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El olor emocional

Por 18 de marzo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

Se creyó que era tan superficial como irrelevante pero justamente el  e-factor, el factor emocional, ha sido clave para inflamar la burbuja y para prender fuego después a la totalidad del sistema.

"Ahora los arquitectos no construimos casas. Construimos la atmósfera, la emoción. …Parece una chorrada pero la gente necesita emociones." No es, de ningún modo, una chorradas. Estas calientes declaraciones del influyente arquitecto Maximilian Fucksas se hallan emparentada con toda la gran familia de cultivadores emotivos en todos los ámbitos. En los ámbitos del saber, la ciencia, el comercio, la educación o la medicina.

Las obras, los objetos, los proyectos comparten ahora una misma orientación fundamental: crear nuevas experiencias que lleguen al corazón. Contra las ya inertes descalificaciones materialistas, nuestro siglo prolonga la tónica romántica surgida, tras el hiperindividualismo, de finales del siglo XX.

¿Qué significa esto? Significa que las mercancías, los servicios, las comunicación  general entre oferta y demanda se componen cada vez más por lo que los norteamericanos comenzaron a denominar el e-factor, el factor emocional. Ya no basta con ofrecer un producto asociándolo a tópicas promesas de felicidad, de seducción o de inyecciones de júbilo, desde la arquitectura de las factorías a la de los establecimientos, desde el diseño interior de la tienda hasta el tacto del objeto, las creaciones deben entregar experiencias nuevas.  La factoría de Volkswagen en Dresde es transparente y los clientes toman una copa en su bar transparente mientras contemplan la fabricación del coche. Toyota no ha limitado la personalización de los modelos al color de la carrocería o el estampado de sus revestimientos textiles, ha probado con aromas de pomelo, naranja o manzana para que el conductor recibiera un plus emocional. Ahora veo que en la última Feria del Calzado en Madrid el diseño no atiende solamente a las formas sino al perfume de los zapatos. Aroma de ciruela para los de charol rojo, olor a limón para los de colores ácidos, perfume de azar para los del día de la boda. Los objetos se han propuesto acompañar nuestra experiencia, además de suscitarla. Las marcas ingresan en nuestra vida como colegas en sustitución acaso de los miles de colegas que recolectados en la red no huelen -por el momento- a nada.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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