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Eduardo Gil Bera (Tudela, 1957), es escritor. Ha publicado las novelas Cuando el mundo era mío (Alianza, 2012), Sobre la marcha, Os quiero a todos, Todo pasa, y Torralba. De sus ensayos, destacan El carro de heno, Paisaje con fisuras, Baroja o el miedo, Historia de las malas ideas y La sentencia de las armas. Su ensayo más reciente es Ninguno es mi nombre. Sumario del caso Homero (Pretextos, 2012).
Aquí entra el examinar lo que, tanto el catalanismo, como el bizkaitarrismo, tienen de censurable.Lo malo de ellos es su caracter de egoísmo y de cobardía. En vez de ser defensivos debían hacerse ofensivos.“España se hunde —me decía un catalán catalanista— y nosotros no queremos hundirnos con ella, y como no queremos hundirnos, hemos de vernos precisados a cortar la amarra.” Y le contesté: “No; el deber es tirar de ella y salvar a España, quiera o no ser salvada. El deber patriótico de los catalanes, como españoles, consiste en catalanizar a España, en imponer a los demás españoles su concepto y su sentimiento de la patria común y de lo que debe ser ésta; su deber consiste en luchar sin tregua ni descanso contra todo aquello que, siendo debido a la influencia de otra casta, impide, a su convicción, el que Españaentre de lleno en la vida de la civilización y la cultura.”Entre Castilla y Cataluña ha habido un lamentabilísimo y vergonzoso pacto tácito. La primera ha sido tributaria económica de la segunda, a cambio de que ésta sea tributaria política de ella, y siempre que los Gobiernos radicantes en Castilla e influidos por el ambiente castellano, han cedido a las exigencias económicas de Cataluña, o más bien de Barcelona, los catalanes, distraídos en su negocio, no se han cuidado de imponer en otros órdenes de la vida su manera de sentir ésta. Han vendido su alma por un Arancel.Cada hermano tiene el deber fraternal de imponerse a sus hermanos, y, cuando se siente superior a ellos, no debe decir: ‘¡ea! Yo no puedo vivir con vosotros y me voy de casa’, sino que debe decir: ‘¡se acabó! Aquí voy a mandar yo”, y tratar de imponer su autoridad, aunque por tratar de imponerla le echen de casa. Cada una de las castas que forman la nación española debe esforzarse porque predomine en ésta y le dé tono, carácter y dirección el espíritu específico que le anima, y sólo así, del esfuerzo de imposicion mutua, puede brotar la conciencia colectiva nacional.
El catalanismo es un problema de sentimiento más que un problema político. Tiene el carácter judaico que se encuentra actualmente en la política de casi todos los países por el triunfo de la raza israelita, que ha salido de todas las prenderías, traperías y casas de préstamos a conquistar el mundo.Aguilar se refería a ese artículo al decir:En Baroja, com no s'assembla a ningú literariament, també es distint en els seus atacs a Catalunya. No cerca una esquerda ont clavar la ploma, no garbella virtuts y defectes. Ens nega en bloc. Som jueus. No servim més que pera vegetar darrera els taulells, despatxant a la menuda. Si fem art o política o ciencia, són com els dels jueus un art, una política, una ciencia hàbils, molles, lucratives. En Baroja, agfant el mall preconisat per en Nietzsche, copeja sobre Catalunya y la troba buida. Un esperit així, puntxant, negre, negre mate, malabarista, d'un "je m'en fichisme" agresiu, pot trencar la nostra quietut espiritual, encara que no sigui m'es que durant una setmana. Ell, desde'l lloc de les definicions catalanistes, que'ns negui, que'ns maltracti, que'ns burxi en l'ànima. ¿Massoquisme intelectual, dieu? No, no, res d'artificialitats snobistes. En Baroja hi posaria verí en la seva paraula. Jo li demano que n'hi posi. Perqué estem mancats de passió, de verí. Y es el verí lo que fa marxar a la vida.
Yo dije que en Cataluña había espíritu judío, y es verdad, yo lo sigo creyendo; este espíritu judío está en muchos comerciantes ricos catalanes, está en muchos hombres que han empujado a España a una guerra imbécil en Melilla; está en los que, después de explotar a rincones desgraciados de nuestro país, han tenido la estupidez de desear que España desaparezca y de gritar muera España, como si se pudiera desear la muerte de un país noble y desgraciado […]Yo veo aquí una porción de mentiras acumuladas con intenciones más o menos piadosas, acerca de Cataluña en sí misma, y de Cataluña con relación al resto de España.Yo no veo aquí la acomodación espiritual entre lo que es Cataluña en sí y lo que es Cataluña representada por su docena y media de escritores y periodistas.A mí, Cataluña me da una impresión de ser casi más española que las demás regiones españolas.[…] Es muy posible que no haya problema y que todo el problema catalán sea como el problema español: una cuestión solamente de libertad y de cultura.
