los últimos veinte años». Creo que no se puede decir algo más violento sobre un crítico: desconoce el placer en su oficio.

Ahora una pregunta: ¿quién se atreve a hacer lo mismo en su país?

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11 de diciembre de 2006
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¿IZQUIERDA-DERECHA: 7-3 ó 4-6?

Cable de la agencia EFE: «Chávez inicia gira buscando una alianza de izquierda». En un texto neutral, com debe ser todo lo que entrega una agencia de noticias, se habla de «una gira en la que se reunirá con otros cinco gobernantes de la izquierda latinoamericana». Los cinco gobernantes de izquierda son los de Nicaragua, Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia.

¿Es Lula da Silva, presidente de Brasil, con su política financiera ortodoxa un hombre que pertenece a la misma izquierda que los líderes de Bolivia o de Venezuela? La pregunta no es mera retórica. Es la clave para entender la América Latina de hoy, un continente que combina un amplio abanico de discursos de izquierda y unos precios altísimos de las materias primas. Nunca las políticas sociales han sido tan fáciles de comprar: hay plata, la plata de las exportaciones. Esto explica, quizás, los resultados de los diez comicios del año 2006.

Empezando con la de Michelle Bachelet en Chile, que ganó en enero, hubo diez elecciones este año. Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Venezuela optaron o confirmaron su opción de izquierda. Perú, Colombia y México confirmaron una opción de derecha. Chile, Costa Rica y Brasil también optaron por la izquierda, pero una izquierda tan distinta de lo que tiene Bolivia y Venezuela que existe la tentación de buscar nuevos conceptos. El domingo pasado, en avión –gran lugar para leer- vi en el diario chileno La Tercera una clasificación entre carnívoros (radicales) y vegetarianos (moderados). Carnívoros: Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Venezuela. Vegetarianos: Chile, Perú, Costa Rica y Brasil. En aquella visión Colombia y México son «excentricidades» con un alimentación mixta. Pero el cambio de concepto permite, para un diario que no tiene gran amor por la izquierda, esbozar un resultado 4-6 en lugar del contundente 7–3, resultado final del partido izquierda contra derecha.

Después de una catástrofe (el sueño de comprar armas y de utilizarlas) la izquierda latinoamericana ofrece la mayor diversidad (con diferencias más que matices) de todas las izquierdas del mundo. La riqueza es fenomenal. Hasta tal punto que, conociendo la potencia de los mitos y la tentación de crear héroes en la tierra que inventó el caudillismo, creo necesario empezar a poner un poco de orden. Prescindir de la palabra izquierda e inventar nuevas descripciones. No sé si la dieta es lo más obvio: todos son un poco vegetarianos y carnívoros. En lugar de hacer clasificaciones, hay que empezar por una descripción y una valoración. Es lo que hace un excelente artículo (en inglés) de Open Democracy sobre Hugo Chávez. Es un largo texto dedicado a los mitos y las leyendas. No comparto todo lo que se dice pero me parece la mejor manera de preguntarnos algo obvio: ¿es Chávez lo mejor que ofrece la izquierda en America Latina?

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7 de diciembre de 2006
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