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EL PERIÓDICO Y EL DESAYUNO

Por 16 de noviembre de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Algunas mañanas, de vez en cuando, no llega a casa la suscripción de El País. No hay explicaciones a la vista. Aparece el buzón vacío como una ausencia lacerante y subo en el ascensor tan aturdido como si hubiera sido golpeado por una visión aciaga o, exactamente, como si padeciera una mala noticia.

En ninguna ocasión este revés primero se diluyó del todo a lo largo del día. Adentrarse en la jornada sin saber qué dice el periódico aumenta la vulnerabilidad o agrega un déficit errático al inmediato conocimiento. El grado de la afectación puede considerarse objetivamente exagerado pero tratándose de lo primero del día aumenta la importancia de su significación. ¿Será el primer indicio de un día aciago?

Efectivamente, puede dejar de leerse el periódico durante semanas con la mayor impunidad y alguna ganancia de sosiego pero habituados a su cadencia la suspensión provoca un incomodo y hasta un desequilibrio emocional.  Carga emocional contra las deficiencias de la empresa, de los repartidores, del infortunio sin motivo ni nombre. Irritación contra el desorden del mundo que llega hasta el interior del buzón. 

Hoy, sin embargo, por primera vez, esta irritación ha conseguido volverse productiva por casualidad y ha derivado en una recompensa informativa inesperada.

Sin  periódico en papel ¿por qué no desayunar delante del periódico en la pantalla? Esta experiencia, inducida por una adversidad, ha sido la puerta para una amplísima ventura. No teniendo que ajustarme al estricto contenido del periódico impreso he podido curiosear, a través de los enlaces facilitados por El País digital, media docena de otros diarios, y en el vaivén he paseado por Francia, Portugal y Estados Unidos.

¿Malos, aburridos, tendenciosos, saciados de política doméstica los diarios españoles? La salvación se encuentra en la red porque la naturaleza del periódico contemporáneo desborda el modelo rígido de una cabecera local como la televisión contemporánea desborda la programación de una u otra cadena. 

En definitiva, ¿cómo seguir ateniéndose a lo que dice este o aquel número impreso? La verdadera impresión de hoy se corresponde con el indefectible final del diario limitado a su papel estricto y la inauguración de un más allá de innumerables yacimientos de informaciones y comentarios bullendo a nuestra disposición sobre hectáreas y hectáreas de acontecimientos.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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