Vicente Verdú
Para quienes se acerquen a Barcelona el consejo incuestionable es visitar, en el museo Picasso, la muestra sobre la colección particular del pintor. Dice Picasso que la obra de un pintor coincide con aquellos cuadros que pintó queriendo imitar las obras que más admiró en su vida. Con esta confesión, el paseo ante los lienzos y dibujos que adquirió Picasso tiene su espejo en las obras propias que evocan la obra de los autores preferidos. O viceversa.
La pintura no es un espejo, sino todo lo contrario. En la comprobación de este aforismo abismal pueden invertirse varias horas y explorar, con ello, en la masa del color, la carne de los óleos, la sexualidad de los incontables olvidos, la incapacidad del maestro o la incierta magnitud del artista verdadero.