Vicente Verdú
El cariño se convirtió pronto
en un aro de hierro.
Nada de su forma confitada
y el amable son de las circunferencia.
Las circunstancias llegaron
como murciélagos
imprevisibles pero sagaces.
asidos como pieles
rugosas
a las finas melodías
de los buenos tiempos
Asedios de sombras
fuera y dentro del cuerpo.
Heridas de una guerra
desvestida de honor y horror.
Heridas como hogueras
apagadas
que desprendían
pesar
puesto que el anillo
fue silencio.
El fin negro
que auguraba
un porvenir seco
cuando nunca nada
estuvo en el futuro
más cerca que tú.