Skip to main content
Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Blogs de autor

En el nombre de Hemingway

Hace años que no queremos tanto a Hemingway. Quiero decir tanto como lo quisimos. La culpa, además de la parte que tenga el escritor, la tiene el uso comercial, banal que muchas veces se hace  de su vida, su imagen, sus obras y sus pasos por la tierra. Sobre todo por la tierra española. También en Europa, en París, Roma, Venecia, se usa como reclamo -sobre todo de famosos bares- la conocida figura del escritor vividor, bebedor y fotogénico que fue ese ser tan complicado llamado Ernesto.

También rebajamos nuestra admiración cuando supimos sobre su mirada a otro lado, a ninguna parte, su manera de cerrar los ojos ante algunas cosas que pasaron a su lado en plena Guerra Civil. No nos gusta su indiferencia ante la desaparición de José Robles, el amigo y traductor de Dos Passos. O ante la de Andréu Nin.

Algunos relatos, sobre todo Los asesinos, siguen siendo aquella obra conmovedora, maestra, que nos deslumbró. Otras de sus obras no han sido tan vigorosas para soportar el paso del tiempo. No por aquello que decía Faulkner de su obra: "con Hemingway no hay que molestarse en buscar ninguna palabra en el diccionario". En esa descalificación, el gran escritor americano, el mejor de su tiempo, se equivocó. Así se lo señaló su contrincante, Hemingway dijo que le daba pena Faulkner si pensaba que para transmitir  emociones había que buscar en el diccionario palabras desconocidas o usar términos poco comunes. Hemingway tenía razón. No es por eso que nos guste más Faulkner. Y no es que despreciemos a Hemingway, pero quizá su personalidad, su demasiada fama, demasiada presencia, nos hace tomar distancia, desconfianza, del escritor. Y además, también cambiamos con las lecturas, con los años. Aquello que nos pareció lleno de garra y fuerza al cabo de los años se nos aparece como algo más tramposo. Como si hubiéramos descubierto el truco. Seguimos pidiendo deslumbramiento. No dominio.

Todo esto viene a cuento porque el otro día en Pamplona, después de soportar en bares su presencia iconográfica. De tropezarnos con Hemingway en el hotel, el café, las calles, la plaza de toros y en casi cualquier rincón del centro de la ciudad, abrumados y entregados, decidimos hacer un homenaje al escritor. Beber en uno de esos bares que llevan su nombre. Un hermoso bar, una barra clásica, un tamaño adecuado, unas cuántas mesas y unos taburetes a su medida. Un pequeño bar anejo al famoso Café Iruña. Un bar con estilo, aunque el nombre de Hemingway estuviera puesto como reclamo para turistas.  Con buen ánimo, pedimos un "dry martini". La amable y  muy dispuesta camarera, una mujer de mediana edad que se mueve por una barra con la perenne presencia en un horroroso bronce que quiere parecerse a Hemingway, no sabía de qué le hablábamos. Dudaba si aquello que queríamos era un coñac, un dulce o un seco martini, con hielo, con agua, combinado o solo. Cambiamos el deseo, nos conformamos con un gin tonic, que también era propio del escritor. Desde luego no era como aquellos que recuerda en un relato que le servían en Chicote. La literatura todo lo transforma, lo deforma, incluso lo mejora. Era, una vez más, una de esas bebidas servidas con la desgana y la falta de información de la mayoría de los camareros de nuestro tiempo. Bares y camareros que no quieren enterarse que beber también es cultura. O al menos que es un arte menor y divertido.

Tengo un bar cerca de casa, en Madrid, que se llama "Aquí nunca estuvo Hemingway". Esta tarde haré la prueba. No quiero pensar que todo lo que toca Hemingway se convierte en un producto banal para el consumo de turistas poco exigentes y mitómanos de bajo perfil. 

