Vicente Verdú
Algunos psicólogos sostienen que quienes nacimos en otoño o invierno tenemos de la vida una visión más sombría como consecuencia de la achicada luz con que nos recibió este mundo. Por el contrario, serían personas optimistas las alumbradas con la claridad de la primavera o el verano.
Curiosamente muchas de las crisis financieras que tanto factor psicológico poseen han estallado repetidamente en otoño y en los centros de la estación cuando la luminosidad se ha restringido considerablemente. No sé ahora si ocurrió así en todas las hecatombes económicas pero sí en algunas de ellas. Lo miraré. Miraré que efectivamente la civilización, por mucho que haya revestido, encofrado o perfeccionado la condición humana no ha borrado su primitiva construcción y por tanto tampoco su vulnerabilidad interior, su pertenencia a lo natural y su condicionamiento solar. El día se oscurece ahora y la penumbra va ganando horas día tras día. Hay países o regiones propiamente invernales como Suiza, otros que quedan realzados en otoño como yo viví en los dorados estados de Nueva Inglaterra. Y hay países como Inglaterra a los que la primavera les cae especialmente bien. Francia, Italia, Portugal o España somos eminentes países estivales. Ser español y cumplir años a finales de octubre como en mi caso añade al individual peso de la edad la coral pesadumbre de la oscuridad. ¿Crisis? ¿Qué tipo de crisis?