Vicente Verdú
Todos vivimos rachas en las que las cosas van bien y otras rachas en que las cosas se ponen mal. Un viejo amigo de Santa Pola, tan experimentado como los demás en este vaivén de la fortuna, me decía que lo interesante de esta vida no consiste en sentirse bien cuando las circunstancias marchan bien y mal cuando vienen mal. El desafío de la existencia radica en lograr sentirse bien cuando las cosas no son buenas…. ¿y sentirse, por tanto, mal cuando nos son propicias?
No exactamente. Los momentos favorables poseen por si solos un impulso incontrolable y no hay por qué trabarle su dulce desarrollo. Sin embargo, lo que es adverso invita a investigar el interior de sus entrañas, desmontar sus componentes y maniobrar en ellos como un mecánico lo hace sobre un artefacto averiado.
La materia a la que aplica su oficio el mecánico, el abogado o el médico no es precisamente el bien sino la avería, el litigio, la enfermedad.
La existencia en su conjunto tiende a presentarse sólo de vez en cuando como un animal sano y optimista pero, en general, su estar natural es un estar quebrado o enfermo. Es demasiado obvio y deslucido mostrarse positivamente ante el mundo cuando las cosas marchan bien pero lo peculiar y lucido de la vida, el alto oficio de vivir consiste en la fina disposición para atender con animosa serenidad aquellas cosas que, en general, casi constantemente, nos marchan mal.