Leer más
profile avatar
3 de diciembre de 2007
Blogs de autor

Un poco de lujuria

Mi recordado, y lujurioso, amigo Xavier Domingo unía la lujuria a los otros placeres. Beber, comer, etc. Y le gustaba acercarlos a las lecturas y las músicas. Los que quieran saber algo más de éste peculiar gozador a la española, nacido en Barcelona y bien vivido en París, que busquen su libro sobre la erótica ibérica. O sus libros de cocina, Cuando sólo nos queda la comida o De la olla al mole. Pero no era de él de quien quería hablar, se me bifurcan los caminos. No, hoy quería hablar de un escritor que admiraba Domingo y por eso se me cruzan los nombres. Hablo de Pietro Aretino. 

Recatado por la gracia de Luis Antonio de Villena, autor de la traducción, el prólogo y las notas de esta edición hermosamente verde que acaba de aparecer de sus Sonetos lujuriosos. No los dejen cerca de los niños.  

Este libertino que para muchos -dice Villena- fue tenido como un hombre piadoso, bondadoso, jovial y para otros era un chantajista, libelista, pornógrafo y vividor. Admirado o repudiado, tenido por culto y por todo lo contrario, fue un buen representante de un siglo, de una cultura y un tiempo -1492-1556- donde todavía no se habían expulsado ni la vitalidad ni cierto paganismo que no le sientan mal a esa Italia divertida y desvergonzada. 

Vida apasionante de un poeta libertino que cuenta con la excelencia de Villena en el prólogo. Sus sonetos no son de hombres y mujeres en el momento del sexo, son el sexo mismo. Como dice el prologuista son "coños y pichas que se imbrican en goce feliz y natural". 

Me callo y les regalo un soneto de Aretino. Perdón y que se aparten mojigatos y menores: 

"Jodamos, alma mía, jodamos enseguida,

pues todos para joder hemos nacido;

que la polla te gusta y amo el chocho

y el mundo sin eso ni una figa valdría.

Y si post morten joder fuese aún honesto,

diría: De tanto joder nos moriríamos;

y además Adán y Eva aún joderían,

que hallaron un morir tan deshonesto.

-Verdad es lo que dices, que si los bribones

no comieran de aquél fruto traicionero

ardencia los amantes no tendrían.

Más basten ya palabrerías, y hasta el corazón

clava la polla, y haz que el alma se

me parta, que por la polla muere o está viva;

y si posible fuera,

guárdame en el chocho los cojones

que del placer son testigos de primera."

Leer más
profile avatar
30 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Camino a Soria

Voy camino a Soria. Es decir, camino del recuerdo de un poeta, Antonio Machado. Es una ciudad pequeña, resistente al paso del tiempo, con muchos rastros en sus calles, sus caminos, sus paseos de la ciudad que conoció el poeta. Es una ciudad perfecta para ver transcurrir lentamente el tiempo. Es una ciudad fría, aunque acogedora. Una ciudad para poetas y escritores de paso. La ciudad en la que conoció el amor y la desgracia su más famoso habitante. Fue feliz -a pesar de las burlas, entre envidiosas e hipócritas, de los mojigatos que no entendían su diferencia de edad- con su joven enamorada. Muchos versos surgieron de esos momentos felices. De esas ilusiones amorosas del hombre mayor. Pero no he venido con esos poemas. Estoy en esta tarde de invierno claro más cerca de leer algunos de sus imperecederos proverbios y cantares. Lo hago por las mismas calles del poeta, por sus riberas, bajo árboles helados como un corazón lleno de durezas.

Recuerdo otra Soria, solitaria y extraña, que contó un viajero escritor que aquí llegó en autobús, y en los días de la Navidad en los años ochenta. El viajero era Peter Handke y la memoria de aquellos días sorianos las dejó escritas en su curioso libro de viajes El juke-box.

Hay más escritores vinculados a Soria, no me olvidaré del camaleónico Dionisio Ridruejo. Ni del muy vivo, vivaz y en su mejor momento narrativo, Javier Marías.

