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Hogares solos

Por 13 de diciembre de 2007 Sin comentarios

Vicente Verdú

Los hogares ocupados por una sola persona se extienden como un voraz sistema de vida por el mundo occidental y por todo aquél, occidental o no, donde los medios económicos lo permiten y la telecomunicación colabora.

Del proyecto de la familia amplia, densa o bulliciosa, se pasa al apartamento en silencio, expurgado de convivencia, y en donde un solo individuo aspira el contenido de la felicidad de su nuevo prototipo humano sin pareja.

Este sujeto necesita la compañía, ama la comunicación, considera una riqueza poseer contactos y, sin embargo, la más próxima naturaleza de su estar se corresponde con la nueva opción privilegiada de disfrutar la ausencia. De este modo la ausencia no se tiene por una carencia, sino que se iguala a una voluntad de soledad tal como si el ego se temiera a sí mismo y sus veleidades y hubiera medido instintivamente la conveniencia de poseer un espacio para vocear, autocontemplarse, desperezarse, escuchar sus pasos, recomponerse.

De este modo, como mostraban los anacoretas la soledad se acerca a la terapéutica y la ausencia, en paralelo, se adquiere como un bálsamo fundamental. No será la ausencia independiente de la presencia sino justamente como una cura de ella, su contraveneno.

/upload/fotos/blogs_entradas/volando_en_mi_mundo.jpgSe goza de la ausencia así como opción de lujo, la valiosa alternativa a estar con los demás y fomentar la ilusión de que acaso pueda lograrse el poder y la autonomía de los dioses.

La ausencia de los demás en la vivienda de un solo sujeto procura a su habitante una sustancia de nata, entre la voluptuosidad del silencio exterior y la sensible presencia que por comparación al tufo de los demás parece una situación engalanada. Engalanada de haber dejado a los demás tras el cierre de la puerta y haber obtenido, de esta operación, el zumo de su ser en estado puro, el zumo esencial derivado de su ausencia.

Los demás serán evocados en diferentes formas y en el mismo ejercicio se experimenta el insólito poder de conformarlos de una u otra forma, acercarlos o alejarlos, borrarlos incluso de nuestro recuerdo u ofrecerles la sobresaliente estancia de su presencia en el sobresaliente lugar que creó su ausencia.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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