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La divinidad del cambio

Por 25 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Desde hace más o menos tres décadas todos los políticos, de izquierda, de centro o de derechas, proclaman en sus eslogan ser los auténticos representantes del cambio. Con ellos las cosas cambiarán. Gracias a su elección el cambio sobrevendrá o habrá sobrevenido de súbito en el momento del escrutinio triunfal. Desde la campaña del primer Felipe González hasta el último congreso del PP o el reciente rally de Barack Obama la oferta fundamental dirigida al electorado ha sido el cambio. El cambio y el cambio sin más. No esto o aquello a cambiar en concreto sino simplemente la idea de acceder a cambiar.

Cambiar ha adquirido así el máximo valor. Simbólico, político, electoral. Probablemente porque las cosas parecen ir mal o muy mal desde hace tiempo, pese a todo el crecimiento, y, en segundo lugar, porque nada puede adquirir verdadero valor si no se mueve. O si perdura especialmente ahora en una sociedad eminentemente variable, sustantivamente trufada de la imponente cultura de consumo cuya clave se apoya precisamente en reemplazar. En sustituir cualquier cosa (objetos, conceptos, parejas, trabajos, destinos) viejas o no por otras. La ideología de cambiar ha crecido tanto que se confunde con el crecimiento o el progreso. Y si ciertamente todo progreso conlleva cambio no necesariamente cualquier cambio conducirá ineluctablemente al progreso. La identificación de progreso y cambio es del mismo orden que la ecuación mental que une cambio a mejora. La justicia, la sanidad, la educación, el bienestar mejoran si alguien promete que los va a cambiar. ¿Prueba de que todo está tan mal que suspiramos para que no siga igual? ¿Prueba de que cambiando, no importa qué ni cómo ni hacia qué propósito prosperaremos? Sin duda esto compone nuestro arrière- pensée. El cambio anida en nuestra conciencia como la piedra filosofal que todo lo logra, el detergente que todo lo limpia, la termomix que todo lo trata, la medicina que cualquier mal cura. De este modo no hace falta al candidato otro elemento coadyuvante, además de la retórica, que la verosimilitud de su imagen cambiaria. Así McCain sería la estampa de lo establecido, el cuerpo sin posibilidad de cambiar/mejorar, mientras Obama, de piel presidencial inédita, de rara composición biográfica, de suficiente aforo para las sorpresas representaba la figura proclive a la variación. El cambio nos revitaliza, el cambio nos reemplaza una vida por otra, un paisaje por una secuencia más. El cambio o lo nuevo interaccionan entre sí para fundirse en la mística de lo mejor. La base de esta idea procede acaso de diferentes coyunturas siglos atrás pero jamás como en estos momentos su enunciación ha sido tanto el lema de la derecha como de la izquierda, de los conservadores o de los progresista, de quienes defienden el orden establecido o de quienes lucha por alguna revolución. ¿Consecuencia? El cambio se vuelve un depósito sin rellenar , un continente donde flota una abstracción y en cuyo centro imaginario reside una ficción de cuyo luminaria cada cual se sirve para encender su personal ideal de lo mejor.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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