Vicente Verdú
Ray Kurzeweil el investigador estrella de la inteligencia artificial ha divulgado un documental titulado El hombre trascendental donde pronostica que en unos 20 años seremos inmortales. O poco menos. Gracias a la nanotecnología implantada en nuestros cuerpos seríamos capaces de correr quince minutos a la velocidad del recordman Usain Bolt y, por las mismas razones, llegaremos a escribir un libro en apenas unos minutos. Como consecuencia el mundo se convertirá en una suerte de núcleo radiante en donde la inteligencia, especialmente la inteligencia, no nos dejará ni dormir ni morir. ¿El sexo? la práctica del sexo virtual incomparablemente más rápido que el carnal se expandirá en todas las direcciones y con él un contacto humano tan íntimo como instantáneo. La ideología, en fin, que pone en relación el paso del tiempo con las relaciones más fuertes o la frondosidad de un árbol con la morosa implantación de sus raíces quedará definitivamente rota. No seremos más por estar más sobre un oficio sino que el oficio surgirá como un chorro, y como de un orificio. De este modo comprenderemos porqué los artistas famosos lo son ahora de la noche a al mañana, porqué se suceden con tanta celeridad las creencias, se cambia con tanta facilidad de aficiones, lugar, pareja o punto de vista. La lentitud no nos llevaba a la conservación como esperábamos, siquiera del cuerpo. Es la velocidad la que nos bruñe, nos pule, nos flipa, nos trasciende.