Vicente Verdú
Desde hace casi aproximadamente un siglo se admite la existencia de un pensamiento visual. Las nuevas generaciones, dicen los viejos, parece que no piensan y sólo actúan ligeramente pero la idea del pensamiento profundo corresponde a la cultura escrita y el nuevo pensamiento será necesariamente superficial. Así se va generando una nueva cultura del mundo plano.
El lenguaje escrito demuestra pronto las limitaciones para difundirse con fluidez más allá de una nación o una comunidad. El lenguaje visual, por el contrario, se caracteriza por su universalidad.
A los tiempos de los cantones y fronteras corresponde el texto, a los de la globalidad la imagen. ¿Cómo seguir aceptando pues que en las escuelas se lamenten tan obsesivamente de que los alumnos no lean cuando el pensamiento del mundo tiende más hacia la iconografía que a la grafía, más a la voluptuosa ondulación de los píxeles que a la del querido lomo del libro?