Ayer traía el Frankfurter Zeitung una entrevista al poeta sirio Adonis, que tiene un nombre la mar de mesopotámico y vive en París, como es natural. Se expresa este hombre de 83 años con claridad poco frecuente en su oficio sobre el follón arábigo, y era muy crítico con todo el mundo. Ya cuando empezó el bombardeo bondadoso de la primavera árabe dijo que él no podía participar en una revolución que se inicia en una mezquita porque, ya de entrada, eso no tiene nada que ver con libertad y democracia. Toda sociedad que se basa en legislación religiosa es una dictadura, asevera. Y es incluso peor que una dictadura militar, que aspira acontrolar las cabezas e ideas políticas, mientras las bondades islámicas quieren gobernar además el corazón, el alma y el cuerpo de todos.
Adonis está persuadido de que hoy por hoy la sociedad árabe no es compatible con el laicismo y sostiene que los árabes llevan mil quinientos años sin salir del círculo vicioso de aspirar al poder sin dar un paso que impulse cambios sociales en dirección al progreso.
Respecto a los revolucionarios sirios, los considera apoyados por Estados que no tienen ningún interés en terminar con la violencia en Siria, y que pretenden debilitar el país. En concreto, cree que Arabia Saudita, Qatar y Turquía aspiran, con la excusa de un islam moderado, al sometimiento de todos los países, desde Marruecos hasta Paquistán, a un suprapoder sunita. Y está persuadido de que una intervención militar en Siria hará caer al país en manos de los yihadistas.
Aparte de la clarividencia política de este poeta, la verdad es que la proclama de hipocrituelos mediocres como Obama y Cameron de castigar al régimen sirio por matar con artes prohibidas, como si se tratara de una multa del guarderío de caza y pesca, no sugiere nada parecido a la existencia de un Occidente democrático con ideas ni decisiones claras.
El primer exigidor de una plaza de funcionario conforme a su perfil de sabio fue probablemente Heródoto, que leyó su Historia en el estadio olímpico, durante la celebración de los juegos, una especie de Cordobés espontáneo de la letra vulneraria asaltando los oídos curiosos de los atenienses y exigiendo pasta gansa. Y tuvo éxito, porque le adjudicaron una porción dracmática de los fondos de la ciudad.
Sólo tengo noticia de dos casos españoles de creación de cátedra ad sapientem, que quizá fuera el desiderátum de la universidad, que lo digan los entendidos, si bien cualquiera entiende —lo de ‘cualquiera’ es una exageración cortés y anticuada en estos tiempos de demagogia reticulada— ha de ser rarísimo.
Uno fue Ruiz-Giménez, que cuando fue ministro de Educación promovió la cátedra de sumerio en la Universidad Central de Madrid a medida de Juan Errandonea, al que conoció en Roma, cuando era embajador ante la Santa Sede, y vio que aquel receptáculo de conocimientos mesopotámicos iba a suceder por las buenas y sin papeleo al asiriólogo alemán Deimel en su cátedra romana. Errandonea solía tener luego en Madrid entre dos y cinco alumnos, por cierto, todos americanos y no sé si algún filipino. Y otro fue Tovar, que promovió la cátedra de indoeuropeo en Salamanca a medida de Luis Michelena, que se hizo a sí mismo estudiando en el talego. Los aficionados quizá memoren el ejemplo extranjero y extemporáneo de Nietzsche al que regalaron la cátedra de griego en Basilea, sin haberse doctorado ni nada, todo porque era Nietzsche.
Retumban ahora brindis al sol, oh patria ingrata no poseerás mis huesos, de pretensos decepcionados por la falta de cátedra mía a mi medida en mi barrio no se traumen mis vástagos. Es intolerable que una universidad guardería tarde tanto en proveer de tierna plaza quinqueniada a sus criaturas.
inicial de los préstamos. En esto, el vasco se ha conducido como el árabe y el ibérico. De ahí que el término indoeuropeo pilis (‘fortaleza’, emparentado con el griego polis) haya dado en aquitano e ibérico ‘ili’, y más tarde en vasco ‘iri’, y haya servido para elucubrar muchas fantasmadas sobre el vascoiberismo. También es preciso tener en cuenta que el aquitano no presentaba inicial en su vocabulario, lo cual suele servir como indicio para detectar préstamos casi siempre célticos y latinos en vasco, como es el caso del río Deba en Guipúzcoa y el monte Deio en Navarra, que son topónimos celtas. De modo que, por liquidar el excurso, el cau- latino daba gau- en vasco (por ejemplo, causa dio gauza) cuando se tomaba del latín más antiguo, y go- cuando era del latín más decadente, como es el caso de gopor derivado de caupolus > gopolus.