Vicente Verdú
El ejercicio físico se opone al vicio. No sólo a la molicie que es un criadero de bacterias infectas sino al vicio tal cual. Vicio de pedestales, vicio de hábitos conspicuos, vicios de vicio convertido en carácter de la personalidad como un atributo, no adherido sino enclavado. El ejercicio físico puede con todo ello porque seguramente parte de unas áreas radicales del ser y, probablemente, desde unas épocas remotas y fundacionales. Se entiende de este modo que las drogadicciones, las depresiones e incluso los ánimos suicidas queden barridos por el ejercicio físico que sólo acepta su compatibilidad con la vida misma.
Ejercicio físico y existencia, existir y correr o nadar, dan a la condición humana un talante de eternidad o un simulacro de ella. Le Corbusier murió nadando. ¿Murió de nadar? No. Estaba llegando mucho más lejos a lomos de su interminable perennidad sobre el agua en marcha