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Los zapatos

Por 25 de enero de 2010 Sin comentarios

Vicente Verdú

Los zapatos son amigos o bestezuelas. El compañerismo de humanidad con uno mismo empieza por los pies donde se junta una piel a otra piel y de ahí crece la figura mejor o peor acoplada.

Los zapatos, quién lo duda, son una rémora animal, de un lado por su trozo de piel que aportan y, de otro, porque mimetizan en los seres humanos y bípedos, los cascos o las pezuñas de los cuadrúpedos. Son también, observada su terminación perfecta, el triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la industria sobre la zoología. Gracias a esa labor de dominio se consigue que el calzado, siendo una pieza animal, no rememore de inmediato su originaria naturaleza, caballar o vacuna.

El zapato, sin embargo, pisa y mide el suelo sobre el que el sujeto anda. Nace y muere en contacto invariable con la tierra y de su buen asentamiento se deduce acentuadamente el incomodo o el confort del paseo. Mujeres que aman y odian los zapatos, son reflejo de la pugna entre la influencia animal y el ordenamiento estético. En la candente frontera de ambos campos se forma el roce, el callo o la herida que atormenta. El mundo, plasmado en las dos dimensiones, revela su beneficencia o su hostilidad superficial a través de la suela del zapato.

Hay una piel facial, un cutis, en donde se reconoce enseguida la edad y una piel a una cota inferior, casi abismada, en la que se reconoce la característica inmanente de las personas. El cutis se puede operar pero el zapato permanece, una y otra vez, repitiendo la delación respecto a su dueño. 

En el conjunto del vestuario -desde la corbata al pantalón, desde la blusa a las medias- se producen múltiples combinaciones susceptibles de complicar un preciso resumen del gusto pero los zapatos, por sí solos, brindan con prontitud la categoría y fundamentación del porte. Son el refrendo negativo o afirmativo de un guión que empieza y termina por los pies. Cualquier desviación del tino en otros ámbitos puede integrarse, compensarse o simularse pero los zapatos constituyen una prueba fehaciente del gusto, una voz de enorme exactitud y elocuencia.

El zapato, puede decirse, da tono. O lo quita. Desde su forma, su color y su textura se deriva una declaración constitucional sobre la concepción general que se tenga del mundo, su acercamiento apropiado o lóbrego, su pacífica armonía o su desarmonización tan fea como tormentosa.

Socialmente, históricamente, el zapato se relaciona con las prendas de primera necesidad puesto que no ir con los pies desnudos indica el nivel de la depauperación primitiva, el escalón esencial sin redimir en esa tribu, ese pueblo o esa casa. Tras ese estar en cueros, el cuero del calzado incorpora un nuevo rostro al pie, se inviste de otra materia aún viva que, en adelante, hablará delegadamente.

En cada acto de comprar un nuevo par y acomodarlo al pie descalzo se reproduce la historia de la humanidad, desde el habla homónima o la mudez ancestral hasta el lenguaje variopinto de las poblaciones que se cruzan y entreveran.

Así, el zapato, en cuanto eslabón entre especies, nunca duerme ni reposa de modo que incluso en la habitación nocturna en su quietud vaga una muerte incompleta. Una muerte sin acabar que, desprovista de fin, privada de finalidad, sólo alcanza a dialogar -y eternamente- con su par. Pares de zapatos, zapatos a pares como miembros simétricos de un sujeto irremediable, sin herrar o errante. 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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