"Hoy es siempre todavía", decía Machado, y me acompaña en mi paseo solitario, me hace sentirme otro, uno que está acompañado. "En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad." Pues eso que estoy contento, paseante y soriano. "Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa. Adivínala"

Leer más
profile avatar
29 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Miedo a escribir

Estoy leyendo al muy querido periférico llamado Fogwill -gracias, Julián Rodríguez- que acaba de publicar entre nosotros Help a él. Una vez más me seduce y me atrapa la obra de este raro que nos hizo conocer Vila-Matas.

Y he recordado aquella cita de Fotwill que recoge el Bartleby de Vila-Matas: "Escribo para no ser escrito. Viví escrito muchos años, representaba un relato." La cita, que es más larga e interesante, volvió a mi memoria al conocer la noticia de la muerte de un hombre que pudo haber escrito mucho, que así lo reclamamos quiénes lo conocimos, que era un libro por escribir y que terminó casi sin escribir, Emilio Sanz de Soto. Recuerda Molina Foix, que Emilio fue "un genio oral". Otro de los subyugadores de la palabra, de la memoria que se muere este mes de tantas muertes. Noviembre sí es el mes más cruel.

Murió Emilio en silencio, como un buen Bartleby. Murió el tangerino más singular, simbólico y metafórico de esa ciudad abierta y sin sacristías. Un español razonable, moderno, cosmopolita, curioso que no quiso escribir su vida. Ni la vida de los demás -de los muchos interesantes que conoció en vida-de los que pudo haber contado tantas cosas. Todo, casi todo, lo que vio y vivió prefirió callarlo. No ocultarlo. Lo contaba en su casa llena de libros, fotos, fetiches y recuerdos pero no quería escribirlo. Preferiría no hacerlo. Y no lo hizo.

Conseguí que hablara ante cámaras. Que hablara de él. De su vida en aquella ciudad mítica que fue Tánger. De sus relaciones con Truman Capote, con los Bowles, Gore Vidal o Tennesse Williams. De su amistad con Ángel Vázquez, Buñuel, Cecil Beaton, Ángel González, Pepe Hernández o Carmen Laforet. Conseguí que con su amigo, su cómplice, el nervioso y vital decorador, Pepe Carleton, evocaran momentos de una vida que ya no podía volver. De unas voces y unos ámbitos que pertenecieron a lo mejor de un mundo que tuvo mucho de juerga culta, de fiesta civilizada, de desmadres elegantes, de osadías privadas.

Excéntricos y cultos, algunos hicieron muchas cosas, otros, como Emilio Sanz de Soto, prefirió no hacer demasiado. Vivir, recordar, contar y callar. Ser parte  un relato que no escribirá él. Ser una novela que no le importó que escribieran los otros. ¿Quién escribirá la vida de estos españoles, de estos dos modernos que fueron la mejor contribución patriótica a una vida sin patria en una ciudad abierta y puñeteramente divertida? Pepe Carretón está vivo. Y nunca escribirá de aquellos días, de aquellas noches. Emilio acaba de morir. Uno de los personajes que merecerían estar en la compañía de Bartleby.

Leer más
profile avatar
27 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Un poeta que no estuvo en su funeral

No le gustaban los funerales y no quiso estar en el suyo. No quiso, pero estuvo a su pesar. No quise verlo. No quise mirarlo, no miro a los muertos. Pero lo recordaba muy bien. Me impresionaba, desde pequeño y nunca dejó de hacerlo. Ni mucho menos cuando lo conocí, cuando algunas veces pude estar con él, cerca de él. Fernando Fernán Gómez ha sido parte de nuestras vidas. Una de las mejores partes. En el cine, en el teatro, en sus escritos, sus biografías, sus charlas y sus poemas. Sí, sus poemas. Fue un poeta roñoso, temeroso, controlado, pero fue un poeta. Le gustaba ser poeta. Se puso muy contento cuando publicó en una de las mejores colecciones poéticas de nuestra lengua. Hace años publicó en Visor una selección de su obra poética.

