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Norman Mailer

Por 12 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me imagino feliz a Gore Vidal, ya está más cómodo en la cumbre. Cuando murió Capote comentó que su muerte significaba “un excelente paso en su carrera”. Ahora puede ver el cadáver vestido de su íntimo enemigo literario. Son tres grandes de la literatura americana. De la literatura pero ni estaban  solos, ni eran los únicos. Pero sí supieron usar las ventajas de los “media”, su capacidad para hacer que un novelista fuera, además, alguien popular.

No se si la fama les hizo mejores o peores escritores. Ni si la escritura les hizo mejores o peores seres humanos. Pero sí que mantienen la capacidad de seguir vivos en sus obras. Volví a Mailer en la mitad de los años 90, cuando Anagrama, reeditó “La canción del verdugo”, “Los ejércitos de la noche”, “Los desnudos y los muertos” o esa otra forma de hacer literatura con crónicas cortas, con pequeños relatos o poemas que se encuentran en “Los tipos duros no bailan”- siempre me sirvió el título para excusarme de esos movimientos, o  casi siempre- y “Caníbales y cristianos”.

Abro al azar “caníbales…” me encuentro un billete del metro del año 75. ¡Qué año para muertos, caníbales, cristianos o lo que fueran! Es un libro de los años sesenta, de los años de tantas cosas, tantas músicas y alguna guerra. Aquella guerra. Se puede leer ahora cambiando de guerra:
“Como ahora ya es evidente, la única explicación que puedo encontrar para la guerra de Vietnam es la de que nos estamos hundiendo en los pantanos de una plaga y la matanza de gente extraña parece aliviar algo esa plaga. Si se cogiera a los enfermos de un hospital y se les diera armas y se les dejase que con ellas tirasen a los peatones desde las ventanas del hospital, puede estarse seguro de que iban a descubrirse algunas curas milagrosas. Así que el ánimo nacional tiene que prosperar gracias a la guerra de Vietnam…el adorable anciano que está a punto de morirse acaba de dar dentelladas a la yugular de la adorable anciana y algunos están empezando a resbalar en la sangre. Y algunos están empezando a deslizarse como serpientes. Vaya, amigo, ¿qué será mejor, ser un asqueroso caníbal o ser un cristiano muriéndose de nausea?”

Alguna vez los católicos Bush, Aznar y otros tan seguros de sus guerras, sus enemigos, sus fobias o sus consejos, alguna vez, repito, ¿habrán sido lectores de Norman Mailer?

Amigo Adrián, hay otro Norman Mailer que me gusta. Precisamente ese joven del que ayer hablaba Bárbara Probst Solomon, ese joven que vivió a tope “los felices cuarenta” y que prestó su coche para escapar de los campos de concentración franquista a unos jóvenes intelectuales españoles….pero esa es otra historia.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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