Vicente Verdú
La mayor parte de las personas de éxito llegaron a él por el camino menos pensado y a propósito de una circunstancia impronosticable. Si se va a ver, parece existir una correlación entre el éxito y la explosión de la sorpresa, entre la bomba y la condecoración.
Un factor, en todo caso, nunca falta y es la tenacidad con la que empeñaron sus fuerzas los que fueran bendecidos más tarde con la gloria. Si se va a ver, parece desfilar una correspondencia entre la extenuante abnegación y la recompensa. O, todavía peor, podría acaso producirse una decepcionante vinculación entre la vulgar cabezonería y sacar después la cabeza. Algún dicho popular difunde esta obstinación como la marca blanca para triunfar pero cómo persistir sin descanso en algo que no da razonablemente su fruto? ¿Qué desequilibrio psicológico domina al pertinaz? Los artistas geniales dicen unos y otros ( este verano Schopenhauer me lo repite a mí) deben disponer de una notable ración de locura. Sólo se puede ser un loco -pero no un empresario- si invirtiendo energía y fondos en un proyecto ese propósito nos desalienta demasiado y no digamos demasiado tiempo. Un galán sería un patán si tras un rosario de repetidos rechazos por parte de la amada se propusiera conquistarla a la fuerza. ¿A la fuerza? ¿Por el camino de nuestra inquebrantable voluntad perruna?
Francamente, si las metas soñadas se lograran gracias a una repetición sin plazo ni medida alguna, muchos morirían exhaustos y, sin duda, descerebrados. Aunque así parece ser esta tremenda ecuación. Quienes posen buena estrella no siempre la disfrutan a toda luz y ni siquiera parpadeando sus vatios. Ahora bien, en la norma moral, el mandato eficaz sería aquel que establece que gracias a frotar y frotar el destino terminará indefectiblemente brillando. ¿Verdadero? ¿Falso? Nadie lo sabe con certeza, Pero, a fin de cuentas, si se a a ver la vida cuenta tan poco en la eternidad que lo mismo da confiarla por entero a un gran proyecto único que dilapidarla en mil partículas sin cuento. Sin cuento duro. Sin importante argumento dentro.