Ayer, después de cabrearme con la noticia, después de buscar sus recuerdos en mi memoria y después de volver a algunas páginas de sus emocionantes, libres, tragicómicas y divertidas memorias, El tiempo amarillo, volví a sus poemas reunidos. El canto es vuelo los llamó. Y no es mal lugar para acudir y conocer más a este tipo tan grande que ya no nos podrá impresionar más. No podrá hacerlo en directo. Lo seguirá haciendo con su cine, sus escritos, sus charlas grabadas, sus palabras y sus poemas. Algunos me hacen reír con sonrisa cómplice, otros me emocionan.

Ayer, la tarde de una noche en que un poeta recibirá en premio Loewe, el mejor pagado de los nuestros, la misma tarde en que se presenta la poesía completa de Pedro Salinas, yo vuelvo a leer este poema de Fernando Fernán Gómez:

 

"VERGÜENZA

Qué vergüenza, hermanos míos,

este dolor.

Este dolor tan vulgar,

pequeño,

cotidiano.

He crecido en un tiempo de dolores.

Duele y dolía la injusticia.

Duele y dolía el hambre.

Duele y dolía la guerra.

Cuando niño, a cada instante

estallaban huelgas

y alborotos con sangre.

He oído los disparos.

He visto llorar a las mujeres de los obreros.

He visto luego los paseos.

Más luego aún, las represalias.

Y el mundo entero estalló

y se partieron muchos hombres en miles de pedazos.

Pero, gracias a Dios, poquito a poco,

volvieron a construirse las injusticias.

Y algo sangriento pasa

y algo horrible no deja de pasar.

Y os pasa a vosotros hermanos.

Hombres de genio calculan,

místicos sufren,

valientes siguen ofreciendo su carne para los destrozos.

Y yo, aquí,

pobre, cobarde, ridículo,

insensible a tanto dolor,

cornudo caracol diminuto y encerrado,

creo que mi alma es nueva,

porque os olvido

y me duele sólo mi dolor.

Qué vergüenza, hermanos.

Aprovecho una pausa en mi llanto

para pediros perdón."

 

Leer más
profile avatar
23 de noviembre de 2007
Blogs de autor

El primer culo

Dicen que es el primer culo de nuestra pintura. No estoy seguro pero sí es uno de los más hermosos. El culo que disfrutó Diego de Velázquez, ya mayor, muy mayor para aquellos tiempos, y solazándose, entreteniendo sus días con una joven y hermosa modelo de Venus algo más para el pintor. Es una de las recompensas de los artistas, de los buscadores o de los muy aficionados.

Gran culo inicial de nuestra pintura, sublimado culo que no está solo. Viaja en compañía de sus rotundas nalgas y de una espalda femenina difícil de superar en la pintura y en la vida. Modernidad de formas, perfección que traspasa el tiempo y las modas.  

Nada que ver la Venus del espejo de Velázquez con los desnudos de Rubens. Cuando éramos pequeños, como esa Venus velazqueña estaba en Londres, los cuerpos de mujeres desnudas que podíamos mirar, los que nos hacían excitarnos pensando en las hermosas desnudas, eran casi siempre muy pasados de kilos y de michelines. Después llegaron las flacas con culo -léase Jane Birkin- y las de poco culo, el mayor ejemplo es Audrey Hepburn. 

El culo de Velázquez, el culo y el resto, que pudimos admirar en la National Gallery de Londres, ahora lo tenemos a tiro de cola y en Madrid. Es una hermosura, lo digo con conocimiento de causa, de mirada, de muchas miradas. Ningún tocamiento está permitido. 

