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Abuelísimos

Por 25 de octubre de 2016 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Primero hay que imaginar a Marcelino Sanz de Sautuola en 1879, cuando, escoltado por su hija María de ocho años, exploró una gran cueva y tras avanzar un trecho oyó a la niña exclamar: "¡Mira, papá, bueyes pintados!". La criatura señalaba una figura paleolítica de bisonte que se haría tan famosa como la Mona Lisa.

Ese milagro del que apenas sabemos nada, la pintura rupestre, es muy abundante en España y su exploración comenzó pronto, pero el trabajo más intenso lo llevaron a cabo unos tipos apasionados y sin apenas más ayuda que sus piernas, manos y energía. Era gente como el dibujante Juan Cabré o el pintor Francisco Benítez, que había estudiado con Sorolla. Estos espléndidos estudiosos, con unos pocos dineros del marqués de Cerralbo, el arqueólogo, se dedicaron a investigar cientos de cuevas por remotos riscos y a calcar las pinturas. El legado, más de 2.000 láminas, es de una importancia descomunal, pero como suele suceder en nuestro bendito país, pasaron un siglo enterradas en el actual Museo de Ciencias Naturales.

Otro gran personaje, Eduardo Hernández-Pacheco, mantuvo la colección y el impulso de la investigación hasta la Guerra Civil. Luego vino el silencio.

Vi los calcos en el museo gracias a la exposición que tuvo lugar este año y me parecieron de una belleza inaudita. Un amable empleado me contó que él recordaba a su padre, también trabajador del museo, bajar los calcos de una buhardilla cada año, para desempolvarlos y enseñar los ciervos, los caballos, los toros, al niño maravillado.

Ahora ha aparecido el catálogo. Allí están los animales fabulosos, los humanos picassianos, la pelea de arqueros, la recolección de la miel, los chamanes, cientos de imágenes que debemos a un puñado de hombres magníficos y olvidados.

 

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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