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BLACK AND WHITE

Por 15 de noviembre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Una simpática bloguera, aunque muy bien podría haber dicho la simpática, porque habrá otras pero no tan frecuentes, ni tan simpáticas, me apunta dudas razonables para considerar a Raimon en una lista del pop español. ¿Y por qué no Raimon? ¿Cómo le decimos no? En primer lugar porque en la lista de los mejores del pop están Lluis Llach, Pablo Guerrero, Camarón, Kike González, Albert Plá, Aute, Vainica Doble, Sisa o Serrat… Entre otros muchos que no están muy lejos, más bien bastante cerca, de aquel chico despeinado que compuso una canción contra el viento en Xátiva. No era lo mismo que aquella otra de la respuesta está en el viento o quizá sí. Quizá el cantautor más querido, más vivo, así hayan pasado cuarenta años, sea Bob Dylan. Y no creo, músicas aparte, que sea tan diferente de nuestro Raimon. Siguen los dos entre sus poetas y sus quejas, sus ironías, sus palaus o sus plazas de toros.

Es verdad que Dylan se separó muchas veces de sus orígenes folk, de su estela de Woody Gutrie o de Pete Seeger, que se volvió más electrónico -¡gracias por hacerlo, amigo!-, menos unplugged. Pero muchas veces ha vuelto a las raíces folk. Las mismas por donde vuelve el último Bruce Springsteen. Por no hablar de raíces mucho más profundas por donde se pasea el excelente último disco de Sting.

Y es que yo creo, simpática bloguera, que no podemos prescindir en nuestro recuerdo de la música popular, de las canciones de alguien como Raimon. ¿Dónde quieres que aparquemos a Raimon? ¿Qué hacemos con él? ¿Le llevamos al folklore? ¿Al country en catalán? No, yo creo que hubiera estado muy bien representado al lado de Serrat o de Kiko Veneno.

Recuerdo muy bien, yo fui fan fatal, fanático sin fisuras de aquellos chicos llamados Los Bravos. Yo me emocionaba con su presencia en las listas de mundo, el hit parade se decía, que escuchaba cada noche en Radio Luxemburgo. Yo estaba encantado de ser uno de sus seguidores por conciertos, películas, firmas de discos o donde fuera. Todavía conservo su primer disco, tenía doce o trece años, y pude conseguir aquel single que en una cara tenía No sé mi nombre y en la otra La moto. Ahora cuando por azar, casi nunca por necesidad, escucho aquel Black is Black, lo que más me gusta son los acordes de guitarra, que los tocó Jimmy Page, y la voz de Mike Kennedy, que me devuelve a los años adolescentes. Pero la canción no estaría entre ninguna lista de mis principales. Es posible que sí en una lista de sentimentales. También recuerdo, las canciones tienen en mí el efecto magdalena, cómo en nuestra lista del pop nacional de aquellos años, sin extrañeza ni resistencia, entró un chico catalán que cantaba a la matinada. Estaba al lado de Los Bravos o de Tom Jones y no pasaba nada. De la misma manera que Aute -¡otra clamorosa ausencia!- estaba al lado de Burning o de Gabinete Caligari. No somos tantos como para apartar a ningún Raimon. Diguen sí… ¿no?

Mañana me toca reflexionar sobre mi lista. Y sobre algunas propuestas de listas que otras blogueras/os han presentado… Que es algo parecido a volver a los tiempos del black and white casi negro.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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