Creo que habrá que guardar un sitio a uno de los más sabios en cuestión de culos y de otros desnudos. De la desnudez y sus miserias, de los desnudos y sus bellezas, como es Oscar Tusquets Blanca. Su mirada tan libre, su inteligencia tan peculiar, su admiración por el desnudo y su rechazo de algunos desnudos, los cuenta admirablemente en su libro último e imprescindible llamado Contra la desnudez. Un placer de texto, además acompañado de los mejores desnudos del arte de todos los tiempos. No todos los desnudos son hermosos. Ni todos los cuadros. Ni todos los libros. Y yo sólo les he hablado de los hermosos desnudos. El que no esté de acuerdo que pague su prenda.

Leer más
profile avatar
20 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Cine y crítica

El fin de semana estuve con Claude Lelouch, seguramente el cineasta francés más famoso durante las décadas de los 60 y 70. Y el que menos me interesa ahora y entonces. Sigue rodando y estrenando cada año, no nos llega su cine. En realidad ya no llega el cine de casi ningún europeo. Cuando lo hace es en pocas pantallas, pocas ciudades, poca publicidad y poco tiempo. El cine europeo hay que verlo en festivales o comprarlo en dvd en algún viaje.

Lelouch era contemporáneo de los cineastas más renovadores del cine francés, de aquellos que llamamos "la nouvelle vague". Contemporáneo no quiere decir compañero de viajes cinematográficos. No lo fue ni el fondo, ni en la forma. Nada, o muy poco, que ver su cine con el de Godart, Truffaut, Romher, Rivette, Resnais, Chabrol, Melvilla, Rouch y todos los demás. No, Claude Lelouch, a diferencia de los otros no estaba por casi ninguna ruptura, por ninguna revolución estética, ni ética. Aunque comenzó imitando movimientos de cámara de Raoul Cutart, el emblemático fotógrafo de la "nueva ola", muy pronto retornó a maneras más clásicas y no poco eficaces.

Fotograma de Un hombre y una mujerBuen cámara, como demostró en su película más conocida, "Un  hombre y una mujer", pero como director y guionista con una propensión al sentimentalismo. Un cine popular que se llenó de trucos formales, de una manipulación de los sentimientos que le hicieron conquistar públicos mayoritarios. Conoció el éxito en festivales, premios y hasta dos Oscar. Y sin embargo la crítica nunca le quiso. Su cine hacía grandes taquillas, emocionaba a muchos, se exportaba al mundo, tuvo grandes repartos fijó el mito de algunas estrellas tan hermosas como Anouk Aimé, trabajó con los mejores actores... y sin embargo no gustaba a la crítica. Ni gustaba a la mayoría de sus compañeros. Ni a los cinéfilos.

Muy pronto Lelouch nos pareció tramposo, no porque siguiéramos la senda de los críticos de la época, sino porque también en el cine -como en la literatura, la pintura, la música- muchas veces el éxito camina por un lado y la verdad poética, la emoción que resiste el tiempo, el verdadero arte va por otro lado.

No estuve cómodo en compañía de Lelouch, no porque no fuera afable, sino porque me sentí mentiroso, falso por decirle cosas que no pensaba de su cine, por disimular que ninguna de sus películas me parece que sean capaces de resistir el tiempo. Lo suyo eran inteligentes manipulaciones, cuando más, buen espectáculo de masas. Lo otro, lo de alguno de sus "compañeros" fue una ventana que se abrió  a un cine con más riesgo, más verdad, más compromiso y menos espectadores. No importa, no tenemos prisa. El éxito para el que se lo trabaja.

Ah, otro día, si quieren, hablamos de los críticos de cine.

Leer más
profile avatar
19 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Saramago 85

Hoy se celebran los 85 años de José Saramago. No podré estar cerca físicamente pero me siento cercano a él por muchas cosas sin dejar de haber discrepado, discutido o mantenido desacuerdos sobre cuestiones políticas y de sus alrededores.

