Jean-François Fogel
Unas líneas hoy desde París para señalar un ataque violento a Francia desde Inglaterra. Ya estamos acostumbrados pero esta vez cambia el blanco. En lugar de denunciar a los funcionarios franceses, a las élites, a la herencia de la gloriosa Revolución francesa o al uso excesivo de grasas en la cocina, el semanal The Economist se dedica a explicar que los almacenes, llámense El Corte Inglés en España o Les Galeries Lafayette en París, son un producto directo del posmodernismo.
De manera precisa, y pérfida, el semanal inglés ataca a Jean-François Lyotard. Y cita una frase suya que define el universo cultural de un almacén: «eclecticismo es el grado cero de la cultura general; uno escucha reggae, ve una película del oeste, se come una hamburguesa McDonalds para su almuerzo y cocina local para cenar, lleva perfume de París en Tokio y viejos trapos en Hong-Kong; el conocimiento es algo que corresponde a los programas de juegos en la televisión».
Por suerte, The Economist no llega al colmo de acusar a Lyotard de ser el inventor de los almacenes. Sólo lo asocia con otros tres pensadores, Roland Barthes, Michel Foucault y Jacques Derrida, en un terrible cuarteto de izquierdistas. Los cuatro buscaban destrozar el capitalismo y la sociedad burguesa. En realidad, dice el semanal, escribieron sobre todos los temas desde una misma perspectiva: la liberación del ser humano. Ocuparse de todo y liberarse fue la interpretación de sus mejores discípulos: los héroes del liberation marketing. Los herederos del «pomo» (posmodernismo) son los creadores de marcas o de productos que tenemos que utilizar «porque yo lo valgo», como dice una publicidad basada en una mala traducción.
I-Tunes; Google, Zara, Yahoo son lo que queda de la última corriente de la filosofía francesa. Gracias, The Economist, Gracias. Con amigos como los ingleses, los franceses no necesitan enemigos…