Javier Rioyo
Me imagino feliz a Gore Vidal, ya está más cómodo en la cumbre. Cuando murió Capote comentó que su muerte significaba “un excelente paso en su carrera”. Ahora puede ver el cadáver vestido de su íntimo enemigo literario. Son tres grandes de la literatura americana. De la literatura pero ni estaban solos, ni eran los únicos. Pero sí supieron usar las ventajas de los “media”, su capacidad para hacer que un novelista fuera, además, alguien popular.
No se si la fama les hizo mejores o peores escritores. Ni si la escritura les hizo mejores o peores seres humanos. Pero sí que mantienen la capacidad de seguir vivos en sus obras. Volví a Mailer en la mitad de los años 90, cuando Anagrama, reeditó “La canción del verdugo”, “Los ejércitos de la noche”, “Los desnudos y los muertos” o esa otra forma de hacer literatura con crónicas cortas, con pequeños relatos o poemas que se encuentran en “Los tipos duros no bailan”- siempre me sirvió el título para excusarme de esos movimientos, o casi siempre- y “Caníbales y cristianos”.
Abro al azar “caníbales…” me encuentro un billete del metro del año 75. ¡Qué año para muertos, caníbales, cristianos o lo que fueran! Es un libro de los años sesenta, de los años de tantas cosas, tantas músicas y alguna guerra. Aquella guerra. Se puede leer ahora cambiando de guerra:
“Como ahora ya es evidente, la única explicación que puedo encontrar para la guerra de Vietnam es la de que nos estamos hundiendo en los pantanos de una plaga y la matanza de gente extraña parece aliviar algo esa plaga. Si se cogiera a los enfermos de un hospital y se les diera armas y se les dejase que con ellas tirasen a los peatones desde las ventanas del hospital, puede estarse seguro de que iban a descubrirse algunas curas milagrosas. Así que el ánimo nacional tiene que prosperar gracias a la guerra de Vietnam…el adorable anciano que está a punto de morirse acaba de dar dentelladas a la yugular de la adorable anciana y algunos están empezando a resbalar en la sangre. Y algunos están empezando a deslizarse como serpientes. Vaya, amigo, ¿qué será mejor, ser un asqueroso caníbal o ser un cristiano muriéndose de nausea?”
Alguna vez los católicos Bush, Aznar y otros tan seguros de sus guerras, sus enemigos, sus fobias o sus consejos, alguna vez, repito, ¿habrán sido lectores de Norman Mailer?
Amigo Adrián, hay otro Norman Mailer que me gusta. Precisamente ese joven del que ayer hablaba Bárbara Probst Solomon, ese joven que vivió a tope “los felices cuarenta” y que prestó su coche para escapar de los campos de concentración franquista a unos jóvenes intelectuales españoles….pero esa es otra historia.