Mi admiración, mi cercanía con el escritor llegó después de leer El año de la muerte de Ricardo Reis.  En aquella novela la vida de Ricardo Reis continuaba más allá de Pessoa y lo hacía con una prosa poética admirable que nos llevaba a la sugestiva ciudad, a la misteriosa y querida Lisboa. Muy pronto leí otra novela que ya estaba traducida, "Memorial del convento" y quise conocer al escritor. Gracias a una película de Felipe Vega me encontraba en Portugal, en el sur y en una de aquellas noches de invierno atlántico, después de pasar ratos en un bar que se llamaba "la última oportunidad", llamé a Juan Cueto para ofrecerle una entrevista en Cuadernos del norte con Saramago. El mismo día quedamos con el escritor, muy interesado por España y por la repercusión de sus novelas entre nosotros. La entrevista, que tradujo Ángeles Caso, por mi culpa, por mi grandísima culpa, no llegó a publicarse. Nunca la entregué y además la perdí, pero esa es otra historia.

El viaje desde Sagres a la Lisboa de Saramago fue divertido, mi compañera de viaje era Teresa Madruga, hoy olvidada actriz portuguesa, excelente actriz, que tenía un  papel en la película de Felipe y muy querida por todos los cinéfilos. Teresa era la camarera de ese maravilloso lugar que es el bar británico que AlainTanner saca en su película La ciudad blanca. Todo tenía un poco de irrealidad, de ficción, de historia melancólica. Yo viajando para conocer a un escritor que había novelado la vida de un personaje inventado por un poeta y en compañía real de una mujer que habíamos admirado en la ficción.

En Lisboa me alojé en un horrible hostal, cerca del bar del reloj al revés, en pleno barrio chino, al lado de Cais de Sodre. El hostal se llamaba, es posible que se siga llamando, Braganca. El número de habitación era la que yo deseaba. Y el paisaje interior que me encontré era el mismo que tantas noches conoció Ricardo Reis, el heterónimo de Pessoa que narró Saramago. Allí mal dormí gracias a mi  mitomanía. Por la ventana descubrí la misma placa que se recuerda en la novela. Eran noches de lluvia. De gentes silenciosas que se movían como sombras por aquél barrio marinero.

Al día siguiente le conté todo eso a Saramago. Me miró con sorpresa. Con una leve sonrisa me dijo "estás loco, has dormido en un lugar donde nunca durmió alguien que nunca existió". Me gustó que mi mitómana entrega no hiciera mecha en él. Era serio e irónico, nada vanidoso y poco propenso a las mitomanías. Todo eso hizo que, además del escritor, empezara a interesarme el hombre. El mismo hombre que en su último libro, Las pequeñas memorias, demostró cómo se puede hacer gran literatura con su propia y modesta vida. Uno de sus mejores libros escritos desde su juventud de octogenario. Han pasado los años, los libros, los premios, todavía siento cercano a aquél escritor que me bajó de mis mitos una tarde en Lisboa.

Felicidades. Gracias por tus libros. Y por otras cosas que Pilar y yo sabemos.

Leer más
profile avatar
16 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Mortadelo y Filemón

Y Guillermo Brown, Zipi y Zape, el Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín. Como en una canción de Sisa, “cualquier noche puede salir el sol”. Algo así de ingenuo e imposible deseábamos hace ya tantos años. Hace décadas. Muchas cosas así de simples y extraordinarias seguimos deseando en estas edades maduras. Todavía nos reconocemos en aquellos que fuimos, en los niños de ese mundo sin muchos colores pero con los colores de los mundos de los “tebeos”. Por ellos comenzaron nuestras lecturas.
Ahora, hoy, se celebran los cincuenta años de Mortadelo y Filemón y muy poco después ya fuimos sus compañeros de disparates, de burla de la eficacia, de los servicios secretos, de los detectives o de la llamada Guerra Fría. Tantas cosas de nuestras lecturas llegaron por esa vía de bromas y veras que tenían los primeros cómics de nuestra infancia. Y llegaron los más serios. Llegó Tintín. Y Corto Maltés. El underground, Valentina, los japoneses o las seriedades de esos chicos de la posguerra donde el mundo se pudo llamar Paracuellos. Y seguimos a los continuadores de la línea clara. A los eróticos, los bestias, los jueves o los viernes.

