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El placer de aprender

Por 15 de octubre de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

¿Qué quiere decir que una biblioteca pública se desprenda de sus modos clásicos o rancios y se ponga al día?

Obsérvense los museos. El Metropolitan Museum de Nueva York consiguió en 1994 convertirse más allá de la pinacoteca más respetada de la ciudad en el lugar más chic para celebrar bodas o para tomarse una copa al final del día. En el balcony, la balconada que rodea al patio central se podía disfrutar de algunas sesiones de música de cámara sentados en mesitas para tomar conktails con la pareja. Fue todo un éxito de público y de publicidad para la institución. Poco a poco las cocinas que instalaron en el interior del mismo edificio permitían celebrar fiestas a los más acaudalados y las escalinatas que bajaban hasta la Quinta Avenida se convirtieron en privilegiadas pasarelas para la contemplación de las personalidades invitadas. En definitiva, lo que era un Metropolitan Mausoleo pasó a tomar el carácter de un Pasapoga o un Teatro Kodak divertido. ¿Toda una frivolidad?  En Estados Unidos se distingue menos entre la cultura seria y el entretenimiento sonriente. En el cine, los grandes directores norteamericanos no buscaron hacer obras profundas sino entretenidas. Contra el desprestigio de la superficialidad la frase de Paul Valéry. "Nada hay más profundo en el ser humano que la piel".

Uno tras otro los grandes museos norteamericanos -siempre necesitados de patrocinios privados- han dividido la dirección en dos cabezas. el especialista en arte y el especialista en captar recursos y hacer negocios con sus fondos. Una cosa es la alta calidad artística de los cuadros y esculturas y otra, inseparable, la comunicación, promoción y disfrute público de esa calidad.

Igualmente las grandes bibliotecas nacionales que tanto han impresionado al público corriente como si se tratara de Panteones Ilustres deberían mostrarse más llanas, atractivas y populares.  No para engañar a las gentes que acudan, sino para ganarlas. No para trivializar la cultura sino para desacralizarla. Esto significa limpiar, simplificar y amenizar.

La música por ejemplo. ¿Varias bibliotecas han sabido combinar la atracción por la música de la gente joven con la información sobre los grupos a través de los libros. Festivales de música junto a selección de libros, asesoramiento sobre libros que amplían el conocimiento de los ídolos y links que comunican con la historia de la música y los músicos en persona que hablan y estimulan a los asistentes.

Festivales de autor o autores, festivales de vídeos y sus creadores, festivales de comics y sus dibujantes, fiestas patrocinadas por las bibliotecas cuya publicidad llena la ciudad de banderolas y carteles, conciertos de grupos musicales en directo o recitales de poemas o debates en directo  con autores que los bestseller han promocionado y divulgado hasta crear una curiosidad que multiplican sus películas o sus excentricidades. La biblioteca se abre como un centro de animación cultural y abre sus puertas no sólo físicamente sino a través de una nueva personalidad más amable y sensible a los intereses de la gente joven. Sin atender estos intereses de los jóvenes no mostrarán interés por las  bibliotecas de la misma manera que la incomunicación entre profesor y alumno en las aulas -agresiones incluidas- es el  efecto de cultivar aficiones e intereses incompatibles entre unos y otros. Así, la biblioteca permanecerá aislada del mundo joven en la medida en que no incluya el gusto juvenil en sus actividades y, en consecuencia, aparte sus libros de sus intereses y diversiones. ¿Diversión en el conocimiento? ¿Diversión en la formación intelectual? Efectivamente. Ni el buen aprendizaje es igual a un alto esfuerzo ni la ética del esfuerzo es igual a la ética de las llamadas "disciplinas". Más bien la ecuación  es la contraria: lo que se aprende con  placer fructifica y permanece, lo que se aprende con dolor se aborrece y olvida. 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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