Me gusta que cumplan tantos años esos que una vez fueron compañeros de mis fugas infantiles. Los abandoné hace tiempo. No seguí sus disparatadas e inocentes historias, me hice más serio, menos inocente, crecí, me equivoqué y no supe quedarme en esa patria, quizá no tan feliz, de la infancia. Muchas veces he pensado que la edad ideal es la de Tintín: indefinida, aventurera, infantil y madura. Otras, la mayoría, prefiero la de Haddock, bebedor, casi en la jubilación, con amores y con un poco de mala leche.

Leer más
profile avatar
14 de noviembre de 2007
Blogs de autor

Norman Mailer

Me imagino feliz a Gore Vidal, ya está más cómodo en la cumbre. Cuando murió Capote comentó que su muerte significaba “un excelente paso en su carrera”. Ahora puede ver el cadáver vestido de su íntimo enemigo literario. Son tres grandes de la literatura americana. De la literatura pero ni estaban  solos, ni eran los únicos. Pero sí supieron usar las ventajas de los “media”, su capacidad para hacer que un novelista fuera, además, alguien popular.

No se si la fama les hizo mejores o peores escritores. Ni si la escritura les hizo mejores o peores seres humanos. Pero sí que mantienen la capacidad de seguir vivos en sus obras. Volví a Mailer en la mitad de los años 90, cuando Anagrama, reeditó “La canción del verdugo”, “Los ejércitos de la noche”, “Los desnudos y los muertos” o esa otra forma de hacer literatura con crónicas cortas, con pequeños relatos o poemas que se encuentran en “Los tipos duros no bailan”- siempre me sirvió el título para excusarme de esos movimientos, o  casi siempre- y “Caníbales y cristianos”.

Abro al azar “caníbales…” me encuentro un billete del metro del año 75. ¡Qué año para muertos, caníbales, cristianos o lo que fueran! Es un libro de los años sesenta, de los años de tantas cosas, tantas músicas y alguna guerra. Aquella guerra. Se puede leer ahora cambiando de guerra:
“Como ahora ya es evidente, la única explicación que puedo encontrar para la guerra de Vietnam es la de que nos estamos hundiendo en los pantanos de una plaga y la matanza de gente extraña parece aliviar algo esa plaga. Si se cogiera a los enfermos de un hospital y se les diera armas y se les dejase que con ellas tirasen a los peatones desde las ventanas del hospital, puede estarse seguro de que iban a descubrirse algunas curas milagrosas. Así que el ánimo nacional tiene que prosperar gracias a la guerra de Vietnam…el adorable anciano que está a punto de morirse acaba de dar dentelladas a la yugular de la adorable anciana y algunos están empezando a resbalar en la sangre. Y algunos están empezando a deslizarse como serpientes. Vaya, amigo, ¿qué será mejor, ser un asqueroso caníbal o ser un cristiano muriéndose de nausea?”

Alguna vez los católicos Bush, Aznar y otros tan seguros de sus guerras, sus enemigos, sus fobias o sus consejos, alguna vez, repito, ¿habrán sido lectores de Norman Mailer?

Amigo Adrián, hay otro Norman Mailer que me gusta. Precisamente ese joven del que ayer hablaba Bárbara Probst Solomon, ese joven que vivió a tope “los felices cuarenta” y que prestó su coche para escapar de los campos de concentración franquista a unos jóvenes intelectuales españoles….pero esa es otra historia.

Leer más
profile avatar
12 de noviembre de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.